Crítica Cinematográfica

10 PM | 05 Jun

EL PLACER

Antepenúltimo largometraje de Max Ophüls (1902-57), es uno de sus mejores trabajos. El guión, de Jacques Natanson y M. Ophüls, con diálogos de J. Natanson, adapta tres relatos breves de Guy de Maupassant (1850-93): “La masque” (1889), “La maison Tellier” (1881) y “La modèle” (1883). Se rueda en escenarios naturales de Calvados (Baja Normandía), llamada la “Suiza Normanda”, y Paris (Escuela de Bellas Artes) y en platós de Franstudio (Joinville-le-pont), Studios Eclair (Epinay-sur-Seine) y Studios Boulogne-Billancourt. El rodaje se inicia el 6-VI-1951, se interrumpe en agosto y se retoma y termina en octubre/noviembre. Es nominado a un Oscar (dir. artística). Producido por Édouard Harispuru, M. Kieffer y M. Ophüls para CCFC (Compagnie C.F. Cinématographique) y Stera Films, se presenta en sesión de preestreno el 14-II-1952 (Fécamp, Alta Normandía).

La acción dramática tiene lugar en Paris (“La masque” y “La modèle”) y en el departamento de Calvados (Deauville, Bolbec, Vau de Vire, Le Bouillet…) a finales del XIX (1881-90). El film consta de 3 episodios: dos breves (“La máscara” y “La modelo”) y uno central de mayor duración (“La casa Tellier”). Ambroise (Galland), antiguo primer oficial de la peluquería Marcel, de la ópera de Paris, jubilado y olvidado, no se resigna a envejecer. Julie (Renaud), la patrona de la casa Tellier, cierra el establecimiento entre el sábado por la mañana y la tarde del domingo, a finales de mayo, para asistir en compañía de sus pupilas (Flora, Rafaela, Rosa, Luisa, Fernanda…) a la primera comunión de su sobrina Constance (Jany) en una pequeña localidad de la campiña normanda, donde vive y trabaja como carpintero su hermano Joseph Rivete (Gabin). Joséphine (Simon) y el pintor Jean (Gélin) se enamoran apasionadamente, pero el paso del tiempo produce en su relación efectos imprevisibles.

El film suma comedia, drama, romance y cine de época (finales del XIX). Responde a una idea largamente acariciada por Ophüls, aplazada sucesivamente. Con la colaboración de Jacques Natanson elabora el guión entre marzo y abril de 1951. En septiembre, por razones presupuestarias y de prudencia ante el rigorismo moral de la sociedad europea del momento, se sustituye el tercer episodio previsto (“La femme de Paul”), una historia de amor lésbico, por “La modelo”. El conjunto del relato mantiene en su integridad el vigor narrativo y los temas de Ophüls.

El estilo refleja la afición del autor por las formas recargadas, pomposas y barrocas, y por la ambientación minuciosa y detallista de época. Tras la apariencia de las formas se oculta el espíritu equilibrado, riguroso, ordenado y clasicista de Ophüls, que se manifiesta a través de la estructura armónica del relato, dividido en 3 partes de arquitectura casi geométrica. Su clasicismo se confirma con los temas que trata, siempre centrados en el análisis de la naturaleza humana, sus alegrías, sufrimientos, ambiciones, deseos, etc.

 

Hace uso frecuente de la yuxtaposición de contrarios, como el placer y la muerte, el placer y la pureza, el placer y la desgracia, el placer y el dolor, el mundo cerrado e inaccesible del burdel (donde no entra nunca la cámara) y el mundo abierto y libre de la campiña, el sufrimiento y el éxito, etc. El movimiento de la cámara, la prolongación de las tomas y las repeticiones, crean en el espectador sentimientos sobre el carácter efímero de las emociones y la substitución de éstas por la nostalgia, la melancolía y las impresiones de ausencia, soledad y abandono. La secuencia del traslado de las chica en la carreta combina movimiento, desapariciones y reapariciones, alejamiento y huida, etc. Trasmite sentimientos de provisionalidad, brevedad del tiempo, imperio del cambio…

