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01 AM | 26 Abr

Declaración de Raúl Ruiz – Sobre Misterios de Lisboa

El profesor estadounidense David Bordwell consideró que todas las estrategias narrativas aplicables a los filmes modernos están basadas en una cierta noción de verosimilitud (o evidencia narrativa). Gracias a ellas, las ficciones más desenfrenadas son aceptables y aceptadas. Y esta misma verosimilitud, se dice, es contraria a cualquier desvío de una línea que guíe (lo que se denomina comúnmente la flecha que guía la acción), con sus variaciones en intensidad y sus torsiones y giros turbulentos.

Esta teoría, que depende de un cierto número de reglas frecuentemente atribuidas a Aristóteles, se convirtió finalmente en lo que algunos puristas han llamado ingenuamente “el paradigma Bordwell”; totalidad de estrategias narrativas que derivan del impulso, de la presunción de verosimilitud.

Aquello que se denomina “drama moderno” o “drama burgués”, o también el “postulado Ibsen Shaw”, ha dado pie a esta superstición. En el drama moderno la estructura y la construcción dominan, incluso más allá de la incoherencia poética o de los hechos irrelevantes que estas suponen. El autor es un arquitecto que construye albergues para las ficciones, variados eventos que se vuelven creíbles y relevantes sólo porque están protegidos de la lluvia de lo improbable.

Cada una de estas ficciones o estructuras móviles es guiada por una flecha narrativa. Pero cuidado, solo una por cada ficción: William Tell es una historia bien contada porque sólo una flecha corta en dos una sola manzana, pero la batalla de Azincourt no lo es, porque el enjambre de flechas de Robin Hood y su pueblo no nos permiten leer el tiempo en el reloj narrativo, cubierto por nubes de flechas, cada una guiada por su pequeña intriga independiente. “Nubes y no relojes”, diría Karl Popper.

En el drama moderno, la proliferación de hechos truncados no es aceptable porque nos extravía de la noción de causalidad inherente en la idea de verosimilitud, sin la cual no habría historia alguna.

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01 AM | 26 Abr

Raúl Ruiz (1941-2011)

Raúl Ruiz era una persona contradictoria. Chileno hasta la médula, no tuvo problemas en que lo llamaran Raoul y lo calificaran como cineasta francés. Director de cine, filmó largometrajes en 12 días, le encargaron documentales y filmó ficciones…

Todo film conlleva siempre otro film secreto,
y para descubrirlo,
basta desarrollar el don de la doble visión que …
consiste en ver en una cinta no ya la secuencia narrativa que se da a ver efectivamente,
sino el potencial simbólico y narrativo de las imágenes
y de los sonidos aislados del contexto…

Nacido en Puerto Montt en 1941, hijo de marino mercante, a los quince años ya escribía obras de teatro a un ritmo frenético. A los 21 años ya había escrito cien. En estas historias se perfila ya su estilo corrosivo y lúdico. Luego de trabajar varios años como guionista de televisión, el año 1968 marcó su despegue como cineasta, gracias a su primer largometraje Tres Tristes Tigres. La película narra las desventuras de un grupo de pícaros sin trabajo en torno a los bares San Diego y Mapocho. La obra estuvo lejos de ser éxito de taquilla, pero la crítica la recibió muy bien, incluso obtuvo premios en Europa. Esta disparidad en la recepción será una constante en su filmografía. Militante del Partido Socialista, desarrolló una prolífica obra durante el Gobierno de Salvador AllendeEl cine de Ruiz durante la Unidad Popular consistió mayoritariamente en documentales por encargo, pero también en obras de ficción en su estilo irónico, como Palomita Blanca. Por estos años se casó con la cineasta Valeria Sarmiento, que ha sido la editora de sus películas.

