12 AM | 17 Feb

PA NEGRE

Javi Álvarez – La República Cultural

Pa negre es una película que enamora desde el primer fotograma, pues sus primeras imágenes transmiten una gran tensión. Sabes, en pocos minutos, que te van a contar una historia a la vez importante y pequeña, porque, sobre todo, se va a construir desde los sentimientos y la humanidad. Son la bruma, el tiempo, lo rural, la postguerra, el bosque, lo desconocido… los sabores que se paladean en ella, los que abren el apetito de esta gran película. Pa negre está pegada a sus personajes, a los ojos de su protagonista, el niño Andreu (Francesc Colomer), que son los que nos van a mostrar y teñir todo la historia.

Situada en la posguerra, no es una película convencional en ese sentido. Utiliza el ambiente opresor, las señas de identidad de víctimas y verdugos que nuestra guerra dejó a su espalda, como un personaje más en la trama, un fondo que predestina las decisiones pendientes de tomar. Se define políticamente sin aspavientos ni grandes consignas, con naturalidad, pero luego los matices, lo escondido que tiene que aflorar, va dando giros a esa definición. No hay prototipos perfectos de seres humanos, sino personas cargadas de errores y condicionadas por el entorno. Lo político es un telón de fondo que a veces se mantiene impreciso, como para reforzar la idea abstracta de la opresión que deben soportar los personajes.

La película, con sutileza, va ofreciendo metáforas sobre la libertad, lo hace mostrando unos pájaros enjaulados que la familia adiestra o en el joven enfermo que sueña con unas alas que le sirvan para emprender el vuelo por encima de su enfermedad. Frente a ellos la realidad de la cárcel o la de la niña Nuria (Marina Comas) que, una vez descubiertas todas las mentiras de los mayores, sabe que solo la huida de este entorno le permitirá tener un futuro decidido por ella y sin ataduras que la condicionen al fracaso o la miseria. Parece que son pocos los que pueden elegir, al resto les tocas sobrevivir con las cartas marcadas que la vida les ha servido.

Hablaba al principio de la bruma, como un valor importante para tejer toda la estructura, pues la narración se sostiene sobre la fotografía y los paisajes con los que se mezcla. Las localizaciones son reales y, según informa la productora, mínimamente retocadas, pues el objetivo es el de la autenticidad y el realismo. La bruma es como la incertidumbre, algo que hay que ir despejando, el bosque el terreno de juego que profundiza lo enseñado por una maestro vencido sin apenas esperanzas, el único terreno de libertad. El mundo de los mayores es complejo, guardan secretos y hacen lo contrario de lo que dicen, piden verdades a los niños pero son incapaces de confiar en ellos. Sin duda es un gran acierto la forma de plasmar toda esa problemática del niño que va descubriendo una realidad tapada que no le gusta. Nada es lo que el creía, así que sus valores se tambalean sin certezas que los sustenten. Tal vez sea el tiempo de renegar.

Es Pa negre una película que enfrenta los ideales con lo real para ver cual sobrevive, porque los ideales, cuando se traicionan duelen y rompen el alma, nos deja huérfanos, caminando sin sentido, conscientes de que decidir por un camino es rechazar para siempre el otro, que no hay vuelta atrás posible una vez que uno se ha vendido.

La crueldad de un mundo polarizado en vencedores y vencidos, en buenos y malos, y la represión para mantener ese esquema de valores son dos elementos consustanciales a este largometraje. No habría siervos sin la explotación de los que tienen el dinero y la capacidad de gobierno político. La moral, lo público, lo que se ve desde fuera, está claramente delimitado y no debe mostrarse. Éste es un mundo en el todo se va guardando en secreto y sobre el que se debe mover Pa negre. Un mundo donde el pan blanco, el bueno, tiene dueños y el negro, el del pobre, es el único que está al alcance de la mayoría.

