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10 AM | 31 Ene

Sean Baker, el director del lado oscuro del sueño americano: “EE UU no es como lo vemos en el cine”

Con ‘Anora’, ganadora de la última Palma de Oro en Cannes, el director estrena su quinto largometraje protagonizado por trabajadores del sexo. “Si ser ‘indie’ significa que posees todo el control de tu obra, seré siempre ‘indie”, anuncia

Sean Baker
Retrato promocional del director Sean Baker.UNIVERSAL

A Sean Baker le da miedo la figura de Eloy de la Iglesia. Que un director maldito de la Transición —el hombre que retrató la ola de destrucción y malditismo que la heroína provocó en las alcantarillas de la cacareada Movida— asuste al último ganador de la Palma de Oro de Cannes, un cineasta indie de alma neoyorquina, es una señal de las sombras que esconde Baker. “En la Universidad de Nueva York no nos llegaba ese cine español. Lo he descubierto hace unos cinco años y me siento más alineado con él que con Fellini”, cuenta. “Su personalidad me recuerda a la de Pasolini, y me han contado que su adicción a las drogas se originó a partir de su interacción con los actores. Eso me da miedo porque yo estuve enganchado. Tuve problemas con las drogas, fui adicto a la heroína a finales de los noventa, cuando yo era un veinteañero. A veces me asusto cuando me doy cuenta de que me acerco demasiado de nuevo a esos mundos. En una película tuve a una persona chutándose a mi lado. Uf”. Para ser un cineasta que no disfruta de las entrevistas, la confesión ha salido a borbotones.

El jueves 31 de octubre se estrena Anora, la quinta película en la que Baker (Nueva York, 53 años) cuenta con personajes relacionados con la prostitución o con el negocio del sexo. Y desde luego, no muy cercanos a la prostituta de Julia Roberts en Pretty Woman. “Creo que el público puede identificarse con personajes que no podrían soportar en la vida real. Y en mi caso, me gusta retratar personajes que persiguen el sueño americano y poner el foco sobre situaciones que Hollywood es incapaz de retratar bien”, apunta al sentarse en un sofá.

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09 PM | 30 Ene

Cyprian Kamil Norwid

 Ayer vimos Cenizas y diamantes, un filme de Wajda de 1958, al que concedieron el premio de la Crítica en el Festival de Venecia. El guión está basado en una novela escrita por Jerzy Andrzejewski, que recomiendo vivamente. Un joven de la resistencia antinazi se desliza en antisoviético, tras la ocupación que siguió a la Segunda Guerra Mundial. Todo su mundo está trastocado y sabe que no tendrá otro final que la muerte.

Aquí aparecen las cenizas y los diamantes. Como si fuera un elaborado juego cultural, tanto Andrzejewski, como posteriormente Andrzej Wajda, aprovechan unos versos tan hermosos, que quien los compuso hubiera podido retirarse habiendo dejado a la humanidad un poso de sentimiento y cultura que ya vale por una vida. En una secuencia del filme, el joven emboscado que se ha propuesto matar al dirigente comunista que recorre los pueblos enseña a su novia, una camarera circunstancial que se ha encontrado en el hotel, una lápida que él barre con su mano, retirando barro, moho, musgo, y lee estos versos impresionantes, que dan sentido a todo el filme.

                                                                       Al arder no sabes si serás libre,

                                                                                                              Si sólo quedarán cenizas y confusión

                                                                                                               O se hallará en las profundidades

                                                                                                             Un diamante que brille entre la ceniza.

Si son conmovedores hasta el llanto en traducción castellana, ¡qué no serán en polaco! Los escribió Cyprian Kamil Norwid, que nació en Polonia y murió en París (1821-1883). Ese poema dio vida a una novela y un filme, como mínimo, que yo conozca.

La belleza de Cenizas y diamantes, el filme, su tristeza agobiante, heredera del romanticismo, tiene secuencias inolvidables, algunas de las cuales serían luego repetidas por otros directores de fuste. Las manchas de sangre que tiznan las sábanas puestas a secar en una casa de pobres. Bastaría con esa, son imágenes que nos persiguen , a lo largo de nuestra vida cinéfila.

