ALBERTO DESCORIAL
Es indudable otoño en sus señales
de glaucas tenues luces vespertinas,
desgritadas de voz, y de neblinas
que divinizan a los robledales.
Seria como el fulgor de los puñales
la tarde reverbera en las encinas.
Borroso el bosque, enteras las ruinas
donde asientan las dalias sus reales.
Una dulce tristeza de la herida
que la playa recibe por el sable
de la ola llegando ya vencida,
deshojada de modo insoslayable,
en cada embate dando algo de vida,
Octubre, cada vez más indudable.