El golpe de Estado de 1973 cerró los espacios cinematográficos y Ruiz, como muchos otros, partió al exilio. Se radicó en Francia, donde vivió hasta su muerte. A los pocos meses de su llegada, realizó quizás su película más chilena: Diálogo de Exiliados, de 1974. Esta obra vino a cerrar un ciclo, pues en adelante Ruiz cambió notoriamente de estilo, dejando de lado lo costumbrista e irónico, optando por narraciones laberínticas con énfasis en los juegos de tiempo y espacio. En cierta forma Raúl Ruiz fue “adoptado” por el sistema cinematográfico francés. El Institut National de l’Audiovisuel le permitió trabajar a sus anchas, filmando decenas de obras, entre las que destacan La Vocación Suspendida en 1977, Coloquio de Perros (premio César a mejor cortometraje argumental en 1979) y La Hipótesis del Cuadro Robado en 1979. La década de 1980 fue la de la consolidación definitiva. En 1982 realizó Las Tres Coronas del Marinero, la que muchos críticos consideran su mejor película. En 1983, la prestigiosa revista Cahiers du Cinéma le dedicó un número especial. En adelante filmó con actores de la talla de Catherine Deneuve y Marcello Mastroianni. Misterios de Lisboa lo consagró como un director de culto.

Terminada la dictadura en Chile, regresó periódicamente al país. Al respecto dijo: “vivo en Chile, pero viajo once meses al año por Europa”. En estos años comenzó a realizar actividades diversas: escribió novelas, cómics, dictó conferencias en universidades. Afortunadamente, decidió poner sus ideas por escrito en 1995, en su libro de ensayo Poética del Cine. En 1999, realizó quizás su obra más ambiciosa: adaptar a Marcel Proust. El largometraje El Tiempo Recobrado le dio así credencial de cineasta de primer orden, saliendo en cierta manera del circuito de “especialistas” en el que se encontraba. De su extensa filmografía, compuesta por alrededor de ochenta films escritos por él, cabe destacar algunas de las producciones que filmó en Chile durante las últimas décadas: Días de Campo (2004), la serie de televisión La recta provincia (2007), Litoral (2008), El pasaporte amarillo (2009) y La noche de enfrente (2012). Raúl Ruiz falleció a raíz de un cáncer hepático el 19 de agosto del 2011, en París, Francia.

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08 PM | 23 Abr

La emperatriz Yang Kwei-fei.

ciclo KENJI MIZOGUCHI
La emperatriz Yang Kwei-fei

Casa de cultura san lorenzo de el escorial

salón de actos

COL E CT I V O RO U SS E A U
25 de abril 2024 – a las 18 horas

 

FICHA TÉCNICA
Título original: Yôkihi.
Título español: La emperatriz Yang Kwei-fei.
Nacionalidad: Japón. Año de producción: 1955.
Dirección: Kenji Mizoguchi.
Guión: Matsutaro Kawaguchi, Masashige Narusawa, Yoshikata
Yoda, Ching Doe.
Producción: Daiei Studios, Shaw Brothers.
Productor: Masaichi Nagata, Run Run Shaw.
Fotografía: Kohei Sugiyama.
Montaje: Kanji Suganuma.
Ayte. de dirección: Yasuzô Masumura.
Música: Fumio Hayasaka.
Sonido: Kisaburô Aida, Katsutarô Hanaoka, Kunio Hashimoto.
Dir. artístico: Hiroshi Mizutani.
Vestuario: Tsugio Tôgô.
Maquillaje: Masao Makino.
Decorados: Dai Arakawa, Iwao Iwami.
Intérpretes: Machiko Kyô, Masayuki Mori, Sô Yamamura, Eitarô
Shindô, Eitarô
Ozawa, Haruko Sugimura, Yôko Minamida, Bontarô Miyake.
Duración: 98 min. Versión: v.o.s.e. Color.

 

