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07 PM | 23 Sep

HABRA UN DIA EN QUE TODOS…

 

   FELIX ALONSO

¿Queda algo del contrato social, o lo rompimos el día en que empezó la crisis? Rousseau ya no está de moda y el mundo de hoy ha sustituido su contrato social por un perfil dionisiaco.  He visto un video reciente de Cristina Lucas titulado Rousseau y Sophie, (así se llama también mi perrita) donde una procesión de mujeres cantando aporrea y mancilla un busto del filósofo mientras una voz en off recita los “deberes de la mujer” redactados por él en su Emilio, y si hoy se lanzan botellas contra una estatua llamando a Rousseau misógino con coartada ilustrada, lo mismo están haciendo los votantes de todo Europa con la socialdemocracia haciéndolos responsables de la crisis. 

  Conviene leer el último libro de José Manuel Bermudo Ávila  doctor en filosofía por la Universidad de Barcelona, titulado JJ Rousseau la profesión de fe del filósofo donde nos  muestra su interés por una reflexión filosófica ceñida a la crítica social. Rousseau, como ejemplo de esta actitud filosófica, ha estado siempre en el centro de sus preocupaciones. Por un lado como crítico del orden social con una posición metodológica y una alternativa que en ciertos puntos conectaría con el marxismo; por otro, como hombre de ese complejo movimiento de las luces, que por estar situado en nuestras raíces sigue siendo el horizonte de referencia necesaria para comprender el presente. ¿Sería posible hacer un alto en el recuento de votos de los avales en las primarias de Madrid y recordar que  se cumplen ahora dos años del “viernes negro” que cayó en lunes?

 En ese lunes del 15 de septiembre de 2008 Lehman Brothers, el número 4 de los cinco grandes de Wall Street, tuvo que declararse en proceso de concurso de acreedores. Fue, hasta la fecha, la mayor quiebra de la historia económica de los EEUU y emitió ondas de choque por todo el globo terrestre. Unos pocos días antes, el gobierno estadounidense, en no poca medida urgido por el Banco Central chino, había tenido que rescatar a los dos gigantes hipotecarios Fannie y Freddie;  AIG, la mayor empresa aseguradora del mundo, luchaba por la supervivencia, y el gobierno estadounidense había tenido que intervenir de nuevo con una ayuda milmillonaria. Lehman Brothers no fue salvado, a diferencia de Bear Stearns, el menor de los cinco grandes, que lo había sido cinco meses antes; a diferencia de Merrill Lynch, número tres de Wall Street, que con ayuda pública fue adquirido por Bank of America. En el caso de Lehman Brothers, el gobierno se negó a respaldar la adquisición por terceros del gran banco en bancarrota. La crisis financiera mundial, que por entonces llevaba ya un año en curso, había llegado a su punto culminante y el sistema financiero mundial estaba al borde del desplome. Por doquiera entraban las bolsas en caída libre, todo, salvo los empréstitos públicos, caía a plomo, los índices bursátiles bajaban al sótano, el Dow Jones se precipitaba 500 puntos y luego siguieron caídas aún más espectaculares. Pánico generalizado en todo el mundo, el núcleo cordial del mercado monetario internacional, el crédito interbancario, prácticamente se paró, y en todo el mundo intervinieron los gobiernos con centenares de miles de millones para evitar el desplome por todos temido. Hank Paulson, el ministro de finanzas norteamericano y antiguo jefe de Goldman Sachs, asombró al mundo y al Congreso de los EEUU con un programa de 700 mil millones de dólares para salvar a Wall Street. Merced a una serie de drásticas acciones emprendidas por los Estados y los bancos centrales en las semanas y en los meses siguientes, se contuvo el pánico. Pero entonces la crisis golpeó de lleno a la llamada economía real, al comercio internacional y a la industria mundial. Las consecuencias duran hasta el día de hoy. ¿Cómo pudo ocurrir? ¿Cómo es posible que uno de los mayores bancos de inversión del mundo, una empresa financiera que operaba a escala planetaria, uno de los global players más importantes del sector financiero internacional se desplomara de la mañana a la noche? 600 mil millones de deuda quebraron la columna vertebral de Lehman. Hoy es todavía el día en que cientos de especialistas de primer nivel siguen devanándose los sesos a tiempo completo para desentrañar lo ocurrido en la quiebra. Ahora aquí  lo que toca es meterse con los sindicatos, y  tener que optar por el mejor cartel. Cantemos todos juntos: “habrá un día en que todos….”  

