Artículos de Opinión

12 AM | 13 Mar

AMADEUS, JUEVES DÍA 14

Puede que sea una de las mejores películas sobre el procedimiento de la creación artística y sobre su creador. Ninguno de los proyectos en los cuales Forman participó pretendía tanto ni consiguió tanto como Amadeus. No importa la cantidad de películas extraordinarias que haga después porque seguramente ninguna de ellas supere a ésta”.

(James Berardinelli: Amadeus, ReelViews, 31/07/2003).

Drama biográfico galardonado con ocho premios Óscar que trata de un genio indomable destruído por la mediocridad y la envidia humana. Milos Forman regresó más de diez años después de su exilio a la Checoslovaquia socialista para rodar una película sobre la vida de Wolfgang Amadeus Mozart desde el punto de vista de Antonio Salieri, su celoso rival. Creó una excepcional superproducción histórica que no es un homenaje a una leyenda, sino a un verdadero hombre con su talento y sus vicios.

Sobre la película

Perdóname, Mozart, fui yo quien te destruyó” – susurra, en medio de la noche, un viejo gravemente enfermo. Es 1823 y un excompositor de la Corte austríaca, Antonio Salieri, recuerda a su más talentoso rival, cuya vida acortó él mismo mediante sus intrigas.

Cuando Wolfgang Amadeus Mozart aparece en Viena, en 1871, le precede ya la fama de niño prodigio. Forman le presenta como a un joven infantil y arrogante, de talento musical extraordinario que diez años después muere en la miseria y despreciado. Con la misma velocidad con la que va consiguiendo la gloria y compone su música, sin corregir ni una de sus notas, va provocando escándalos y despertando indignación. Se crea enemigos a cada paso y se burla de ello sin preocupaciones.

En la película, Mozart le dice al mismo Emperador: ”Soy solamente un hombre vulgar, pero os aseguro, Vuestra Majestad, que mi música no lo es”¿Por qué Dios habla por medio de la música de Mozart, y no a través de la mía? ¿Dónde está la justicia en el mundo?”- pregunta Salieri, perseguido hasta el final de sus días por sus remordimientos. Él que lo sacrificó todo, tanto por la música como siendo director de la orquesta de la Corte.

Se siente una víctima de la conspiración divina. Aunque siempre ha servido fielmente a Dios, nunca deja de ser un músico mediocre, mientras que en la obra de su tan poco humilde rival se nota la inspiración divina. No obstante, es justamente él, el adversario lleno de una envidia asombrosa, quien es capaz de apreciar la música de Mozart que sobrevivirá durante siglos, mientras que la suya propia, en su mayor parte, se perdió en el olvido.

Curiosidades

  • El rodaje se realizó bajo la vigilancia de la Seguridad del Estado Checoslovaco y de los poderosos comunistas, que recibían dinero de parte de los estadounidenses. ‟Fue la única razón por la cual permitieron rodar la película en Praga”, aseguró más tarde Forman.
  • El presupuesto de la película era de 18 millones de dólares. Sin embargo, sólo el primer mes después del estreno la película ya había recaudado  55 millones de dólares, a pesar de que se proyectaba sólo en 100 cines.
  • El actor que hacía el papel de Mozart, Tom Hulce, tocaba el piano cuatro horas cada día para que su personaje en la película fuera verosímil.
  • Forman reconstruyó la representación de Don Giovanni en el Teatro Estatal de Praga, donde se estrenó la famosa ópera de Mozart con el nombre completo de Il dissoluto punito ossia il Don Giovanni (El libertino castigado o Don Juan) el 29 de octubre de 1787.
  • Peter Shaffer, autor de la obra teatral y guionista, se inspiró (mientras escribía la biografía dramatizada) en la leyenda que había estado difundiendo en su época, por ejemplo, Pushkin.  Según ella, Salieri, el rival celoso, quería acabar con la vida de Mozart y le envenenó. No obstante, en la película, el ingenioso compositor muere de pulmonía, miseria y agotamiento.
  • El hombre misterioso que fue a ver al Mozart enfermo para pedirle un réquiem seguramente no fuese Salieri, como aparece en la película, sino que en realidad fue el conde Franz von Walsegg Stuppach.
  • Se dice que en un principio los autores pensaron en Mick Jagger para hacer el papel protagonista de Mozart.
  • La obra teatral de Peter Shaffer Amadeus fue estrenada por primera vez en el National Theater de Londres en 1979.