Son las emociones las que mueven la película, sentimientos que se contagian al espectador y le mantienen en vilo, algo indefinible que se asienta en el estómago para empezar a girar. No todo lo que vemos, lo que descubrimos, nos va a gustar, pero no hay duda de que nos va a emocionar. La estructura se ha construido para ello con un lenguaje narrativo milimétrico, de historia bien tramada, excelentemente cerrada y llena de recursos que van encajando a la perfección en su guión. La ocultación primera, va dando paso a un lento, pero gradual, descubrimiento de los pequeños enigmas de los que está salpicada la película.

Son los niños, su mirada que se va reforzando con lo que aprenden, un punto fuerte de la película. No sería lo mismo contada desde otro lugar, con otro enfoque. Tal vez la ternura en un clima tan tenso la aportan ellos, el único escape que hace soportable la opresión a la que les someten quienes mandan, de los que hacen leyes injustas.

A su vez, los niños, son los que permiten introducir lo fantástico en la narración, pues su mirada infantil sobre los mayores, los paisajes y las leyendas dotan de misterio lo que aún está por ser descubierto. Le sirve a su director, Agustí Villaronga, para introducir una dimensión entre mágica y poética que no por ello pierde verosimilitud ni realismo.

Cuenta con un gran elenco reforzado por actores como Sergi López, Eduard Fernández y Laia Marull que en esta película se lucen. En el Festival de cine de San Sebastián Nora Navas se llevó la Concha de Plata a la mejor actriz por su papel en esta película. Es el suyo un papel intenso, de mucha contención y también de desbordarse cuando el interior, la calma, se rompe. Un personaje cargado de matices, de bondad y de dureza. El otro vértice, el que quizá esconde más caras, es el papel interpretado por Roger Casamajor.

Sin duda se trata de una gran película que no dejará indiferente a nadie, de esas que no quieres que se termine.

A modo de pequeño anecdotario: En realidad la película no está basada solamente en la novela Pan negro de Emili Teixidor, sino que la estructura dramática que vertebra el largometraje se ha construido también con otras de las obras (Sic transit Gloria y Retrat d’un assassí d’ocells) de este autor situadas en la posguerra y en su Plana de Vic natal. Aunque la novela original ya es de por sí extensa al superar las 400 páginas, Agustí Villaronga quiso ampliar la fuente de inspiración literaria por su voluntad de que la película resultante tuviese una línea de acción más contundente que la historia original.

 

 

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12 AM | 10 Feb

EL MAR, JUEVES DÍA 16

Hay pocos directores españoles hoy que sepan crear climas de terror mudo y angustia opresiva como Agustì Villaronga. Blai Bonet con su novela le dio tema y argumento, ambiente: Mallorca, guerra civil de 1936. Una pandilla; un niño, empujado por el ejemplo de los adultos, mata a otro niño, y se suicida. Durante la postguerra, se reencuentran -ya jóvenes- dos amigos de aquella pandilla en un hospital antituberculoso para soldados, y la única chica, hoy monja de la Orden que atiende a los enfermos.

La trayectoria de la joven queda marcada por su presencia como religiosa, fiel a la amistad de sus antiguos amigos, y ejemplarmente fiel a su vocación. El que fue líder del grupo es ahora un chulo prepotente, que arrastra indignidad y delincuencia hasta el hospital. Su amigo de infancia, el tímido, es ahora un beato lleno de obsesiones y complejos, que le llevan a una morbosa sensualidad.

Hay una línea fuerte, que proviene de la novela de Blai Bonet, en la autobiográfica trayectoria del tímido: una religiosidad mal enfocada, centrada en las prácticas exteriores; un terrorífico sentido de la pureza, helado por la soberbia personal; un mundo interior sin amor; y la acechante muerte sobre tantas almas ateridas y tiernas, y sobre esos cuerpos jóvenes enfermos de tuberculosis.

