Opinión

11 AM | 09 Abr

EL ARTE DE LA MIRADA

Soñar es quizá lo más necesario que existe, más necesario incluso que ver. Si un día me dijeran: estás obligado a elegir entre soñar y ver, yo elegiría sin duda soñar. Creo que con la imaginación y el sueño se soporta mejor la ceguera. Sin sueños, la vida no sería fácil”. Esta frase es del cineasta iraní Abbas Kierostami, un heredero de Roberto Rossellini. Las películas de Kierostami narran los hechos más ordinarios de la vida: un día de clase en una escuela infantil, una muchacha que tiene que hacer de actriz y que se niega a repetir lo que le dicen, un niño que busca la casa de un compañero para entregarle el cuaderno que se ha olvidado en clase, un director de cine que visita los lugares devastados por un terremoto para ver lo que ha pasado con los colaboradores de una película anterior. Historias de gente común que Kierostami nos cuenta con un estilo alejado de toda retórica, con largos planos secuencia que recuerdan la estética de los documentales. Tampoco sus actores son profesionales. Suele elegirlos en los lugares mismos en los que rueda, tratando de ser lo más fiel posible a la realidad que quiere reflejar. Su reivindicación de los sueños no es, pues, obra de un visionario, de alguien que antepone el mundo de la fantasía, sino la del que solo aspira a captar con su cámara la presencia del mundo. Como si hablar de presencia fuera hablar de pensamiento, de alguien mirando.

El cine, como la fotografía, es el arte de la mirada. Es imagen vivida, imagen en el tiempo. El cine la deja fluir, la fotografía la detiene, pero ambos son artes temporales. Tal vez por eso no es posible ver una fotografía sin sentir que forma parte de un continuo, que pertenece a un transcurrir del que hemos aislado un instante. Un instante que tiene un antes y un después. Mirar fotografías nos obliga a un doble esfuerzo: el esfuerzo de ver, pero también el de adivinar. Pero ¿no pasa eso mismo cuando miramos el mundo? Mirar no es limitarse a percibir pasivamente las cosas, sino adentrarse en ellas, percibir su vida escondida. Lo que es lo mismo que decir que solo con la imaginación, como afirma Kierostami, podemos ver de verdad el mundo.

Solo el que se asoma a la realidad de la vida mira de verdad el mundo

Pero ¿es posible hoy algo así? La presencia cada vez más invasora de los medios audiovisuales hace que hoy no sea posible ver nada sin la mediación de sus representaciones. Incluso cuando nos detenemos ante un rostro querido en nuestra mente se desencadenan al instante las imágenes virtuales de decenas de rostros. O, dicho de otra forma, no le vemos por lo que es en sí mismo sino por lo que comparte con esas imágenes idolatradas. Si es un niño, querremos verle dueño de la salud y el encanto con que suelen aparecer los niños en la publicidad; si es una muchacha, su belleza deberá recordarnos la belleza vaporosa de las actrices de cine; si es un animal, el mundo de los documentales y las puestas de sol. La fotografía de alguien jugando al balón solo nos parecerá lograda si nos evoca la imagen de los futbolistas en los periódicos deportivos; y la de un paisaje, si nos recuerda las estampas de los libros turísticos. No vemos la realidad, sino sus múltiples simulacros.

Vivimos bajo el signo de las copias y los ecos. Bajo del signo de la pobre ninfa Eco. Eco acostumbraba entretener a Hera con su charla, lo que Zeus aprovechaba para entregarse a sus aventuras amorosas. Cuando Hera lo descubre, convencida de que la ninfa es su cómplice, la condena a repetir todo cuanto oye negándole la posibilidad de hablar por sí misma. De forma que, cuando se encuentra con Narciso en el bosque y se enamora de él, no puede sino repetir las cosas que este le dice. Nuestro mundo no es distinto al de la desdichada ninfa. No hacemos sino ser el eco de lo que vemos en los medios audiovisuales, que a su vez solo es repetición de lo que se dice y se ve en otro lugar. Somos copias de copias. Y, lo más extraño, es que no solo no tenemos conciencia alguna de ello, sino que cuanto más nos limitamos a repetir lo que oímos y a parecernos a lo que vemos más orgullosos nos sentimos. No, no somos como Eco. Dos cosas nos diferencian de la delicada ninfa: la conciencia de su desdicha y su vocación de amor.