La cámara se desliza, vuela, gira, se eleva, desciende y transita con una suavidad y liviandad sorprendentes. En ocasiones se complace en captar los momentos en los que se desbordan los sentimientos humanos (lágrimas en la capilla, temor por el silencio del campo, inquietud por la separación de la madre…). Subraya con intensidad el protagonismo del movimiento (cámara, figuras…), que asocia a los conceptos de realidad y naturaleza, donde todo es efímero, cambiante, inestable. La cinta incorpora temas constantes o reiterativos de la filmografía del autor, como las prostitutas, el burdel, la discapacidad, el anciano, el agua (mar, río, laguna…), la campiña, el protagonismo de la mujer, etc. Envuelve la acción en un clima melancólico singular, que incorpora toques de humor.

Son escenas memorables la del enamoramiento de los novios en una sola toma mientras se encuentran fuera de plano, la despedida de las chicas en la estación por parte de Joseph, el enojo de las chicas con el comerciante Julien, la secuencia de la carreta, etc.

La banda sonora, de Joe Hajos y Maurice Yvain, adapta melodías de opereta y populares del XIX, a las que dota de un aire liviano, alegre y despreocupado, que se superpone a un fondo melancólico y triste. Añade cortes de música de baile (Can-can, polka…) y temas religiosos, como el Kyrie de la misa gregoriana de Angelis y el “Ave Verum Corpus”, de Mozart. La fotografía, de Christian Matras y Philippe Agostini, en un espléndido B/N, crea travellings emocionantes, un flashback, giros rápidos, pasos a cámara subjetiva, grandes perspectivas (playa de Trouville) y rincones de exaltación de la vegetación natural (laguna de Saint Cucufa).

Bibliografía

– Vincent AMIEL, Quim CASAS, Gonzalo de LUCAS y Max OPHÜLS, “El placer”, libreto DVD, 58 pág. Versus Entertainment, Madrid 2009.
– Augusto M. TORRES, “El placer”, ‘Diccionario mundial’, pág. 706, Espasa ed., Madrid 2006.

Miquel
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02 PM | 29 Abr

TIO MARIANO

                                                                                                                        FELAS

Hemos abordado ésta película de Apichatpong  después de ver  en “syndromes and a century” el  recorrido por su infancia con la historia de amor de sus padres como telón de fondo, y con la garantía de  estar en un jurado dirigido por Tim Burton, nuestro admirado Víctor Erice.  Y no hemos salido defraudados. La pauta la marca el inicio donde un buey atado a un árbol lucha por soltarse, recordándonos a Bela Tarr en el inicio de Satantango. Toda la película se convierte en una fábula que junta a vivos y muertos, con unas imágenes preciosas de la princesa que se vuelve blanca con el reflejo de las aguas y es devorada con todos sus encantos  por el fantasma de las aguas. Con la luna en primer plano y el ruido del bosque, una vez encontrada la cueva donde nace y tiene que morir  Boonmee, sufrimos un gran choque contando  sobres de dinero después del funeral,  duchándonos  en la habitación de un hotel y comiendo  una hamburguesa en  un bar de carretera .¿desacralización de la cultura budista en Tailandia? ¿Triunfo del capitalismo desaforado? Sobre estas claves yo propondría el debate sobre la película.

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06 PM | 23 Abr

EL REY DE LAS CANCIONES

                         FELAS

 

 La película de forma narrativa, a modo de “tablau vivant”, cuenta una versión abstracta del poeta armenio Sayat Nova, poemas que, traducidos al francés por Serge Venturini, podemos leer en la editorial L’Harmattan. Experto en el kamancheh, instrumento persa de cuerda frotada que se toca como el celo, inicia su infancia en el campo, rodeado de sus padres, que le protegen de las tormentas y lluvia que se producen en el monasterio de Sannhin, de una gran importancia en la cultura armenia, allí se enseñaban humanidades y de modo alegórico aparecen los libros del “escritorium” mojados por el agua: “los manuscritos no arden” dice el poeta .Descubre la belleza de las palabras , y en la sauna zarista el “festejo de la sangre ardiente” según el relato de León Grigorian.

