10 PM | 02 Jul

FACILES DE RESOLVER

                                                    FELAS

¿Qué pasaría si en lugar de los culebrones que nos ponen en las diferentes televisiones, les diera a los programadores por colocar la serie de TV ” MISTERIOS DE LISBOA”? Pues en primer lugar conoceríamos a Camilo Castelo Branco, y de paso a Eça de Queiros, admiraríamos los planos secuencia, disfrutaríamos con Max Ophuls, y terminaríamos por ver el cine de Oliveira. También nos iríamos a la búsqueda de relatos como Hipótesis del cuadro robado (L’hypothèse du tableau volé, 1979), Les trois couronnes du matelot (1983), La ville des pirates (1983), L’évéillé du Pont de l’Alma (1985), o, ¿por qué no?, en El tiempo recobrado (Le temps retrouvé, 1999), caracterizadas por la impronta de Raúl Ruiz: “historias que son solo accidentes”, relatos que se desvían habitualmente por sendas que no suelen conducir a ninguna parte.
Misterios de Lisboa tiene unos escenarios maravillosos que se muestran como un personaje más en la historia, y tiene un ritmo propio de los folletines del siglo XIX. La Géminis de Panavisión juega un importante papel en esta película ya que hace desaparecer los primeros planos a lo Bergman, y los sustituye por espacios que se nos meten en la escena como si estuviéramos contemplando una obra de teatro en primera fila.
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