11 AM | 20 Oct

ADONIS

 

El héroe, en vela cual ola

Polen

Antes de que despierte el sol de hoy
la violeta de nuestra casa
partió con su valija
y tomó luego el tren del aire.

Mi vida, aquí y ahora,
escala de peldaños que reposan
sobre la masa de la muerte.

                                                            ■

                                                                                    El sueño abre su puerta a los amantes,
                                                                                  que le prometen ir

                                                                                     y nunca llegan.
   

– Traducción de Aurelio Asiain
© Vuelta,

La luz, que tiene rostro,
no tiene entrañas.
Lo oscuro tiene entrañas
pero no rostro.

En el amor, su primera morada,
el tiempo se pasea con un cuerpo de rosa,
con un cuerpo de luz las rosas.
En el tiempo, su otra morada,
el polvo se pasea con pies de viento,
con pies de polvo el viento.

Su tiempo en ella es un espejo y sólo
lo habitan los perfiles de sus sueños.

¡Qué marítima en ella la pereza!
Baja de la calesa de las olas
y se entrega a la arena.

Abre tus brazos,
me gusta ver cómo entre ellos tiembla
mi memoria.

Los árboles disfrutan escuchando el espacio.
Así pega la oreja el árbol
contra el pecho del viento.

Esta luz que me alumbra sin cesar
es siempre niña.

Mujer, dondequiera que vaya,
corre la noche detrás de ella.

La historia se asienta en la cabeza de los hombres
y hace descender su verdad
por peldaños de sangre.

¿Qué le pasa a esa rosa?
Comenzó a marchitarse
apenas fue tomada por el sol.
¿Será la amante de la noche?

Llegó una mariposa a casa de la luz.
Tendida contra el fuego, entre sus dientes,
quiso aquello que la consume. ¡Cuántos
crímenes tuyos, luz, que no querrías!

Hacemos con la lengua la elegía de las cosas.
¿Con qué se hace la elegía de la lengua?

Recuerda que el otoño
no puede llegar hasta ti
antes de haber vivido las vacaciones del verano.

Yo retenía al sol por el tobillo
cuando salía de su noche:
fue el momento más bello de mi infancia.

Soñar no basta;
además, hace falta que sepas
cómo ofrecer a tus sueños un lecho.

En política, más te vale
decir: “la luna es una cesta
que mañana estará llena de pan y frutas”
y no “la libertad es una mujer que se divorcia”.

Me gusta el buen enemigo.
No me despierto del todo
más que en su cabeza.

¡Qué dulce es esta vela!
Para dar sus adioses a la noche
debe siempre enjugar sus lágrimas.

Nombro la nada y recompenso a la vida.
Así la poesía le habla al poder del tiempo.

Lo recuerdo: en mi infancia
nuestro pueblo tenía el color de la luna.
Al despertar,
se echaba una silla a las espaldas
para que el sol pudiera sentarse.

Cada noche la tristeza pone una lámpara
en la cabecera de la alegría
y descifra la historia del amor.

El aire, un caballero.
El polvo, el más vivaz de sus caballos.

No he abierto mi corazón
a la hospitalidad de la muerte.
Quizá sea que ignoro siempre la vida.

Todo lo que resta de lo que he conocido
se convierte para mí en tinta.
Podría entonces escribir mis escombros.

El polvo dejó pasos
sobre una cima a la que llamo: mi infancia.

El día, una semilla que se eleva
en el campo de la noche.

Dame, oh tiempo, la cabeza que perdiste
y te daré el cuerpo que buscas.

La naturaleza no envejece
salvo en una cosa: las palabras.

Toda una noche, el viento guardó sus manos
posadas en el árbol frente a casa,
como si el árbol fuera mi cuerpo, mis miembros.

El perfume se agota al salir de la yema.
¿Por eso huye sin retorno?

El tiempo olvida su lengua
cuando el cuerpo se pone a hablar.

En nuestro pueblo el aire es un poeta errante.
Ahí están las ventanas que lo escuchan.

Va y viene el árbol,
pero en su sombra.

¿Tú no hablarás, oh muerte?
Mira a tu hermana la vida:
ella tiembla también por tu silencio.

Cada día el sol deja cartas
en el borde de mi ventana.
Sólo la noche puede leerlas.

