03 PM | 02 Ago

PERDICIÓN

Ambición ciega

Perdición

Double Indemnity. Billy Wilder. EUA, 1944.

PerdicioncartelEl director austriaco Billy Wilder, en lo que sería su tercer largometraje americano como realizador, se atrevió con el recién nacido cine negro, en su película Perdición, tomando como punto de partida una novela de James M. Cain, a través de un guion elaborado por Raymond Chandler, y por él mismo. El filme destaca, principalmente, en sus afilados diálogos, por la interpretación de Barbara Stanwyck como una pérfida mujer fatal, que nos atreveríamos a incluir entre las mejores (desde luego, no será por falta de competencia), y también sobresale el largometraje por su fotografía, ese blanco y negro de claroscuros que llega a envolver la obra de una densa áurea, en un tono brumoso de pesadilla, acompañada de un ritmo ágil, seco y preciso, que arranca de la sombra de un hombre con muletas, que se va acercando a la cámara, hasta llegar a engullirla.

La historia se inicia en sus momentos finales, cuando Walter Neff (Fred MacMurray), tambaleándose en la noche, llega a su lugar de trabajo, una compañía de seguros en donde desarrolla funciones de vendedor, y a través de un dictáfono, aparato de grabación interna que por cierto, visto en la actualidad, parece salido de una caverna, se dispone a narrar a su compañero y amigo Barton Keyes (Edward G. Robinson), jefe de siniestros de la empresa, los desagradables y terribles acontecimientos ocurridos desde finales del mes de mayo de 1938, cuando conoció a Phyllis Dietrichson (Barbara Stanwyck), hasta ese mismo instante, 16 de julio del mismo año. En ese primer momento, Neff ya confiesa que los actos criminales que ha realizado los ha cometido por dos motivos: por dinero y por una mujer, y no ha conseguido obtener el dinero ni tampoco a la mujer.

Perdicionfoto1Estamos ante la comisión de un asesinato desde su misma concepción, siguiendo los actos de su ejecución y culminando en las consecuencias posteriores. Tres actos perfectamente diferenciados, que se siguen con un largo flashback, interrumpido en ocasiones con la voz en off del protagonista, y algunas imágenes del mismo en el presente. La acción se desarrolla en la ciudad de Los Ángeles, con predominio de dos interiores: el primero, la casa de estilo hispano de Phyllis, con esa escalera que nos separa del deseo, y un salón funcional, en donde las sombras destacan, aunque para ello haya que jugar con cortinas o persianas, dando un aspecto entre lóbrego y tenebroso al lugar; y el segundo interior, la propia compañía de seguros, situada en un edificio, entre dos plantas. En la primera, y rodeando a la que está en el piso inferior, se encuentran los despachos de los más afortunados de la empresa, los que han conseguido un reconocimiento y cierto éxito en su trabajo, y en la planta inferior, sin esconderse como fracasados del sueño americano, aparecen muchos empleados en un decorado con sala única, que recuerda a la oficina de Jack Lemmon en El Apartamento (The Apartament, 1960), también de Billy Wilder y también una compañía de seguros, pero esta vez en Nueva York.

Perdicionfoto2Barbara Stanwyck realiza una interpretación soberbia, dominante, con esa mirada perversa, esa media sonrisa malévola que no esconde ni en los peores momentos, con una tranquilidad frente a las adversidades, propia únicamente de verdaderas arpías, podrida por dentro, como ella misma reconoce, consciente de su poder sexual y de su ambición ilimitada. Mención especial y destacada merece esa horrenda peluca rubia que le endosaron durante toda la película, lo que, además de fría y calculadora, le hace parecer ordinaria. Fred MacMurray solo había actuado en comedias hasta ese momento, pero dentro de un punto de ligereza en la interpretación, concuerda con ese carácter de hombre dominado por su pasión sexual, por sus ambiciones económicas, débil y engañado recurrentemente, aunque pretenda o alguien le diga, Edward G. Robinson concretamente, que es el menos tonto de entre los tontos. Dominada por una tigresa sin escrúpulos, el fetichismo es el que hace saltar la electricidad en un primer momento, esa pulsera que rodea el tobillo de Phyllis, mientras desciende por la escalera con sus tacones, y cubierta con el atuendo con el que rápidamente se ha vestido, tras haber estado ocupando su tiempo con un “baño de sol”. Por su parte, Edward G. Robinson, eficaz y hasta dulce interpretando a un concienzudo empleado que va tras el fraude, tanto con su inteligencia, como con sus estadísticas y sus presentimientos (llámese enanito que lleva dentro). Merece destacarse la relación especial que se establece entre los dos protagonistas masculinos, ese trato de maestro/alumno, y a la vez padre/hijo, relación mostrada con cariño y afecto, que se termina materializando siempre en el encendido de la cerilla con los dedos, aunque en la última escena la habilidad cambie de personaje, mientras a lo lejos escuchamos las sirenas de los coches.