 

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01 AM | 03 Ago

LO SOCIAL COMO ARGUMENTO-ADIÓS CARMELITAS

                                              FELIX ALONSO

 En el  pleno municipal celebrado el pasado día 14 de julio, a las 8,30 de la mañana para que no nos enteremos ( con el anuncio de un reglamento de participación ciudadana, que ahora se quiere desempolvar después de llevar vigente desde el año 92 sin hacer el más mínimo caso, se nos quieren vender nuevos tiempos) se ha dado un paso más para la aprobación de construcción de viviendas  en el jardín de nuestro querido colegio, esta vez con la colaboración de García Millán , su representante en la Empresa Municipal de la Vivienda, y la nueva ejecutiva local, siempre con el argumento de lo social de la iniciativa, faltaría más. Yo que  procedo de la Plazoleta de Santiago, tengo en mi memoria  el recuerdo de que el nuevo espacio fue un donativo  que  nunca ninguno pensamos que con el tiempo se iba a destruir con el ladrillo. Los argumentos afectivos son muchos, desde el recuerdo a la Hermana Francisca, que me enseñó a leer,  los partidos de futbol en el campito pequeño, el esfuerzo de Las Hermanas Pilar e Isabel en el nocturno…, los primeros pasos de mis hijos, muchas razones para votar no, pero también tengo argumentos políticos .Desde la izquierda (afortunadamente IU local se ha dado cuenta de su error permanente y ha votado NO) estamos abogando por un nuevo modelo basado en parámetros distintos y propugnando un cambio del mercado inmobiliario, pero aquí el PP y el PSOE se unen para todo lo contrario. En un informe de la  Fundación Española de Economía Aplicada, y que han puesto a nuestra disposición los amigos de la Plataforma Ciudadana Escurialense(a los que les han rechazado las alegaciones ) se nos ofrecen  ideas interesantes:  Durante el periodo 2000 a 2007, según los datos que aparecen en el Instituto de Estadística de la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de San Lorenzo concedió 591 licencias Municipales de Obra para Edificios Residenciales que se concretaban en 3.111 viviendas, con una superficie total de 274.819 m2. El número de transacciones inmobiliarias de vivienda nueva en San Lorenzo de El Escorial que facilita el Ministerio de la Vivienda durante el periodo 2004-2008, los grandes años del boom, fue de 564. Suponiendo, que es mucho suponer, que en el periodo anterior, 2000-2004, se vendiese una cantidad similar, el total de transacciones alcanzaría el número de 1.128 viviendas vendidas de las construidas. Es decir, habría más de 1.800 sin vender. Si sumamos a éstas las 1.400 viviendas vacías que el INE admite en su censo de 2001 (último año realizado) superamos las 3.000. Todas coinciden con nuestra percepción de que hay mucho cartel de “Se Vende”, es decir, que se ha construido ya bastante para futuras generaciones. En un estudio del Ministerio de la Vivienda se cifra en 600.000 la cantidad de casas sin vender en toda España. Otros estudios elevan esta cifra a 800.000 e incluso a 1.500.000. Además, las unidades catastrales censadas en San Lorenzo han pasado de8.500 viviendas aproximadamente del año 2000 a las 11.500 aproximadamente del año 2007. Obsérvese que este incremento coincide con el número de viviendas construidas. Es decir, que con la mitad de las viviendas disponibles San Lorenzo ha sido capaz de absorber un crecimiento de la población de 8.000 habitantes (una media de 3,5 habitantes por vivienda es un estándar). Por tanto, con las 3.000 que hay por vender, ocupar o rehabilitar hay más que de sobra para los próximos 10-15 años, o muchos más años si tenemos en cuenta el crecimiento poblacional previsto, que sitúa a San Lorenzo en 2017 en los 20.500 habitantes.En conclusión, la encomiable labor social que propone la derecha y a la que ahora con la nueva dirección política asume el PSOE local, en la Modificación Puntual no Substancial, es una demagogia para seguir viejos modelos caducados, y además se tira por la borda el excelente trabajo que se realizó desde la Agrupación Socialista, en la elaboración de las alegaciones al Plan General de Urbanismo. (No hay nada peor en los partidos que la llegada de advenedizos)  