Mirar tiene que ver con la atención, con la renuncia a poseer, es un acto de amor. Pero el cine actual, en su mayor parte, ha renunciado a estabúsqueda y se ha transformado en una máquina más de producir imágenes fijas, copias, simulacros, repeticiones. Por eso, y frente a la mayoría de las películas que triunfan en las pantallas, es muy raro tener la sensación de algo nuevo. Todo en ellas nos parece visto mil veces. La vieja fábrica de sueños se ha transformado en el paraíso de las copias y los ecos, en una dependencia más de ese gran parque temático que es la cultura del presente.

Es muy raro tener la sensación de ver algo nuevo en las películas

En Una pena observada, C. S. Lewis, al hablar de la muerte de su esposa, escribe que “la amada terrenal, incluso en vida, triunfa necesariamente sobre la mera idea que se tiene de ella”. No nos basta con tener una imagen de lo que amamos, sino que queremos su “directa e imprevisible realidad”. Para Lewis la realidad es iconoclasta y se encarga ella misma de hacer saltar por los aires las imágenes con que tratamos de fijarla. Solo el que se sorprende, el que no sabe qué querer, el que se asoma al misterio de la realidad, el amor y la vida mira de verdad el mundo. Un cine como el de Charles Chaplin no nos dice cómo son las cosas, nos enseña a mirarlas desde lugares inimaginables, como hacen los niños cuando dibujan. Ellos no pintan el caballo, sino su emoción al descubrirlo. Pintan su asombro al verlo en el prado, su fusión con él. Pintan pequeños centauros. Ven porque aman; y aman a pesar de que ven.

Adorno afirma en su estética que la verdadera experiencia de lo bello debe transformarse en pensamiento o no existiría. Y eso hace el verdadero cine, y por eso es hoy más necesario que nunca: ver el mundo con los ojos del pensamiento. Una mirada que no se conforma con ver, sino que espera ver, así fue una vez la mirada del cine (y aún sigue siéndolo en un puñado de directores que, por desgracia, apenas tienen cabida en los circuitos habituales de exhibición). Hay un pasaje en El idiota, la novela de Dostoievski, en que el príncipe Mishkin habla a sus amigos de una época oscura de su vida en que sus frecuentes crisis epilépticas le sumieron en un estado de confusión cercana al delirio. Una tarde, en las afueras de Basilea, el repentino rebuzno de un burro tiene el poder de devolverle la razón que estaba perdiendo al poner frente a él la presencia insustituible de lo real. Este pasaje inspirará a Robert Bresson su película más hermosa, Au hasard Balthasar. Nadie que haya visto esta película podrá olvidar la última secuencia, en que el burro enfermo busca el calor de un rebaño de ovejas para morir. Llegar a un lugar sin daño, eso es mirar. Solo el verdadero cine nos lleva a lugares donde ver y soñar se confunden.

Gustavo Martín Garzo es escritor.

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07 PM | 03 Mar

HISTORIA Y MITO

Continúa la batalla por la historia. Y continuará, porque, como ha escrito Richard Rorty, la lucha por el relato del pasado es la lucha por el liderazgo político. Me atrevería a matizarlo: es la lucha por la legitimidad, tanto de líderes como de instituciones. Cuando la Biblia narra la creación del hombre en primer lugar y de la mujer a partir de la extracción de una costilla suya —porque “no es bueno que el hombre esté solo”—, está legitimando la postergación y sumisión del género femenino; como cuando relata el pecado original está justificando la obligación de trabajar.

Me objetarán: pero la Biblia no es un libro de historia; es una narración legendaria, es puro mito; son hechos que no están avalados por evidencia alguna; aceptarlos o no es un acto de fe. De acuerdo. Pero es que el mito, no lo olvidemos, fue el origen de la historia y ha seguido estando íntimamente unido a ella hasta hoy mismo —y en dosis nada despreciables—.

Llamamos mito a un relato fundacional (M. Eliade), que describe “la actuación ejemplar de unos personajes extraordinarios en un tiempo memorable y lejano” (García Gual). El mito versa sobre las hazañas y penalidades de unos héroes y mártires que son los padres de nuestro linaje. Su conducta encarna los valores que deben regir de manera imperecedera nuestra comunidad. No es historia, claro, porque no se basa en hechos documentados. Pero de ningún modo es un mero relato de ficción, al servicio del entretenimiento, pese a que su belleza formal también pueda hacerle cumplir esa función. Responde, por el contrario, a una pregunta existencial (Lévi-Strauss): narra la creación del mundo, el origen de la vida o la explicación de la muerte. Está basado en oposiciones binarias: bien/mal, dioses/hombres, vida/muerte. Expresa deseos —que el héroe intenta llevar a la práctica—, perversiones y temores —encarnados en monstruos—, e intenta reconciliar esos polos opuestos para paliar nuestra angustia. El mito es, en términos del psicólogo Rollo May, un “asidero existencial”, algo que explica el sentido de la vida y de la muerte. No es, en modo alguno, inocuo. Está cargado de símbolos, de palabras y acciones llenas de significado. Y tiene gran interés, como cualquier antropólogo sabe, para entender las sociedades humanas.