SINOPSIS
Ambientado en la China del siglo VIII. Narra la historia de amor entre el emperador Hsuan Tsung, viudo desde hace algunos años, y una joven plebeya que se parece mucho a su mujer.
COMENTARIO
Uno de los más hermosos films rodados sobre el sentimiento amoroso, sobre su permanencia en el tiempo, sobre su irrealidad y sobre las obsesiones gene- radas por él. El film está definido inicialmente, por medio de dos movimientos de cámara en sentido inverso y de distinto carácter. Uno es la panorámica ini- cial que nos acerca al envejecido emperador para mostrar su negativa a aca- tar la orden de reclusión dada por su hijo. El otro es un memorable “trave- ling” sobre sedas, a través del cual nos deslizamos en el tiempo para encon- trar al emperador en su juventud llorando en y con música, la prematura muerte de su esposa. Narrada en un largo “flash back”, China en el siglo VIII, el emperador Hsuan Tsung (Masayuki Mori) está triste por la muerte de la emperatriz Yang Kwei – Fei, de quien sigue enamorado. Mientras en la ciudad de Shangai unos hom- bres conspiran para derrocar a la dinastía Tang, pues el emperador desatien- de los asuntos de estado. Con la complicidad de una poderosa abadesa, el codicioso general An Lu-Shang le llevará a palacio a una chica, de sorpren- dente parecido físico con la difunta emperatriz. El emperador quedará sor- prendido de la belleza de Yokihi, creyendo reencontrar a su estimada esposa. Uno de los más bellos cuentos tristes de amor de la historia del cine. La tras- tornada melancolía del emperador Hsuan Tsung inspiró leyendas y poemas, un hipnótico y sensual relato sobre la búsqueda de la felicidad, la añoranza y el delirio por amor. El maestro Mizoguchi se aproxima con buen gusto y una estética magistral sobre el tema de la necrofilia romántica, antes que lo hicie- ra Hichcock en “Vértigo” y Truffaut en “La habitación verde”.
Lo del empera- dor es un amor obsesivo y malsano por una esposa fallecida. Cegado por el deseo de recuperarla, creerá encontrarla en la plebeya Yohiki una atractiva y sensual mujer, explotada por su familia que encarna en la pantalla Machiko Kyo. La actriz que había sido descubierta por Kurosawa en “Rashomon”, en Hollywod formó pareja con Marlon Brando en “La casa de té de la luna de Agosto” de Daniel Mann.
Narrada desde una utilización sabia de la elipsis, el talento para crear imá- genes pictóricas en su primera película en color, filmando una historia de una belleza artística extraordinaria y asombrosa expresividad. Obra maestra del cine romántico, la evocación melancólica de una historia de amor con insinuaciones sobrenaturales. Hubo quien la tachó de blanda y demasiado sentimental, esa opinión depende en cualquier caso, de la dureza de quien hable de ella. Por lo demás, ¿cómo no va ser sentimental la evoca- ción de un amor perdido hecha por un anciano a quien

Organiza: Colectivo Rousseau www.colectivo-rousseau.org Colabora: Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial

C

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01 AM | 15 Abr

El Intendente Sansho (1954)

el intendente sansho posterDirección: Kenji Mizoguchi.
Intérpretes: Kinuyo Tanaka, Yoshiaki Hanayagi, Kioko Kagawa, Eitaro Shindo.


Zushio (Yoshiaki Hanayagi) y su hermana, Anju (Kyôko Kagewa), son separados de su madre (Kinuyo Tanaka) y recluidos en un campo de trabajo regido por el intendente Sanshô Dayû (Eitarô Shindô).
Las durísimas condiciones impuestas por el intendente harán que los hermanos tomen una drástica decisión para cambiar el rumbo de sus vidas.

Es muy difícil, por no decir imposible, pronunciarse acerca de cuál pudiera ser la mejor película que rodó Kenji Mizoguchi, sobre todo, teniendo en cuenta la cantidad de títulos suyos que se han perdido y que nunca podrán recuperarse, para desgracia del séptimo arte.

intendente sanshoLo que sí se puede afirmar es que “El Intendente Sansho” es una de las obras maestras que dirigió Mizoguchi en los últimos años de su vida.Con un guión firmado, entre otros, por Yoshikata Yoda, habitual en las cintas de Mizoguchi, la acción se centra en el descenso a los infiernos de una noble familia por causa de la honradez e ideales preconizados por el cabeza de familia.

La historia, ya de por sí atractiva, se ve realzada por la magnífica puesta en escena, rubricada con la estudiada y perfecta colocación de la cámara y la preciosista fotografía en blanco y negro de Kazuo Miyagawa, responsable también de las imágenes de “Cuentos De La Luna Pálida” (1953).

“El Intendente Sansho” cuenta, entre sus numerosos intérpretes, con una de las actrices niponas más afamadas de todos los tiempos y predilecta de Mizoguchi, Kinuyo Tanaka, quien ya trabajara a las órdenes del director japonés en “Vida de Oharu, Mujer Galante” (1952) y en “La Mujer Crucificada” (1954).Una vez más, como ya hiciera a lo largo de su cinematografía, Mizoguchi refleja la sensibilidad de su elevado arte fijando su mirada en la mujer, en esta ocasión representada en la abnegación y sacrificio hasta la extenuación de una madre y una hermana.

Alberto Alcázar       La ponemos el jueves día 18 a las 18 horas Casa de Cultura San Lorenzo.

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