 Amigos del colegio carmelitas, aunque con la pena de ver que el PSOE local se ha plegado al guión (hay que cambiar su ADN) yo se que somos muchos los que no queremos que nuestra memoria se borre con unas edificaciones vulgares. Otras cosas se pueden hacer en mi antiguo colegio, tan solo hace falta un poco de imaginación y salirnos del modelo de desarrollo que ya sabemos a lo que nos ha conducido. Y lo primero: elaboren una estadística fiable de casas vacías y rehabilitables. Medios y funcionarios  para hacerlo no  faltan. Busquen terrenos en la carretera de la estación o cerca de la residencia, allí sí que se podrían hacer promociones de viviendas sociales.

 Cada vez comprendo mejor los politiqueos baratos. ¿que hubiera pasado si la ejecutiva surgida del pacto de la cerradura hubiera mantenido la postura de estar en contra de la decisión del grupo de concejales mayoritario? ¿hubiera habido pacto?

 

 

 


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12 AM | 03 Ago

ANATEMA SOBRE RONDA

 

 

La ciudad de Ronda tiene varios monumentos a toreros y calles dedicadas a grandes poetas, algunos de ellos caracterizados por haber cantado a los primeros. En la ciudad de Ronda es omnipresente la evocación de Rainer Maria Rilke y en una pequeña finca de los alrededores, perteneciente a un torero ya fallecido, reposan por propia voluntad las cenizas de Orson Welles. En Ronda nació Francisco Giner de los Ríos y un colectivo que lleva el nombre del pedagogo ha celebrado la memoria de Miguel Hernández.

La reciente votación del Parlamento de Cataluña en favor de la abolición de las corridas de toros ha provocado un tremendo debate, en razón de que muchos han entendido que se repudiaba un símbolo de la identidad española. Sin embargo, los promotores de la moción enfatizaron que el proyecto era mero corolario de una conciencia ecologista, que apunta a revitalizar el sentimiento de nuestra pertenencia a la naturaleza y de nuestra filiación con el reino animal.

 

Subyace en este asunto un enorme interrogante científico y filosófico. El conocimiento del alto grado de homología genética que se da entre otros animales y el ser humano puede dar lugar a una radical transformación de lo que entendemos por comportamiento ético. Este no consistiría ya en la exigencia de no instrumentalizar a los seres de razón y de lenguaje, sino en la exigencia de no instrumentalizar a los seres susceptibles de sufrimiento, en todo caso aquellos dotados de sistema nervioso central. Si esta nueva ética llegara a imponerse, sería imperativo abolir la tauromaquia, pero asimismo muchas otras prácticas humanas. Cuando denunciáramos la vivisección de mamíferos superiores no sería lícito añadir la coletilla “sin anestesia”. Y para hablar de maltrato de un perro bastaría con referirse a su confinamiento en un espacio que le impide realizar las potencialidades que su naturaleza conlleva. Esta nueva ética tendría sin duda la dificultad de la coherencia, pues llevada a sus extremos pondría en entredicho las condiciones mismas de supervivencia de los humanos.

