La Casa de Cultura de
San Lorenzo de El Escorial alberga este sábado, 19 de marzo (12:00h), la presentación del libro «Santiago Ramón y Cajal: maestro, científico y humanista», de Francisco Cánovas Sánchez. Además del autor, intervendrán Soledad Pardo, gestora cultural; José Rayos, historiador del arte; y Félix Alonso, presidente d

el Colectivo Rousseau
El libro de Francisco Cánovas tiene el propósito de dar a conocer los aspectos esenciales de la personalidad, la obra y el compromiso del científico español más importante de todos los tiempos, insertando su trayectoria biográfica en las coordenadas históricas, políticas y culturales de su época.
Nacido en el seno de una familia humilde del Alto Aragón, Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) manifestó pronto una personalidad, una voluntad y una resolución que le convirtieron en un maestro, un científico y un humanista extraordinario. Padre de la neurociencia moderna, a la que consagró cincuenta años de investigación, sus descubrimientos fueron reconocidos por la comunidad científica internacional con la concesión de prestigiosas distinciones, como el Premio Moscú (1900), la Medalla Helmholtz (1905) y, el más importante, el Premio Nobel de Medicina (1906).
Alfonso Peláez
Hoy no voy a escribir de cine. Sería casi indecente hablar de lo que nos complace, mientras las bombas rusas revientan maternidades en Ucrania. Voy a recordar una página de Historia, que no se repite, igual que las demás, pero que, como todas, enseña.
El 19 de julio de 1936, José Giral, nombrado ese mismo día presidente del Consejo de ministros de la II República Española, envió un telegrama desesperado a Léon Blum, su homólogo de la República Francesa. El texto decía: “Sorprendido por un peligroso golpe militar. Le ruego nos ayude inmediatamente con armas y aviones. Fraternalmente. Giral”.
Blum, un jurista brillante, judío apasionado de la literatura, lo que podríamos llamar un intelectual comprometido, encabezaba un gobierno de coalición entre socialistas y radicales desde el 5 de junio anterior. Había recibido el encargo de formar gobierno del presidente de la República, después de ganar las elecciones liderando un Frente Popular, parecido al que en España había ganado en febrero de ese mismo año.
El francés recibió el telegrama el día 20 por la mañana. Entendió cabalmente la legitimidad y la necesidad de la llamada de auxilio de Giral. Una parte de su gobierno adoptó la misma postura. Comenzaron los preparativos para el envío de aviones, armas ligeras y munición. Sí, armas. Material bélico para que un gobierno legitimado por los votos de la ciudadanía tuviera medios de defensa frente a un grupo de civiles y militares perjuros y golpistas.
Otra parte del gobierno francés, cuyo representante más significativo era Daladier, ministro de defensa, pusieron algunas dificultades, pero no impidieron totalmente el primer envío. Al tiempo, Blum preparó una entrevista para conocer la postura al respecto de Gran Bretaña, su principal aliado. El día 23, antes de comenzar la reunión formal, Anthony Eden le preguntó: “¿Enviar armas a la República española?” Blum fue rotundo: “Sí”. “Eso es cosa suya, pero he de pedirle una cosa: sea prudente”. Fue la réplica del diplomático inglés. Días más tarde el gobierno británico le comunicó formalmente que, si Francia se inmiscuía en el conflicto español, Inglaterra no se vería obligada a intervenir es su defensa frente a una eventual agresión de Alemania o Italia.
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Coup de torchon. Bernard Tavernier, 1981
Alfonso Peláez
Coup de torchon: Limpieza rápida, enérgica y sin mucho detalle con un trapo.
En sentido figurado, gresca, altercado serio, etc.
En esta película las singularidades empiezan desde el título. Tavernier desechó el de la novela que adaptaba. En España, por ejemplo, no se atrevieron a darle uno en castellano para comercializarla. Lo cierto es que Coup de torchon es una adaptación francesa de la celebérrima novela negra, 1280 almas, de Jim Thompson. Hablemos un poco de ella.
1280 almas supuso la consagración inesperada de un autor casi maldito. Thompson venía arrastrando una vida cargada de inestabilidades que pasaban por el alcohol, las disputas conyugales, los guiones de cine exitosos junto a directores como Kubrick (Atraco perfecto, Senderos de Gloria), los cambios de residencia frecuentes y las novelas y relatos de una calidad suprema que jamás alcanzaban el éxito. Entonces, llegó Marcel Duhamel, creador e impulsor de la prestigiosa Serie Noir de Gallimard, asignó el simbólico número 1000 de la colección a 1280 almas y, de golpe, convirtió a Thompson en un escritor de culto… En Francia.
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COMENTARIO AL FILM “EL JUEZ Y EL ASESINO” DE TAVERNIER (POR EUGENIO)
Es evidente que esta película de Tavernier quiere colocarnos ante la diferencia de clases, utilizando el marco de un magistrado y un vagabundo, en el juego de la tensión entre representante de la ley del estado y asesino, con un espacio, también, para un debate sobre la locura del siglo XIX y su tratamiento, y la justicia penal de la época. Remata al final, este marco de clases, un tanto forzadamente, con la “conversión” repentina de la amante del magistrado a la tarea de líder agitadora de las clases subalternas, quizás, por rechazo al trato personal de un representante de la clase dominante judicial con ella, o, por convicción, ya digo súbita, de que esa es la clase con la que debe buscar su emancipación, y en su entrevista final con la victima del disparo del loco vagabundo.
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