Perdicionfoto3Los diálogos, como ya se ha adelantado, resultan directos, sensuales, atinados y provocativos; sirva como muestra cuando parece que se ha rebasado el límite de velocidad del estado, comparándolo con el rápido acercamiento personal, o se visita a alguien para devolverle el sombrero que no llevamos. E igualmente destacan presagios, como considerar que ya estamos muertos porque no escuchamos nuestras pisadas, o la asociación del asesinato con el olor de la madreselva.

Creemos que nos enfrentamos a una obra absolutamente inspirada, en donde no le sobra nada, ni tampoco le falta el final que ya tenía preparado y filmado Billy Wilder, con el protagonista en la cámara de gas, apéndice en realidad innecesario a la vista de los acontecimientos. Estamos ante un filme que juega con el realismo, al que su autor ha pretendido dar aires de noticiario, y de veras que lo ha conseguido, con ese polvo que parece suspenderse en las habitaciones cerradas, o ese supermercado repleto de latas en donde pretendía esconderse la pareja protagonista. Por cierto, a causa de las restricciones de alimentos en plena Segunda Guerra Mundial, y a pesar de contratar a guardias de seguridad para que se apostaran en la puerta del comercio, desaparecieron una lata de melocotón y cuatro pastillas de jabón, auténticas, claro. En cuanto a otras anécdotas, es famosa la puerta del apartamento de Neff, que milagrosamente se abría hacia afuera. Billy Wilder se dio cuenta del error una vez filmado, consideró que no quedaba desacertado, y no quiso corregirlo.

Perdicionfoto4La obra, además de resultar una crítica sobre la búsqueda suprema norteamericana del sexo y el dinero, nos deja reflexionando sobre dónde tienen el cerebro algunos hombres, porque basta con ponerse una pulsera en el tobillo y lanzar cuatro ácidos comentarios para hacer de ellos meros muñecos, y comparsas de caprichos y conveniencias. Parece que estamos ante una película de siempre y para siempre, un entretenimiento repleto de veneno, de vertiginosas acciones que no necesita de ninguna cámara en mano nerviosa para interesarnos y asombrarnos. A pesar de la voz en off de Walter Neff que va salpicando todo el relato, y en consecuencia, narrándonos los acontecimientos desde sus propias sensaciones, temores y miserias, el realizador parece que no siente empatía con ninguno de sus personajes, acaso con el triste jefe de siniestros, y nosotros, como espectadores, tampoco. Quizás, es posible, que a todos nos entre cierto pesar si nos detenemos en esa pobre huérfana, Lola, que se quedó sin madre, le han hecho desaparecer al padre, y ya veremos que pasa con el novio, Nino Zachetti, que por cierto, tiene un nombre de mafioso italiano, que despierta poca confianza.

En los últimos números de la revista, nos hemos detenido en acercarnos nuevamente a varios largometrajes excelentes que se produjeron en el año 1944 en Estados Unidos: Laura, de Otto Preminger, La mujer del cuadro (The Woman in the Window), de Fritz Lang, Luz que agoniza (Gaslight), de George Cukor, Tener y no tener (To Have and Have not), de Howard Hawks, y el que nos ocupa de Billy Wilder, Perdición (Double Indemnity). No queremos ni podemos destacar algunos de ellos sobre otros. Consideramos que todos  merecen permanecer en la cúspide de la historia de la cinematografía.

