10 AM | 27 Nov

Napoleón’, mucho más que una epopeya cinematográfica

‘Napoleón’, mucho más que una epopeya cinematográfica

Abel Gance dirigió esta obra en un intento de replicar en Francia lo que ‘El nacimiento de una nación’ había supuesto para Estados Unidos

Boquerini .

Viernes, 7 de diciembre 2018 

Director, guionista, actor, inventor… Abel Gance (París, 25 octubre 1889 – París 10 noviembre 1981), fue una de las figuras más importantes del cine francés. Se le considera el director más importante de la escuela impresionista de su país. Inició su vida profesional siendo pasante de un procurador, oficio del que desistió pronto, convirtiéndose en actor de pequeños papeles en el teatro primero y en el cine después, donde también escribe guiones. Entre 1911 y 1912 dirige cuatro cortometrajes, aunque su carrera como director se inicia realmente en 1914, con la dirección de la película ‘Une drama au château d’Acre’. En 1915 rueda una película experimental, ‘La folie du docteur Tube’, que no se distribuyó. En 1917 dirige el melodrama ‘Mater Dolorosa’, utilizando actores de teatro, con gran éxito, que se repitió con ‘La décima sinfonía’.

Abel Gance parte de Griffith y de Thomas Ince, pero también de las tradiciones literarias francesas: literatura, teatro, cine y de una cultura en parte autodidacta. Llevó al límite el montaje estilo Griffith en ‘Yo acuso’ (1919) y ‘La rueda’ (1921), epopeyas vivas dedicadas a la guerra que terminaba y a la vida de los ferroviarios, respectivamente. Su película más importante, una obra monumental, técnica y artísticamente fue ‘Napoleón’ (1927) que tardó tres años en rodar. En 1929 dirige ‘El fin del mundo’, que coincidió con el fin del cine mudo y que poco faltó para señalar el fin de su carrera, a pesar de que, comprendiendo la importancia del sonido en 1933 había empleado la estereofonía para sonorizar su ‘Napoleón’. En 1944 inicia un documental que no acaba sobre Manolete, quedando como un cortometraje. Después abandona el cine, al que no regresa hasta 1952.

Tras una lectura del libro de Stendhal en 1915, Abel Gance proyecta hacer una película sobre Napoleón y su contexto histórico que quiso llamar ‘El pequeño gruñón’. Después de una estancia en Estados Unidos, donde conoce a Griffith, Gance regresa a Francia convencido de que debe dar a Francia el equivalente de lo que en América fue ‘El nacimiento de una nación’.

A finales de 1924, tras un año de trabajo, finaliza el guion. La película debía estar formada por ocho etapas de una hora y media cada una. En su producción debían participar Francia con un 20%, España el 7%, Holanda el 4%, Escandinavia el 7%, Europa Central el 5%, y Alemania, Gran Bretaña, América Latina y Rusia el 50% restante. Sin embargo, el empobrecimiento provocado por la Primera Guerra Mundial, provocó que la producción fuese íntegramente francesaVirada en colores (ocre, rojo, azul..) como muchas de las películas de la época, cada color correspondía a una emoción de la historia, y en la apoteósica parte final en la que se utilizaban tres pantallas (una frontal y dos semilaterales), con el rojo, blanco y azul de la bandera francesa.

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11 AM | 22 Nov

“La caída de los dioses”: Götterdämmerung Por Guillermo Sánchez Ferrer

La caída de los Dioses (1969) es una película dirigida por Luchino Visconti y que se centra en uno de los episodios más oscuros de la Alemania del siglo XX, la subida del poder de los nazis y la destrucción definitiva de la República de Weimar. La película es uno de los grandes clásicos del director italiano y a día de hoy sigue impactando por su inteligencia y provocación a partes iguales.