La Historia —con mayúscula, es decir, como rama del conocimiento, no como mera sucesión de hechos— es un género radicalmente diferente. Porque es un saber sobre el pasado; quiere estar regida por la objetividad, alcanzar el status de ciencia, como otros campos del conocimiento humano. Nunca será una ciencia dura, desde luego, comparable a la Biología o a la Química, ni tendrá el rigor lógico de las Matemáticas; ante todo, porque se basa en datos interpretables, de origen subjetivo normalmente; pero, además, porque en su confección misma tiene mucho de narrativa, de artificio literario (Hayden White). Quiere ser, sin embargo, una narrativa veraz, basada en pruebas documentales que se interpretan a la luz de un esquema racional. No es pura literatura de ficción (pese a los intentos de S. Schama).

Los Estados hoy existentes se consideran encarnación de esa nación o comunidad ideal

El mito, en cambio, no busca, ni aparenta buscar, un conocimiento contrastado de los hechos pretéritos. Su objetivo es dar lecciones morales, ser vehículo portador de los valores que vertebran la comunidad. Desde el punto de vista político, su importancia se deriva, por tanto, de que crea identidad, de que proporciona autoestima. Los individuos que sufren una amnesia total carecen de identidad. Y las comunidades humanas, cuando aceptan o interiorizan un relato sobre su pasado común —un relato cargado de símbolos, como el mito—, construyen a partir de él todo un marco referencial, al que se llama cultura, en el que consiste su identidad colectiva y que proporciona estabilidad y seguridad a sus miembros.

Historia y mito son, por tanto, dos formas radicalmente distintas de acercarse al conocimiento del pasado. Y, sin embargo, pese a ello, hay que reconocer, para empezar, que la historia tuvo su origen en el mito; y que, además, tampoco puede evitar desempeñar la función de crear identidad y proporcionar autoestima. Porque, al relatar nuestro pasado, legitima ciertas propuestas políticas, bien como retorno a situaciones pretéritas idealizadas o como derecho a alcanzar antiguas promesas.

En el mundo contemporáneo, el posterior a las revoluciones liberal-democráticas, el sujeto de la soberanía por excelencia ha sido la nación. Consecuentemente, los libros de Historia se han reorientado para hacerlos girar en torno al sujeto nacional. Porque los Estados hoy existentes se consideran encarnación de esa nación o comunidad ideal y, para legitimarse, proyectan hacia atrás la existencia de aquella mucho más de lo que una mente crítica aceptaría. En el caso español, en los manuales escolares de Historia que se usaban cuando la gente de mi edad éramos niños enseñaban que Viriato había luchado por la “independencia de España” frente a las legiones romanas, en el siglo II antes de Cristo, o que, por esa misma causa y en época cercana, los habitantes de Sagunto y Numancia habían preferido suicidarse colectivamente a rendirse, ante la aplastante superioridad de los sitiadores cartagineses o romanos, los cuales, al entrar, solo encontraron cadáveres y cenizas. No importaba que Sagunto fuera una colonia griega ni que ninguna fuente histórica directa testimonie la muerte de todos sus habitantes; Tito Livio, al revés, consigna que Aníbal tomó la ciudad al asalto y Polibio dice que consiguió en ella “un gran botín de dinero, esclavos y riquezas”. En cuanto a los numantinos, resistieron, según Estrabón, heroicamente, “a excepción de unos pocos que, no pudiendo más, entregaron la muralla al enemigo”. Tampoco suele dedicarse un instante a reflexionar sobre si Viriato, “pastor lusitano”, podría comprender el significado del concepto de “independencia”, ni aun el de la palabra “España”, porque, en sus montañas de la hoy frontera portuguesa, difícilmente habría visto un mapa global ni tenido idea de que vivía en una península.

