Artículos de Opinión

09 AM | 26 Oct

CARLOS BOUSOÑO

CARLOS BOUSOÑOAlgo en mi sangre espera todavía.
Algo en mi sangre en que tu voz aún suena.
Pero no. Inútilmente yo te llamo.
Aquella voz que te llamaba es ésta.

Ven hacia mí. Mis brazos crecen, huyen
donde los tuyos la mañana aquella.
Ven hacia mí. La tierra toda oscila,
se mueve, cruje. Vístete. Despierta.

Oh, qué encendida el alma
en su secreto puro, si vinieras.
Sin esperanza, entre la luz del día,
mi voz te llama.El eco. La respuesta.

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02 PM | 08 Oct

Una Nueva aproximación al cine de Akerman

Una breve aproximación al cine de Chantal Akerman

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La filosofía, al menos hasta el siglo XX, ha sido escrita por hombres, como tantos otros quehaceres de la especie. El cine, cuya infancia, ni siquiera juventud, tan sólo lleva un siglo y una década y media de existencia, también ha sido principalmente ejercitado por hombres. El devenir patriarcal del cine no responde a ningún imperativo genético. La naturaleza abierta del cine es indistinta del sexo, como también es intrínsecamente indiferente a la pertenencia nacional y étnica.

Chantal Akerman es mujer y desde 1968 hace cine. Su debut fue con un cortometraje poderoso y clarificador. Saute ma ville, interpretada por la propia Akerman, muestra el regreso de una adolescente a su casa. Antes de tomar el ascensor mira si tiene correspondencia; al entrar a su departamento se dirige directamente a la cocina, prepara unos fideos, los come, toma una copa de vino, luego desordena todo, se pone un piloto, se pasa cera en las rodillas, lee el diario, se tira crema en la cara, se mira en un espejo, prende fuego a unas flores y abre la hornalla para que el gas capitule con todo. A los pocos segundos el plano se funde en negro y se escucha una explosión. Fin.

¿Un capricho juvenil? ¿Una revelación psicológica? ¿Obsesiones temáticas de una futura directora? Saute ma ville anuncia varios frentes de exploración y representación: la soledad doméstica, la inestabilidad psíquica, el suicidio, el autorretrato, la preferencia por el rostro como demanda y exigencia de la mirada (del otro, es decir del que filma y del que mira). Los placeres corporales no tendrán aún su enunciación, tampoco la confrontación con lo radicalmente otro. Si bien el cortometraje tiene cierto espíritu experimental, ciertas búsquedas formales todavía permanecen latentes, aunque ya en Hotel Monterrey, de 1972, Akerman demostrará su versatilidad como directora y su entendimiento lúcido de la puesta en escena: es capaz de moverse de la ficción al documental sin ningún titubeo, y siempre encaminándose en nuevas direcciones. ¿Quién podría adivinar, si no tuviera una firma que lo confirme, que la directora de Un diván en Nueva York, esa comedia ligera pero secretamente genial, es también la responsable de Jeanne Dielman, 23, quai de Commerce,1080 Bruxelles (fotograma de arriba), una obra maestra indiscutible?

Lo cierto es que Akerman, que además escribe y realiza instalaciones, a veces en consonancia con sus películas, ha hecho grandes películas sobre temas que ya se intuían en su primer film. Justamente Jeanne Dielman, 23, quai de Commerce, 1080 Bruxellesradicalizaba una visión sobre la vida doméstica: una dictadura discreta, de eso se trata la vida cotidiana, un eterno retorno de lo mismo sin ningún gesto creador que se desmarque de  la repetición del tiempo que se pierde. La señora Dielman se ampara en un método existencial delirante y compulsivo: ordenar una y otra vez, y conjurar así la angustia que corroe el alma y paraliza el acceso repentino al placer. Madre y prostituta, la señora Dielman quedará petrificada cuando sus ritos pierdan por un instante la eficacia.

Su película más bressoniana, no por su minimalismo sino por sus procedimientos narrativos y formales orientados a expulsar todo aquello que no resulte necesario, tiene un desenlace y un plano final memorables: Dielman sentada en su casa y en total soledad, en un plano medio fijo y sostenido (sola, como siempre, pues hasta cuando camina por las calles nadie parece estar allí para confirmarla). Sucede que en ciertas ocasiones el ascetismo formal puede transmitir a través de una mínima expresión la matriz de un sentimiento. La soledad infinita de Dielman y su desamparo no le pueden resultar a nadie una experiencia intangible e inconmensurable. El último plano de aquel film sella una estética, prueba el poder material del cine.