En la imaginación creadora los conflictos del beato tímido y del chulo prepotente son llevados hasta una pasión enfebrecida, loca, hasta el odio y la violencia, en imágenes escalofriantes, aterradoras. Villaronga, con su medida ambientación, agobiante enclaustramiento…, y apenas fugaces vislumbres del exterior -la montaña mallorquina-, lleva al espectador por las más sórdidas alcantarillas del alma humana, y a sus orillas, al alcance de la mano, el bien, atractivo e intocado. Como el mar, que está ahí, entornando la isla, luminoso y azul, y nunca se ve, como si el alma, ciega en el mal, no pudiera…

Ejemplo de obra acabada, bien hecha, controlada hasta el detalle. Todo coopera armónicamente a este retrato oscuro y cruel: luz y sombras, interiores, colores, música, sonido…, un ritmo narrativo perfecto, pocos diálogos y contundentes, y unas interpretaciones tan sobrecogedoras como el tema; aunque, más que interpretaciones, cabría hablar de desgarramientos: Bruno Bergonzini y Roger Casamajor realmente se desangran. Es un cine el de Villaronga, y esta película en especial, terrible, desasosegante; pero el miedo y el espanto interiores que provoca traen verdad, saben a ella.

Pedro Antonio Urbina

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11 PM | 04 Feb

Tras el cristal- Crítica de Félix Alonso en el año 2011 en filmaffinyty

El éxito de Villaronga en los Goya ha hecho que visionara con un grupo de amigos su primera película: “Tras el cristal”. El debate posterior se nucleó en torno a si las personas somos capaces de generar tanto mal, y si el mal se instala más confortablemente en tiempos de guerra. Recordé dos casos, uno reciente el de Jacques Mesrine que en su autobiografía titulada “Instinto de Muerte” nos relata en primera persona de una manera pasmosa su actividad criminal. El otro caso, y es en el que se inspira el director para escribir el guión, es de Gilles de Rais, el caballero psicópata que al lado de Juana de Arco participó en la guerra de los cien años. En su declaración declara entre otras cosas lo siguiente:
Yo, Gilles de Rais, confieso que todo de lo que se me acusa es verdad. Es cierto que he cometido las más repugnantes ofensas contra muchos seres inocentes –niños y niñas- y que en el curso de muchos años he raptado o hecho raptar a un gran número de ellos –aún más vergonzosamente he de confesar que no recuerdo el número exacto- y que los he matado con mi propia mano o hecho que otros mataran, y que he cometido con ellos muchos crímenes y pecados”.
“Confieso que maté a esos niños y niñas de distintas maneras y haciendo uso de diferentes métodos de tortura: a algunos les separé la cabeza del cuerpo, utilizando dagas y cuchillos; con otros usé palos y otros instrumentos de azote, dándoles en la cabeza golpes violentos; a otros los até con cuerdas y sogas y los colgué de puertas y vigas hasta que se ahogaron. Confieso que experimenté placer en herirlos y matarlos así. Gozaba en destruir la inocencia y en profanar la virginidad. Sentía un gran deleite al estrangular a niños de corta edad incluso cuando esos niños descubrían los primeros placeres y dolores de su carne inocente”.
“Me gustaba ver correr la sangre, me proporcionaba un gran placer. Recuerdo que desde mi infancia los más grandes placeres me parecían terribles. Es decir, el Apocalipsis era lo único que me interesaba. Creí en el Infierno antes de poder creer en el Cielo. Uno se cansa y aburre de lo ordinario. Empecé matando porque estaba aburrido y continué haciéndolo porque me gustaba desahogar mis energías. En el campo de batalla el hombre nunca desobedece y la tierra toda empapada de sangre es como un inmenso altar en el cual todo lo que tiene vida se inmola interminablemente, hasta la misma muerte de la muerte en sí. La muerte se convirtió en mi divinidad, mi sagrada y absoluta belleza.
“Yo soy una de esas personas para quienes todo lo que está relacionado con la muerte y el sufrimiento tiene una atracción dulce y misteriosa, una fuerza terrible que empuja hacia abajo. (…) Si lo pudiera describir o expresar, probablemente no habría pecado nunca. Yo hice lo que otros hombres sueñan. Yo soy vuestra pesadilla
Así que amigos, si juntamos al doctor Klaus con el nazismo, no es de extrañar una historia tan perturbadora.
félix alonso 
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