Nadie reflexiona sobre si Viriato comprendía términos como “España” e “independencia”

El historiador nacionalista —dan ganas de poner comillas al primero de estos dos términos— deja de lado todos esos datos porque lo único que le importa es demostrar la existencia de un “carácter español”, marcado por un valor indomable y una invencibilidad derivada de su predisposición a morir antes que rendirse, persistente a lo largo de milenios. Y digo bien milenios, porque el salto habitual, desde Numancia y Sagunto, suele darse hasta Zaragoza y Gerona frente a las tropas napoleónicas; y vade retro a aquel que se atreva a objetar, por ejemplo, que todo el territorio “español” —godo— se abrió sin ofrecer una resistencia digna de mención ante los musulmanes, tras una única batalla junto al Estrecho. Al historiador nacionalista le importa, en definitiva, dejar sentado, por usar términos que gustan al actual presidente del Gobierno, que España es “la nación más antigua de Europa”; o del mundo.

Como la imaginación de la que estamos dotados los humanos es, desgraciadamente, bastante limitada (pobres de nosotros de haberse hecho realidad aquello de “la imaginación al poder”), los topoi mitológicos son relativamente pocos; y se repiten. Volviendo a Sagunto y Numancia, hay que recordar que el caso canónico, mucho más conocido que el español, sobre una ciudad sitiada que decide inmolarse ante el imparable ataque enemigo, es el de la fortaleza judía de Masada, cuyos defensores se dieron muerte antes que rendirse a los romanos. El relato de Josefo, única fuente directa sobre el tema, menciona, de todos modos, algunas excepciones a aquel suicidio colectivo; y la evidencia arqueológica no ha aportado prueba alguna de la hecatombe. Pero no terminan aquí las imitaciones. Dos Historias de Galicia de mediados del XIX, las de José Verea y Aguiar y Benito Vicetto, incluyeron el episodio del Monte Medulio, donde los celta-galaicos, tras resistir heroicamente frente a la abrumadora superioridad romana, acabaron entregándose también a la orgía suicida. Eran los mártires que el galleguismo necesitaba en su despertar nacionalista.

Pero las otras versiones ibéricas de la mitología nacionalista que se disfraza de historia, tantas veces mimetizadas de la españolista, pueden dejarse para otra ocasión.

José Álvarez Junco es catedrático de Historia en la Universidad Complutense de Madrid. Su último libro es Las historias de España (Pons/Crítica).

 

 

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01 PM | 14 Feb

LA PUTA LUZ

Me manda Cosme, un amigo, este cruce de “cartas de amor”, a partir de una recibida de ENDESA a un ciudadano canario. Se trata de un caso más de  impotencia de usuarios, clientes, consumidores, contribuyentes, ciudadanos….que en un sistema de dominación capitalista-democrático (esta segunda categoría no se puede, al menos por ahora, separar de la primera, incluso el guión las separa ya demasiado) como éste que nos toca vivir, deberían ser sujetos a atender, valorar, cuidar, respetar, mimar incluso, aunque solo sea porque de ellos reciben los ingresos (desde una perspectiva de pagadores nacionales) que les permiten incrementar sus tasas de ganancia y expandirlo multinacionalmente, compitiendo con otros capitalismos nacionales que hacen lo mismo, desde sus territorios de origen, y con pagadores de ese territorio, desde el que se reproducen multinacionalmente. En otro e-mail que manda Clemence, que habla de Iberdrola, y que os remito después de éste, se ven las connivencias (vasos comunicantes) entre poder político y económico y los sueldos millonarios que se adjudican en la España del consenso democrático.

Por tanto, parece que nosotros somos clientes, consumidores, contribuyentes, usuarios, y ciudadanos de cualquier país, cautivos y obligados, democráticamente, a cumplir todo eso que nos proponen amorosamente ( con la misma ironía del texto), con el único objetivo de que, a cambio de energía en tus lugares de vida y trabajo, pueda nuestro capitalismo nacional, en este caso energético, crecer y multiplicarse por el mundo. La pregunta aquí es, ¿porqué no nos cuidan, valoran, seducen, respetan..etc, si deberíamos ser muy importantes para ellos, para su expansión mundial? La respuesta está dicha antes, porque no tienen necesidad de hacerlodado que somos cautivos y obligados, democráticamente, es decir, con el consentimiento del Estado democrático de consenso, y del gobierno de turno, sea nacional ( España, por ejemplo), o, regional (Europa, por ejemplo). Ahora han decidido un nuevo sistema de fijar las tarifas eléctricas, dado que el sistema de concurso anterior se ha quedado al desnudo ante la población, acusado de oligopolístico y fácilmente manipulable para incrementarnos los precios, tal como han hecho todos estos años atrás. Pues ahora se inventan otro donde, a cambio de hacernos creer (apelación teológica a la fe) que bajan los precios un porcentaje al usuario, no sabemos cuál es el coste del kilowatio/hora, porque este va a oscilar como si fuera un mercado de activos en la Bolsa. Pura economía financiera, de nuevo.

