Crítica Literaria

01 PM | 06 Jul

 

Rousseau, juez de Jean-Jacques. Diálogos 

Autor: Jean-Jacques Rousseau
Prólogo: Javier Gomá Lanzón
Traducción: Manuel Arranz Lázaro
ISBN: 978-84-15894-97-1
Nº de edición:
Encuadernación: Rústica
Formato: 21×14 cm
Páginas: 480
Recorridos: Memorias

 

Rousseau, desde 1772 y hasta finales de 1775, en el mayor secreto, compone estos kafkianos diálogos, escritos sin continuidad, “durante cortos periodos”, porque le era imposible, según él mismo dice, mantener la tensión. (Raymond Trousson, Rousseau).
Escritos entre 1772 y 1776, y publicados póstumamente, estos Diálogos, una de las últimas obras que escribiera Jean-Jacques Rousseau, constituyen un complemento a la vez que una prolongación de sus Confesiones. Textos delirantes a primera vista en los que un Rousseau, aquejado desde hacía tiempo de manía persecutoria, emprende la imposible tarea de justificarse a sí mismo ante el mundo y defenderse de todas las injustas acusaciones y complots imaginarios que en su alucinada lucidez veía urdirse a su alrededor. Rousseau, el hombre, se erige entonces en juez de Jean-Jacques, el filósofo, autor de algunas de las obras (Emilio, La nueva Eloísa, El contrato social) más influyentes de su siglo y más estudiadas por la posteridad. Y Rousseau, el filósofo y el hombre, se dirige esperanzado a esa posteridad, consciente, y resignado a la vez, de que sus contemporáneos ya lo han condenado sin previo juicio. Su finalidad y su ambición no son otras que demostrar la unidad entre el hombre y su obra, la unidad entre Jean-Jacques y Rousseau, y luchar contra la indiferencia y la incomprensión del público que envenenaba los últimos años de su vida.
En su introducción a su edición de la obra, Michel Foucault subraya en estos Diálogos, especie de autoconfesiones, la importancia del lenguaje para imponerse al silencio. Una escritura vertical, que contrasta con todos sus textos anteriores, y “un sujeto disociado, superpuesto a sí mismo, fragmentado”, hace de estos Diálogos, traducidos por vez primera al castellano, una obra única en el género autobiográfico.
“Los Diálogos, texto autobiográfico, tienen en el fondo la estructura de los grandes textos teóricos: se trata, en un único movimiento del pensamiento, de fundar la inexistencia, y de justificar la existencia.” (Michel Foucault).
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04 PM | 19 Jun

LACRIMA RERUM. Ensayos sobre cine moderno

lacrima rerum      José Luís Gómez Toré

Una advertencia importante para cualquier lector desprevenido que se acerque a este libro: para entender las sutilezas de los análisis de Zizek, es preciso conocer siquiera someramente las teorías de Lacan. Como suele ocurrir con demasiada frecuencia en las lecturas psicoanalíticas de la obra de arte, Zizek no siempre elude el riesgo de la sobreinterpretación. A menudo las teorías lacanianas parecen tener más peso que las películas analizadas. No obstante, hay que señalar que estos riesgos suelen ser compensados sobradamente por la profundidad del análisis. Lacan en ocasiones constituye un obstáculo para el acercamiento a la obra al imponer un esquema de interpretación demasiado rígido. Sin embargo, otras muchas veces la inteligente mirada de Zizek sabe aprovechar el indudable interés de las teorías lacanianas para iluminar el entramado simbólico de las obras cinematográficas.El filósofo y psicoanalista esloveno Slavoj Zizek es un pensador que no rehuye la polémica. Profundo conocedor del marxismo y de Lacan, Zizek es capaz de establecer un respetuoso diálogo con el pensamiento político de Lenin (un autor que ciertamente no está de moda) mientras que no ahorra críticas a filósofos de tanto peso hoy (si bien en líneas de pensamiento muy distintas) como Habermas o Heidegger. En este libro, Zizek nos presenta siete ensayos en los que, como reza su subtítulo, aborda tanto la obra de autores imprescindibles de la historia del cine como estudia la compleja red de relaciones simbólicas que se establece en el nuevo marco del ciberespacio. Desde un enfoque lacaniano, Zizek se adentra en las creaciones cinematográficas de Krzystof Kieslowski, Alfred Hitchcock, Andrei Tarkovski y David Lynch. No sólo los grandes directores captan, sin embargo su atención: también se atreve con el cine como espectáculo de masas. Así se acerca a Matrix, que le interesa más por sus carencias que por sus logros: en las contradicciones internas de las tres películas de los hermanos Wachowski, Zizek cree ver reflejadas algunas claves de nuestro mundo contemporáneo.