No comulgar con esta nueva forma de ética, seguir considerando que la esencia de la eticidad reside en la máxima de tratar al ser humano como un fin y nunca como un medio o instrumento, en modo alguno implica que la complacencia en el sufrimiento de un animal pueda ser justificada. Se trata de un imperativo universal y el problema respecto a la tauromaquia es determinar si de verdad lo infringe. Los taurinos lo niegan y, sin embargo, han fracasado en la tentativa de convencer a los parlamentarios de Cataluña de que su contemplación del sacrificio del animal nada tiene que ver con una complacencia ante el sufrimiento del mismo, que el sacrificio sería simplemente el precio por un rito de marcado peso simbólico y artístico, precio no mayor que el de tantos otros que se dan en las culturas europeas o no europeas (es posible que haya alguna persona que haya ido a una plaza de toros a ver sufrir al animal, al hombre o a ambos, pero yo simplemente no he conocido a ninguna). A nadie han convencido argumentando que para el toro la lidia quizás no suponga tanto sufrimiento como combate (que en absoluto rehuiría, lo cual sería incomprensible si se busca la analogía con un ser torturado), tras una vida enteramente libre de más de cuatro años, en condiciones idóneas para realizar su naturaleza específica.

Los taurinos recordaban en el Parlamento de Cataluña que las decisiones políticas en materia de costumbres y de ética han de ser expresión de un sereno deliberar (que, en este caso, implicaría a etólogos, genetistas, filósofos, etcétera) y no preceder o sustituirse al mismo. Pero han fracasado en la tentativa y se procedió al hecho irreversible de votar la abolición sin que este debate haya tenido lugar. Y será asimismo en ausencia de tal debate que -ya abierta la veda- se harán propuestas abolicionistas en otros lugares. Y así, aunque el problema ético de la relación con los animales afecte a muchos colectivos (consumidores de ciertos productos gastronómicos, pescadores, empresarios de la avicultura industrial o propietarios de animales domésticos) para los que las propuestas ecológico-normativas se difieren permanentemente, el taurino como moderno Azazel será anatematizado en nombre de la causa ecologista.

En las horas que precedían a la votación en el Parlamento un colega y amigo de la Universidad de Barcelona reiteraba el argumento de que la proximidad geográfica y cultural de Cataluña a Europa hacía inviable seguir con las corridas de toros. Al respecto un último apunte:

En la evocada ciudad de Ronda solo se celebra una corrida al año, pero los toros son para la entera población un símbolo no ya de identidad, sino de su ancestral cultura.

Pues bien, de generalizarse el argumento según el cual la tauromaquia debería ser abolida por su intrínseca indigencia moral incompatible con los valores de nuestro entorno, ¿suprimimos sus símbolos?, ¿derruimos sus monumentos?, ¿la expulsamos de esa Europa que tantas veces se esgrime como asíntota de nuestras aspiraciones de pueblo limpio, claro y que trabaja? ¿Qué hacemos, en suma, con esta vieja y -a ojos vista- civilizadísima ciudad de Ronda?

Víctor Gómez Pin es catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona.

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11 PM | 12 Jul

EL DESPRECIO DE LOS CIUDADANOS

 

 

 Emma Riverola

 

Tengo la sospecha de que estamos peor que ayer, pero infinitamente mejor que mañana. (El presidente) ha empezado a inspirarme ternura (…) sobre todo cuando le veo tan peligrosamente desorientado”.

Estas palabras parecen dictadas por la situación actual, pero fueron publicadas el 23 de agosto de 1993 en este mismo diario. El nombre del presidente era Felipe González. El autor del artículo, Manuel Vázquez Montalbán. Y el título, Depresión. En 1993, el PSOE había vuelto a ganar las elecciones, pero había perdido la mayoría absoluta. El país sufría una grave crisis económica. La tasa de paro llegó a encaramarse hasta un dramático 24%. El caso GAL mellaba las entrañas democráticas del Estado y Luis Roldán se revelaba como uno de los mayores sinvergüenzas de la historia de este país.

El Felipe González de entonces tenía poco que ver con el joven entusiasta y brillante que había ganado las elecciones 11 años antes. Tampoco se asemejaba al actual patricio que considera a las democracias de hoy marcadas por la mediocridad y lo mediático. O que lanza frases tan poco favorecedoras al Gobierno como “rectificar es de sabios, y de necios hacerlo a diario”. Olvidándose, quizás, de su propia y antigua desorientación.