¿Alguien que no sea un ingenuo liberal, contaminado de esa ideología hasta la sangre, puede pensar que la competencia existe,  dentro de este sistema que la tiene por emblema, y baja los precios al usuario final en los productos o servicios que nos interesan de verdad?. ¿Alguien puede poner ejemplos de precios básicos que hayan bajado a lo largo de ciclos económicos, no momentos coyunturales? Otra cosa es que más o menos sectores de la población puedan pagarlos, antes de morirse de frío o de hambre. Se ha  especulado, siempre, en este sistema, con bienes básicos que incrementan los precios que impiden adquirirlos, a la población del tercer mundo, para producir bienes de consumo final o de materias primas, del primer mundo. Es lo que se llamó el intercambio desigual. Una bajada de precios por la competencia no es posible porque la deflación es más temible que la depresión para un sistema, como éste, que tiene su leit motiv fundamental en el desarrollo económico continuo hasta donde pueda y le dejemos. Por eso la tendencia al oligopolio es constante y permanente, aunque la disfracen de competencia, o nos lo hagan creer así.

Y surge otra pregunta, ¿podría haber un Estado, dentro del sistema del que hablamos, que impida tamañas tropelías con la población? En mi opinión, ya no va a ser fácil, sin nuevos episodios terribles para nosotros, ciudadanos subsidiarios, de regiones o países subsidiarios, o subalternos. Quizás, esto pudo parecer posible, después de la 2ª guerra mundial con las políticas keynesianas derivadas de ese desastre, para provocar los mínimos incrementos de producción necesarios, una acumulación de capital original, de tipo financiero ( comienzo de las burbujas futuras), para crear y estimular la demanda agregada, y teniendo en cuenta que había otro modelo que competía por el control mundial, y con las resistencias interiores al modelo capitalista, de tipo sindical y político (socialdemocracia).

Ahora, solo hay un modelo extendido mundialmente que tiende al oligopolio de producción y distribución, en los lugares originales donde produce, y a una competencia, también de tendencia oligopolística, en el resto del mundo. Que esto se haga con guerras económicas, como la que se está produciendo en esta crisis económico-financiera, para reestructurar la dominación, quedando espacios dominantes y otros subsidiarios o subalternos de la misma, o con guerras imperialistas entre naciones, y contra la población, es harina de otro costal. Depende de cómo se toleren los oligopolios, en la competencia mundial por espacios de dominación económica, y de cómo resista la población de cada espacio, país o región. Algunos casos del continente iberoamericano responden a estas resistencias que provocan reestructuraciones obligadas del capitalismo dominante.

Pensemos sobre estas cosas, casi desde lo más básico de la inteligencia, y no demos por bueno lo que parece existir como dato objetivo y neutral de la realidad, cuando es pura ideología al servicio de capas de población minoritarias, pero poderosas, que mantienen su poder porque creen que nos tienen controlados y sometidos a sus dictados y enunciados de significación. Al menos que no nos tomen por imbéciles, como habitualmente creen.

Un saludo amigos, y siga la resistencia, porque al menos no estarán tranquilos, hasta que vayamos descubriendo caminos nuevos de acción y creación, de los que ellos se beneficiarán, también, en un futuro. Algo así como nos ha pasado o está pasando a los hombres, con la lucha de emancipación de las mujeres, que ahora nos empieza a parecer mejor de lo que era antes cuando dominábamos por completo.

Eugenio

I. Primera carta de amor

“Estimado señor:

Endesa Distribución va a proceder próximamente a la sustitución de su contador de electricidad por uno nuevo que dispone de capacidad de Telegestión, en cumplimiento de la normativa vigente (RD 1110/2007 de 24 de agosto y Orden TC/3860/2007 de 28 de diciembre). El nuevo sistema de Telegestión permitirá entre otras funciones la lectura a distancia de su consumo.

A lo largo del próximo trimestre, un operario autorizado por Endesa sustituirá el contador que usted tiene actualmente instalado. Si su contador se encuentra en el cuarto de contadores o es accesible desde el exterior de su vivienda, no será necesario que usted esté presente. En caso contrario, el operario se pondrá en contacto con usted para poder realizar el cambio de contador.

El coste de la sustitución correrá a cargo de Endesa y usted sólo tendrá que abonar una cantidad en concepto de Derechos de Enganche, que según se establece en la legislación actual asciende a 9,04 euros. Por otra parte, el coste mensual de alquiler del contador a aplicar será de 0,81 euros.

