06 PM | 01 Oct

El ingeniero de ferrocarriles Marlowe, el profesor de secundaria Miller y el joven y alocado pacifista Alvin York

Alfonso Peláez

 

John Ford, a través de la piel de John Wayne, convirtió a un ingeniero de ferrocarriles en el coronel de caballería Marlowe en Misión de audaces. Howard Hawks hizo lo propio con el joven borrachín y pacifista Alvin York, galones de suboficial, interpretado por Gary Cooper, en el film El sargento York. Por último, Steven Spielberg, transformó a Tom Hanks, un honesto profesor de Pennsylvania, en el capitán Miller; hablamos, en este caso, de Salvar al soldado Ryan.

Cada una de estas películas está ambientada en una guerra diferente: de Secesión, la Gran Guerra, la Segunda Guerra Mundial; se trata de tres rangos muy distintos y de personajes con perfiles muy alejados; pero en esencia, en los tres casos, se habla de la misma guerra y del mismo personaje. Porque las tres nos presentan a tres ciudadanos satisfechos con sus vidas de civiles, a priori nada inclinados a las armas, que se ven confrontados por la amenaza que se cierne sobre su modo de vida, un modo de organizarse políticamente presidido por la libertad y la democracia. El Norte del coronel Marlowe peleando contra los Confederados que se oponen a la abolición de la esclavitud; los Estados Unidos del sargento York ayudando a las democracias occidentales agredidas por los imperios centrales y, finamente, otra vez los americanos del capitán Miller desembarcando en Normandía para acabar con el nazismo alemán. Los tres personajes, sin renunciar a su identidad previa, renegando de la guerra (“Cuanto más mato, más lejos me siento de casa” dice el capitán Miller), asumen una nueva personalidad, la militar, hasta las últimas consecuencias, poniendo su nueva condición y el deber que le corresponde por encima de cualquiera otra circunstancia.

Hay que reconocer que, como piezas de propaganda, las tres películas son de una categoría suprema. Porque, con una factura magistral propia de quien las firma, nos ponen ante una cuestión decisiva: ¿quién no estaría dispuesto a defender a como dé lugar nuestro modo de vida? No se refieren a la defensa de la nación, esa palabra altisonante y viciada, se refieren a si estamos o no estamos dispuestos a defender el modo de vida decente y legítimo, con el que nos sentimos políticamente conformes.

Esta semana han puesto dos veces Salvar al soldado Ryan, en dos cadenas de televisión distintas. Espero que alguien, que sabe lo que se cuece mucho más que usted y que yo, no haya decidido que ha llegado el momento de preparar a los Marlowe, York y Miller del mundo para su transformación en soldados imbuidos de arrojo y deber.

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