Artículos de Opinión

12 AM | 04 Oct

EL OJO DEL DIABLO

Bergman abael_ojo_del_diablo-caratulandona por una vez el tono hondamente dramático y trágico, y toma un rumbo diferente, un pequeño paréntesis en lo que venía siendo últimamente una filmografía inquietante, dura, de dificultosa digestión, y que lo seguiría siendo en las décadas venideras.
Pero he dicho pequeño paréntesis, sí.
Pero no deja de ser una categoría de sentido del humor. El Satán burlón con su orzuelo en el ojo y ese infierno paródico y bastante civilizado donde cumplen sus castigos los grandes pecadores muestran rasgos de picardía que Bergman también poseía.
El diablo tiene un orzuelo que es como un aviso de que hay decencia en la Tierra. Como un alergeno que le provocara una reacción. Satán no tolera que una chica joven, guapa e inteligente siga siendo virgen y de espíritu limpio. Todo un atentado contra los principios corruptos que, lógicamente, rigen en el infierno.
Y como el casanova Don Juan se encuentra ahí cumpliendo condena desde hace centurias por haber rendido tantas honras femeninas a sus pies, el demonio le propone una misión para reducir la pena (sin que en el cielo se enteren, claro): subir a la Tierra y seducir a la veinteañera Marie, la única hija de un pastor luterano que se va a casar pronto con su prometido. Don Juan es enviado junto con su sirviente, Pablo.
El director sueco propone una visión de cielo e infierno como las dos caras de la misma moneda, como el mismo perro con distintos collares. Antagonistas de fachada pero en realidad separados por un corto paso.
En medio de ambos, la Humanidad. Bergman apunta el descubrimiento más bello y optimista que puede ofrecer, aunque pueda parecer que la oscuridad vence a la luz. No es una concesión corriente en una película bergmaniana, porque su pesimismo suele ganar la partida.
Ese descubrimiento es el libre albedrío.
Un corazón humano libre no se puede comprar, no se puede dominar, no se puede controlar.
Ni Dios, ni el Diablo, tienen poder sobre el corazón de Marie. Ni sobre el de Don Juan. Ni sobre el de Pablo. Ni el del pastor, ni el de su esposa Renata.
Tanto uno como otro creen que somos fichas en su gran tablero de ajedrez. Se equivocan…
De rara belleza, la tengo ya como una de las películas más hermosas de la Svensk Filmindustri.

VIVOLEYENDO

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03 PM | 17 Jul

EL 18 DE JULIO DEL 36

juan negrínDurante la dictadura del general Franco, entre 1936 y 1975, el 18 de julio era “Fiesta Nacional” conmemorativa de la “Iniciación del Glorioso Alzamiento Nacional”. No en vano, ese día se extendió por toda España la sublevación militar comenzada el 17 en las guarniciones del Protectorado de Marruecos, que sólo triunfaría parcialmente en la mitad del país, abriendo la vía a la conversión del golpe militar en una guerra civil.

Como resultado de esa división de España surgieron dos bandos combatientes que librarían una contienda de casi tres años de duración, hasta abril de 1939. Por un lado, una España republicana donde el acosado gobierno reformista del Frente Popular lograría aplastar inicialmente a los insurrectos con el recurso a fuerzas armadas leales y la ayuda de fuerzas milicianas revolucionarias. Por otro, una España insurgente de perfil reaccionario y contrarrevolucionario donde los militares sublevados afirmarían su poder omnímodo como paso previo al asalto del territorio enemigo.

La guerra de 1936-1939 fue una cruel contienda fratricida que constituye el hito transcendental de la historia contemporánea española y está en el origen de nuestro tiempo presente. De hecho, fue un cataclismo colectivo que abrió un cisma de extrema violencia en la convivencia de una sociedad atravesada por múltiples líneas de fractura interna (tensiones entre clases sociales, entre sentimientos nacionales, entre mentalidades culturales…) y grandes reservas de odio y miedo conjugados.

La contienda española fue así una forma de “guerra salvaje” precisamente por librarse entre vecinos y familiares conocidos, bastante iguales y siempre cercanos (no por ser todos desconocidos, diferentes y ajenos). Y por eso produjo en el país, ante todo, una cosecha brutal de sangre: sangre de amigos, de vecinos, de hombres, de mujeres, de culpables y de inocentes. Sencillamente porque en una guerra civil el frente de combate es una trágica línea imprecisa que atraviesa familias, casas, ciudades y regiones, llevando a su paso un deplorable catálogo de atrocidades homicidas, ignominias morales y a veces también de actos heroicos y conductas filantrópicas.