Si necesita cualquier aclaración sobre esta sustitución o desea realizar alguna consulta, puede contactar con nosotros dirigiéndose al Teléfono de Atención de Endesa Distribución Eléctrica 902 509 600. Estaremos encantados de atenderle.

Agradeciendo de antemano su colaboración, reciba un cordial saludo”.

II. Respuesta. Segunda carta de amor “Estimados señores de Endesa Distribución:

He recibido su amable carta de fecha indeterminada (porque no la ponen) en la que me comunican una serie de hechos consumados basados, naturalmente, en que ustedes como monopolio hacen siempre lo que les sale de los electrones y a nosotros, como miembros de la honorable manada de borregos forzosamente consumidores, nos queda la única opción gozosa de pagar.

Les dirijo esta carta porque en el texto que me han enviado, como a otros muchos miles de consumidores, supongo, existen algunas cuestiones que me han sumido en un estado de estupor, catatonia y asombro. O dicho de otra forma, que me han fundido ustedes los plomos.

Porque vamos a ver. Me dicen ustedes amablemente que van a proceder a cambiarme “mi” contador de electricidad. Una cuestión bastante curiosa porque resulta que en el desglose de la factura que les pago a ustedes todos los meses les abono una cantidad en concepto de alquiler de contador. Y digo yo, ¿cómo es posible que les haya pagado un alquiler por algo que  era mío? ¿Habrán incurrido ustedes, mi querido monopolio, en un involuntario y pequeño error por el que me han estado cobrando indebidamente una modesta pero significativa cantidad a lo largo de los últimos años?

Sigo adelante con la carta y observo que me cuentan ustedes que el nuevo contador permite la lectura a distancia (es decir, más gente al paro, me temo, maldita tecnología) lo cual, como fácilmente comprenderán, a los usuarios nos la refanfinfla. Dicho de otra manera, que me da igual que lean ustedes el contador a medio metro o desde las quintas chimbambas, a condición de que las lecturas sean las reales.

Añaden que el coste de la sustitución -en cumplimiento de la normativa legal- correrá a cargo de Endesa. Y digo yo que faltaría más que nos cobraran a nosotros por algo que ni hemos pedido ni maldita la falta que nos hace. O sea, que les agradezco la información aunque me resulte irrelevante. Lo que me llena de asombro es que me indiquen que “solo” tendré que abonar “una cantidad en concepto de derechos de enganche que según la legislación actual asciende a 9,04 euros”. Vamos a ver, querido monopolio, ¿cómo nos van a cobrar a los usuarios un reenganche de un desenganche que ni hemos pedido, ni hemos contratado? Porque digo yo que porque a ustedes les salga del flujo de electrones cambiar los contadores, como les podría dar por cambiar esas divertidas torretas eléctricas de colorines con las que generosamente nos han adornado las autopistas para mejorar nuestra imagen turística, ¿a mi que me cuentan? Eso del derecho de enganche, que debe ser un asunto más complejo que el derecho romano, es un devengo que se produce cuando un usuario se da de alta en la red por primera vez o lo vuelve a hacer después de que le hayan cortado la luz por impago. ¿Pero cómo le pueden cobrar enganche a un consumidor que no se ha desenganchado, que está al corriente de sus pagos y que tiene un contrato vigente con ustedes para el suministro en unas condiciones pactadas?

Es que si tenemos en cuenta que tienen ustedes, un suponer,600.000 usuarios en Canariasa casi diez euros por barba, se van a embolsar así como quien no quiere la cosa unos seis millones de euros, que hay meses que no los gana uno, créanme, aunque sea expresidente de Gobierno y además de llevarse 80.000 del ala al año limpios de polvo (aunque no me consta que de paja) cobren por hacer de lobby para algunas de las grandes empresas españolas.

Lo que ya me descalabra completamente es que añadan -supongo que intentando convertir la carta en un relato kafkiano- que el coste mensual del alquiler del contador a aplicar (un lapsus sintáctico porque en todo caso querrán decir ustedes ·el costo mensual a aplicar del alquiler del contador…·) será de 0,81 euros. A veeeeerrr. Si el contador es mío ¿me van a pagar ustedes 0,81 euros mensuales? ¿O será que realmente el contador es de quien es -es decir, de ustedes- y amablemente me comunican que me van a cobrar esa módica cantidad mensual?. Y si es de ustedes, ¿por qué principian hablando de “mi” contador?

