11 AM | 17 May

Raúl Ruiz: La recta provincia y la invención de Chile

artículo* por

Adolfo Vásquez Rocca

 

Es en esos mundos privados que harán su aparición unos films que el deber de misterio y la práctica de la clandestinidad volverán inclasificables, proteiformes, inagotables, en suma, porque estarán dotados de una polisemia infinita; duros de derribar, además, porque, como aquellas lombrices de tierra que, a falta de alimentos, se rejuvenecen, vuelven al huevo y renacen, esos films sabrán hacerse pequeños sin desaparecer. Con un poco de suerte, todos podremos ser testigos del renacimiento de ese cine, igual a sí mismo, y, por esa razón, más intratable que nunca.

Raúl Ruiz, Poética del Cine


Introducción:

Este era un hombre. Vivía con su madre. Cuidaba una casa patronal, en el campo de Chile. Un día el hombre encontró un hueso en el jardín. El hueso estaba agujereado. Era una flauta ese hueso. El hombre tocó música con esa flauta. Y la música se volvió canción. La voz de la canción suplicaba que buscaran los otros huesos de su cuerpo disperso. El hombre y su madre se fueron por esos caminos de Dios y de los mil demonios, buscando los huesos con que componer el esqueleto de aquel cristiano. Y darle santa sepultura. Y vieron lo que vieron, vivieron lo que vivieron. Muchas historias vivieron. Y aunque no se la contaron a nadie, otros la contaron por ellos.

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01 AM | 26 Abr

Declaración de Raúl Ruiz – Sobre Misterios de Lisboa

El profesor estadounidense David Bordwell consideró que todas las estrategias narrativas aplicables a los filmes modernos están basadas en una cierta noción de verosimilitud (o evidencia narrativa). Gracias a ellas, las ficciones más desenfrenadas son aceptables y aceptadas. Y esta misma verosimilitud, se dice, es contraria a cualquier desvío de una línea que guíe (lo que se denomina comúnmente la flecha que guía la acción), con sus variaciones en intensidad y sus torsiones y giros turbulentos.

Esta teoría, que depende de un cierto número de reglas frecuentemente atribuidas a Aristóteles, se convirtió finalmente en lo que algunos puristas han llamado ingenuamente “el paradigma Bordwell”; totalidad de estrategias narrativas que derivan del impulso, de la presunción de verosimilitud.

Aquello que se denomina “drama moderno” o “drama burgués”, o también el “postulado Ibsen Shaw”, ha dado pie a esta superstición. En el drama moderno la estructura y la construcción dominan, incluso más allá de la incoherencia poética o de los hechos irrelevantes que estas suponen. El autor es un arquitecto que construye albergues para las ficciones, variados eventos que se vuelven creíbles y relevantes sólo porque están protegidos de la lluvia de lo improbable.

Cada una de estas ficciones o estructuras móviles es guiada por una flecha narrativa. Pero cuidado, solo una por cada ficción: William Tell es una historia bien contada porque sólo una flecha corta en dos una sola manzana, pero la batalla de Azincourt no lo es, porque el enjambre de flechas de Robin Hood y su pueblo no nos permiten leer el tiempo en el reloj narrativo, cubierto por nubes de flechas, cada una guiada por su pequeña intriga independiente. “Nubes y no relojes”, diría Karl Popper.

En el drama moderno, la proliferación de hechos truncados no es aceptable porque nos extravía de la noción de causalidad inherente en la idea de verosimilitud, sin la cual no habría historia alguna.

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01 AM | 26 Abr

Raúl Ruiz (1941-2011)

Raúl Ruiz era una persona contradictoria. Chileno hasta la médula, no tuvo problemas en que lo llamaran Raoul y lo calificaran como cineasta francés. Director de cine, filmó largometrajes en 12 días, le encargaron documentales y filmó ficciones…

Todo film conlleva siempre otro film secreto,
y para descubrirlo,
basta desarrollar el don de la doble visión que …
consiste en ver en una cinta no ya la secuencia narrativa que se da a ver efectivamente,
sino el potencial simbólico y narrativo de las imágenes
y de los sonidos aislados del contexto…

Nacido en Puerto Montt en 1941, hijo de marino mercante, a los quince años ya escribía obras de teatro a un ritmo frenético. A los 21 años ya había escrito cien. En estas historias se perfila ya su estilo corrosivo y lúdico. Luego de trabajar varios años como guionista de televisión, el año 1968 marcó su despegue como cineasta, gracias a su primer largometraje Tres Tristes Tigres. La película narra las desventuras de un grupo de pícaros sin trabajo en torno a los bares San Diego y Mapocho. La obra estuvo lejos de ser éxito de taquilla, pero la crítica la recibió muy bien, incluso obtuvo premios en Europa. Esta disparidad en la recepción será una constante en su filmografía. Militante del Partido Socialista, desarrolló una prolífica obra durante el Gobierno de Salvador AllendeEl cine de Ruiz durante la Unidad Popular consistió mayoritariamente en documentales por encargo, pero también en obras de ficción en su estilo irónico, como Palomita Blanca. Por estos años se casó con la cineasta Valeria Sarmiento, que ha sido la editora de sus películas.

El golpe de Estado de 1973 cerró los espacios cinematográficos y Ruiz, como muchos otros, partió al exilio. Se radicó en Francia, donde vivió hasta su muerte. A los pocos meses de su llegada, realizó quizás su película más chilena: Diálogo de Exiliados, de 1974. Esta obra vino a cerrar un ciclo, pues en adelante Ruiz cambió notoriamente de estilo, dejando de lado lo costumbrista e irónico, optando por narraciones laberínticas con énfasis en los juegos de tiempo y espacio. En cierta forma Raúl Ruiz fue “adoptado” por el sistema cinematográfico francés. El Institut National de l’Audiovisuel le permitió trabajar a sus anchas, filmando decenas de obras, entre las que destacan La Vocación Suspendida en 1977, Coloquio de Perros (premio César a mejor cortometraje argumental en 1979) y La Hipótesis del Cuadro Robado en 1979. La década de 1980 fue la de la consolidación definitiva. En 1982 realizó Las Tres Coronas del Marinero, la que muchos críticos consideran su mejor película. En 1983, la prestigiosa revista Cahiers du Cinéma le dedicó un número especial. En adelante filmó con actores de la talla de Catherine Deneuve y Marcello Mastroianni. Misterios de Lisboa lo consagró como un director de culto.

Terminada la dictadura en Chile, regresó periódicamente al país. Al respecto dijo: “vivo en Chile, pero viajo once meses al año por Europa”. En estos años comenzó a realizar actividades diversas: escribió novelas, cómics, dictó conferencias en universidades. Afortunadamente, decidió poner sus ideas por escrito en 1995, en su libro de ensayo Poética del Cine. En 1999, realizó quizás su obra más ambiciosa: adaptar a Marcel Proust. El largometraje El Tiempo Recobrado le dio así credencial de cineasta de primer orden, saliendo en cierta manera del circuito de “especialistas” en el que se encontraba. De su extensa filmografía, compuesta por alrededor de ochenta films escritos por él, cabe destacar algunas de las producciones que filmó en Chile durante las últimas décadas: Días de Campo (2004), la serie de televisión La recta provincia (2007), Litoral (2008), El pasaporte amarillo (2009) y La noche de enfrente (2012). Raúl Ruiz falleció a raíz de un cáncer hepático el 19 de agosto del 2011, en París, Francia.

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