Tráiler:

Ficha técnica:

PERDICIÓN (Double Indemnity),  EUA, 1944.

Dirección: Billy Wilder
Guion: Billy Wilder y Raymond Chandler, según novela de James M. Cain
Producción: Paramount (Joseph Sistrom)
Fotografía: John F. Seitz
Música: Miklos Rozsa
Reparto: Fred MacMurray. Barbara Stanwyck. Edward G. Robinson. Tom Powers. Porter Hall. Jean Heather. Byron Barr

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05 PM | 16 Jul

ENTREVISTA DONATELLA DI CESARE

DONATELLA DI CESARE / FILÓSOFA

“La filosofía se ha conformado con ser la sirvienta de la política”

MIQUEL SEGURÓ

<p>Donatella Di Cesare.</p>

Donatella Di Cesare.

CHRISTIAN MANTUANO

3 DE JULIO DE 2019

Donatella Di Cesare (Roma, 1956) es, sin lugar a dudas, una de las voces filosóficas más importantes de Europa en estos momentos. En 2014 publicó su libro Heidegger e gli ebrei (traducida al castellano en 2016), obra de referencia para comprender la discusión en torno a los Cuadernos Negros de Heidegger y su relación con el nacionalsocialismo. Tras ello ha recuperado lo que ya antes había comenzado a dibujar: una filosofía que incide, como ella misma apunta, en los abusos de las estructuras de poder, los excesos discriminatorias de las dinámicas sociales y la importancia de volver a poner a la materia como forma de vida política en el mundo del siglo XXI. Su última obra traducida al castellano es Marranos (Gedisa, 2019). Di Cesare responde a las preguntas por correo electrónico.

¿Por qué los “marranos”? ¿No es algo que queda lejos en el tiempo?

He querido volver sobre la historia enigmática y fascinante de los marranos, que no han encontrado lugar en la historia institucional. Los marranos son aquellos judíos obligados a convertirse al cristianismo en la Península Ibérica y en los dominios españoles, y por lo tanto también en el sur de Italia. A mi modo de ver con ellos se desmorona el mito del martirio. Prefieren el perjurio, la mentira externa. Es decir, que para disipar las sospechas guardan en secreto su realidad. Este movimiento, a menudo mal entendido moralmente, inaugura la modernidad. Aquí está la clave: en el marrano veo un paradigma ejemplar, una figura que inicia la modernidad. Pero no una modernidad armoniosa, sino atravesada por una disonancia irremediable. Lejos de los judíos, con quienes las relaciones son menos frecuentes, los marranos no son reconocidos, tampoco, como cristianos. Aparecen como extraños y no asimilables. Ni cristianos ni judíos, los marranos están prohibidos en una tierra de nadie, entregados a una doble no pertenencia, a una duplicidad existencial sin precedentes.

¿Y por qué cree que es importante tener en cuenta este fenómeno hoy?

También comparado con el judío, que tradicionalmente es el otro, externo e identificable, el marrano es el otro del otro. Alude a una nueva alteridad, vaga y esquiva. El marrano es el otro por dentro. Solo la disimulación, la duplicidad existencial a la que está obligado, empuja al marrano a la introspección, al descubrimiento del yo. Pero su yo está irremediablemente dividido, escindido. Insisto, con los marranos se desmorona el mito de la identidad. E incluso cuando regresan a lo abierto, el yo dividido, la extrañeza constitutiva, es su legado. Los disidentes por necesidad llevan la semilla de la duda, de la oposición. E inauguran un pensamiento radical. Los caminos que atraviesan esta nueva tierra de intimidad son múltiples. Van desde Teresa de Ávila, quien en su misticismo defiende un interior inaccesible incluso para sí misma y, por lo tanto, sagrado, a Baruch Spinoza, que ve en el secreto el “ethos” que funda una democracia radical.