Queridos amigos del monopolio. No se líen. El contador es de ustedesLo era antes y lo es ahora. Por eso me cobraban antes el alquiler y me lo van a cobrar ahora. Y lo cambian ustedes por imperativo legalcon lo que esa pretensión de cobrarles diez euros a los usuarios me parece sencillamente que es sacar las patas del tiesto y echarle un poco de morro al asunto. Sobre todo porque lo que realmente se callan en su amable carta -en las cartas, como en la vida,es más importante lo que se calla que lo que se cuenta- es que el nuevo contador tecnológicamente avanzado que nos están cascando por decisión unilateral les va a permitir a sus señorías detectar a aquellos usuarios -viviendas, oficinas, bares, restaurantes y otros- queestán consumiendo ligeramente por encima de la potencia contratada. O dicho de otra manera, que aquellos consumidores que tienen con ustedes un contrato de potencia de 5 kw y resulta que de media están consumiendo un poco por encima -que como bien saben son un porrón- van a tener que pagarles esa energía extra con un sustancioso recargoy, de propina, estarán obligados a realizar un nuevo contrato de mayor potencia. Es decir, que con esos nuevos contadores van a detectar ustedes los pequeños sobreconsumos que ahora se les escapan, van a cobrarlos con banderillas y van a hacer el negocio redondo aumentando el rango de potencia de los contratos. Ustedes lo saben. Yo lo sé. Los usuarios no lo sabían.

Resulta descorazonador que mientras hacen ustedes todo esto, la gente que se supone que representa los intereses de los ciudadanos sigan discutiendo del sexo de los galgos y los podencos. Si esto fuera un libre mercado, allá penas porque estarían ejerciendo con toda legitimidad sus derechos como empresa y los usuarios estarían en condiciones de elegir. Como resulta que tienen ustedes el monopolio real de la distribución no estamos hablando de un mercado libre y las reglas del juego deben ser distintas. Desde luego no deberían pasar porque ustedes hagan lo que les salga del forro de los cajones de los electrones y a los usuarios, forzosos, no les quede otra que tragar.

Les agradezco su amable y distorsionada información en torno a sus planes para apretarnos un poco más los bolsillos, les recomiendo encarecidamente que su grupo de producción compre energías renovables de los nuevos parques eólicos del Cabildo de Tenerife (y de paso quesos, vino, yogures, piensos, vacas… o jugarse incluso unas perritas en los casinos de la casa) y les aseguro que como se les ocurra cobrarme diez euros por un reenganche que no he pedido,pienso acudir a la Organización de Consumidores y Usuarios para que no me hagan ni puñetero caso, perder el tiempo, frustrarme y pensar una vez más que estamos indefensos ante los monopolios, los mercados intervenidos y los ineptos que se suponen que tienen que defendernos.

Reciban un cordial saludo.

III. Y una objeción desesperadaPD. El número de información al que me indican en la carta que debo llamar (el 902 509 600 de Atención al Cliente de Endesa Distribución Eléctrica) es un call center -como dicen los modernos- que está en Madrid (me gustaría que creen puestos de trabajo donde yo pago, no sé si me entienden). Te atiende primero un sistema robotizado y luego una amable persona que solo acierta a repetir el manual de la compañía que viene a ser: “Le entendemos, pero le vamos a cobrar. Esto es lo que hay”. Ah. Y el número es de tarificación especial, de pago, con lo cual además de esperar, preguntar y no tener respuesta, también terminamos pagandoPor cierto, por mucho que me he leído las disposiciones legales que citan en su carta -y otras- sobre el cambio en los equipos de medidas básicos, por ninguna parte he visto otra interpretación que la de que son ustedes los que deben instalarlos y pagar el coste de la instalación.

 

QUE EMPIECE A CIRCULAR AHORA, NO ESPERAR HASTA FEBRERO….(Y apuntar en vuestras agendas en el día del consumidor)

 

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09 PM | 22 Ene

Y SE PROCLAMAN SOCIALISTAS

Y se proclaman socialistas

Miquel Porta Perales
Martes, 21 de enero de 2014 –

Durante demasiado tiempo, el Partit dels Socialistes de Catalunya, en lugar de marcar las diferencias en relación al nacionalismo, ha seguido la política nacionalista inaugurada por Jordi Pujol. En este sentido, el socialismo catalán no ha sido el cambio, sino el recambio. Más: el socialismo catalán ha hecho cosas –en materia de política lingüística o educativa, por ejemplo- que Jordi Pujol no se había atrevido a llevar a la práctica. Los socialistas catalanes se empeñaban en decir que ellos no eran nacionalistas. Pero, el lenguaje, las propuestas y las actuaciones eran de carácter nacionalista. Decían que no eran nacionalistas, pero reivindicaban y defendían aquello que los nacionalistas reivindicaban y defendían al tiempo que criticaban y descalificaban aquello que los nacionalistas criticaban y descalificaban. Cosa que conduce a una cuestión de lógica elemental de primer orden: o los nacionalistas no son nacionalistas o los socialistas catalanes son nacionalistas.