La caída de los Dioses

Crítica de ‘La caída de los Dioses’

Título: La caída de los dioses
Título original: La caduta degli Dei

Reparto:
Dirk Bogarde (Friedrich Bruckmann)
Ingrid Thulin (Baronesa Sophie Von Essenbeck)
Helmut Griem (Aschenbach)
Helmut Berger (Martin Von Essenbeck)
Renaud Verley (Günther Von Essenbeck)
Umberto Orsini (Herbert Thallman)
Reinhard Kolldehoff (Barón Konstantin Von Essenbeck)
Albrecht Schönhals (Baron Joachim Von Essenbeck)
Florinda Bolkan (Olga)
Nora Ricci (Institutriz)
Charlotte Rampling (Elisabeth Thallman)
Irina Vanka (Lisa Keller)
Karin Mittendorf (Thilde Thallman)
Valentina Ricci (Erika Thalman)

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01 AM | 18 Nov

‘El Gatopardo’ o el Vals del Adiós

Año 1860. En Italia se respiran vientos de cambio. A la lucha del país por conseguir su unificación se une el movimiento de lucha social liderado por Garibaldi. La bandera de la República Italiana se encuentra perfilándose. Con este paisaje de fondo, el Antiguo Régimen observa cómo un poder ejercido durante siglos se viene abajo. Esta nueva era no supone solamente el fin de su soberanía, sino que además simboliza la caída de unos valores, de una cultura… en fin, de un modo de ver las cosas. Una etapa se cierra ante otra nueva que todavía está conformándose.

Giuseppe Tomasi di Lampedusa,  hijo de príncipes italianosescribió la que sería su única novela entre 1954 y 1957. El autor llevó una vida como noble (tenía los títulos de ‘príncipe de Lampedusa’ y  ‘duque de Palma di Montechiaro’) que debió inspirarle a la hora de describir a los personajes protagonistas de su obra. Lampedusa se reconocía como hombre solitario, más acostumbrado a vivir entre las cosas que entre las personas. Su reclusión le llevó a la lectura y al estudio, cultivando su pasión por la literatura. ‘El gatopardo’ vió la luz póstumamente, en 1958. Llegó a manos de Giorgio Basanni, quien la publicó en la editorial FeltrinelliUn año después recibió el Premio Stregamáximo galardón de la literatura italiana, llegando a publicarse hasta cincuenta ediciones y convirtiéndose en un auténtico best-seller.

Giuseppe Tomasi di Lampedusa

‘Visconti compartía con Lampedusa sus orígenes nobles y su bagaje cultural. Además, se había formado en el teatro, y esto le ayudó en gran parte a concebir las puestas en escena tan grandilocuentes de sus films más conocidos’

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09 PM | 15 Nov

El inocente, el viernes en la Villa de El Escorial, Publicado el septiembre 12, 2022 por 39escalones.Alfredo Moreno

LA MUERTE DEL SUEÑO: EL INOCENTE (L’INNOCENTE, LUCHINO VISCONTI, 1976)