DEBEMOS BUSCAR PROTECCIÓN EN EL OTRO Y ACEPTAR EL DESAFÍO DE LA CONVIVENCIA

El secreto ha protegido a los marranos. Y el marranismo no ha terminado, sino que ha mostrado una persistencia innegable. De hecho, en los lugares más escondidos de su clandestinidad, desde Estados Unidos a Brasil, desde Portugal a Italia, los marranos vuelven a la luz. Y piden no ser archivados. Lo que requiere ir más allá del marco historiográfico para observar el fenómeno en su actualidad. ¿Cuántos marranos todavía existen, aquellos que saben que lo son, que siempre lo han sabido, y aquellos que están tan bien escondidos, que no lo saben, que nunca lo han sospechado?

La alteridad y los miedos: ¿por qué nos cuesta tanto convivir con lo diferente?

En el panorama de la globalización, la proximidad con lo de “otro” es un fenómeno cotidiano. Hasta hace poco, la vida social reservaba algunas reuniones solo circunscritas a personas familiares o conocidas. No hace tanto que la llegada de un foráneo era tenida como un acontecimiento. Hoy, por el contrario, es suficiente caminar por cualquier ciudad, no necesariamente en una metrópolis global, para cruzarse con un gran número de desconocidos, que quizás permanezcan como tales incluso después de ese encuentro fortuito. La red de información, que va desde el uso del móvil a la web, ha mitigado mucho este efecto. Dado que todas las comunidades humanas han ingresado en la red global, todos pueden imaginar ponerse en contacto con cualquiera de los seis mil millones de habitantes del planeta. En la tribu global, la movilidad y la densidad han cambiado la convivencia humana. Y, por supuesto, todo esto despierta miedo. El otro sigue siendo lo otro, y en su desconcierto también revela que nosotros estamos expuestos sin protección. Pero esta es la condición existencial de hoy. No podemos cambiarla. Por eso debemos buscar protección en el otro y aceptar el desafío de la convivencia.

Siempre se ha declarado europeísta y al mismo tiempo ha sido muy crítica con esta Unión. ¿Cómo interpreta los resultados de las elecciones en Europa?

Son menos negativos de lo que se podría temer. Al final, el frente soberanista ha ganado, pero no ha triunfado. Por supuesto, en algunos casos, los resultados obtenidos por la ultraderecha son impactantes. Y creo que esto se debe en parte a la gran desilusión existente con la Unión Europea, que ha apostado todo a la economía, se ha inclinado por la austeridad y se ha mantenido como un revoltijo de estados nacionales sin realmente convertirse en una unión política y sin procurar una forma política postnacional. Hay muchas fallas recientes en Europa, desde la forma en que se gestionó la crisis de Grecia a los acuerdos para mantener a los refugiados fuera de sus fronteras, que han pisoteado el derecho de asilo y los valores humanitarios. Europa responderá ante la historia. Por no mencionar, también, el poder de las oficinas, de esa burocracia asfixiante ejercida en detrimento de los ciudadanos.

¿Se configura un escenario europeo en el que el populismo de derechas va estabilizándose y expandiéndose?

En cierto modo sí, y hay que estar atentos. Ahora estamos como si hubiéramos entrado, casi sin darnos cuenta, en una nueva era, dominada por la soberanía de derecha y de extrema derecha. Por eso soy en este sentido pesimista. Es decir, que no creo que esta era termine en un plazo corto, si bien ahora vivimos en los tiempos de la velocidad y la aceleración. Lo que está sucediendo en Italia debería ser una advertencia para todos los europeístas y para todos los europeos.

ESPAÑA PUEDE QUE SEA REALMENTE LA ÚNICA LUZ, RELATIVA, EN EUROPA

 ¿Y de España, qué puede decir?

Me parece que España puede que sea realmente la única luz, relativa, en Europa. Por una sencilla razón: el socialismo resiste de algún modo. ¿Pero hasta cuándo lo hará? Y, en todo caso, me temo que este sea, desafortunadamente, un caso aislado. Espero estar equivocada. En todas partes la izquierda está en crisis. Y no hablamos de una crisis cuantitativa, es decir, de falta de votos, sino cualitativa, que es la falta de programas e ideas que respondan a los tiempos. Te voy a un ejemplo que me parece muy ilustrativo. Estar continuamente hablando de progreso no tiene sentido. Todos ya ven lo que también ha traído. El apocalipsis ambiental está sobre nosotros. La izquierda deja cada iniciativa en manos de unos pocos, quienes a su vez parece que se enfrentan al problema asépticamente, como si el capitalismo no fuera la causa de esta catástrofe. Asimismo, y este también es otro elemento crítico de lo que te comento, la izquierda parece ir tras la derecha continuamente. Pensemos en Dinamarca, donde la izquierda ganó con programas anti-inmigración.