Milos Forman habla sobre la película

  • Los comunistas permitían que se rodaran películas sobre los compositores de música porque ellos se expresaban mediante la música y así no sostenían discusiones subversivas”.
  • Lo que funciona en el teatro, donde los personajes y la decoración forman parte de la función, podría resultar ridículo en la pantalla grande de una película, donde, en cambio, hay que intentar captar la realidad de una manera más precisa”.
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12 AM | 05 Mar

Europa y Ucrania: bailar o caer al ritmo de Trump

Por Eduardo Antonio Rodriguez Armando

En esta historia, no hay duda de quién empezó la guerra: fue Rusia, no Ucrania. Eso es un hecho. Pero lo que pase de aquí en adelante ya no depende únicamente de Putin o de Zelensky, sino de quienes han estado financiando la resistencia ucraniana. Es decir, de Europa, Estados Unidos y el resto de aliados.

 

Putin, por su parte, ya sacó algunas ganancias y, en este momento, está más que dispuesto a sentarse a negociar. Eso sí, con condiciones claras: Ucrania tiene que aceptar que hay territorios que no van a volver y, de paso, firmar un acuerdo que garantice que Rusia no se sentirá amenazada. No es justo, pero es lo que hay.

 

Trump, como siempre, entró a escena sin filtros ni diplomacia. En su estilo habitual, dejó claro que Estados Unidos no va a seguir pagando la fiesta indefinidamente, y que si Ucrania quiere seguir contando con el apoyo estadounidense, tiene que demostrar voluntad real de negociar. En privado, y en la última semana no tan privado, Trump prácticamente le dió una orden clara a Zelensky: o se sienta a negociar o Estados Unidos se retira.

 

Putin, viendo esto, se frota las manos. Desde Moscú insisten en que están listos para un acuerdo de paz, siempre y cuando Ucrania acepte las nuevas realidades territoriales. Putin no tiene prisa. Si Occidente se divide y el apoyo a Ucrania se desgasta, mejor para él. Su estrategia es clara: mostrar que la paz es posible, pero solo si Ucrania deja de resistir.

 

Zelensky, por supuesto, está en una posición imposible. Es el líder de un país invadido, destruido en buena parte, con miles de muertos y millones de desplazados. Es el símbolo de la resistencia y ha ganado respeto y admiración en todo el mundo. Pero ahora, sus propios aliados le están sugiriendo , algunos de forma más sutil que otros, que quizá es momento de replantearse cómo y hasta dónde seguir luchando.

 

Europa no puede escapar de esta presión. Aunque públicamente sigue reafirmando su apoyo a Ucrania y su compromiso con la seguridad europea, la realidad es que la mayoría de los gobiernos europeos no quieren prolongar indefinidamente un conflicto que afecta directamente sus economías y su estabilidad política. No es sostenible seguir aumentando los presupuestos de defensa, comprando gas a precios exorbitantes y gestionando las tensiones internas derivadas de la inflación y la crisis energética. Tarde o temprano, Europa también quiere una salida negociada, aunque no lo diga tan abiertamente como Trump.

 

En este escenario, Zelensky es la víctima de una agresión brutal, pero también el líder de un país cuya supervivencia depende, en gran parte, de las decisiones de sus aliados. Puede tener toda la voluntad y el coraje del mundo para seguir resistiendo, pero si el apoyo externo comienza a flaquear, no hay heroísmo que pueda sostener una guerra de esta magnitud indefinidamente.

 

Aquí es donde la cruda realidad se impone: aunque Ucrania merece justicia, reconstrucción y seguridad, puede que el costo de seguir peleando sea mayor que el de aceptar un acuerdo imperfecto. No es una elección justa, ni honorable, ni satisfactoria. Pero es la que se está poniendo sobre la mesa, y es la que Zelensky tendrá que considerar muy seriamente.