 Las canciones y sus letras le llevan a la corte de Erekle II donde conoce a su hermana Ana, de quien se enamora .El demonio de la pasión hace tocar sus tambores, y la danza de las máscaras pérsicas les lleva después del episodio de la bola de oro, a un mausoleo donde descubren el amor. El poeta no puede ser admitido en la corte como esposa de Ana, y se despide de su instrumento para refugiarse en el monasterio de Ajpat. Un brazo de oro le hace recordar el pasado, y los vientos de marzo arrancando la cúpula del monasterio, le hacen retornar al pasado y decide volver a la ciudad, pero están secos los manantiales, y la guerra se ha instalado con la llegada del Khan Mahoma, vuelve al monasterio. Canta y muere, le grita uno de los obreros que está reparando una ventana, y con unas imágenes preciosas llenas de simbolismo, sólo superadas por la llegada y entierro del patriarca Lázaro, termina esta obra opulenta en colores, donde los actores desarrollan una coreografía de gestos sencillos, narrando el ánimo del poeta en los diversos momentos de su vida. La pregunta que debemos responder después de terminar de verla sería la siguiente: ¿hemos visto algo parecido alguna vez?

 

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03 PM | 31 Mar

SENTIR LA NECESIDAD DEL OTRO

                                                                  FELAS

Con  un cierto sabor a Dickens, los hermanos Dardenne hacen una buena película de realismo social en la ciudad de Seraing, de donde son naturales.Narrativamente con mucha fuerza, excepto el momento en que aparece la encarnación de la “mala compañía” personificada en un delincuente juvenil. Al igual que Robert Guediguian filman a la perfección la clase trabajadora no dudando en disponer para cada película del mismo elenco de actores y las mismas localizaciones, sobresaliendo en este caso el niño de 13 años Thomas Doret, y la perfecta adecuación al personaje de la peluquera de la actriz Cecile de France, que tuvimos ocasión de ver en “Más allá de la vida”.

El momento de felicidad hedonista paseando con las bicis al lado del rio Mosa lo ha rodado a la perfección Alain Marcoen, cámara habitual en todas las películas de los hermanos.

Las instituciones consiguen en esta ocasión frenar la violencia de Cyril, ofreciéndole la posibilidad de volver a ser niño en un acto jurídico impecable que tiene pocos imitadores en las sociedades donde se ha instalado como fuente de inspiración la venganza y la carcel.Muy importante destacar el valor de asumir compromisos individuales frente al dolor ajeno. Con el” Concierto del Emperador” como fondo y un color que nos recuerda a Rohmer, nos vemos obligados a sentir la necesidad del otro aunque sólo sea por ochenta minutos.

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09 AM | 26 Mar

MOLOCH

                                                                                                                                                           DAVILOCHI
El reto no es fácil porque estamos ante una obra maestra con todas las letras. No sé qué espera la gente… les das arte en estado puro y sólo son capaces de manifestar su indignación ante el derribo de los mitos que circundan nuestra Historia. Los mitos son el opio del pueblo, ¡sin embargo en esto que nos muestra Sokurov está la verdadera emoción!, ¡he aquí un artista que se atreve a romper con las viejas tablas sin caer en un miserable ejercicio propagandístico! En mi opinión poco más se le podría pedir a un biopic sobre Hitler, más dado el contexto en que se plantea.

La película está ambientada en el famoso chalet de retiro de Hitler en Berchtesgaden, en plenos Alpes bávaros. El momento en que se inscribe es el verano del 42, con el Ejército alemán avanzando en plena Operación Azul en dirección a Stalingrado y el Caúcaso, es decir, todavía confiado de su victoria. No obstante hay una decadencia constante en el ambiente, divisiones entre los invitados de Hitler (una de las cosas que se muestran son las desavenencias en el matrimonio Goebbels, el cansancio de Eva Braun por tener que llevar su relación con el führer en secreto o el odio manifiesto del Ministro de Propaganda y las mujeres hacia ese personaje gris que fue Bormann, el lugarteniente de Hitler), un cansancio provocado por la constante necesidad que los protagonistas tienen de actuar como si su vida se tratara de una película (Magda, la mujer de Goebbels le dice a Eva que ya se habría separado hace tiempo de su marido de no ser por la necesidad de mantener intacto el “Ideal Nacional”). A esto contribuyen de un modo magistral los planos y la fotografía que muestran espacios amplios, con iluminación ténue y tonos grises creando una atmósfera angustiante y opresiva, uno de los grandes logros de Sokurov y su equipo.

