Críticas

07 PM | 12 Mar

CRITICA DE CANINO (DRAGONDAVE)

Es una pregunta retórica, pero creo que define bastante bien la esencia del film de Lanthimos.
Imaginaros un lugar donde los adultos siguieran comportándose como niños, donde todo estuviera rodeado de una burbuja invisible que detuviera a los habitantes de su interior en el tiempo y espacio, en un mundo solamente para ellos, alejado de codicias, marcas, tristezas o perversiones diversas. Pero a su vez, con nula libertad, con unas normas rígidas y una educación adulterada para manipular a su antojo.

Se abre así ante el espectador una especie de fábula grotesca, tan caricaturesca como espeluznante si se reflexiona posteriormente. Se la ha catalogado rápidamente de comedia negra, pues ver a adultos sobrepasando la treintena comportarse como niños siempre es cómico, pero yo veo más un drama psicológico, todo es cuestión de percepciones.
En cualquier caso, lo indudable es que estamos ante una película atípica, transgresora y que no deja indiferente. Difícil de recomendar pero que si se entra en su juego, se puede degustar el amargo plato que ofrece. Tiene muchos matices, lo que le hace ganar enteros, ya que cada espectador le dará su propia explicación a los hechos ocurridos, no hay una narración férrea que justifique los mismos.
Si conectas con la propuesta, mientras pasan unos austeros títulos de crédito finales, disfrutarás reflexionando y repasando activamente en tu cabeza todos los detalles, mientras sigues mirando fijamente atónito y sin habla la pantalla.

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10 PM | 06 Mar

LO QUE ESCONDE TU NOMBRE

REFLEXION DE EUGENIO

 

(Despues de una lectura conjunta)

Como habréis visto, nuestro cazanazis, Julián, de la novela de Clara Sanchez, “Lo que esconde tu nombre”, en el libroforum de Javier y Carmela tiene emuladores, en España, entre “etarras” y sus víctimas. Está habiendo, como habréis leído u oído, victimas y verdugos, que se preparan durante meses, unos desde las cárceles y otros desde fuera de ellas, para tener un cara a cara que les restituya como hombres que resuelven sus problemas sin la ley, o mejor, más allá de ella.

 

Esto, como dije en el debate, a mí me congratula sobremanera, (¿a los juristas también, o ven un peligroso deslizamiento por resolverlo fuera de los dispositivos jurídicos?), porque cuando un ser humano se pone frente a otro que le ha hecho sufrir, solo caben 2 posibilidades: o el enfrentamiento, hasta que uno venza  y el otro se someta de nuevo u otra vez, o restituir la situación inicial con su memoria, (no se trata de olvidar, y ese acto no lo permite, porque es su auténtica memoria individual), después de haber mostrado, cuerpo a cuerpo, sus razones o sentimientos, incompatibles, e incomposibles.

 

Es lo que hace Julián, que mantiene su dignidad ( no comparte la comida, ni bebida, que le ofrece el nazi), pero se atreve  al encuentro y a mirarle a los ojos, ya sin la culpa (por no haber muerto en los campos como otros, según relata Primo Levi, y nos recordaba Jorge), y además, con el sentimiento de alegría y nobleza (¿valor nuevo, o recuperado?), por haber resistido la tentación de la revancha y el odio, pasiones tristes que le debilitaban, y le hacían utilizar a otros para garantizarla (Sandra), frente a la presencia, ante su verdugo, que incrementaba su fuerza, alegre, para seguir la vida, ya cerca de la muerte.

 

 

 

 

 

La venganza y la culpa le hubieran llevado al asesinato (nueva víctima invertida) o a la depresión y al suicidio,(pliegue de la fuerza o el deseo contra sí mismo), lo que les pasó a muchos.

 

Y el perdón, que preguntaba Emilio, y le quise contestar spinozianamente,¿le llevaría a una fuerza mayor, la alegría, o más bien a una fuerza debilitadora, que le colocaría, paradójicamente, en una escala superior o inferior según la situación de cada uno?. Porque, pedir perdón o exigir perdón a otros, ¿acumula fuerzas afirmativas de la vida o las disminuye o neutraliza, en función de la culpa psicológica que arrastre cada uno o de la prepotencia o situación dominante que la obligue? Ahí está la clave para mí. Y es interesante este debate, ahora que en el País Vasco, hay que enfrentarse con el drama de la convivencia en el escenario después de la violencia.

