Era una promesa tentadora. La utopía del tercer milenio presagiaba la comunicación sin límites. Con la superación de antiguos tabúes, la aparición de los teléfonos inteligentes y la exuberancia de amistades en redes sociales, el futuro auguraba un desconocido esplendor de conversaciones y conexiones. Y, sin embargo, hoy nos descubrimos atrincherados mentalmente y más solitarios que nunca. Aunque compartimos una honda sed de atención y escucha, hacemos oídos sordos y nos hablamos con hostilidad o indiferencia. En todas partes aflora una queja recurrente: la falta de consideración. Unas pocas personas reciben todo el reconocimiento, mientras una inmensa mayoría se siente desatendida, acallada y aislada.
Buena parte de las conversaciones cotidianas son distraídas y rutinarias. Se arrojan palabras al vacío para llenar el tiempo y conjurar la incomodidad. Nos educan para temer el silencio como algo hostil, pero lo esquivamos con torpeza. Seríamos personas distintas si los encuentros que decidieron el rumbo de nuestra vida hubieran sido menos mudos y superficiales, si de verdad hubiéramos intercambiado pensamientos. Quizás este mundo hechizado por la exuberancia de información empieza a añorar el placer —y el poder— de la conversación. Como dijo Luis Buñuel: “Yo adoro la soledad a cambio de que un amigo venga a hablarme de ella”.
Gena Rowlands ha muerto el miércoles 14 en su casa de Indian Wells, California, a los 94 años. La actriz de Una mujer bajo la influencia, que padecía alzhéimer, fue una de las grandes divas del cine independiente estadounidense entre 1960 y 1980 y protagonizó una decena de cintas dirigidas por su marido, el también actor John Cassavetes, fallecido en 1989. Para las generaciones más jóvenes, Rowlands es un rostro familiar gracias a su papel en The Notebook (El diario de Noa), el taquillazo de 2004 protagonizado por Ryan Gosling y Rachel McAdams y que dirigió su hijo, Nick Cassavetes.
La muerte ha sido confirmada por su familia, que estaba presente este miércoles en la casa de la prolífica actriz y de su segundo esposo, el empresario Robert Forrest. Nick Cassavetes ya había revelado en junio, durante una entrevista con Entertainment Weekly, que su madre padecía alzhéimer, enfermedad degenerativa que precisamente sufría su personaje en El diario de Noa.
“Logré que mi madre interpretara a una Allie mayor (el papel de Rachel McAdams), y pasamos mucho tiempo hablando del alzhéimer y de cómo su papel podría sentirse auténtico. Y ahora, en los últimos cinco años, ha sufrido esta enfermedad ella misma”, contaba Nick Cassavetes, dos décadas después del estreno del filme romántico. “Es increíble lo que vivimos, cómo lo interpretó, y ahora pesa sobre ella”, dijo a la revista el director, quien también dirigió a su madre en su ópera prima, Unhook the stars (Volver a vivir, 1996) y en otras dos películas, siendo la última Yellow, en 2012.
Cassavetes y Rowlands comenzaron como pareja en 1954, se casaron tras salir durante cuatro meses y no se separaron hasta que el director murió de cirrosis en 1989. El matrimonio fue duro. Tenían una relación tempestuosa, llena de peleas y malentendidos, según contó el crítico estadounidense Ray Carney en el famoso libro Cassavetes por Cassavetes (Anagrama, 2004). “Teníamos fricciones en cuanto a estilo de vida y gustos. No estábamos de acuerdo absolutamente en nada”, admitió el director.
La pareja dejó una considerable filmografía conjunta, una decena de títulos de una escuela de nuevo realismo que son material obligatorio para cualquier amante del cine. En la lista están, entre otras, Faces (Rostros), Opening Night (Noche de estreno), Love Streams (Corrientes de amor), Shadows (Sombras), Minnie and Moskowitz (Así habla el amor) y el clásico de 1974 A woman under the influence (Una mujer bajo la influencia), junto a Peter Falk, el actor que hizo famoso al detective Colombo y también amigo recurrente del cine de Cassavetes.
Myrtle Gordon (Gena Rowlands), actriz de Broadway, ensaya para su última obra. Esta versa sobre una mujer que no es capaz de admitir que el tiempo pasa y que se está haciendo mayor. Myrtle es una artista que se mete con una intensidad desmedida en la piel de sus personajes. Cuando es testigo de la muerte de uno de los jóvenes fans que tanto la adora, se siente responsable y entra en una profunda crisis emocional que comienza a interferir con su trabajo profesional.
El realizador neoyorkino John Cassavetes, director de “Maridos”, “Rostros” o “El asesinato de un corredor de apuestas chino” entre otras, dirigió nuevamente a su mujer (hasta en diez películas trabajaron juntos) y también a Ben Gazzara en este drama entre bambalinas cuya historia y guión también había desarrollado él mismo. De “Opening Night” realizaría años después su particular versión Pedro Almodóvar en “Todo sobre mi madre”.