Análisis de Películas
Alaska, tierra de oro (1960)
El país de las oportunidades
Reconstrucción de la vida a principios de siglo en las inaccesibles tierras de Alaska. Allí se dan cita aventureros, timadores, buscadores de oro, chicas de salón y fugitivos. Los representantes de la justicia tienen graves problemas para imponer la ley y el orden, por lo que se impone la ley del más fuerte. En este ambiente se desarrollan las aventuras de dos intrépidos hombres que se han trasladado hasta este lugar en busca de un giro del destino que les permita estabilizar sus hasta el momento trágicas vidas.
El mítico actor John Wayne se mantuvo durante décadas como uno de los favoritos del público debido a papeles como éste, en filmes sin grandes pretensiones pero que conseguían mantener al espectador sin despegar el ojo de la pantalla. En esta ocasión da vida a Sam, un aventurero que, en principio, busca el provecho propio pero que, poco a poco, va mostrando su lado humano y su fuerte determinación a que los forajidos no impongan su ley en las tierras salvajes de Alaska. Junto al indiscutible rey de las películas de acción y aventuras hasta ese momento, un actor en alza, como es Stewart Granger, ilustre protagonista de clásicos del género como Las minas del rey Salomón o El prisionero de Zenda. Ambos actores desprenden auténtica química en sus secuencias conjuntas, lo que probablemente es muy difícil de conseguir. Por otro lado, la dirección corre a cargo de un especialista en el género, Henry Hathaway, autor de filmes como El beso de la muerte o Siete ladrones.
CARAVANA DE MUJERES-PRESENTACIÓN
Caravana de mujeres. (Westward the women. William A. Wellman, 1951)
Western. Estados Unidos. 112 min. b/n. VOS.
Hoy nos toca una película casi olvidada; de un director al que apenas se recuerda. Sin
embargo, él fue el primero en ganar un óscar de la Academia a mejor película. En el año 1927.
Por lo demás, Caravana de mujeres es un título imprescindible al hablar de westerns.
Empezaremos por el director. William A. Wellman. El bueno de Wild Bill. Sí, Bill “el
Salvaje”. Así lo llamaban porque era todo un personaje en sí mismo. En realidad, no tan
diferente de un Howard Hawks, pongamos por caso. Linajudos; de una buena familia
tradicional; nacidos poco antes que el siglo del cine; con la vida económicamente resuelta
desde la cuna, y con una necesidad personal irrefrenable por canalizar el torrente de energía
y talento que les había regalado la naturaleza.
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