Podríamos destacar muchos detalles notables de la película pero, desgraciadamente, el espacio no da de sí. En cualquier caso se percibe una notable labor en la recogida de información histórica y en el estudio de la persona de Hitler. Los trabajos de los principales biógrafos de éste y de su entorno como Kershaw, Fest, Ferrán Gállego o Trevor-Roper (véase “Las conversaciones privadas de Hitler”, ayuda a comprender bastantes detalles de la película, como la presencia de un transcriptor en las sobremesas de los comensales) confirman los términos históricos en que está planteada la película. Más contovertido sería afirmar tal y como hace el guión que Hitler no conocía nada acerca del Holocausto (hay una escena en que aparece la palabra Auschwitz y él queda desconcertado), sin embargo y aunque haya dudas al respecto, lo que el director está tratando de mostrar es que, a pesar de ser un “gran” hombre que parecía tener el control de todo, seguía siendo un hombre a espaldas del cual existían camarillas e intereses diversos, proyectos paralelos si se quiere (el reflejo es el enfrentamiento entre Goebbels y Bormann).

 

Sin embargo la mayor parte de la película gira en torno a la relación entre Hitler y Eva. Es quizás en la caracterización de esta última donde más licencias se toma Sokurov, ya que la utiliza como un instrumento para su propósito: humanizar la figura de Hitler. Por dos veces aparece durante el film haciendo de vientre, una de ellas pillado por Eva y otra por uno de los soldados que controlan el perímetro durante los paseos de los habitantes del chalet. ¿Cuántas veces mientras leemos una gruesa biografía obviamos que éste, al igual que muchos otros, es un ser humano al igual que cualquier de nosotros? Este instante tan íntimo de la vida de un hombre es puesto en pantalla por Sokurov y yo no puedo hacer menos que felicitarlo (¿cuándo somos todos más humanos que en ese acto?).

A lo largo del film queda patente que Hitler vive envuelto en su propia realidad interior proyectada al exterior por su mente y sostenida por su entorno próximo y Eva aparece como su último vínculo con la realidad que hay más allá de la isla en la que éste vive (“Cualquier cosa que les digas que padeces los médicos te la confirmarán, ¿quién se atreve a contredecirle aparte de mí?”). Observamos un Hitler amable y delicado, pero al mismo tiempo hipocondriaco, lleno de contradicciones, temeroso ante la entrada en la vejez por el miedo a la muerte y la pérdida del vigor juvenil (Él siempre manifestó su miedo a morir antes de poder completar su obra). De igual modo Eva le acusará de que “Sin una buena audiencia usted no es nada, aún peor, es un cadáver”. Sokurov, siguiendo a Buck-Mors, da una vuelta tradicional a la visión del poder retórico de Hitler. De este modo, cuando éste se expresa lleva a cabo un ejercicio reflexivo y no expresivo, es decir, él transmite su propia imagen, restituyéndole sentimientos auténticos. En lugar de haber fuerza o agresividad observamos en él un sentimiento de miedo (como cuando discute con Eva en el baño, hacia el final de la película, o con el sacerdote que acude a visitarlo). Todos sus actos se han convertido en una necesidad de él mismo para con el mundo, en un modo de soliviantar su frustración y dolor (“Si yo gano seré admirado por todos, pero si pierdo hasta el más inferior de los seres se burlará de mí”).

Al igual que dijera Gabriele D´Annunzio Hitler trató de vivir su vida como si fuera una obra de arte. “Usted siempre ha temido a lo trivial” le dirá Eva. Se mueve entre la responsabilidad de un Mesías elevado a la categoría de Dios (como se desprende de la conversación con el cura) y las preocupaciones de un hombre normal, de modo que vive atormentado por esa contradicción. Al final de la película dirá: “Nosotros conquistaremos la muerte” y Eva le dirá: “La muerte es la muerte. No puedes conquistarla”. Porque al fin y al cabo Hitler no era más que un hombre y, como a todos, la muerte le llegó.

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