En ocasiones ha mostrado su simpatía hacia el independentismo catalán, en el sentido de ver en él una posibilidad de transformación política. ¿Cómo ve la situación?

No me gustan los presos políticos. No veo democrático que antes o durante un juicio la gente sea encarcelada. Y esto es lo que lamentablemente está sucediendo. También, sí, no me gustan los nacionalismos, en los que veo el verdadero espectro terrible que vaga por Europa. Pero, sobre todo, no me gusta el obstinado repliegue soberanista del estado nacional. Es como si todos fuésemos conducidos a tener una perspectiva estatocéntrica de las cosas y a juzgar los acontecimientos políticos a través de esas lentes. Y, sin embargo, el Estado-nación es una forma política relativamente reciente de la modernidad cada vez más en crisis. El Estado-nación es en sí mismo defensivo: discrimina y exige fronteras; se exige pertenecer a la nación. Y hay casos, además, en los que las complejidades son mayores, como sucede en España. Hay quienes hablan, por ejemplo, otros idiomas (vascos, catalanes, gallegos), lo que es sin duda una gran riqueza cultural. Por todo esto entiendo que otorgar una relativa autonomía es una respuesta a las necesidades existentes que pertenece al pasado. Me parece que en una Europa posnacional, y por lo tanto también supranacional, la cohabitación de pueblos diferentes y autónomos más allá de la clásica estructura estatal debe ser posible.

EN UNA EUROPA POSNACIONAL, Y POR LO TANTO TAMBIÉN SUPRANACIONAL, LA COHABITACIÓN DE PUEBLOS DIFERENTES Y AUTÓNOMOS MÁS ALLÁ DE LA CLÁSICA ESTRUCTURA ESTATAL DEBE SER POSIBLE

Su última obra publicada lleva por título Sobre la vocación política de la filosofía y en ella apuesta por que la filosofía baje a la calle y se moje. La obra ha tenido una recepción espectacular en Italia y será traducida en breve al castellano. La pregunta va a la inversa: ¿Debería haber vocación filosófica en la política? ¿y en ese caso, de qué modo?

Sí, el libro ha tenido un éxito que también me ha sorprendido. Y sé que saldrá en muchos idiomas. Mi tesis es que la filosofía debe reingresar en la ciudad. Con esto, obviamente, rompo un tabú secular, por el cual se cree que los filósofos y filósofas no deben meterse en asuntos políticos. Pero ya vemos los resultados: hoy la política se reduce a la mera administración, si no a la gobernanza del control. Asistimos a una política que sigue la agenda dictada por el capital, que ejecuta los deseos del mercado. Está completamente desprovista de horizonte. A su vez, la filosofía de las últimas décadas se ha conformado con convertirse en la sirvienta de este tipo de “política”, limitándose a decir, de manera normativa, lo que debería haber sido modificado o mejorado. En suma, se ha convertido en la criada de la criada. Por eso a día de hoy me siento muy lejos de una filosofía socialdemócrata. Me reconozco, más bien, en la línea del pensamiento crítico radical. Y eso es lo que he tratado de mostrar en el libro.

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02 PM | 16 Jul

ALBERTO DESCORIAL

 

Es indudable otoño en sus señales

de glaucas tenues luces vespertinas,

desgritadas de voz, y de neblinas

que divinizan a los robledales.

Seria como el fulgor de los puñales

la tarde reverbera en las encinas.

Borroso el bosque, enteras las ruinas

donde asientan las dalias sus reales.

Una dulce tristeza de la herida

que la playa recibe por el sable

de la ola llegando ya vencida,

deshojada de modo insoslayable,

en cada embate dando algo de vida,

Octubre, cada vez más indudable.

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