La guerra civil abrió las puertas al abismo en España. No trajo la Paz sino la Victoria y una larga dictadura

El triste corolario de una contienda de esta naturaleza fue apuntado por el general De Gaulle: “Todas las guerras son malas, porque simbolizan el fracaso de toda política. Pero las guerras civiles, en las que en ambas trincheras hay hermanos, son imperdonables, porque la paz no nace cuando la guerra termina”.

En efecto, al término de la brutal contienda civil de 1936-1939 no habría de llegar a España la Paz sino la Victoria y una larga dictadura. Y entonces pudo comprobarse que, cualesquiera que hubieran sido los graves problemas imperantes en el verano de 1936, el recurso a las armas había sido una mala “solución” política y una pésima opción humanitaria. Simplemente porque había ocasionado sufrimientos inenarrables a la población afectada, devastaciones inmensas en todos los órdenes de la vida socio-económica, daños profundos en la fibra moral que sostiene unida toda colectividad cívica y un legado de penurias y heridas, materiales y espirituales, que tardarían generaciones en ser reparadas.

El balance de pérdidas humanas es terrorífico, puesto que registró las siguientes víctimas mortales: 1º) Entre 150.000 y 200.000 muertos en acciones de guerra (combates, operaciones bélicas, bombardeos). 2º) Alrededor de 155.000 muertos en acciones de represión en retaguardia: cien mil en zona franquista y el resto en zona republicana. Y 3º) En torno a 350.000 muertos por sobre-mortalidad durante el trienio bélico, derivada de enfermedades, hambrunas y privaciones.

Por si fuera poco, a esa abultada cifra de víctimas habría que añadir otras dos categorías de pérdidas cruciales para el devenir socio-económico del país: 1º) El desplome de las tasas de natalidad generado por la guerra, que provocó una reducción del número de nacimientos que se ha situado en unos 500.000 niños “no nacidos”. 2º) El incremento espectacular en el número de exiliados que abandonaron el país, ya de manera temporal (quizá hasta 734.000 personas) o ya de forma definitiva (300.000: el exilio republicano español de 1939).

Recordar hoy aquel 18 de julio de hace 80 años que abrió las puertas al abismo en España no sólo quiere dar a conocer mejor lo que fue una inmensa carnicería que traumatizó a una sociedad. También supone ejercitar una obligación de profilaxis cívica apuntada dos milenios atrás por Cicerón, que padeció en primera persona las guerras civiles que acabaron con la República en Roma: “Cualquier género de paz entre los ciudadanos me parecería preferible a una guerra civil”. Con su corolario: “Nunca más la guerra civil”.

ENRIQUE MORADIELLOS, catedrático

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03 PM | 05 Jul

EL SABOR DE LAS CEREZAS

El sabor de las cerezas es la película que consolidó la reputación como cineasta del director iraníAbbas Kiarostami. Obtuvo la Palma de Oro del Festival de Cannes en 1997. Es una película incómoda, lenta y difíel saboar de las cerezascil. Casi puede leerse como una extensa alegoría: el viaje interior de un extraño personaje que ha decidido suicidarse y busca a alguien que le ayude a ser enterrado dignamente, para evitar ser devorado por perros y aves carroñeras. El paisaje general que Kiarostami elige para reflejar el alma del protagonista es la periferia de una gran ciudad, a mitad de camino entre una mina abandonada y un vertedero.

Ahora, imagina lo siguiente: un extraño te pide que lo entierres tras su suicidio a cambio de una buena cantidad de dinero. ¿Cuál sería tu respuesta?

¿Ves ese agujero? Ese agujero que hay ahí. Ahora escucha con atención. A las seis de la mañana, ven aquí y llámame dos veces: “¡Señor Badí, Señor Badí!” Si contesto, coge mi mano y ayúdame a salir de ahí. Hay 200.000 tomans en el coche. Cógelos y vete. Si no te contesto, echa 20 palas de tierra sobre mí. Entonces coges el dinero y te vas. (…)

Al soldado adolescente a quien se dirige en primer lugar sólo se le ocurre echar a correr. Resulta interesante la paradoja de que el muchacho a quien están entrenando para matar en la guerra huya aterrorizado ante una misión bastante más sencilla.

Otro de los interlocutores del solitario suicida es un seminarista. Naturalmente, sus prejuicios religiosos le impiden cumplir los deseos del protagonista. Éste, por el contrario, argumenta que si Dios es bueno y no quiere ver sufrir al hombre habrá puesto en sus manos una solución para que pueda abandonar este mundo. El suicidio es un don divino, la puerta de atrás que garantiza la bondad de Dios. En cualquier caso, la conclusión es que los sermones y discursos religiosos son inútiles para ayudar al hombre que experimenta verdaderamente el dolor y la tragedia de la vida.

