Análisis de Películas

05 PM | 21 Oct

Alicia ya no vive aquí- Jueves 28

Cuando Francis Ford Coppola pudo ver ‘Malas Calles’, ocurrieron tres cosas. Primero, se convenció de que Robert De Niro, quien había hecho pruebas para interpretar a Sonny Corleone en ‘El padrino’ (1972), era el idóneo para encarnar, y triunfar con ello, a Vito Corleone en ‘El padrino, parte II’ (1974). Segundo, se planteó la posibilidad de que Scorsese dirigiera esa segunda parte, aunque finalmente los de la Paramount le convencieron de que volviera a la silla de director. Y tercero, convenció a Ellen Burstyn de que Scorsese era ideal para dirigir su acariciado proyecto, que ella sabía que era un buen guión necesitado de un cineasta joven y de ideas renovadoras y personales. A una llamada de la Warner, Scorsese aceptó encantado el encargo, aunque se reunió previamente con el guionista Robert Getchell para pulir algunos aspectos del libreto que el cineasta consideraba mejorables.

 

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12 AM | 18 Oct

Harold y Maude

Foto: Los protagonistas de 'Harold y Maude'. (CP)
Los protagonistas de ‘Harold y Maude’. (CP)

Imagine usted, señor cinéfilo, que sabe bien cómo se las gastan los estudios de cine: en 2022, Hollywood planea estrenar una historia de amor sobre un adolescente con tendencias suicidas y una anciana de casi 80 años. Inmediatamente, y recurriendo al cliché pertinente, las redes arden, asociaciones enteras emiten comunicados ante semejante atrocidad y muchos usuarios tratan de boicotear el estreno ante la osadía moral que supone una película así. Es solo una suposición, pero podría ser la realidad.

Una película como la que hemos descrito, de hecho, ya existe. ‘Harold y Maude’ es, además, uno de los clásicos modernos que ha recuperado Filmin estos días en su apuesta por mostrar el cine que ninguna otra plataforma muestra. Y no hay que ser muy ingenuo para saber que la cinta de Hal Ashby resultaría prácticamente imposible de rodar hoy en día. O, al menos, nunca la rodaría un gran estudio. ‘Harold y Maude’ es fruto del Nuevo Hollywood, ese paraíso perdido de la cinefilia que tuvo lugar hace medio siglo y que convirtió a los directores en los reyes del mambo y a las películas adultas en grandes protagonistas de las salas. Pero incluso en un contexto tan beneficioso, la génesis de la película fue bastante complicada.

Como era de suponer, los ejecutivos de Paramount no abrazaron la propuesta de inmediato. Hasta entonces, Colin Higgins, el guionista que también quería dirigirla, solo había ejercido de chófer y se había dedicado a limpiar piscinas de la realeza vip de Hollywood. Su guion solo fue aprobado cuando varios amigos lo leyeron y convencieron a Robert Evans, el productor que esa misma década fue responsable de ‘Love Story’ o ‘El padrino’, de su enorme calidad. Evans pasó por el aro, pero tuvo en cuenta que la historia tan rarita solo podía dirigirla un rarito: Hal Ashby, ese chico de melenas, barba y mirada errabunda. Un cowboy del cine que parecía más un miembro de la secta de Charles Manson que un realizador cinematográfico.Ruth Gordon, en un fotograma de la película. (CP)

Ruth Gordon, en un fotograma de la película. (CP)

