Poesía

07 PM | 23 Ene

HART CRANE

Interior

 

It sheds a shy solemnity,

This lamp in our poor room.

O grey and gold amenity, —

Silence and gentle gloom!

 

Wide from the world, a stolen hour

We claim, and none may know

How love blooms like a tardy flower

Here in the day’s after-glow.

 

And even should the world break in

With jealous threat and guile,

The world, at last, must bow and win

Our pity and a smi

Esta lámpara dejó caer una tímida

Solemnidad en nuestro pobre cuarto.

¡Oh dorada y gris amenidad

Tristeza intensa y gentil!

 

 

A lo largo y ancho del mundo

Reclamamos las horas robadas ya que ninguno puede saber

Cuanto le agrada al amor florecer como una flor tardía

En los días posteriores a la incandescencia.

 

Y aunque el mundo deba despedazarse

Con celos y engaños

Al menos podrá  reverenciar y conquistar

Nuestra piedad con una sonrisa.

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08 PM | 06 Dic

JOSE HIERRO

En son de despedida

No vine sólo por decirte
(aunque también) que no volveré nunca,
y que nunca podré olvidarte.

Emprendo la tarea
(imposible, si es que algo hay imposible)
de racionalizar, interpretar, reconstruir y desandar
aquellas fábulas y hechizos
que gracias a ti fueron realidad.

Recupero los pasos iniciados a la orilla del río
y que desembocaban en “Kiss Bar” (aunque no estoy
seguro
dónde estaba el principio y dónde el fin).

Estoy cansado, muy cansado.
Don Antonio Machado dijo hace más de sesenta años
“Soy viejo porque tengo más de setenta años,
que es mucha edad para un español”.
(Sin comentarios).

         He vivido días radiantes
gracias a ti. Entre mis dedos se escurrían
cristalinas las horas, agua pura. Benditas sean.

Fue un tercer grado carcelario:
regresas a la cárcel por la noche,
por el día ―espejismo― te sientes libre, libre, libre.
Nadie pudo, ni puede, ni podrá por los siglos de los siglos
arrebatarme tanta felicidad.

Yo no he venido ―te lo dije―
para decirte adiós. Sé que no me echarás de menos,
y eso que yo soñaba ser todo para ti
como tú lo eres todo para mí.
¡Ay vanidad de vanidades y todo vanidad!

No te importuno más (ni siquiera sé si me escuchas).
Bebo el último whisky en el “Kiss Bar”,
la última margarita en “Santa Fe”,
rodeo luego la ciudad y su muralla de agua
en la que ya no queda nada que fue mío.
Desisto de adentrarme en su recinto,
no tengo fuerzas para celebrar
la melancólica liturgia de la separación
Sólo deseo ya dormir, dormir,
tal vez soñar…

(De Cuaderno de Nueva York, 1998)

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01 PM | 17 Nov

JUAN DE LA CRUZ

 En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.                     5

  A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.                     10

  En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía                             
sino la que en el corazón ardía.                 15

  Aquésta me guïaba
más cierta que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.                    20

  ¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!                  25

  En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.               30

  El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.                  35

  Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.                     40

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11 AM | 20 Oct

ADONIS

 

El héroe, en vela cual ola

Polen

Antes de que despierte el sol de hoy
la violeta de nuestra casa
partió con su valija
y tomó luego el tren del aire.

Mi vida, aquí y ahora,
escala de peldaños que reposan
sobre la masa de la muerte.

                                                            ■

                                                                                    El sueño abre su puerta a los amantes,
                                                                                  que le prometen ir

                                                                                     y nunca llegan.
   

– Traducción de Aurelio Asiain
© Vuelta,

La luz, que tiene rostro,
no tiene entrañas.
Lo oscuro tiene entrañas
pero no rostro.

En el amor, su primera morada,
el tiempo se pasea con un cuerpo de rosa,
con un cuerpo de luz las rosas.
En el tiempo, su otra morada,
el polvo se pasea con pies de viento,
con pies de polvo el viento.

Su tiempo en ella es un espejo y sólo
lo habitan los perfiles de sus sueños.