 

Es verdad que la pasión del odio le hacia vivir, a Julián, de alguna manera, pero al final muta esa pasión y recupera el valor del enfrentamiento de los cuerpos, con sus razones intransitables e intransitivas, pero expuestos aquellos y expresadas éstas, y vuelve a una vida recuperada en la Residencia.(No importa demasiado, a estos efectos, que la novela no deje claro ese proceso de mutación de valores en Julián, ni que haya dudas si mantiene o no la antigua pasión del odio, con Heim y Elfe, pero ya el lector puede hacerlo). Da lo mismo, eso, se había enfrentado a su pasado, que era su destino, y había vencido a la muerte en vida, que continúa con Pilar y el recuerdo de Sandra.

 

Por el contrario, ese cara a cara, al verdugo le permite comprobar que no ha vencido, que la víctima ha sido capaz de enfrentar su valor, y que tendrá que vivir con lo que hizo, huyendo siempre, ya sin memoria, o con una que más le vale no recordar, a pesar de haber querido o seguir queriendo ser, una raza superior, biopolíticamente derrotada.

 

Aunque, para nuestra desgracia, la tanatopolítica del exterminio nazi ha dejado rastros en nuestro mundo que no va a ser fácil liquidar. Antes bien, crecen los campos de concentración, al margen de la ley o con ella suspendida (limbo jurídico). Ahora los hay, para emigrantes sin papeles, para refugiados, para excluidos…., que acechan nuestra seguridad (Bentham ya dijo que la libertad es seguridad). A la menor ocasión construimos un Guantánamo, difícil de cancelar como se está comprobando con Obama y su promesa, un Abub Graib (seguro que está mal escrito), o sea, centros de concentración humana, que hemos copiado de los nazis para aplicarlos a cualquier escenario que nos permita excepcionar, suspendiendo, el cumplimiento de los derechos. A la menor de cambio, las fuerzas que dominan sitúan a los otros fuera de los derechos,  que ya antes son de ciudadanía (nación) y después, en función de las circunstancias, relativos, humanos. 

 

También ha dejado rastros peligrosos en nuestra democracia formal que tiende a gobernar “excepcionalmente” por decreto, sin siquiera el Parlamento reunido. Hitler, no necesitó cambiar las leyes anteriores para gobernar, como si fuera el pueblo directamente, simplemente suspendió los derechos anteriores garantizados en la Constitución de Weimar, y ya pudo hacer lo que hizo. La diferencia, por ahora, radica en que en las democracias actuales, luego el Parlamento convalida los decretos autoritarios, o los tramita de nuevo como proyecto de ley (con la crisis hemos tenido algunos de derecha y de izquierda). Como véis, ¡que fragilidad la de los derechos humanos! o, ¡qué ideología tan eficaz que permite transgredirlos, invocándolos, o en su nombre.

 

Otra cosa son los relatos globales, históricos,  que nos permitan reconocer lo que pasó y legitimar procesos en los que nos reconozcamos, nosotros y nuestros descendientes. Ahí vuelve a tener lugar una lucha de fuerzas para saber cuál de los discursos quedan legitimados, si los del exterminio, o, que no existió tal como nos cuentan algunos, en el caso del nazismo, lo de nuestra transición del franquismo a la democracia, como pacto o como ruptura con sus consecuencias cada una, y ahora, la derrota de la violencia de ETA o la victoria de las fuerzas democráticas con sus contradicciones y claudicaciones de derechos.

 

Este es otro debate, concomitante con el que me ha hecho escribiros después del libroforum de Javier y Carmela, después de resonar en mí vuestras voces y vuestros argumentos.