 

Europa, Ucrania y Estados Unidos están llegando a un punto en el que deben decidir si siguen apostando por una victoria total, cada vez más improbable, o si buscan una paz negociada que, aunque dolorosa e injusta, permita al menos salvar vidas y preservar la existencia de Ucrania como Estado independiente.

 

En el fondo, todo esto se reduce a una dinámica incómoda pero inevitable: Ucrania y Europa tienen que adaptarse al rumbo que decida Estados Unidos, y hoy, ese rumbo lo marca Donald Trump. Si Trump dice que es momento de negociar, Europa y Ucrania pueden gritar, patalear o protestar, pero al final tendrán que ajustar el paso. Así funciona el equilibrio de poder, y así se define el destino de las naciones más pequeñas en conflictos donde los gigantes deciden cuándo empieza y cuándo termina la música.

 

Zelensky y Ucrania no merecen este final, pero puede que no tengan otra opción. Y la paz, por amarga que sea, puede terminar siendo el único camino viable, si los aliados deciden que ya han hecho suficiente.

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02 PM | 18 Ene

Tras la ventana de Kieslowski

Me alegro y os felicito por haber proyectado La doble vida de Veronica el pasado jueves, porque aunque no hubo debate, considero que merecía al menos una pequeña tertulia entre quienes estuvimos allí.
Este autor aborda tantos temas esta doble vida de Verónica y lo hace de forma tantos brillante y poética que te mantiene en constante asombro, y atención para no perder ni una sola imagen, como por ejemplo las que te invita a ver detrás de una vidriera, de unas gafas, de una ventana, de una canica de cristal.. Como si fuese un caleidoscopio de luces de colores. Absolutamente fascinante. Te interpela, te hace reflexionar sobre la posibilidad de estar en dos lugares a la vez, de forma mucho más eficaz que si estuvieses leyendo un ensayo sobre física cuántica o antimateria. Y qué decir sobre su sentido del humor, cuando Verónica responde a la pregunta del artista de marionetas “quiero saberlo todo de ti”  vaciando sobre la cama el contenido de su bolso, diciendo sin palabras “esta soy yo, aquí está toda mi vida”.  Tal vez si no eres una mujer no captas esa ironía, cuando ella confiesa que llevaba un año buscando unas gafas que aparecen entre los tesoros de su bolso…. Escenas inolvidables, colores intensos, puntos de vista desde la cámara que hacen que te introduzcas en el espíritu de la protagonista, como cuando la primera Verónica muere por una parada cardiaca, en un instante de sublime belleza…. En fin, me hubiera gustado compartir estas y otras reflexiones al final de la,proyección de La doble vida de Verónica. Otra vez será. Y gracias de nuevo por esta iniciativa cinéfila.

Carmen

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02 AM | 06 Ene

Anna Seghers

Anna Seghers fue una de las escritoras y feministas alemanas más importantes del siglo XX. Pero aunque hizo novelas y cuentos inspirados en las Antillas o México, donde vivió exiliada y desde donde continuó luchando contra el fascismo, en Latinoamérica poco se conoce su obra o su trascendencia.

Sus textos, políticos o literarios, son una pieza clave para comprender el exilio de los años 30 y 40 -sobre todo de los intelectuales germanoparlantes- y otros aspectos de la Europa de entreguerras, entre ellos el rol femenino. Sus biógrafos la describen como una mujer comprometida con la libertad, de gran fortaleza; exitosa en el aspecto profesional, pero con un destino adverso. Nació en 1900 en Maguncia, de la unión entre Isidor, un acaudalado comerciante de arte, y su esposa Hedwig.

Su nombre real fue Netty Reiling, una niña enfermiza que buscó refugio en los libros, según su testimonio: Por eso aprendí a leer y a escribir a temprana edad. Al encontrarme sola la mayor parte del tiempo, me creé un entorno ficticio, empecé a inventarme pequeñas historias que me contaba a mí misma”.