Akerman, ya lo dijimos, es una mujer y es también una cineasta, pero habría que agregar: es una cineasta de origen judío, hija de sobrevivientes del Holocausto y sumamente consciente de su tradición, donde la naturaleza de la imagen, al menos en términos teológicos, es de por sí problemática. ¿Por qué filma entonces? Ocurre que Akerman debe haber verificado en la evolución de su oficio el esplendor y la dignidad del rostro humano visto en la pantalla. Es que la invención del primer plano sobre un rostro no puede ser soslayada por una cineasta judía que, como el filósofo Emmanuel Lévinas, ve en el encuentro con el rostro del otro el surgimiento de una responsabilidad ontológica que determina por completo nuestro modo de estar en el mundo. De allí la dignidad de los rostros en sus películas, como en La locura de Almayer respecto del semblante de quienes no pertenecen a la elite de los hombres blancos, o el de los ilegales de De l’autre côté, su película más relevante para los mexicanos.

Decía Serge Daney, a propósito del estreno de Toute une nuit: “Chantal Akerman nos escribía regularmente. Ponía su dirección en el sobre (Jeanne Dielman, 23, quai de Commerce, 1080 Bruxelles ─1975), filmaba (Je, tu, il, elle ─1974), comunicaba sus noticias en inglés (News from Home ─1976), concertaba incluso citas (Les redez-vous d’Anna─1978). Las cartas llegaban, eran arrojadas al tacho de basura por algunos, leídas con pasión por otros. Yo más bien formaba parte de los «otros»”. Y quien escribe esto también forma parte de los otros, los que leemos y vemos los films de Akerman con pasión y entusiasmo. Es que se trata de una cineasta irremplazable, de una libertad soberana, como puede constatarse en el extraordinario prólogo de La locura de Almayer, su último film y una nueva expedición en el territorio viviente de los otros.

(Texto publicado el 1 de febrero de 2012)

El presente artículo fue publicado el 1 de febrero de 2015 en el blog Con los ojos abiertos.

Roger Koza

 

 

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05 PM | 07 Jul

¿TOROS EN SAN LORENZO?

TOROS EN CERET¿QUIERE USTED QUE SE CELEBRE LA TRADICIONAL CORRIDA DE TOROS EL DIA DE SAN LORENZO?

He estado unos días investigando, al modo de Olvido García Valdés, la polilla que delante de mí revolotea, pero donde me apetecería estar es en Aviñón, en el patio del Palacio de los Papas, disfrutando de algún espectáculo teatral. Seguro que me iría a ver lo que pone Crystian Lupa, siempre que ha venido al Valle Inclán he disfrutado como un niño en los títeres. Aquí no hemos tenido la suerte de tener a un Jean Vilar. Aquí pasamos de los juegos florales , la elección de la dama regidora por los veraneantes, y las conmemoraciones del cuarto centenario a un vacío que no se corresponde con el nombre del lugar. No tenemos nada estable  que se nos reconozca en temas culturales, eso sí dos espacios magníficos, uno de ellos cerrado durante el año. Ahora que empieza la feria de Ceret me iría también a las corridas de toros. Sí a los toros.

A punto de formarse el gobierno municipal con la delegación de competencias, casi al último minuto, seguro que surgirán dentro del grupo las opiniones discrepantes para celebrar la tradicional corrida de toros en la fiesta de mi pueblo. Los más aventajados serán los de Equo que suelen instalarse en las teorías del derecho a los animales de Peter Singer.

En Francia la tauromaquia es Patrimonio Cultural Inmaterial, en Ceret, cuya feria  es dentro de unos días, comienzan las corridas tocando la cobla mil-lenària la santa espina y els segadors, y los areneros llevan la típica barretina catalana. ¿Curioso no?

A Michael Harris le recomiendo el enlace del club taurino of London http://www.ctol.org/ y a Juan, el concejal, una mirada por la página de André Viar Terres taurines  http://www.terrestaurines.com/

Otro asunto, que necesitará algún tiempo en el debate, serán las discusiones sobre la conveniencia o no de asistir a la procesión del santo y a la misa en su honor. El tema se puede sustentar especificando ACTO RELIGIONSO CATOLICO, y seguro que algún concejal puede ir en representación de la Corporación. Para los que practicamos la laicidad el tema está muy claro, no obstante Santesmases me recomendó el libro homenaje a Manuel Fraijo “Pensando la Religión” y su lectura a ratos me está resultando esclarecedora.

Lo que si que tengo claro es que tanto en un caso como en otro no podemos dar bazas a la derecha, pués no hay que olvidar que tienen nueve concejales. El Ayuntamiento debe organizar la misa y los toros y luego que cada uno vaya donde quiera. Los más radicales que hagan un referéndum y pregunten al pueblo.

 

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