En su última película, Luchino Visconti no se reprime en la representación gráfica y simbólica de la que fuera una de las constantes en su trayectoria como cineasta, la paulatina decadencia de la aristocracia y la definitiva desaparición del antiguo orden social al que él mismo pertenecía. A partir de una novela de Gabriele D’Annunzio, Visconti se introduce por última vez en ese fastuoso universo de oropeles, riquezas y rígidas normas sociales, y también de hipocresías, traiciones y fracasos, de grandes teatros, de lujosos palacios, de bailes de gala y suntuosas cenas de etiqueta desde la lúcida, escéptica y desesperada perspectiva de quien es consciente de que se trata de un mundo en descomposición, de una muerte anunciada. En ese estertor de clase, lo común es, sin embargo, mirar hacia otro lado, negar la evidencia, revolverse, sobreactuar, agarrarse con uñas y dientes a una concepción mental y moral de la vida que hace aguas por todas partes, que se diluye en la nada del tiempo perdido, y, así, los personajes luchan, sufren, estallan, agonizan, mueren, y en no pocas ocasiones arrastran consigo el cadáver (social o literal) de más de un inocente. Tullio Hermil (Giancarlo Giannini) disfruta espléndida y libremente de los privilegios de clase de ese universo fabricado a la medida de hombres como él: sobradamente mantenido por sus rentas, sus negocios y la herencia de la familia, se entrega sin límite a sus tres pasiones, la lectura, la esgrima y el cuerpo de su hermosa amante, Teresa Raffo (Jennifer O’Neill). Al igual que Tullio, Teresa Raffo se zambulle a diario en las prebendas de clase, aunque, dado su estado permanente de coqueteo y devaneos amorosos, incluso con hombres casados de su entorno, realmente no sea tenida como una dama «de clase» por sus semejantes. La pagana de esta situación es Giuliana (Laura Antonelli), la esposa de Tullio, prisionera de un matrimonio sin amor a cuya infelicidad va unido el escarnio público debido al conocimiento por todos de las relaciones entre Tullio y Teresa. Es eso, la publicidad, lo que le hace sufrir, puesto que el acuerdo privado que mantiene con Tullio les da carta blanca a ambos para hacer vidas personales y, sobre todo, sentimentales, por separado, más allá de las debidas apariencias sociales, en el caso de Tullio, ampliamente contestadas. Sin embargo, la libertad de Tullio y la cárcel de Giuliana son estados pasajeros; no tardan en acontecer hechos que invierten esta situación, de manera que Tullio se ve cada vez más atrapado en la red de dependencias, mentiras, obligaciones y servidumbres que a su vez le impone su clase, mientras que Giuliana encuentra en el escritor Filippo D’Arborio (Marc Porel) la vía para acogerse a la vida libre y satisfactoria que Tullio ha llevado durante años a sus expensas.

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09 PM | 10 Nov

Roco y sus hermanos, martes día 14

Rocco y sus hermanos

Rocco e i suoi fratelli (1960) * Italia / Francia

Duración: 177 Min.

Música: Nino Rota

Fotografía: Giuseppe Rotunno

Guion: Luchino Visconti, Suso Cecchi D’Amico, Pasquale Festa Campanile, Massimo Franciosa, Enrico Mediola (Relato: Suso Cecchi d’Amico, Luchino Visconti, Vasco Pratolini / N.: Giovanni Testori)

Dirección: Luchino Visconti

Intérpretes: Alain Delon (Rocco Parondi), Renato Salvatori (Simone Parondi), Annie Girardot (Nadia), Katina Paxinou (Rosaria Parondi), Max Cartier (Ciro Parondi), Alessandra Panaro (Prometida de Ciro), Spiros Focas (Vincenzo Parondi), Rocco Vidolazzi (Luca Parondi), Claudia Cardinale (Ginetta), Corrado Pani (Ivo), Roger Hanin (Morini), Paolo Stoppa (Cerri).

Rosaria Parondi llega con cuatro de sus hijos, Rocco, Simone, Ciro y Luca a Milán desde su Lucania natal, cargados con todas sus pertenencias, ya de noche, extrañándose de que no esté allí para esperarlos Vincenzo, el hijo mayor.

Cargados con todo, suben al autobús, mirando maravillados la ciudad, y llamando especialmente su atención la luminosidad de los escaparates.

VIncenzo

En el momento de la llegada de su familia a Milán, él está celebrando la fiesta de compromiso con Ginetta, su novia, en casa de los Llanelli, los padres de esta, afirmando Vincenzo que no tiene ningún deseo de volver a su tierra y que quiere formar su familia allí con Ginetta, la cual afirma que se las arreglarán ellos solos sin la ayuda de la familia.

Y mientras brindan por la relación, los Parondi llaman a la puerta, siendo recibidos con gran alegría por todos, y especialmente por Ginetta, feliz de conocer a la familia de su novio, aunque Rosaria se da cuenta de inmediato de que su hijo no lleva ya el luto por su padre, excusándose él porque están de fiesta por su próxima boda, estando feliz de que llegara su madre a tiempo para darles su bendición, aunque lo que se encuentra es el reproche de esta que le pregunta si es ya tan rico como para poder casarse cuando tiene a toda su familia a sus espaldas.

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