Entre los ensayos que aquí recoge el pensador esloveno, destacaría sobre todo el titulado “David Lynch , o el arte del ridículo sublime”, que ofrece una lectura muy iluminadora de este inclasificable director norteamericano. Asimismo reciben una demorada atención aspectos tales como el itinerario vital de la protagonista femenina de Azul de Kieslowski, el entramado ético y simbólico de su Decálogo o el espiritualismo de Tarkovski.

De especial interés resulta el artículo dedicado al denominado “mago del suspense” (“Alfred Hitchcock, o ¿hay alguna forma correcta de hacer un remake de una película?”): el autor esloveno hace así su peculiar contribución a la lectura de un director que, desde lo que suele considerarse cine de entretenimiento, ha sabido crear un mundo muy personal, que desde luego no ha dejado indiferente a la filosofía contemporánea (pienso, por ejemplo, en el estudio que Eugenio Trías dedica a Vértigo en su libro Lo bello y lo siniestro). El interés de este ensayo de Zizek no sólo reside en el análisis de un director fundamental en la historia del cine. Hallamos también en él una muy sugestiva defensa, a partir del psicoanálisis, de la no obviedad de la obra de arte. Las creaciones artísticas (no importa que hablemos de cine, de literatura, de teatro…) siempre parecen necesitar de una región en sombra, que el autor no debe iluminar (lo que, al menos desde la visión de Zizek, puede explicarse no sólo como una necesidad del objeto estético, sino también de nuestro mundo psíquico).

 

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04 PM | 19 Jun

LO BELLO Y LO SINIESTRO

LO BELLO Y LO SINIESTRO

Tradicionalmente, hablar de lo siniestro es hablar de todo aquello que nos da miedo, aquello que es malo y que es contrario a lo bueno, como la diestra y siniestra, lo bueno y lo malo, lo bello y lo grotesco, porque lo grotesco es parte de lo siniestro. Ya desde el inicio Eugenio Trías nos plantea en su libro “lo bello y lo siniestro” todas estas facetas que lo siniestro ha adquirido en nuestra mente y en la idiosincrasia popular a lo largo de los siglos.
Para empezar con el análisis, Trías nos introduce en otras dos de las categorías estéticas más importantes: lo bello y lo sublime. Lo bello, definido hace más de dos mil años por los griegos, es hasta el día de hoy, la pauta para lo que muchos llaman arte, lo armonioso y simétrico, lo limitado, lo contrario al caos, porque el caos es ilimitado. Por otro lado lo sublime, la pequeñez del hombre en comparación a la grandeza de la naturaleza, es recordar lo finitos que somos comparado con la infinitez del universo, y acercándonos, en una mezcla de fascinación y temor, al caos de la tormenta; ver, como lo vio Turner, el paisaje que ningún ojo humano pudo ver.
Ahora si lo bello es lo armonioso y simétrico, con un principio y con fin, en contraposición a lo sublime, que es lo infinito, y lo dispar entre hombre y naturaleza, ¿en donde queda lo siniestro? Y ¿Qué lugar ocupa en nuestra mente?
Lo siniestro es, tradicionalmente aquello que nos da miedo, que puede dañarnos o bien que nos produce repulsión. Viendo estas características podríamos decir que lo feo lo deforme e inestable es siniestro, pero al seguir leyendo nos topamos con una característica indispensable de lo siniestro, el estar oculto, el permanecer bajo un velo casi impenetrable. Y no es que lo siniestro deba estar oculto, para que sea siniestro es preciso que “eso” sea revelado.
Lo nos lleva de la mano a conocer las teorías de Sigmund Freud, “la sensación de espanto que se adhiere a las cosas conocidas y familiares desde tiempo atrás”. Ahora, si lo siniestro está en lo conocido, ¿Por qué nos causa miedo? Es muy simple, nadie sabe que lo siniestro está ahí, porque no deberíamos verlo, pero lo vemos. Freíd menciona seis diferentes situaciones de lo siniestro: los maleficios, los dobles, lo inanimado que cobra vida, las repeticiones, las amputaciones y lo fantástico. Todas estas son situaciones que no “deberían” pasar, que no son normales y por lo tanto no deberíamos verlas. De modo que la sensación de lo siniestro comienza cuando vemos algo que no deberíamos ver, y tiempo después, al encontrarnos en similar situación reactivamos ese temor que quedo como impreso en nuestra mente tiempo atrás, pero, para que lo siniestro se revele como tal, debe de haber sido algo bello.
Pero ahora nos preguntamos, ¿Cómo puede lo bello ser parte de lo siniestro? Lo bello es, como se mencionó anteriormente, lo armonioso, lo finito, lo simétrico y el orden. Pero, según lo que dice el libro, la belleza sólo es belleza cuando cubre algo más, Rilke lo dijo: “la belleza es el comienzo de lo terrible que podemos soportar”.
Esto nos conduce a otro hecho que es universalmente conocido: el sentir placer por el dolor o por el miedo, y en el libro tenemos dos excelentes ejemplos de ello: el cine de terror de Hitchcock, y la tragedia griega. En un extremo tenemos ambas formas de arte como representación de esa necesidad del hombre de ver de cerca nuestros propios temores sin que nos afecten realmente. Pero por otro lado son fiel reflejo de lo siniestro que se extiende en el exterior, la tragedia de Edipo, por ejemplo, donde lo siniestro del maleficio condena a un hombre que nada puede hacer por cambiar su destino.
Para finalizar podemos concluir en dos cosas. La primera es que lo siniestro es algo que permanece oculto y que se revela en un momento dado para desdicha de muchos. Y la segunda cosa es que lo bello es tan sólo un velo que cubre aquello que no debemos ver, dentro del arte todo aquello que sea bello tendrá algo oculto, algo que tal vez no queramos ver, si es que no queremos padecer.
DEL BLOG

