
El guion es del propio director conjuntamente con Marc Abdelnour. Este filme narra el entorno de la novelista Violette Leduc (1907-1972) y su relación con Simone de Beauvoir que terminará marcando el rumbo literario de aquella. Claro está que, una vez consultado, hay varias distancias entre la realidad y lo narrado en el filme, pero esto es un derecho del director-guionista con tal de que logre hacer una buena película. Debo señalar que la cinta tiene muchos méritos estéticos, como el vestuario, un buen manejo de cámaras que se evidencia en los espacios cerrados, una acertada banda sonora, una actriz principal poderosa (aunque en ciertos momentos, la actriz que interpreta a Simone, por su juventud difícil de ocultar, no logra asimilar a la gran ensayista francesa en su madurez). Frente a la trama, considero que la mirada que nos ofrece, algo superficial y distante, ayuda a tener una noción general de Violette y las luchas feministas de su momento, sin caer en el cine-político ni mucho menos en el cine-género. Resalto, para reflexiones del espectador, el valor que es homenajeado en la película: la amistad agónica, aquella que se construye reconociendo los ires y venires de las personas, esto es, cimentadas sobre una filia no utópica sino humana. Simone pasa no como una Mecenas de Violette, cosa que implicaría relaciones de poder a la que ambas deseaban escapar, sino por una amistad construida en la entrega total y el desapego necesario. Es por ello que consideré, en su momento, que si bien las escenas giran alrededor de una Violette angustiada y con problemas de autoestima, la historia realmente tiene su centro es en Simone. Así las cosas, la recomiendo al espectador que exige un buen cine frente a sí.
«Resalto, para reflexiones del espectador, el valor que es homenajeado en la película: la amistad agónica, aquella que se construye reconociendo los ires y venires de las personas, esto es, cimentadas sobre una filia no utópica sino humana. Simone pasa no como una Mecenas de Violette, cosa que implicaría relaciones de poder a la que ambas deseaban escapar, sino por una amistad construida en la entrega total y el desapego necesario».
La biografía de Violette Leduc no puede tener tintes más dramáticos pero a la vez pese a que no fueron sus objetivos, estar cargada de aire fresco para las feministas de los años 60.
Está muy conseguido el ambiente pobre, marginal, de la Francia de la guerra y la de la postguerra. Una Francia sin ningún atisbo de grandeur, oscura, lúgubre donde sobrevive Violette que ha tenido que como muchos franceses dedicarse al mercado negro. El apoyo de la escritora del Segundo Sexo, Simone de Beauvoir resulta muy interesante como contenido. Sólo les une la escritura. Violette es atormentada, un tanto desequilibrada, impulsiva, sin formación, sin embargo la iniciadora del feminismo francés de los 50 es disciplinada, culta, templada de ánimos. Sin embargo les une la escritura y esta tensión entre ellas está bien descrita. El feminismo de Violette sin ella saberlo es lo que atrae a la laureada escritora. Preocupada por la presencia de las mujeres en la vida pública en todas sus manifestaciones la amadrinará porque confía en su valía. Los temas prohibidos como el aborto, la vida sexual de las mujeres contada por ellas mismas, la bisexualidad encontrará espacio en la escritura de Violette y ésta además de encontrar un espacio de expresión para su vida atormentada le hará conectar con tantas mujeres de los años 60 que deseaban oír su problemática contada por una de ellas.
El tema de la autoestima, la falta de amor, el anhelo por sentir a hombres o mujeres, de recibir cariño estará presente toda su vida como una carencia que le determina como persona.
La tensión se consigue en toda la película, en algunos puntos, la descripción de la marginalidad de su vida nos lleva al momento histórico, en otros nos atrae la relación con su “madrina”, en otros la relación con escritores como Jean Genet, con su madre. Por lo tanto muy atractiva para ver y demuestra que se pueden hacer muy buenas películas basadas en la Literatura.
Andrés Botero-Afri