– He decidido librarme de esta vida. ¿Por qué? No le ayudaría saberlo y no quiero hablar de ello. Si se lo contara no lo entendería. Bueno, no es que no pueda entenderlo, pero no puede sentir lo que yo siento. Puede simpatizar, entender, mostrar compasión. ¿Pero sentir mi dolor? No. Comprende mi dolor, pero no puede sentirlo.Por eso le pedí que fuera un verdadero musulmán y me ayudara. ¿Podrá?.

– Sí, le entiendo. Pero el suicidio es una opción equivocada. Desde que los Hadiths, nuestros doce imanes y el Corán hablan del suicidio afirman que el hombre no debe matarse a si mismo. Dios confía al hombre su cuerpo pero el hombre no debe atormentar ese cuerpo. Le entiendo, pero el suicidio, visto desde todos los ángulos…

– Estoy de acuerdo, pero te dije que no necesitaba una lección.  Si la necesitara habría acudido a alguien con más experiencia, con sus estudios terminados. Estoy pidiendo únicamente un poco de ayuda.

– Mi mano imparte la justicia de Dios. Lo que usted quiere no sería justo.

– Sé que el suicidio es un pecado mortal. Pero ser infeliz es también un gran pecado. Cuando no eres feliz dañas a otras personas.  ¿No es eso también un pecado? Cuando haces daño al prójimo, ¿no es eso un pecado?. Haciendo daño a tu familia, tus amigos… a tí mismo.(…)

– Tiene razón, hacer daño a la gente cercana a ti es también un gran pecado.

– Yo creo que Dios es misericordioso y tan grande, que no quiere ver a sus criaturas sufrir. Tan grande, que posiblemente no quiere forzarnos a vivir. Por ello concedió al hombre esta solución. ¿Nunca había pensado en el sentido de todo esto?.

– He pensado en ello, pero no de la misma forma que usted.

– De todas formas,esta conversación no nos llevará a ningún lado. No es éste el momento ni el lugar.

Por fin, el protagonista encuentra a un viejo sabio capaz de ayudarle. Pero antes de prometerle su ayuda le cuenta su historia. Él también quiso suicidarse un día y fue al campo con una cuerda para ahorcarse. Tuvo que subir al árbol para atarla con fuerza y mientras estaba arriba probó una cereza y luego otra y otra… Y llegaron unos niños que le pideron que moviese el árbol para que cayesen más cerezas. Y lo hizo. Y volvió a casa con un cesto de cerezas y, a pesar de sus problemas, entre él y su mujer se las comieron todas. La vida, le dice, es demasiado corta como para renunciar a un amanecer… Salió en la noche para ahorcarse y volvió hecho otro hombre gracias a una cereza. Todos tenemos problemas, le dice. Pero el suicidio no es el remedio. La solución está en un cambio interior, en recuperar la capacidad para poder ver la maravilla de cada efímero instante de vida. Sin embargo, a pesar de su intenso amor a la vida, o quizás precisamente por eso,  el viejo sabio le promete que le ayudará a ser enterrado dignamente.

– Le contaré algo que me ocurrió a mí. Fue justo después de casarme. Teníamos todo tipo de problemas. Estaba tan harto que decidí acabar con todo. Una mañana, antes del amanecer, guardé una cuerda en mi coche. Lo tenía decidido, quería matarme. Salí hacia Mianeh. Fue en 1960. Llegué a las plantaciones de cerezos. Paré allí, estaba aún oscuro. Tiré la cuerda alrededor de un arbol, pero no encontré el lado opuesto.  Lo intenté una y otra vez, pero no hubo manera. Así que subí al arbol y até la cuerda con fuerza. Entonces sentí algo suave bajo mis manos. Cerezas, cerezas deliciosamente dulces. Me comí una, luego una segunda y una tercera. De repente, me di cuenta que el sol estaba saliendo sobre la cima de la montaña. ¡Menudo sol, menudo paisaje, todo verde! En ese mismo instante, escuché a los niños saliendo hacia la escuela. Se paraban a mirarme. Me pidieron que agitara el árbol,  las cerezas caían y se las comían. Me sentí feliz. Recogí algunas cerezas para llevarlas a casa. Mi mujer seguía durmiendo, cuando se despertó, también comió cerezas, y las disfrutó. Había decidido matarme y volvía a casa con cerezas. Las cerezas me salvaron la vida, una cereza me salvó la vida.

– Comió cerezas,  y su mujer también, ¿y todo se arregló?.