Los poderosos no se lo pusieron fácil a Ashby. Tuvo que batallar para conservar el derecho al montaje final y casi cualquier decisión le fue discutida. Tuvo, eso sí, la ayuda de un equipo técnico y artístico que sabía perfectamente que aquello no era solamente una historia de amor atípica, que también. Tampoco era la historia de dos outsiders que se encontraban (Harold y Maude se conocen en un entierro, ya que los dos comparten verdadera pasión por los sepelios) y complementaban a la perfección. Como ‘Easy Rider’ o ‘El graduado’ antes que ella, la película simbolizaba la contracultura y las ansias libertarias de toda una época. Hasta las canciones de Cat Stevens que adornan la banda sonora están enfocadas en mostrar la irreverencia del tiempo en el que fue engendrada. La irreverencia está en los propios personajes protagonistas: la anciana gusta de robar coches y hacerse la loca cuando la policía le reclama el carné; el joven tiene un humor negro con el que busca, sin éxito, llamar la atención de su madre. Además de comedia negra, en ‘Harold y Maude’ también hay trazas de drama (la confesión del chico sobre por qué piensa tanto en la muerte) y maneras de buen cine (un solo plano detalle sin diálogos sirve para entender el porqué de las ganas de vivir de Maude).

Del talento de Ashby y de sus ganas por llevar la película eran conscientes tanto Bud Cort (Harold) como la veterana Ruth Gordon. Esta última acababa de alcanzar la gloria del Oscar gracias a su papel de vecina siniestra en ‘La semilla del diablo’. Además, había sido guionista de renombre en películas como ‘La costilla de Adán’ junto a su marido, Garson Kanin. Ni el uno con su juventud ni la otra con su veteranía fueron capaces de impedir algunas intromisiones de Paramount en el rodaje y en la posproducción. La secuencia de sexo entre ambos (Ashby quería mostrar la “belleza de unir la piel joven con la piel vieja”) se convirtió en elipsis. De aquello solo sobrevivió un plano que los muestra semidesnudos, y sin tocarse, en el mismo lecho.

El equipo tampoco pudo evitar que esta historia de amor intergeneracional fuese un gran descalabro en taquilla. Ni siquiera el escándalo de ver a dos personas enamorarse pese a una diferencia de edad de 51 años (asunto tratado con un gusto y una delicadeza fuera de toda duda) ayudó a que el espectador corriente pagase una entrada. ‘Harold y Maude’ tampoco se benefició del revival repentino de otros títulos de los 70 que también iban a contracorriente.

Gordon, en otro fotograma de la película. (CP)
Gordon, en otro fotograma de la película. (CP)

La cosa cambiaría con el tiempo. A principios de los 80, en los últimos estertores de su vida, Ruth Gordon comenzó a experimentar un fenómeno peculiar. Cada vez que un jovencito se le acercaba a ella no le preguntaba por sus prestigiosos guiones o su amistad conKatharine Hepburn y Spencer Tracy. En su lugar, le comentaba que había visto ‘Harold y Maude’ docenas de veces. Al parecer, la película había logrado una segunda vida, una nueva oportunidad, en las universidades y entre el público más joven. En los primeros 80, programar la película en los ciclos de cine universitarios se había convertido casi en un mandamiento. Así fue como ‘Harold y Maude’ acabó siendo un éxito. Como le ocurrió a ‘La noche del cazador’, a ‘¡Qué bello es vivir!’ y a otros clásicos que engrosan las listas de mejores películas de la historia, el amor hacia ella fue un amor tardío.

El éxito no sirvió para revitalizar la carrera de Ashby, que murió a finales de los 80 y pasó los últimos años de su carrera haciendo películas menores (además de esta, la más destacada de su filmografía es ‘Bienvenido Mr. Chance’) ni para dar grandes dividendos al estudio. Como tantas otras cintas de culto, su éxito entre la cinefilia no se ha traducido en un éxito popular o de masas. Vamos, que ‘Harold y Maude’ tampoco es ‘Hocus Pocus’, otro descalabro convertido en fenómeno multitudinario con secuela incluida. Pero el reconocimiento postrero a ‘Harold y Maude’ es también el reconocimiento a un tiempo de revoluciones y de esperanza de un mundo más ácrata y mejor; un mundo que, como sabemos medio siglo después, nunca llegó.

 

 

 

 

 

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12 AM | 08 Oct

El diablo sobre ruedas, peli para el jueves 13

Porque, qué diantres, el cine es algo que forma parte íntima de nuestras vidas —al menos de las vidas de los cinéfilos, claro—, hasta tal punto que casi podríamos afirmar que alimenta nuestra existencia y hablar de él haciendo referencia a nosotros es algo que, según el caso, sirve a mi entender para enriquecer el discurso de lo que aquí se recoge —quizás no sobremanera, pero enriquecer a fin de cuentas— .