Lo que resulta francamente sorprendente es que esta Santa Alianza entre nacionalismo y socialismo catalán se empaquetara y vendiera como una manifestación del progreso. ¿Cómo es posible que el socialismo catalán abandonara –tanto da que fuera por convicción u oportunismo- el pensamiento ilustrado en favor de la farfolla nacionalista ofreciendo gato por libre? El resultado de tan singular metamorfosis: los derechos individuales y la idea de ciudadanía, pierden; el exclusivismo nacionalista, gana.

Y en eso que el 16 de enero de 2014 –la negativa del PSC a votar “sí” a una consulta sobre “el futuro político colectivo de Cataluña”: una petición planteada para recibir el “no” del Estado y desencadenar así una nueva oleada de victimismo que beneficiará al independentismo- el Partit dels Socialistes de Catalunya dice “basta”.

Los ciudadanos de Cataluña se merecen una izquierda laica –no un sucedáneo, comparsa, muleta o propagandista del nacionalismo- que huya de la cosmogonía, la concepción del mundo, la teología y los intereses nacionalistas

Y en eso que un grupo de ilustres socialistas reacciona con un manifiesto titulado Crida socialista pel referéndum. Otra vez la Santa Alianza. Otra vez el socialismo catalán –en este caso, una parte del mismo- utiliza el mismo lenguaje que el nacionalismo. Otra vez las mismas propuestas. Otra vez una mercancía averiada vendida –como si el socialismo no tuviera ya suficientes problemas de definición, programa y discurso- bajo la etiqueta del progreso.

Los abajo firmantes hablan de “objetivo nacional más inmediato”, “reto nacional”, de “constantes vitales de la nación catalana”, de “construcción nacional de Cataluña”, de “causa nacional de Cataluña”, de “intereses nacionales de Cataluña”.

Los abajo firmantes afirman que “la opción de la independencia puede ser una salida pero no necesariamente la única posible de la crisis actual”. Uno se tranquiliza al leer que la independencia no es “necesariamente” la salida a la situación.

Los abajo firmantes aseguran que oponerse a la consulta –así, sin más- “para que el pueblo de Cataluña se pueda pronunciar claramente sobre su relación con España” es “una actitud inaceptable y antidemocrática”.

Los abajo firmantes hablan de una “divisoria ineludible”: “la gran mayoría que, en los parámetros del catalanismo político, exige el referéndum” frente “a quienes se oponen desde los parámetros de la política española y, en algunos casos, tratando de hacer de ello un factor de división de la sociedad civil catalana”. Unos “a un lado” y otros “al otro lado”, dicen. La misma topografía construida por el nacionalismo catalán.

Los abajo firmantes proclaman que los “socialistas catalanes hemos de estar donde nos corresponde: en primera fila”. Y añaden que “resquebrajar la unidad de este bloque con aceleraciones injustificadas” puede “servir a los intereses del adversario”. Concluyen: “El socialismo catalán no puede faltar a la actual cita por Cataluña”.

Los abajo firmantes, después de “exigir” sus demandas “en nombre de los intereses nacionales de Cataluña”, después de “invitar” a quienes compartan sus ideas a “no desfallecer”, después de eso, piden que “se dispongan también a trabajar, a medio plazo, a favor de la recuperación del espacio socialista, por la construcción de una alternativa catalana de izquierdas”.

Ese es su lenguaje, esa es su alternativa, esa es su concepción de la democracia, esa es la visión de trinchera que tienen de la sociedad catalana, esa es su opción, esa es su posición, esas son sus prioridades. Y a todo eso lo llaman “poner Cataluña al frente de la lucha por la libertad, la justicia y el progreso”. Y se proclaman socialistas. Y se permiten el lujo de dar lecciones de honestidad, moralidad y bondad. Los ciudadanos de Cataluña se merecen una izquierda laica –no un sucedáneo, comparsa, muleta o propagandista del nacionalismo- que huya de la cosmogonía, la concepción del mundo, la teología y los intereses nacionalistas.

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