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02 AM | 06 Ene

La séptima cruz

LA SÉPTIMA CRUZ

Dirección: Fred Zinnemann
Guión: Helen Deutsch, sobre una novela de Anna Seghers

Sinopsis

Alemania, otoño de 1936. Los nazis llevan sólo tres años en el poder y su régimen, salido de las urnas, se encamina hacia la más cruel de las dictaduras, aunque la mayoría de la población, cegada por la aparente bonanza económica conseguida por Hitler y sus secuaces y por la eficaz propaganda gubernamental, parece no advertirlo. Del campo de concentración de Westhofen se fugan siete prisioneros, todos ellos disidentes políticos y por tanto enemigos del Reich. El comandante del campo ordena convertir siete árboles del recinto en otras tantas cruces, y jura que muy pronto los siete evadidos colgarán de ellas. Seis de los fugitivos van cayendo, uno a uno, en las manos de las SS. Pero el séptimo, George Heisler, logrará salvar su vida y huir de Alemania gracias a varias personas que arriesgarán sus vidas para salvarle

Utilizando como base la novela de Anna Seghers, un éxito de ventas en su época, Helen Deutsch escribió el mejor guión de su carrera, que Zinnemann convertiría en una de sus películas más interesantes. Aunque en el momento de su estreno LA SÉPTIMA CRUZ fue recibido por público y crítica como un film propagandístico al uso, el paso del tiempo ha revalorizado notablemente esta obra magistral, que ha pasado a los anales del cine como un descarnado y a un tiempo conmovedor alegato contra la tiranía y la degradación de los valores sociales y morales que una dictadura, sea de la ideología que sea, lleva siempre aparejada. La acción transcurre en la Alemania de preguerra, pero la odisea de George Heisler podría haberse situado igualmente en la URSS del siniestro padrecito Stalin, la China de Mao, el Chile de Pinochet o la Cuba de Castro. Porque la historia de Heisler y sus compañeros de cautiverio es la de cientos de miles de hombres y mujeres que han sufrido persecución, tortura y muerte bajo regímenes totalitarios.

Rodada en un inquietante blanco y negro, que contribuye a acentuar aún más el tono sombrío del relato, el empleo que de las luces y sombras hace el gran Karl Freund dota al film de un ambiente opresivo, casi claustrofóbico, y la fabulosa fotografía nos remite a los mejores momentos del expresionismo alemán; de hecho, Freund fue uno de sus artífices, no en vano trabajó a las órdenes de los directores más representativos de esa tendencia cinematográfica, como F. W. Murnau y sobre todo Fritz Lang, con quien colaboró en la fabulosa epopeya futurista METRÓPOLIS (idem, 1927), una de las grandes obras maestras no ya de la ciencia-ficción, si no del cine universal

Aunque pueda parecer que el protagonismo recae sobre el personaje de Spencer Tracy, lo cierto es que no es así. LA SÉPTIMA CRUZ es una película coral, en la que todos y cada uno de sus personajes contribuyen con su granito de arena a la tarea de poner a salvo al evadido Heisler. Éste no es presentado por Zinnemann como un héroe; los héroes son los demás, las personas que arriesgan sus vidas para socorrerle, y el director se encarga de dejar este punto bien claro prácticamente en cada secuencia del film. En las primeras escenas de la cinta vemos a un George Heisler reducido casi a la condición de un animal, destruido física y moralmente por los maltratos sufridos en el campo. Impresionante ese primer plano inicial de Heisler surgiendo de entre la niebla matutina, con una expresión que refleja con patético realismo la impronta que han dejado en él los sufrimientos padecidos. La voz en off de Ernest Wallau, organizador de la fuga y buen amigo suyo, que será el primero en ser capturado y ejecutado, nos introduce en el relato y se convierte en una especie de ángel de la guarda del protagonista durante todo el metraje. Que el narrador de la historia fuera un muerto, idea bastante novedosa por aquel entonces, sorprendió al público e intensificó más aún el dramatismo del argumento. Años más tarde, el gran Billy Wilder recurriría a una argucia semejante en su extraordinaria EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES (SUNSET BOULEVARD, 1950).