Un encuentro (personal) muy anhelado

Diablo Sobre Ruedas 6

Es por ello que, tirando de memoria cinéfila, he de confesar que no tuve acceso a la ópera prima de Steven Spielberg hasta las postrimerías de la década de los ochenta, cuando ya había consumido —con voracidad, qué duda cabe— la trilogía completa de cierto arqueólogo, había viajado a las estrellas de manos de un simpático extraterrestre de inmensos ojos o a bordo de un enorme platillo volante, me había sumergido en una jaula junto a Richard Dreyfuss, sufrido con Christian Bale las penurias de la Segunda Guerra Mundial o lamentado la incursión del mago del séptimo arte en ñoños cenagales.

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12 AM | 30 Sep

LA ÚLTIMA PELÍCULA

Pasan los años, y THE LAST PICTURE SHOW (La última película, 1971), sigue siendo una obra que aparece en una doble frontera. Una frontera interior, al describir con tanto afecto como desencanto, un tiempo de cambio, de ruptura con el ayer, en una colectividad en la que apenas hay lugar para la felicidad. Pero al mismo tiempo, esta conmovedora y al mismo tiempo intimista obra de Peter Bogdanovich, se inserta y describe esa frontera que estaba viviendo el propio cine norteamericano. Ambas vertientes se perciben, se sienten casi, en la adaptación de la novela de Larry McMurtry, experto conocedor de los claroscuros del sur norteamericano. En esta ocasión además, su novela partiría de matices casi biográficos, describiendo con ello un relato de tintes dolorosos, provisto de numerosas capas y matices, que habla de la llegada a la madurez, de la frustración, del fin de un tiempo y, sobre todo, y ese es su grado de universalidad, que trasciende al aparente localismo de su base argumental, del desencanto de la propia existencia humana.

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04 PM | 23 Sep

LLUEVE SOBRE MI CORAZÓN (1969) de Francis Ford Coppola

LLUEVE SOBRE MI CORAZÓN (1969) de Francis Ford Coppola

Filed under: Cine norteamericano | Tags:  |

Llueve sobre mi corazón (The Rain People) es la última y la mejor de las pequeñas películas que realizó Francis Ford Coppola antes de pasar a la historia del cine con mayúsculas con El padrino (The Godfather, 1972), y en ella aún quedan patentes su gusto y admiración, compartidos por la mayoría de sus compañeros de generación, por un cine europeo en el que los directores contaban historias sencillas de manera muy personal y con total libertad, en el que director era el autor de la película. Trasladando esto a las ciudades y carreteras de Estados Unidos, Coppola escribe y dirige un film protagonizado por personajes abandonados que navegan a la deriva y que bebe claramente de la multitud de maravillosos relatos que pueblan la literatura norteamericana del siglo XX.

Aquí los personajes son Nat (Shirley Knight), una mujer embarazada que abandona a su marido durante una temporada para sentirse libre y encontrarse a sí misma; Jimmy (James Caan), un autoestopista al que Nat recoge, exjugador de fútbol americano que, por culpa de un golpe en la cabeza sufrido durante un partido, ha perdido parte de sus facultades mentales, y Gordon (Robert Duvall), un policía de tráfico viudo que aún busca a su esposa en otras mujeres y con el que Nat tendrá una fugaz y dramática aventura. Los tres son «gente de lluvia», the rain people -título y póster, entre mis preferidos del cine-, personas frágiles, desorientadas, que intentan huir de algo o buscan sin saber qué.

Llueve sobre mi corazón no es una obra maestra, pero sí una pequeña joya imperfecta que transpira autenticidad por todos sus poros, una Road Movie triste y desoladora que derrocha cariño por sus personajes y que en su última secuencia, la que transcurre en la caravana de Gordon, guarda fragmentos del cine más hermoso y personal que haya filmado Coppola.

 

 

 

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