Análisis de Películas

07 PM | 13 Ene

MISIÓN DE AUDACES- DÍA 19 18 HORAS

Misión de audaces. (The Horse Soldiers. John Ford, 1959) Western/Bélica. Estados
Unidos. 119 min. color. VOS.
Habíamos tenido a Ford. Habíamos tenido a Wayne. Pero hasta hoy no
habíamos tenido la sacrosanta pareja del western: Ford y Wayne, Wayne y Ford, que
tanto monta…
Si por una estúpida e improbable distopía yo tuviera que salvar una, solo una,
de las películas del ciclo, me decidiría por Misión de audaces sin dudarlo. Ahora bien,
otra cosa diferente sería tener que explicar los motivos.
No es la mejor de las seleccionadas. Ni siquiera para mi gusto. No es la más
representativa del director: pocas veces Ford renuncia a tantos rasgos de su estilo
como en esta; en realidad, más parece una película de Howard Hawks. La crítica suele
maltratarla. La taquilla, en su momento, le fue esquiva. Y es difícil encontrarla en las
reposiciones habituales de los canales de TV. Pues a pesar de todo ello, cuando
planteé la realización del ciclo, fue uno de los primeros títulos sobre los que no tuve
ninguna duda. Discutí algunos otros con Félix: obras muy serias de John Sturges, de
Boetticher o, incluso, del propio Ford, pero en ningún momento hubiera consentido en
excluir esta. Pero no me pregunten por qué. Y si me lo preguntan, les contestaré
aquello de que a veces el corazón tiene razones que la razón no entiende.
Misión de audaces, en este momento de guerra a las puertas, tiene un riesgo
evidente: sería fácil caer, al presentarla, en un tono demagógico y mitinero. Pero les
aseguro que soslayaré el riesgo.

 

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10 PM | 05 Ene

EL ROSTRO IMPENETRABLE-DIA 12 A LAS 18 HORAS

El rostro impenetrable. (One-Eyed Jacks. Marlon Brando, 1961) Western. Estados
Unidos. 141 min. color. Doblada en castellano.
Recuperamos el ciclo con una película verdaderamente particular: El rostro
impenetrable; dirigida por Marlon Brando en el año 1961. Esta obra tenía todas las
papeletas para haber concluido en desastre y sin embargo estamos ante uno de los
westerns más originales y atípicos que jamás nadie haya filmado. Pero, empecemos
por el principio.
Un joven Stanley Kubrick, al filo de la treintena, acababa de deslumbrar con
Senderos de Gloria, su estremecedora visión de la Primera Guerra Mundial. Marlon
Brando ya era un actor de reconocimiento indiscutible, tanto en el cine como el teatro,
y quería producir una película. Además de protagonizarla, claro está. Narcisismo
obliga. El primero, contratado para dirigirla por el actor/productor, puso a trabajar a
Calder Willingham, a quien ya conocía de Senderos, en el guion de una novela de
Charles Neider. Un año estuvieron Willingham y el propio Kubrick dándole vueltas al
texto. Parece que en algún momento también intervino Sam Peckinpah, aunque no
consta acreditado.

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08 PM | 29 Dic

decálogo 8, día 30 a las 18 horas.

DECÁLOGO 8 (K. Kieslowski, 1990): No mentirás. Sobre el concepto de culpa depresiva.

No darás testimonio falso contra tu prójimo (Éxodo 20, 16)

Decálogo 8 nos plantea como decálogo 2 un dilema ético y, por ello, no es de extrañar que en una escena ambos episodios se relacionen. Obviamente también está implícito el sentimiento de culpa y, como ocurre en las reflexiones de Kieslowski, las situaciones que nos plantea siempre nos dejan con la dificultad con la que se tienen que asumir ciertas decisiones del ser humano. La película nos presenta de entrada una imagen en la que la mano de un adulto da la mano a una niña andando por unos solitarios callejones de Varsovia. Inmediatamente pasamos de esta escena a la de una mujer mayor haciendo gimnasia en la Naturaleza y luego haciendo footing. Finalmente la vemos llegar a su casa con unas flores. Allí nos encontramos con uno de los símbolos habituales de Kieslowski en esas series: un cuadro torcido. Como algo que no encaja ese cuadro torcido ya parece advertirnos de algún desencaje en la vida de esta mujer. Sofia (María Koscialkowska), es profesora de ética de la Universidad a quien visita su traductora en los Estados Unidos, Elzbieta Loranz (Teresa Marczewska), quién una vez presentada le pide que la deje asistir a su clase. Curiosamente, y ya en la clase, y tras presentar a los alumnos a Elzbieta, indica que va a continuar con el tema que están tratando: el infierno ético. Y es aquí cuando una alumna plantea una cuestión que hace referencia directa a Decálogo 2:

Tenemos la siguiente situación: un hombre se muere de cáncer. Le está tratando un médico excelente, que, y esto es importante, es cristiano. Este médico vive en el mismo edificio que el paciente y su esposa. La esposa del paciente empieza a acosar al médico. Lo que quiere es saber si su esposo va a vivir o a morir y, en ese caso cuando. Pero él no puedo decírselo. Sería como condenarle a muerte, y como católico, no puede decírselo. Pero ella insiste tanto que el médico sospecha que tenga un motivo especial que la haga insistir. Sus sospechas son correctas: la mujer está embarazada. Pero es de otro hombre y él no lo sabe. Además es su primer embarazo y creía que no podía tener hijos. La mujer ama a este  hijo, recién concebido. Pero también a su marido. Si su marido no muere se verá obligada a abortar. Pero si muere tendrá el niño. Le guste o  no, el médico sabe que la vida del niño depende de él.

Sofia – que durante la narración de la alumna parece inquieta – indica que conoce el final de esta historia y que el niño está vivo y que eso es quizá lo más importante de la historia. También, visiblemente afectada por esa última afirmación de Sofía acerca de que lo más importante es que el niño esté vivo, Elzbieta le pide a la profesora si puede añadirse a la clase y relatar un incidente.

Sofía y Elzbieta.

Sofia accede y Elzbieta empieza un relato de una historia real en Varsovia situada en 1943, durante la segunda guerra mundial. Se trata de la historia de una niña judía de 6 años que una joven pareja católica tiene que refugiar. Sólo hay una demanda: que la niña tenga extendido un certificado de bautismo:

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