– No, no fué así, pero yo cambié. Después de aquello, me fue mejor, pero yo había cambiado mi forma de pensar. Me sentía mejor. Todos los hombres de la tierra tienen problemas en su vida. Es así. Hay mucha gente en la tierra. No existe una familia  sin problemas. No conozco tu problema, si lo supiera podría explicarme mejor. Cuando vas a ver a un médico, le dices donde te duele. Perdóname, no eres turco ¿verdad?, ¿lo eres? Voy a contarte un chiste. No te ofendas. Un turco va a ver a un médico. Y le dice: “Cuando me toco el cuerpo con este dedo, me duele. Cuando me toco mi cabeza, me duele, toco mis piernas, me duelen. Me duele la mano, la barriga”. El doctor le examina y le dice: “Tu cuerpo está bien, pero tu dedo está roto!” Mi estimado amigo, tu mente está enferma pero no hay nada malo contigo. Cambia tu perspectiva. El mundo no es de la forma en que lo ves. Tienes que cambiar tu perspectiva y cambiar el mundo.

¿Qué te parece el razonamiento del viejo sabio?  ¿Cómo crees que termina la película? ¿Se suicida el protagonista? ¿Cumple el viejo taxidermista la promesa de enterrarlo?

 

Espero tus comentarios.

 

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12 PM | 01 Jul

Queridísimo amigo Teo

teo

Petros Márkaris

 

El escritor griego evoca los acertados presagios del cineasta Teo Angelopoulos, fallecido hace cuatro años, sobre la crisis de los refugiados.”

Han pasado cuatro años desde tu fallecimiento y esta es la primera vez que siento la necesidad de escribirte. Estoy seguro de que tú entenderás mejor que nadie lo que tengo que decirte.

A lo largo de los últimos meses, mientras sigo el drama de los refugiados, mi pensamiento vuelve una y otra vez a tu película El paso suspendido de la cigüeña. Recuerdo lo que me dijiste cuando hablábamos del guion: que la emigración sería el gran problema de nuestra época. Tu pronóstico resultó acertado.

Antes de escribirte esta carta volví a ver El paso suspendido. Mientras avanzaba la película recordaba su estreno y cómo mirábamos atónitos el drama de los migrantes. Tu augurio fue acertado aunque la odisea de las personas que relata la película parece una caricia si lo comparamos con la tragedia que viven los refugiados de ahora.

Volví a escuchar al protagonista de la película preguntarse a sí mismo: “¿Cuántas fronteras tenemos que cruzar hasta llegar a casa?”. Y volví a ver al periodista quedarse con el pie suspendido sobre la línea fronteriza y decir que, si lo apoyaba en el suelo, se encontraría en otro país.

Teo, ninguna de las dos cosas pueden pasar con los migrantes de ahora. A tu protagonista le sobraría la pregunta “¿cuántas fronteras tenemos que cruzar?” porque todas las fronteras están cerradas desde Macedonia hasta Austria. Y el periodista se quedaría con el pie suspendido en Idomeni, en la frontera con Macedonia.

Tu protagonista, además, debería desprenderse de la esperanza de llegar alguna vez a casa. Con excepción de Alemania y de Suecia, ningún país de Europa central y del norte quiere ofrecer a los migrantes no ya una casa, sino siquiera una tienda de campaña.

En esta tragedia, la imagen que produce el mayor sobrecogimiento, en el sentido aristotélico del término, son los niños. Los niños que fueron separados de sus padres o que los perdieron y ahora vagan solos por los campamentos improvisados.

A estos niños no los encontramos en El paso suspendido de la cigüeña, sino en aquella otra película tuya: La eternidad y un día. Son “los niños de las fronteras”, a los que el espectador ve trepar por las alambradas en uno de los planos de la película. Vallas… Alambradas… Muros… Cercamos nuestras fronteras con los mismos materiales que antaño utilizábamos para vallar nuestros jardines.

Por lo demás, por supuesto, existe el espacio Schengen, el orgullo de la Unión Europea, que permite a todos los europeos circular libremente en la fantasía de una supuesta confederación. Solo que desde hace algunos meses el espacio Schengen está cerrado en muchos puntos. Los únicos que protestan son los empresarios. Afirman que el cierre de Schengen aumentará los costes de transporte. Su argumento es el único que convence, porque en esta Europa cuentan los costes y el dinero. Las personas no cuentan, especialmente si son migrantes.

No es que no haya en todos los países ciudadanos europeos que se preocupan por los migrantes, pero son una minoría, una especie de guardia de honor de los valores europeos.

Europa ha conocido muchas etapas en su historia: la época del Renacimiento, la era de la Revolución Industrial, la Revolución Francesa, la Ilustración. Nuestra época pasará a los anales de la historia como “la era de la hipocresía”.

Amigo Teo, te echo mucho de menos. Al mismo tiempo, sin embargo, me consuela pensar que no vives este periodo ruin. Sé cuánto te haría sufrir.

Tu amigo, Petros.

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