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06 PM | 24 Ene

Película necesaria

La película que tuvimos ocasión de visionar el pasado jueves, rodada en el 2023 ha tenido los siguientes premios
2023: Festival de Venecia: Premio Especial del Jurado. 2 nominaciones
2023: Premios del Cine Europeo (EFA): 3 nominaciones
2024: Premios Independent Spirit Awards: Nominada a Mejor película extranjera.
2023: Festival de Valladolid – Seminci: Nominada a Mejor Película – Espiga de Oro.
2024: Premios Gotham: Nominada a Mejor película internacional.
Y si hago referencia a esta reseña es para que quede constancia de la importancia del cine que pone el Colectivo. Esta es una peli que no es evidentemente la alegría de la huerta, pero es una película necesaria y hecha con mucho coraje, una joya narrativa, no es una historia, son las cosas que pasan en la actualidad, esto es lo que me manda Pedro con el que estoy bastante de acuerdo, y pone en cuestión a los que no aguantan el visionado.

“Idea motriz. La Unión Europea se ha convertido en una fortaleza y sus fronteras lugares de muerte. Las fuerzas policiales o militares destinadas en la frontera son aleccionadas para deshumanizar a la emigración, considerarla un peligro. Las personas decentes que ayudan a los emigrantes en territorio de la UE son perseguidos, señalados, tachados de traficantes de personas y se exponen a años de cárcel. Mantienen vivas, con su dignidad, decencia y valentía, los valores que se vieron reforzados tras la segunda guerra mundial y que se están desvaneciendo ante nuestros ojos. A pesar de la obediencia, en todas partes hay soldados de Salamina que miran hacia otro lado en ciertos momentos.

Como es llevado al cine. Refleja la situación de las fronteras con el formato de un relato bélico. El color se desvanece. Las escenas son nocturnas, iluminadas por linternas frontales, con comida y mantas en pesadas mochilas, entre el barro, el ruido de los helicópteros. Los guardianes de la frontera gritan a los emigrantes como en las películas que relatan el trato a judíos, partisanos, poblaciones ocupadas. Les golpean, les azuzan perros, les deshumanizan. También las personas que les ayudan y que arriesgan su seguridad evocan a la red de ciudadanos que ayudan y escondían a judíos,a militares ingleses, a resistentes europeos frente a la ocupación de las fuerzas del Eje. Y como en las películas bélicas hay muertos que traspasan la pantalla y caen sobre el patio de butacas, golpes sordos.

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12 AM | 24 Ene

Todos pierden: Cenizas y diamantes (Popiól I Diament, Andrzej Wajda, 1958)

Cenizas y diamantes [Popiól I Diament] (1958) - La Segunda Guerra Mundial

 

Última entrega de la llamada «Trilogía de la guerra» de Andrzej Wajda, abierta con Generación (Pokolenie, 1955) y continuada con Kanal (1957), Cenizas y diamantes se asoma al nuevo abismo que se abre bajo los pies de los polacos tras el final de la Segunda Guerra Mundial. País castigado secularmente por el enorme apetito de territorios de sus poderosos vecinos, la película presenta la enésima encrucijada de amenazas que se ciernen sobre él a través de la historia de Maciek (impresionante Zbigniew Cybulski), joven algo tarambana que milita en las filas de un partido de carácter ultranacionalista en una ciudad de provincias. En un clima social y político caótico y lleno de incertidumbres, la anterior armonía existente durante la guerra entre los distintos sectores ideológicos del país frente el enemigo común nazi está a punto de romperse definitivamente, toda vez que cada facción busca posicionarse de la mejor manera posible en el escenario posterior al conflicto, a modo de trampolín que le permita conquistar el poder y, dado lo extremo de las posturas, imponer un régimen, ya sea comunista, ya pro-occidental, que anule al adversario. Es en esta tesitura de anarquía y extremismos generalizados que el joven Maciek recibe un encargo de sus superiores ultranacionalistas: debe asesinar al más importante dirigente comunista del distrito, que piensa alojarse en un hotel de la ciudad. El entusiasmo dogmático e irracional de Maciek se combina con un perfil soñador, un tanto iluso, del joven, que no conoce otra vida que la de la guerra, acerca de lo que debe significar vivir una vida adulta sin violencia, en un mundo lleno de oportunidades y promesas de comodidad. Este horizonte tan halagüeño, con mucho de autoengaño, viene simbolizado por Krystyna (Ewa Krzyzewska), en la que Maciek encuentra el amor en el lugar y momento más inesperados y, desde luego, inoportunos.

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