¡Qué marítima en ella la pereza!
Baja de la calesa de las olas
y se entrega a la arena.

Abre tus brazos,
me gusta ver cómo entre ellos tiembla
mi memoria.

Los árboles disfrutan escuchando el espacio.
Así pega la oreja el árbol
contra el pecho del viento.

Esta luz que me alumbra sin cesar
es siempre niña.

Mujer, dondequiera que vaya,
corre la noche detrás de ella.

La historia se asienta en la cabeza de los hombres
y hace descender su verdad
por peldaños de sangre.

¿Qué le pasa a esa rosa?
Comenzó a marchitarse
apenas fue tomada por el sol.
¿Será la amante de la noche?

Llegó una mariposa a casa de la luz.
Tendida contra el fuego, entre sus dientes,
quiso aquello que la consume. ¡Cuántos
crímenes tuyos, luz, que no querrías!

Hacemos con la lengua la elegía de las cosas.
¿Con qué se hace la elegía de la lengua?

Recuerda que el otoño
no puede llegar hasta ti
antes de haber vivido las vacaciones del verano.

Yo retenía al sol por el tobillo
cuando salía de su noche:
fue el momento más bello de mi infancia.

Soñar no basta;
además, hace falta que sepas
cómo ofrecer a tus sueños un lecho.

En política, más te vale
decir: “la luna es una cesta
que mañana estará llena de pan y frutas”
y no “la libertad es una mujer que se divorcia”.

Me gusta el buen enemigo.
No me despierto del todo
más que en su cabeza.

¡Qué dulce es esta vela!
Para dar sus adioses a la noche
debe siempre enjugar sus lágrimas.

Nombro la nada y recompenso a la vida.
Así la poesía le habla al poder del tiempo.

Lo recuerdo: en mi infancia
nuestro pueblo tenía el color de la luna.
Al despertar,
se echaba una silla a las espaldas
para que el sol pudiera sentarse.

Cada noche la tristeza pone una lámpara
en la cabecera de la alegría
y descifra la historia del amor.

El aire, un caballero.
El polvo, el más vivaz de sus caballos.

No he abierto mi corazón
a la hospitalidad de la muerte.
Quizá sea que ignoro siempre la vida.

Todo lo que resta de lo que he conocido
se convierte para mí en tinta.
Podría entonces escribir mis escombros.

El polvo dejó pasos
sobre una cima a la que llamo: mi infancia.

El día, una semilla que se eleva
en el campo de la noche.

Dame, oh tiempo, la cabeza que perdiste
y te daré el cuerpo que buscas.

La naturaleza no envejece
salvo en una cosa: las palabras.

Toda una noche, el viento guardó sus manos
posadas en el árbol frente a casa,
como si el árbol fuera mi cuerpo, mis miembros.

El perfume se agota al salir de la yema.
¿Por eso huye sin retorno?

El tiempo olvida su lengua
cuando el cuerpo se pone a hablar.

En nuestro pueblo el aire es un poeta errante.
Ahí están las ventanas que lo escuchan.

Va y viene el árbol,
pero en su sombra.

¿Tú no hablarás, oh muerte?
Mira a tu hermana la vida:
ella tiembla también por tu silencio.

Cada día el sol deja cartas
en el borde de mi ventana.
Sólo la noche puede leerlas.

Le doy gracias al tiempo,
que me toma en sus brazos
y borra tras de sí el camino. ~

     [1]  Primera azora del Corán.

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10 PM | 28 May

CUENCA (FEDERICO MUELAS)

“Alzada en bella sinrazón altiva
-pedestal de crepúsculos soñados-,
¿subes orgullos, bajas derrocados
sueños de un dios en celestial deriva?

¡Oh, tantálico esfuerzo en piedra viva!
¡Oh, aventura de cielos despeñados!
Cuenca, en volandas de celestes prados,
de peldaño en peldaño fugitiva.

Gallarda entraña de cristal que azores
en piedra guardan, mientras plisa el viento
de tu chopo el audaz escalofrío.

¡Cuenca, cristalizada en mis amores!
Hilván dorado al aire del lamento.
Cuenca cierta y soñada, en cielo y río.”

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