La semana pasada estuvimos en Babia, una zona de León donde los reyes se escapaban para pasar pequeñas temporadas fuera de la corte.Tuvimos ocasión de volver a leer “La lentitud de los Bueyes” un poemario del 79 de Julio LLamazares, con quien tuvimos ocasión de compartir tertulia en el Croché, aquellas que organizaba mi amigo Manolo ( él es mas amigo que yo de él, me suele decir). Alfonso estuvo muy atento al hecho de que nada trasciende la densa mansedumbre de ésta tarde…,Alicia retomó, después de una cabezadita, lo de “hay racimos de soledad en tus manos”…, Ana, después de su palomita se puso unas copas de tierra sobre la boca, Carmina se quedó sorprendida de mi éxito con la tabernera, Geñete quería a toda costa Benedetti, Maiki buscaba la quietud dulce y torturada comparando con Alexandre, y mientras los demás dormían ,Marisol callaba , Mercedes, siempre complaciente con “mis inventos”, me pedía nuevamente que … Yo no recuerdo sino el sabor de la duda como un alud de fresas sobre las blandas escamas de mi boca.
He olvidado el lugar donde las nieves más azules consiguen resistirse
a su abandono.
He olvidado ya hace tiempo la dócil lentitud de los molinos.
Mucho antes de la hora de los vagabundos, y a través de arboledas heladas,
caminé largamente hacia la mansedumbre. Busqué los prados donde pastan
los bueyes más antiguos.
Rocas más amarillas que el silencio puse sobre mi incertidumbre.
Rocas más dilatadas que algodón.
Y no quedó otra cosa que la duda fluyendo dulcemente, como nata derretida.
Yo no sé si, después de la muerte, alguien vendrá a dormirme con leyendas
aprendidas en lugares lejanos.
Yo no sé si el aguacero de la nada apagará los hornos de la mendicidad.
Pero es seguro que palabras absolutas, más absolutas que vasijas de aceite
derramadas, me estarán esperando al otro lado del olvido.
Y entre esas voces acuñadas sobre moldes de arcilla y certidumbre,
mi voz sonará extraña como tomillo arraigado en las cuestas del amor.
Mi voz será como un paréntesis de duda.
Alfonso Guerra estuvo en la Biblioteca Nacional para comentarnos cuales habían sido los libros mas importantes de su vida, y después de un recorrido realmente emocionante, terminó con una novela que recomendé a Carmina hace tiempo para que la propusiera en un club de lecturas, me estoy refiriendo a Helena o el mar del verano de Julián Ayesta, y que a mí me la recomendó hace unos años Vicent, un amigo valenciano, la novela, que tiene pocas páginas dice cosas como éstas:
“Algunas veces mi amor -que era Helena, tan hermosa, con la piel tan morena y el pelo rubio y los ojos azules y tan libre y valiente- se paraba otra vez a coger zarzamoras y se pinchaba con una espina. Entonces me ofrecía su dedo ensangrentado y yo le chupaba la sangre, que era tan roja, tan salada, tan hermosa centelleando al sol. Después me besaba y me lavaba con sus labios la sangre que había quedado en los míos. Y después de hacerlo nos entraba como un miedo raro. Porque aquello era un rito secreto, secretísimo, como una especie de pecado; nadie sabía por qué. Helena se apretaba contra mí como una gata misteriosa, y con los ojos llenos de lágrimas murmuraba: «Tengo miedo.» Y yo, lleno de una ternura y un amor que casi me hacían llenárseme los ojos de lágrimas, la apretaba más aún contra mí y la mantenía así, con mis labios sobre su pelo, tiempo y tiempo, hasta que Helena separaba la cabeza de mi pecho y me miraba todavía con lágrimas, pero sonriéndose de amor y de felicidad. Entonces seguíamos andando abrazados, con la cabeza de Helena apoyada en mi hombro. Y así seguíamos hasta el mar.”
Como me alegré coincidir con él.
Estuve de viaje en Portugal y paramos en Lamego visitando el teatro Ribeiro de Concisao, una maravilla de espacio que tiene un parecido con la Scala de Milán .La historia del teatro es muy sencilla: un nativo del pueblo hizo dinero en Brasil y a su vuelta quiso hacer un teatro, con el tiempo se deterioró, hubo un incendio y al final la recuperación se ha tenido que hacer desde los poderes públicos .El teatro Variedades si queremos que funcione tendrá que tener un recorrido parecido, aunque algunos crean que lo privado es la mejor solución.
Alejandra ha estado muy bien en el mitin que el PSOE de nuestro pueblo dio el pasado domingo .Alguien tendrá que ir pensando en como se abordan las próximas elecciones municipales.
1 de junio 2009
Cuando llegan estas fechas, y la feria taurina de San Isidro se convierte en actualidad, surge a mi alrededor la crítica de considerar el rito como algo salvaje y disparatado. Aún recuerdo a mi sobrina el verano pasado que para fastidiarme se enfundó una camiseta con el típico lema: “Toros ni Arte ni cultura”.
Para estas ocasiones consulto el libro de Victor Gómez Pin que además de ser de Barcelona, lo cual molesta cantidad a los antitaurinos, es catedrático de Filosofía, que lleva por título ni mas ni menos que el siguiente: “LA ESCUELA MAS SOBRIA DE VIDA.Tauromaquia como exigencia ética. ¿Debe Europa repudiar Ronda?, esta es la pregunta que se hace el autor, y encuentra la respuesta en Proust, la tauromaquia es la condición de “escuela mas sobria de vida y verdadero juicio final”,no hay duda, el toreo está indisolublemente unido a la ética y la estética.
Hoy he tenido que asistir a una comida de jubilación, y antes de que se produjera el discurso enlatado del jefe he pedido a los asistentes que si preferían cambiar el rollo del jefe por un cuento de Mario Benedetti, que en esos momentos estaba siendo enterrado en Montevideo, yo estaba convencido que el cambio no tenía discusión y me metí la mano en la chaqueta para leer el cuento de los delfines que esta en libro de Buzón del tiempo.Desolación, todos seguían al jefe y me tuve que guardar nuevamente el libro en la chaqueta. ¿conocían a Benedetti? esa fue mi gran pregunta cuando terminó la comida, por supuesto con cubatas y mus incluido.
19 de mayo de 2009