Le doy gracias al tiempo,
que me toma en sus brazos
y borra tras de sí el camino. ~

     [1]  Primera azora del Corán.

Compártelo:
01 PM | 14 Oct

Aki Kaurismäki

Innovador de profundas raíces clásicas, Aki Kaurismaki ha puesto en el mapa al cine finlandés con películas como Un hombre sin pasado o El Havre, en las que ha desarrollado un universo original del que él mismo parece formar parte, tal como estudia la profesora de la Universidad Carlos III de Madrid, Pilar Carrera, en un libro monográfico que edita Cátedra.

Recurriendo a lo que decía Walter Benjamin de que “no hay que creerse todo lo que dicen los autores sobre su obra”, Carrera se enfrenta a un director de cine cuya realidad como hombre es sumamente escurridiza y cuyas declaraciones hay que poner siempre en cuarentena.

“Lo que hace, dice, sus apariciones públicas… Está todo orquestado. Sus historias continúan en las ruedas de prensa que ofrece en los festivales. Se ha creado un personaje y actúa en consecuencia. Es muy dado a la boutade (broma), podría formar parte de sus propias películas”, asegura la autora de este monográfico.

Haciendo un repaso a títulos tan conocidos como Un hombre sin pasado, Nubes pasajeras y La chica de la fábrica de cerillas; o pequeñas joyas ocultas como Total Balalaika Show o Leningrad Cowboys Meet Moses, Carrera alumbra un escrupuloso método de trabajo que no tiene nada que ver con la dispersión, pues según la profesora, el cineasta finlandés “tiene una precisión narrativa impresionante y es un escenógrafo excepcional”.

Kaurismaki es el único cineasta capaz de explotar “todo el potencial melancólico de esos objetos industriales decrépitos”, declara la autora, y añade que para él “son ruinas cotidianas”. En cuanto a sus personajes, “aunque no los ves inmutarse, enseguida sabes qué sienten. Es una emoción mucho más fría, más pura. No despliegan los sentimientos, no te ríes a carcajadas. Es una risa para dentro”, añade.

En un cine lleno de sabiduría referencial, desde Buster Keaton a Robert Bresson pasando por Douglas Sirk, Kuarismaki utiliza las citas “para economizar narrativamente” y consigue sobreponerse al dejá vu para crear ese universo propio por el que han paseado Kati Outinen, Jean-Pierre Léaud o la perra Laika, proveniente de una familia de hasta seis generaciones de actores caninos. Lo que ha hecho Kaurismaki, según resume Carrera, ha sido aunar dos formas narrativas que existen desde hace mucho: “la palimpséstica posmoderna y la narración más lineal, más clásica, a la hora de contar”.

En esa precisión, poco parece combinar su afición al vino y al tabaco, su vida rodeado de perros en una caravana en las inmediaciones de Oporto. O, en cualquier caso, poco importa. “Él no se entrega nunca del todo, por lo que no he buscado el desenmascaramiento. He intentado bucear en sus películas y ver qué rasgos narrativos caracterizan su cine”, manifiesta Carrera. Pese a ese universo propio, Kaurismaki también ha hecho peculiares paradas en el planeta de Dostoieski en su película Crimen y castigo o en la galaxia shakespeariana en Hamlet vuelve a los negocios; además de haber rodado no solo en Finlandia, país con el que tiene una relación de amor-odio, sino también en Francia.

Según Carrera, el corpus creativo del cineasta es voluntariamente diverso, pero su autenticidad es indiscutible. Kaurismaki consigue crear de esta manera un estilo claramente reconocible, una mezcla que le caracteriza: “Está empeñado en unificar sus temas bipolares: el obrero, no es un obrero gregario como el que se ve en el cine de Ken Loach, es mezcla de obrero y cowboy. Un bohemio y un outsider de la sociedad capitalista”, ejemplifica Carrera. Aki Kaurismaki crea, a partir de estas ideas, un cine realmente complejo, complicado y al mismo tiempo de aparente simplicidad total. “Su cine lo protagonizan astros sin atmósfera. No tienen pasado, el futuro es incierto. No tienen sombra”, concluye la escritora.