 

Entonces y ahora, la crisis económica actúa como una demoledora apisonadora de la imagen pública de los políticos. Pero, a pesar de las dramáticas semejanzas entre 1993 y este más difícil 2010, la fractura entre la clase política y los ciudadanos nunca había sido tan profunda como ahora. La crítica a la talla de los líderes se impone, pero resulta interesante continuar revisando las hojas pasadas del calendario y tratar de encontrar más razones para este distanciamiento.

Durante los últimos años, el marketing se ha impuesto en el mundo de la política. Al líder se le ha otorgado el rango de producto. Los ciudadanos nos hemos convertido en codiciados consumidores y nuestros votos, en devaluada moneda de cambio. El debate ideológico ha quedado arrinconado por la verborrea de un agente comercial salpicada de frívolas promesas publicitarias o de pueriles amenazas sobre la llegada del lobo. La política se ha banalizado y las encuestas deciden los cambios en el diseño de las etiquetas. Pero un voto debería tener mayor trascendencia que elegir una lata de tomate en un lineal del supermercado, especialmente si no se desea sufrir el mismo final que la lata cuando el comprador la da por agotada.

En una sociedad marcada por las leyes del consumo y adormilada por años de bienestar, el ciudadano se siente cada vez menos responsable de todo. Su tolerancia al riesgo se ha tornado ínfima y cree poder exigir a papá Estado la solución inmediata de todos sus problemas. Pero el espejismo se hace añicos ante la crisis y la sombra de la estafa planea sobre la clase política. Yo te di mi voto, yo te compré, ¿por qué no arreglas todo esto? Una mala compra, piensa el elector, otro trasto inútil, y busca en vano las condiciones de devolución en la letra pequeña de su voto.

Y cuando las ventas bajan, ya se sabe, entran en juego las ofertas dos por uno y las promociones agresivas. O, lo que es igual, la indefinición en el discurso para tratar de atraer al mayor número de votantes y la guerra sin cuartel a la oposición. Una dura contienda sin remilgos en la que no se duda en traicionar la propia coherencia si eso desgasta al contrario. El mensaje se simplifica. O conmigo, o contra mí. Se huye de los puntos de encuentro y las opiniones discrepantes se consideran un ataque. La tolerancia no cotiza en este mercado de valores y la sociedad oscila peligrosamente hacia la indiferencia o la intransigencia.

El pensamiento crítico se está convirtiendo en una rara avis y los medios de comunicación no siempre son ajenos a la falta de racionalismo. A veces, por la excesiva carga de opinión entreverada con la información. A veces, por convertir su espacio en el escaparate de los productos políticos, erigiéndose en altavoz de las acusaciones, declaraciones o intoxicaciones. Eslóganes más eslóganes. Es incuestionable el valor del periodismo en la denuncia de los abusos del poder. Pero ya es más discutible el papel de juez que algunos medios se han otorgado, condenando sin rubor a los políticos del color contrario a su línea de opinión. Juicio sin derecho a la defensa y cuyo único fallo es la devaluación de la política. El desprecio de los ciudadanos.

La abstención crece a ritmo vertiginoso para vergüenza del espíritu democrático y no se observan en el mercado fórmulas mágicas capaces de invertir la tendencia. Parece urgente establecer nuevos puentes de diálogo entre ciudadanos y políticos, fomentar plataformas de pensamiento, donde las discrepancias sean acogidas como una fuente de enriquecimiento y los esfuerzos se destinen a la construcción de mejores modelos de relación y organización. Espacios alejados del marketing y sustentados en un compromiso mutuo de respeto a la verdad y la honestidad. Suena a utopía. Y eso es lo terrible. Porque si dejamos de creer en nuestra capacidad de transformación y mejora, renunciamos a ejercer el poder. La elección es nuestra: ciudadano o consumidor.

 

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