01 AM | 08 Mar

INSTINTO DE MUERTE

 

                         FELAS

El éxito de Villaronga en los Goya ha hecho que visionaramos el pasado viernes en la Universidad Maria Cristina su primera película: “Tras el cristal”. El debate posterior se nucleó en torno a si las personas somos capaces de generar tanto mal, y si el mal se instala más confortablemente en tiempos de guerra. Recordé dos casos, uno reciente el de Jacques Mesrine que en su autobiografía titulada “Instinto de Muerte” nos relata en primera persona de una manera pasmosa su actividad criminal. El otro caso, y es en el que se inspira el director para escribir el guión, es de Gilles de Rais, el caballero psicópata que al lado de Juana de Arco participó en la guerra de los cien años. En su declaración declara entre otras cosas lo siguiente:

 

 

Yo, Gilles de Rais, confieso que todo de lo que se me acusa es verdad. Es cierto que he cometido las más repugnantes ofensas contra muchos seres inocentes –niños y niñas- y que en el curso de muchos años he raptado o hecho raptar a un gran número de ellos –aún más vergonzosamente he de confesar que no recuerdo el número exacto- y que los he matado con mi propia mano o hecho que otros mataran, y que he cometido con ellos muchos crímenes y pecados”.

“Confieso que maté a esos niños y niñas de distintas maneras y haciendo uso de diferentes métodos de tortura: a algunos les separé la cabeza del cuerpo, utilizando dagas y cuchillos; con otros usé palos y otros instrumentos de azote, dándoles en la cabeza golpes violentos; a otros los até con cuerdas y sogas y los colgué de puertas y vigas hasta que se ahogaron. Confieso que experimenté placer en herirlos y matarlos así. Gozaba en destruir la inocencia y en profanar la virginidad. Sentía un gran deleite al estrangular a niños de corta edad incluso cuando esos niños descubrían los primeros placeres y dolores de su carne inocente”.

“Contemplaba a aquellos que poseían hermosa cabeza y proporcionados miembros para después abrir sus cuerpos y deleitarme a la vista de sus órganos internos y muy a menudo, cuando los muchachos estaban ya muriendo, me sentaba sobre sus estómagos, y me complacía ver su agonía…”.

“Me gustaba ver correr la sangre, me proporcionaba un gran placer. Recuerdo que desde mi infancia los más grandes placeres me parecían terribles. Es decir, el Apocalipsis era lo único que me interesaba. Creí en el Infierno antes de poder creer en el Cielo. Uno se cansa y aburre de lo ordinario. Empecé matando porque estaba aburrido y continué haciéndolo porque me gustaba desahogar mis energías. En el campo de batalla el hombre nunca desobedece y la tierra toda empapada de sangre es como un inmenso altar en el cual todo lo que tiene vida se inmola interminablemente, hasta la misma muerte de la muerte en sí. La muerte se convirtió en mi divinidad, mi sagrada y absoluta belleza. He estado viviendo con la muerte desde que me di cuenta de que podía respirar. Mi juego por excelencia es imaginarme muerto y roído por los gusanos.”

“Yo soy una de esas personas para quienes todo lo que está relacionado con la muerte y el sufrimiento tiene una atracción dulce y misteriosa, una fuerza terrible que empuja hacia abajo. (…) Si lo pudiera describir o expresar, probablemente no habría pecado nunca. Yo hice lo que otros hombres sueñan. Yo soy vuestra pesadilla

          Así que amigos, si juntamos al doctor Klaus con el nazismo no es de extrañar una historia tan perturbadora.

 

 

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11 PM | 07 Mar

Monitor Group: la empresa de relaciones públicas de Gadafi

 

Las revelaciones acerca de una campaña lanzada por una firma de consultoría de Massachusetts con el fin de mejorar la imagen pública de Muamar El Gadafi en todo el mundo han puesto de manifiesto los problemas éticos que surgen cuando se vuelve borrosa la distinción entre el cabildeo de los grupos de presión y el mundo universitario.

 

El Monitor Group, una empresa de consultores que cuenta con 1.500 empleados en 29 oficinas repartidas por todo el mundo, se disculpó por los errores cometidos en el curso de una campaña de relaciones públicas organizada por cuenta del líder libio entre 2006 y 2008. La campaña, valorada, se dice, en unos 3 millones de dólares, se centraba en pagar a figuras académicas de máximo nivel para que viajaran a Trípoli con el propósito de mantener conversaciones personales con Gadafi.

 

 

Entre ellas se contaban Francis Fukuyama, investigador de la Universidad de Stanford, Joseph Nye y Robert Putnam, de Harvard, y Benjamin Barber, otrora en la Universidad Rutgers. El profesor Philip Bobbitt, de la neoyorquina Universidad de Columbia University, fue abordado por Monitor con vistas a visitar Tripoli en julio de 2006, pero el viaje nunca llegó a materializarse. “Creo que los libios querían a alguien mucho más célebre que yo”, declaró Bobbitt. Me parece que Monitor propuso mi nombre y los libios respondieron: ‘¿Y qué tal Thomas Friedman? ‘ [el columnista del New York Times] De modo que ahí se acabó todo”.