 

 

Un abrazo

Eugenio

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07 PM | 05 Mar

LA MAGIA DEL CINE (FELAS)

Nos cuenta Bergman en su libro “Imágenes”, que “El rostro” refleja la experiencia de los años en que hizo teatro en Malmö. Años de bohemia y mucho trabajo, vivía sumergido permanentemente en su actividad y la comunidad laboral creaba una convivencia privada que recordará en “La linterna mágica”. Hay pues una conexión entre “El rostro” y aquella forma de vida. Los actores son atractivos mientras llevan puesta una máscara. Nos cuenta que el jefe de policía representaría a los críticos y que quería vengarse de uno en concreto, que escribía en una revista especializada de cine, llamado Harry Schein al que dio forma con el nombre de Vergérus, Consejero de Sanidad en la película.
Vogler, mago y hechicero, cuyas prácticas provocan la intromisión de las autoridades, es interpretado por el gran Max Von Sydov y representa el misterio. La película provoca una oposición entre razón y magia, jugando con los seres humanos, frio y manipulador como Bergman con todo su cine. El cónsul l Egerman es interpretado por Erlan Josephson, recientemente fallecido y protagonista de su última obra “Saraband”
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02 PM | 04 Mar

TIEMPO DE SILENCIO

La vida provinciana entre los centenarios muros de Salamanca se le cae encima a Lorenzo al regreso de su estancia veraniega en tierras anglosajonas. Salir de España ha sido como un soplo fresco que limpió el aire, un aire con olor a maderas antiguas, piedras gastadas, cera derretida y vino de mesa, que Lorenzo respiraba sin advertirlo. Pero, como suele ocurrir cuando se sale fuera de lo que uno ha conocido siempre, allá lejos todo huele diferente, a nuevo. Ya sea la mera sensación de libertad al estar lejos de casa, al paréntesis en la rutina, lo cierto es que ese cosquilleo de la aventurilla, esa tímida emoción del descubridor en tierra extraña, puede bastar en un espíritu joven indeciso y en vacilante formación para imbuirle de desasosiego, de una perspectiva en la que entra en duda el apacible olor a maderas antiguas, piedras gastadas, cera derretida y vino de mesa. Las paredes del hogar familiar se tornan prisiones, los padres regañan con machacona monotonía sin entender la inquietud del retoño que a sus ojos vuelve desmejorado y con peligrosas ínfulas, los amigos y colegas ya no divierten como antes, y lo que es peor, la novia es como una losa con la que se está por la fuerza de la costumbre. Antes era especial; las mariposas del estómago teñían sus ojos pizpiretos y toda su silueta de un aura que, por más que la busque, ya se ha esfumado. Porque ahora Berta llena su horizonte como nunca lo hizo nadie. ¿Por qué la providencia tiene a veces la crueldad de brindar el manjar más delicioso a cientos de kilómetros, en un verano, un único verano en el que se sale de lo habitual? ¿Por qué pone en los labios ese sabor tan irresistible, tan exótico, que no tiene nada que ver con los sabores tan masticados, para llevárselo después, dejando la insatisfacción del que no ha podido saciarse?
Tal vez Berta haya sido desde el principio un espejismo en el desierto, una risa de la suerte que se burla de los que quieren ser alguien, los que quieren aspirar a más que a dormitar el sueño de la rutina en una ciudad provinciana, los que han notado el chispazo de un abismo de pasión que no van a encontrar entre las piedras viejas, las plegarias de abuelas piadosas, los ceños fruncidos de los preocupados padres que han hecho las cosas lo mejor que han podido y unas promesas de matrimonio que son como cadenas.
¿Cómo puede uno lanzar el corazón hacia Berta, una fugaz aparición, hasta el punto de desgarrarse y partirse en dos, y estar dispuesto a renunciar a todo lo que uno ha querido tanto hasta conocerla a ella?
Las cartas dirigidas a esa Berta remota, tan española como extranjera, nacida de esa generación de exiliados, mientras Lorenzo se hace mayor aprendiendo ese innoble arte del disimulo y el silencio, son quizás el último grito de un alma que pierde la inocencia, que deja atrás la ingenuidad de cuando se creía que uno nunca se vendería por treinta monedas de plata.
VIVOLEYENDO
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