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05 PM | 03 Jun

LA MÚSICA EN EL MONASTERIO DEL ESCORIAL.

MUSICA EN EL ESCORIAL 2El presente libro se basa en la tesis doctoral La música en el monasterio del Escorial durante la estancia de los Jerónimos: Los niños del Colegio-Seminario (1567-1837),
dirigida por la profesora Begoña Lolo, leída en la Universidad Autónoma de Madrid en 2009 y merecedora del Premio Extraordinario de Doctorado. El autor estudia los diversos aspectos musicales -enseñanza, actividades litúrgicas, teatrales, etc.- del Seminario fundado por Felipe II en el monasterio del Escorial a instancias de lo dispuesto por el Concilio de Trento, estableciendo interesantes relaciones de paralelismo con otros colectivos del monasterio, como el noviciado, los cantorcillos de la hospedería y, sobre todo, la comunidad conventual. Entre las actividades musicales del Seminario destacó por encima del resto la Misa del Alba, instituida por Felipe II en 1575 y cantada todos los días del año en canto llano, para lo cual el monarca ordenó confeccionar 11 lujosos cantorales, conservados actualmente en el monasterio. Además, los seminaristas tomaban parte en ciertas ceremonias colectivas, en las que intervenían con cantos y danzas, sobre todo en presencia de reyes y otros visitantes ilustres.

CONTENIDO:

Agradecimientos
Abreviaturas y acrónimos
Criterios de trascripción
Prólogo, por Francisco Javier Campos
Introducción

I. Un seminario tridentino en el monasterio del Escorial. Contexto e historia
“Fundamos y hedificamos el monasterio de Sant Lorenzo el Real”. Felipe II y el monasterio del Escorial
Música en el Concilio de Trento y sus seminarios
La orden de San Jerónimo y su principal instituto: El canto de las divinas alabanzas
De Felipe II a Isabel II: Trayectoria histórica del Seminario (1563-1837)
El Seminario como institución y centro educativo

II. Músicas en el monasterio
El coro conventual y el canto llano
La capilla de música y el canto de órgano
Cantorcillos y niños de la hospedería
Colegio de religiosos
Noviciado

III. Enseñanza y preparación musical en el Seminario
Canto llano
La polifonía en el Seminario
Práctica instrumental y compositiva
El cantor o maestro de canto y otros profesores
Proyección musical posterior

IV. La Misa del Alba: Principal actividad musical y litúrgica del Seminario
Punto de partida: 1575. Descripción e historia
Los cantorales del Seminario
Un probable repertorio polifónico

V. Liturgia menor del Seminario
La Salve y oraciones finales
Desde 1633 y en canto de órgano: La Letanía de la Virgen
En “tono rezado”: El Oficio Parvo y el Rosario
Benedictio mensae: Las bendiciones y gracias de las comidas Otros cantos ocasionales

VI. Espacios sonoros y praxis interpretativa en la liturgia del Seminario

VII. Participación musical de los seminaristas en la liturgia conventual
Misas
Procesiones
Vísperas y otros oficios
Algunos aspectos sobre praxis musical

VIII. Entre la liturgia y la paraliturgia: Danzas y villancicos
La danza en el monasterio. Un ejercicio noble relacionado con la liturgia
Danzas del Corpus
Villancicos de Navidad. Un repertorio antiguo y casi testimonial
Epílogo

Fuentes
A) Fuentes manuscritas
B) Fuentes impresas

Bibliografía
Apéndice Biográfico
Apéndice Documental
Índice de documentos
Índice onomástico y topográfico

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