 

En consecuencia, Bobbitt nunca pisó Trípoli y no recibió ninguna suma de Monitor. Pero afirma que estaba dispuesto a ir, siguiendo el principio de que hablaría prácticamente con cualquier grupo que aceptara discutir sus ideas. “La cuestión moral importante es que yo hablaría con quien hiciera falta. Hablaba con los comunistas antes de la caída del muro de Berlín, con los yijadistas, con cualquiera, mientras no me tirasen nada. En resumidas cuentas, nunca hay que disuadir a los expertos universitarios de que hablen con quien sea, por odioso que parezca el régimen”.

 

Lo que volvía éticamente problemático el proyecto del Monitor Group era que a los especialistas académicos se les pagaba por su tiempo y sus gastos con fondos que provenían directamente del gobierno libio. No se conoce cuánto dinero se destinó a cada uno de los ellos, pero el presupuesto de 3 millones de dólares presentado por el régimen libio a Monitor incluía 450.000 dólares para un “programa de visitantes”, que cubriría los “honorarios de los visitantes (…) los gastos de viaje de las visitas a Libia, incluyendo preparativos especiales, costes de informes y costes de seguimiento”.

 

Uno de los expertos, Benjamin Barber, aparecía en una lista como “subcontratista” en una propuesta de libro sobre las ideas de Gaddafi y aparecía nombrado en un punto de una subsección del presupuesto valorado en 800.000 dólares. Barber ha reconocido que visitó Trípoli con fondos de Monitor, aunque declaró al Boston Globe que rechazó trabajar en el libro, proyecto posteriormente abandonado. 

 

El Monitor Group ha reconocido haber cometido “graves errores” en su gestión del contrato libio. Pero también ha tratado de justificar el impulso general de la campaña, afirmando que “emprendimos estos esfuerzos con buena conciencia en el clima de optimismo por el futuro del país de aquel entonces”.

 

Ed Pilkington es corresponsal en Nueva York del diario The Guardian , del que ha sido jefe de la sección de nacional e internacional. Es autor the Beyond the Mother Country.   

 ARTÍCULO DE LA REVISTA SIN PERMISO

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04 PM | 06 Mar

UN CUENTO DE GRAMSCI

 

   Erase una vez un niño que dormía .En la mesilla, junto a su cama, tenía un vaso de leche. Pero un travieso ratón se bebió la leche y el niño, cuando despertó, comenzó a llorar. Tenía hambre. Fue la madre en busca de una cabra. Pero la cabra le negó la leche hasta que no consiguiera hierba con la que saciar su apetito. Entonces la madre ordenó al ratón que la buscara en el campo. Pero, no la encontró. El campo estaba seco. El ratón decidió entonces buscar una fuente. Cuando la halló, esta no manaba agua a causa de la guerra. El ratón pensó que quizás un albañil podría reparar la fuente. Lo encontró en una pequeña aldea, pero éste le pidió piedras. Sin ellas no podría recuperar la fuente. El ratón decidió entonces subir a una montaña. Cuando alcanzó la cima se encontró con un páramo terrible. La montaña había sido talada. La ambición de los especuladores había hecho de ella un lugar desapacible y frio. El ratón desesperado le prometió a la montaña que si le daba piedras, convencería al niño para que cuando creciera sembrara árboles. La montaña confió en la palabra del ratón y el niño bebió leche en abundancia. Cuando el niño creció, cumplió su promesa y plantó arboles. La vida entonces regresó a la montaña.

   En este cuento de Gramsci se visualiza un elemento muy significativo: la necesidad de buscar solución a los problemas en la raíz de los mismos. Cuando el niño no tiene leche no se culpa al ratón. El ratón también tiene hambre. Y es él quien trata de paliar su dolor yendo en busca de la leche, pese a los tropiezos y desengaños del camino. La búsqueda es constante hasta que se encuentra el núcleo del problema y se actúa sobre él.

   ¿buscamos ahora la raíz de los problemas?

 

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09 PM | 27 Feb

PLINIO EL VIEJO

 

Hace unos días en la conferencia de Francisco Fernández Buey sobre ecología y marxismo recordando a la figura de Manuel Sacristán se recordó al público lo que parece obvio: “la clase trabajadora o es revolucionaria o no es nada” a propósito de las contradicciones sobre lo trabajadores de las centrales nucleares que estando en contra de lo nuclear defienden su puesto de trabajo cuando se quiere cerrar una central.

  El recital de Raimon en el teatro Madrid me dio ocasión para saludar a Elías Díaz y Joan Garcés, no quise oír el concierto con nostalgia y me encantó la nueva canción:” mentre s’acosta la nit”

  Fui a Segovia con Ignacio para ver una conferencia de Víctor Erice, no asistió y nos tuvimos que conformar con la exposición: “La Dama de Corinto. Un esbozo cinematográfico” de José Luis Guerin en las salas del museo Esteban Vicente, y que trata sobre la relación entre el cine y la pintura basado en un relato de Plinio “el viejo” en su Historia Natural. En él, se cuenta que ante la inminente partida de un muchacho a la guerra su amada decide trazar el contorno de su sombra proyectada en la pared por la luz de una vela.

 Me da pereza hacer un recurso sobre la situación del PSOE en mi pueblo

 

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