Zinnemann ofrece en esta cinta un crudo, despiadado retrato de la Alemania de los años anteriores a la II Guerra Mundial, mostrándonos sin tapujos el grado de fanatismo que puede alcanzar un pueblo culto y avanzado, como era el alemán, cuando sus integrantes pierden el norte y se dejan seducir por el extremismo político. En LA SÉPTIMA CRUZ no hay sangre, ni siquiera violencia física expresa. Y sin embargo, es una de las películas más duras que se han rodado sobre el Tercer Reich, pues describe con sobrio verismo el ambiente de sospecha, temor, delación y traición que existía en Alemania en los ominosos años treinta. Los nazis que aparecen son brutales, pero el espectador acaba sintiendo más desprecio por los civiles que por los SS o los miembros de la Gestapo. La galería de monstruos engendrados por el nazismo está bien representada en la cinta: fanatizados críos de diez años que colaboran con las autoridades en la búsqueda de los fugitivos; antiguas novias que juraron amor eterno pero que olvidaron pronto el juramento, casándose a las primeras de cambio con un miembro del partido y deviniendo en perfectas arpías nacionalsocialistas; porteras que vigilan quién entra y quién sale, y siempre dispuestas a colaborar con la policía… La lista sería interminable. Con estos siniestros personajes habrá de vérselas un herido, exhausto, hambriento y casi desesperanzado George Heisler, mientras sus compañeros de fuga caen uno tras otro en las garras de la Gestapo. Sin embargo, en la Alemania de Hitler todavía quedan personas decentes, y un buen puñado de ellas se movilizarán para socorrer a nuestro protagonista. Y aunque en ese grupo figuran unos pocos amigos suyos, en la conclusión del film George admitirá, ante la dulce y triste Toni, que ni siquiera conoce los nombres de la mayoría de los que le han ayudado.

La película transmite un mensaje de esperanza, personificado en esos hombres y mujeres que ponen en peligro sus vidas y las de sus seres queridos para combatir la injusticia y ayudar a un semejante: madame Marelli, la modista que le proporciona ropa y algún dinero; su amigo Marnet y sus colegas de la Resistencia, que le buscan para proporcionarle documentos falsos que le permitan huir de Alemania; el médico judío que le cura la herida y no da parte a la policía, como exige la ley; Paul Roeder, su mejor amigo, que le acoge en su hogar; Toni, la bella camarera que le oculta en su cuarto cuando la Gestapo acude a registrar la hostería, y que le ofrece un amor puro, honesto, que restaña las heridas producidas en su corazón por la falsía de Leni... Todos estos personajes, y otros muchos que el protagonista, posiblemente, nunca llegará a conocer, son como rayos de luz que tratan de disipar las tinieblas del régimen nazi y la disciplinada, corrupta y ruin sociedad totalitaria que éste ha creado. George, que al principio de la película era un alma errante y atormentada, un hombre que casi había dejado de creer en la humanidad, la bondad, la misericordia, la esperanza y el amor, recupera gracias a esas personas todo aquello que los bestiales guardianes del campo habían tratado de arrebatarle. Las últimas palabras que un emocionado George dirige a su amada Toni condensan, en su sencillez, el espíritu de la película y el mensaje que Fred Zinnemann deseaba enviar al público: Por mucho que el mundo se porte cruelmente con los seres humanos, hay en ellos una dignidad innata que se manifestará a la menor oportunidad. Ahí está la esperanza de la raza humana. Debemos tener fe en ella. Es la única razón que dará valor a nuestra vida.

La execrable censura, que aún en nuestros días ciertos rostros con mando en plaza aspiran a resucitar, impidió que los españoles contemporáneos de Zinnemann pudieran disfrutar de esta obra maestra. Es hora pues de recuperar este gran clásico de Hollywood, que nos alerta de lo que ocurre en una sociedad en la que se implanta el pensamiento único, donde se fomenta la delación y se incita a los ciudadanos a espiarse unos a otros. Evitemos por tanto caer en la misma telaraña que atrapó a la mayoría de los germanos de aquel tiempo. Después de todo, se empieza delatando al vecino por encender un cigarrillo en un bar, y se termina chivándose de él a quien corresponda por atreverse a expresar en voz alta una opinión contraria a lo políticamente correcto. Así empiezan muchas dictaduras. Aprendamos pues la sencilla pero grandiosa lección que nos ofrece esta magnífica cinta.

Antonio quintana

 

 

 

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