Compártelo:
01 PM | 14 Oct

EL BARDO KERIB (FELAS)

Decía Godard que: “En el templo del cine hay imágenes, luz y realidad. Paradjanov es el principal guardián de éste templo”.La película sobre el bardo Kerib es un deleite para los sentidos, un encuentro con el pasado y la memoria. Busca los ritos con un desfile de objetos sacros y profanos, ambientados en la cultura zaherí, con un acompañamiento prodigioso del saz o kopuz instrumento musical cordófono.
Kerib, pobre pero de buen corazón, está enamorado de Magul-Megeri, la hermosa hija de un hombre rico local. El sentimiento es mutuo (El TE QUIERO,ME QUIERE, debajo de un paraguas con unas palomas blancas detrás nos pone en la pista sobre el conjunto de alegorías que veremos después), pero el padre de Magul-Megeri preferiría que se casara con Kurshudbek, un hombre grosero pero rico. Ashik Kerib hace un trato: él va a viajar por el mundo durante siete años y ganar suficiente riqueza como para ser digno de la mano de Magul-Megeri. Todo termina con un final feliz como no podía ser de otra manera en un cuento de hadas .Cuento adaptado por Lermotov antes de publicar “Un héroe de nuestro tiempo”.
La película está concebida casi toda ella con una disposición frontal, borrando la profundidad, buscando el efecto de la pintura iconológica de las miniaturas islámicas, y mostrando los personajes como si fueran máscaras de un teatro de marionetas, muchas de las cuales se pueden ver en el museo dedicado a Parajanov en Yerevan, República de Armenia, donde también tienen todas sus películas, y se le conoce como “La sombra de los antepasados olvidados”.
Compártelo:
06 PM | 11 Oct

POR LOS DE ABAJO

  

  En los últimos días nos han dejado para siempre dos intelectuales de izquierda a los que personalmente tenía mucha estima, Paco Fernández Buey, y Luis Gómez Llorente. Al primero  tuvimos ocasión de conocer en la Universidad de Verano en un curso sobre Gramsci (luego publicó Leyendo a Gramsci) y disfruté como nunca con ocasión de un debate sobre laicismo en una mesa en la Casa de Asturias en la que con Llorente estaban Bustelo, Santesmases, y Salazar que acaba de publicar: “Desigualdades Internacionales”.

  Si Fernández Buey nos ponía sobre la pista de los herederos de Marx en el primer “Topo”, Llorente nos dejaba en la editorial Cuadernos para el Diálogo “Aproximación a la Historia del socialismo Español”, y si Paco Fernández nos deja Marx (sin ismos), Gómez Llorente profundiza en la Escuela Pública en otro libro genial de la Fundación Pablo Iglesias.

 Hace un par de años, y a propósito de un aniversario de Manuel Sacristán, pedimos al Concejal de Cultura de San Lorenzo una sala para analizar su obra, y teníamos prácticamente comprometida la presencia de Fernández Buey, que era el que mejor conocía su obra y al personaje. Pero claro, en San Lorenzo sólo se permite el salón de actos a la Asociación de Abantos.

 Cuenta  José Martínez Cobos, que una tarde del 14 de agosto del 61, cuando el PSOE celebraba su octavo congreso en el exilio, Llorente defendió una ponencia de la Agrupación Socialista de Madrid, en contra de las tesis de Indalecio Prieto, era la primera vez que un delegado se atrevía a contradecir a la Dirección en un congreso. Y nos cuenta Salvador López Arnal, que a Paco por su actividad en el Sindicato Democrático (Universidad de Barcelona) le tocó hacer la mili en El Aiún, y que en los tiempos de la revolución posible era capaz de mostrar la viva imagen de la sensatez. De una sensatez de entonces, distinta a la que se puede encontrar hoy, cuando se pensaba que tumbar la dictadura era instaurar algo parecido al socialismo.

Tenían en común no ser sectarios, respetaban las diferencias y eran conscientes que sólo con la unidad de acción con los sindicatos podría avanzarse hacía una transformación social de la sociedad. Conocieron personas y compañeros  ligados a su época que fueron ministros, subsecretarios, directores generales, pero ellos no pudieron aguantar las puñaladas cainitas de los partidos políticos, y se fueron cada uno desde su ámbito ideológico sin ruido, sin protestas, casi disimuladamente. Pero eso sí, fueron siempre honrados y lucharon cada uno por los de abajo. Ahora que se habla de desafección está claro que ni a Luis ni a Paco se les puede achacar esta cuestión .Si hubiera habido más como ellos  otro gallo nos hubiera cantado.

 

 

Compártelo: