El último Festival de Cannes volvió a poner de moda el cine asiático. La Palma de Oro se la llevó un cineasta iraní, Jafar Panahi, mientras que el Premio Especial del Jurado recayó en un director chino, Bi Gan, con sólo cuatro largometrajes. Habría que distinguir qué hay de valía verdadera y cómo influyen ciertos factores externos en estos premios, además de calibrar la abrumadora presencia de producciones asiáticas en los festivales de cine, al menos desde hace un cuarto de siglo. No cabe duda de que el contexto político es favorable a este boom : la represión continuada en Irán, los experimentos económicos en China, la relación compleja entre las dos Coreas, la reconversión del continente en un gigante tecnológico y audiovisual que ha cambiado nuestra relación con el cine…
Como siempre, la cinematografía francesa ha permanecido extremadamente atenta a esta eclosión de nuevos cineastas y ha promovido coproducciones y todo tipo de colaboraciones entre ambas partes. contemporáneo» sin haber visto las películas del iraní Abbas Kiarostami –el gran pionero–, el coreano Hong Sang-soo, el taiwanés Hou Hsiao-hsien, el malayo Tsai Ming-liang, el tailandés Apichatpong Weerasethakul… o el chino Jia.
Precisamente Jia Zhang-ke acaba de estrenar su última película entre nosotros, un filme que presentó en Cannes el pasado año sin ser recompensado con ningún premio. Resulta curioso, en este sentido, que una de las propuestas más estimulantes de los últimos tiempos no fuera valorada como se merece por un jurado que, a cambio, premió a Anora, Emilia Pérez o L a llavor del higo sagrado , sin duda bastante más convencionales. Porque A la deriva no hace concesiones, asume hasta el final su condición de filme difícil y exigente que no pide en ningún momento la complicidad de la audiencia y, last but not least , no cesa de experimentar en busca de nuevos lenguajes, como si el cine fuera todavía un territorio por descubrir y conquistar.
Por si fuera poco, se presenta sin miedo como un filme de autor, en continuidad con muchos de los trabajos anteriores de Jia Zhang-ke, por lo que rechaza abiertamente esta poca personalidad pavorosa que parece que ha tomado posesión de las imágenes contemporáneas Frente a buena parte de las series televisivas, incluso frente a muchas de las producciones A la deriva se presenta como un filme que no podría ser de otra manera, y que no es susceptible de confundirse con ningún otro.
Un John Ford oriental
Para empezar, la película es totalmente coherente con la filmografía anterior de Jia Zhang-ke. Justo en el 2000, mientras Kiarostami finalizaba la primera parte de su filmografía con la excelsa El viento nos quitará (1999), Jia estrenaba Platform , donde toda una generación se veía reflejada en los cambios que experimentaba la sociedad china. Jia siempre ha sido una especie de John Ford oriental, alguien preocupado por la forma en que su país atraviesa transformaciones que no sólo afectan a la esfera política, sino, sobre todo, al terreno personal en la dimensión comunitaria y colectiva.
Jia Zhang-ke rechaza abiertamente esa poca personalidad pavorosa que parece haber tomado posesión de las imágenes contemporáneas.
El cine de Jia, como el de Ford, bebe de la épica para desembocar en la lírica. Y en esas primeras películas, la emoción surgía de cómo se rozaban y superponían ambos registros, a base de un ritmo lento y envolvente materializado a su vez en planos fijos hipnóticos y movimientos de cámara cautivadores. Esta estética se fue perfeccionando hasta llegar a un par de obras maestras tituladas The World (2004) y Naturaleza muerta (2006), que pueden considerarse la cima de la primera manera de Jia Zhang-ke.
Mientras, entre largo y largo de ficción, Jia filmó varios documentales, la otra cara de su obra. Naturaleza muerta giraba en torno a la construcción de la gran presa de las Tres Gargantas, que a principios de este siglo alteró el curso del río Yangtsé y cambió la vida de los millones de personas que vivían en los alrededores. Pues bien, esta tirada de Jia para dejar constancia de la historia de su país centrándose en las consecuencias que las decisiones arbitrarias del poder tienen sobre la gente común se extendió, a partir de ese momento, a otras películas que se alejaban de la ficción para abordar la forma en que el pueblo chino asimilaba y sufría aquellos cambios mundo.
Fotograma del filme A la deriva, dirigido por Jia Zhang-ke. Cortesía de Atalante. X Stream Pictures.
En esta línea de trabajo, Jia nunca ha distinguido entre cortos y largos y, en consecuencia con esta libertad de movimientos, también ha puesto repetidamente en entredicho la frontera que separa el documental de la ficción. Tanto en The World como en Naturaleza muerta , los actores o los escenarios daban cuerpo documental a una trama en los huesos, que apenas avanzaba, más centrada en describir y dar a ver que en narrar. Y, en cambio, películas que parecían claramente documentales, como Ciudad 24 (2008) o Historias de Shanghái (2010), terminaban utilizando los testimonios de las personas filmadas para construir un gran relato sobre la China contemporánea. Las trabajadoras de la fábrica que cierra en la primera de estas películas o los habitantes de Shanghai y sus experiencias en la segunda, desde el pasado mítico de la ciudad hasta su decadencia en el siglo XXI, son los verdaderos protagonistas de la Historia.
Una no forma
Más allá de los largos de ficción que Jia dirige a partir de la segunda década de este siglo, de Un toque de violencia (2013) en La ceniza es el blanco más puro (2018) pasando por Más allá de las montañas (2015), en los que experimenta con varios géneros sin terminar de centrarse en ninguna, es en A la donde se encuentra. Sin embargo, paradójicamente, esta forma es semejante a una no-forma. A la deriva podría ser la historia de dos amantes en China que va de los inicios de este siglo, con los Juegos Olímpicos de Pekín a modo de emblema, en los momentos inmediatamente posteriores a la pandemia de la covid, donde el país se topa de cara con todas sus contradicciones. Pero no se trata sólo de eso.
Jia utiliza filmaciones realizadas en varios años de su vida, y de la historia de su país –del 2001 al 2022–, no sólo como marco documental, sino también para dejar en evidencia la condición fugaz y volátil de la imagen, analógica o digital. Los rostros de ambos actores protagonistas también han sido registrados a lo largo de estos años, por lo que su envejecimiento se muestra en tiempo real. Y el choque entre las imágenes que dejan constancia de las distintas épocas históricas que atraviesa el filme y las que intentan dibujar una trama resulta, al final, altamente conmovedor: por un lado, asistimos a una historia de amor casi melodramática, con el paso del tiempo y el desgaste de los sentimientos como hilo conductor; por otro, el regreso de Jia a algunos de sus filmes anteriores, de nuevo con la toma de las Tres Gargantas como excusa, provoca que este relato deba enfrentarse a un magma documental que le perturba y lo convierte en otra cosa, no sabemos muy bien qué.
Como medio hacer
El resultado es un filme fascinante por indefinido y caótico, como si se preguntara por el estatuto de la imagen fílmica a estas alturas del siglo XXI y aún no encontrara respuesta. A la deriva , por tanto, es una película todavía en proyecto. Y que se muestre en ese estado, como medio hacer, es lo que la convierte en una de las más excitantes que he tenido ocasión de ver últimamente.
Amor bajo el espino blanco (2010) del director chino Zhang Yimou (Xi’an,1950)
¿Alguien puede creer en el amor absoluto? ¿Ese amor que es solo entrega y no pide nada a cambio, que siempre espera a que todo sea favorable, aunque el destino tenga su protagonismo e interfiera en su consumación? ¿Ese amor donde los amantes aun abrazándose en la distancia se sienten más unidos que nunca? ¡No sé! … Rilke escribió:»La búsqueda del absoluto debe ser el ideal de la existencia». En general, los humanos nos conformamos con encontrar a alguien que pueda querernos y no nos mienta.
Johnny «Guitar»(Sterling Hayden) le dice a Vienna (Joan Crawford) en la película dirigida por Nicolás Ray: -Miénteme, dime que me quieres…
Esto es más real que el empeño en buscar ese ideal tan destructivo.
La Revolución Cultural y su contundente principio de realidad generó, entre 1966 y 1976, una disrupción en la sociedad china con medidas como la del traslado de jóvenes urbanos a las regiones rurales durante el movimiento «Envío al campo». Allí tenían que aprender los trabajos manuales, arar la tierra, cuidar de animales y sobre todo eliminar cualquier vestigio burgués, imponiendo el comunismo en todas las fases de su vida.
Zhang Yimou utiliza para el guion de su película, una novela de Ai Mi (pseudónimo), del mismo título, que denuncia lo descrito anteriormente. Es una historia de amor sobrecogedora, al parecer basada en un hecho real, en la que el espectador queda atrapado por la puesta en escena y la fuerza de sus jóvenes actores. Es verdad que Zhang Yimou no es demasiado grandilocuente y tiende a la sencillez en su relato, describiendo una secreta relación amorosa por una cuestión de enfrentamiento de clases dentro de la China comunista. La fuerza plástica de la fotografía (Zhao Xiaoding) ayuda a contar la historia sin que afecte a la brillantez de los personajes.
También hay una leyenda relativa al espino blanco:
“¡Ah, ese árbol! Originariamente las flores eran blancas, pero durante la guerra contra Japón innumerables jóvenes valientes fueron ejecutados debajo de él, y su sangre regó la tierra en sus raíces. Desde aquella época las flores de este árbol comenzaron a cambiar, y ahora son todas rojas 1 ”. Sus ramas y las hojas son ahora testigos también del amor puro y desinteresado entre la joven estudiante Jing Qiu (Zhou Dongyu) y el joven ingeniero Lao San (Shawn Dou) en la aldea donde se conocen y a donde prometen volver para ver, en primavera, la sangre de los héroes materializada en las flores rojas del espino.
Hay una triple coincidencia en lo que se refiere al color rojo que como un hilo sutil cose el relato: la pertenencia a la «Guardia Roja» de la joven protagonista para purgar con su
comportamiento ejemplar las actitudes “capitalistas” de sus padres, la palangana que tiene un dibujo del espino con sus flores rojas que les recuerda su promesa de volver donde se conocieron y en la que Lao San lava a su amante los pies para curarle las úlceras producidas por el trabajo y, finalmente, la tela roja que él regala a Jing Qiu para que se haga una chaqueta, que será importante en el desenlace de la película. Tal vez, sea solo eso: una coincidencia.
Sensibilidad emocional a chorros en esta película para que el trasfondo histórico, con las restricciones sobre la libertad de expresión y la vigilancia constante de el «Gran Hermano», no se imponga sobre la excelsa historia de amor secreto aceptado, al fin, por las extremas circunstancias. El director es recurrente en demostrar, mientras tanto, cómo la alegría y la espontaneidad de la juventud pueden resistir frente a la opresión, pero no contra el destino.
Una foto en blanco y negro de los protagonistas sonriendo es la última imagen que los espectadores ven de esta hermosa película.
A.H.
(1)Amor bajo el espino blanco de Ai Mi (pseudónimo) Edt. Suma. 2007.
Lejanos quedan los tiempos en que Zhang Yimou llegó a nuestras vidas con Sorgo rojo, ganadora del Oso de Oro en Berlín en 1988. Desde entonces, este cineasta chino ha recogido premios a mansalva en prácticamente todos los festivales importantes, con obras tan reconocidas como La linterna roja (1991) -León de Plata al mejor director en Venecia-, ¡Vivir! (1994) -Bafta a la mejor película de habla no inglesa-, Ni uno menos (1999) -León de Oro en Venecia- o El camino a casa (1999) -Oso de Plata en Berlín-. Cuando en 2000, Tigre y dragón, una espectacular cinta de aventuras y fantasía llegada de Taiwán bajo la dirección de Ang Lee, arrasó en las taquillas de todo el mundo, Yimou abandonó momentáneamente su cine intimista y sencillo para probar suerte con epopeyas más ambiciosas. A este período pertenecen obras tan estimables como Hero (2002), La casa de las dagas voladoras (2004) y La maldición de la flor dorada (2006). El cineasta demostró que era igualmente capaz de manejarse con presupuestos millonarios y grandes escenas de masas, que con sus pequeños dramas rurales. Tras un extraño western, no del todo comprendido –posiblemente, su trabajo más olvidable-, Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos (2009), Yimou vuelve a sus orígenes con una de las sorpresas más agradables del panorama cinematográfico de 2010, Amor bajo el espino blanco, que le valió la reconciliación con un gran sector de la crítica que había empezado a darle la espalda.
La cinta, basada en un hecho real, está ambientada durante la Revolución Cultural Proletaria vivida en China a partir de 1966, organizada por el líder del Partido Comunista, Mao Zedong, contra altos cargos e intelectuales de ideales derechistas. Una dictadura comunista en la que la joven Jing es enviada a un remoto pueblo en la montaña para su reeducación, ya que su padre permanece encarcelado por derechista y su madre, enferma, trabaja muy duro para sacar adelante a sus tres hijos. Las autoridades vigilarán a la muchacha, examinando su comportamiento, que deberá ser impecable para conseguir limpiar el nombre de su familia. Cualquier desliz o error conllevaría la ruina para todos. En su estancia en el pueblo se enamorará de Sun, hijo de un militar comunista. La diferencia de clases sociales y las circunstancias que rodean a este romance, hacen que deban vivirlo en absoluto secreto.
Sencillamente estructurada en capítulos, con una puesta en escena totalmente minimalista, alejada de las estridencias de las últimas propuestas del director, mucho más visuales, Amor bajo el espino blanco encuentra su grandeza, precisamente, en la sencillez de su historia y el encanto de sus personajes protagonistas. Zhou Dongyu (ganadora del premio a la mejor actriz en la Seminci de Valladolid) y Shawn Dou están magníficos en los roles de Jing y Sun, logrando una química perfecta para hacer creíble este delicada relación. Un amor puro y limpio, representado en las múltiples atenciones de Sun por mejorar la calidad de vida de su amada, sus cuidados -enternecedora la escena en que él, arrodillado, venda los pies de Jing, destrozados por el trabajo, mientras las lágrimas bañan su rostro- y la delicadeza con que se muestran los inicios del noviazgo -magnífico el momento en que él la ayuda a cruzar un río, ofreciéndole el extremo de una rama para no tocar su mano, pero, poco a poco, ambas manos van acortando distancias hasta acabar entrelazadas-. La bonita fotografía, con hermosos parajes naturales, en ningún momento resta protagonismo a la historia. De hecho, estéticamente, se trata de uno de los trabajos más modestos del director chino.
EL CAMINO A CASA | Vuelve el Yimou más reflexivo e íntimo con ‘Amor bajo el espino blanco’
El trasfondo político y social de la historia permanece en un segundo plano, aunque siempre presente, ya que supone el mayor escollo para llevar adelante su relación sin necesidad de ocultarse. Ni los militares ni las familias pueden saber lo que está ocurriendo entre estas dos adorables personas que, sin embargo, encontrarán el contratiempo más inesperado en forma de cruel enfermedad. Yimou demuestra una gran inteligencia en no cargar las tintas en lo dramático y, aun siendo una película triste, se aleja de la lágrima fácil de otros romances del estilo de Love Story (1970) u Otoño en Nueva York (2000). En otras palabras, Amor bajo el espino blanco logra emocionar sin que se le vean las costuras, casi sin esfuerzo. El realizador ha logrado, si bien no uno de sus mejores títulos, sí uno de los más intimistas y poéticos, un pequeño trozo de vida que supone una de las historias de amor más emotivas de los últimos años. Esperamos en el futuro más trabajos sinceros como éste, aunque parece que se van a hacer esperar, ya que la última obra de Yimou vuelve a la grandilocuencia y los presupuestos millonarios. Las flores de la guerra, nominada al Globo de Oro en 2012 a la mejor película de habla no inglesa, está protagonizada por Christian Bale, el Batman de los filmes de Christopher Nolan. Tal vez nos encontremos ante un nuevo ejemplo de cineasta oriental adoptado por Hollywood, siguiendo el ejemplo de nombres como Wayne Wang o Ang Lee, o tal vez continúe demostrando su buen criterio, alternando grandes superproducciones con propuestas modestas como ésta, sin perder su identidad en ningún momento. ★★★★★
El camino a casa (1999) del director chino Zhang Yimou (Xian, 1950)
Entre lo aparentemente sencillo y lo sublime se mueve esta película china, llena de detalles cotidianos y costumbristas. En un paisaje donde el color de la naturaleza se impone, lleno de belleza, como un protagonista más, se nos cuenta» una historia de amor y de dolor en el mundo rural para mostrar un enfrentamiento entre tradición y modernidad» (1). El director sitúa dicha tradición en un entorno colorista y expresivo, «mientras la vida actual sólo es intuida y fotografiada en un desvaído blanco y negro». También hay que añadir que la película contempla una velada crítica a la «Revolución Cultural», nada desdeñable y valiente por parte de Zhang Yimou a la hora de expresar sus ideas en un contexto político de censura y represión.
Hay dos viajes en El camino a casa que coinciden en el tiempo: el del hijo, para reunirse con su madre después de la muerte del padre; y el de este, ya en cuerpo presente, transportado por sus discípulos para ser enterrado en la localidad campesina donde había pasado, como maestro, la mayor parte de su vida. Este encuentro entre pasado y futuro propicia la recreación de «ceremonias y rituales, vestuarios y rostros, gestos y miradas, lo esencial y lo pequeño, con una riqueza estética y humana» que nos seduce con una facilidad impresionante.
El lenguaje cinematográfico de Zhang Yimou se despoja de artificios. Su puesta en escena recurre a la espontaneidad y al lirismo; sueños y silencios en un devenir donde apenas hay diálogos, y las miradas y los gestos lo dicen todo o casi todo. En clave romántica, un tanto naif, cercana al pensamiento occidental, surge el relato de una historia de amor entrañable y sincera, una
historia «poética e inconformista», que sirve al director para ofrecer en flash-back el cambio social y existencial que inició la protagonista contra el orden establecido».
Finalmente, quiero resaltar el homenaje a la figura del maestro. En este caso, más específicamente rural, como transmisor de conocimiento e imprescindible en cualquier sociedad que piense en su futuro. El profesor fallecido, apartado de su labor docente por las purgas políticas, regresa para seguir enseñando y cumplir con su vocación de servicio público hasta el final de su vida. Nuestra
sociedad sabe de eso: hay películas españolas que así lo demuestran: La lengua de las mariposas (1999) de José Luis Cuerda. El maestro que prometió el mar (2023) de Patricia Font .Los maestros, protagonistas de estas películas, fueron asesinados como así ocurrió en la realidad. La dictadura franquista al denostar el conocimiento promovió la ignorancia.
A.H.
(1) Todos los entrecomillados que aparecen en el texto pertenecen FILMHISTORIA, en su reseña de la película El camino a casa.
La BBC retira el documental Gaza: Cómo sobrevivir a una zona de guerra tras la cacería de brujas sionista
La British Broadcasting Corporation (BBC), de propiedad estatal, ha retirado Gaza: Cómo sobrevivir a una zona de guerra, un documental filmado en gran parte a través de los ojos de tres niños de Gaza, de su servicio iPlayer en un acto atroz de cobardía política.
La película de una hora de duración fue producida por dos directores con sede en Londres que trabajaron de forma remota con dos camarógrafos locales en la llamada ‘zona segura’ de Gaza durante nueve meses porque el gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, un criminal de guerra acusado, ha prohibido a los periodistas internacionales independientes entrar en el enclave. Fue retirado pocos días después de su proyección inicial el lunes por la noche tras una cacería de brujas por parte del lobby sionista porque uno de los niños es el hijo de un ministro palestino en Gaza gobernada por Hamás.
Entrada en el sitio web de la BBC sobre Gaza: Cómo sobrevivir a una zona de guerra que dice: «Este programa no está disponible actualmente en BBC iPlayer» [Photo: bbc.co.uk]
David Collier, un activista que se describe a sí mismo como ‘100 por ciento sionista’, reveló que el narrador del documental, Abdullah Alyazouri, de 13 años, es hijo del Dr. Ayman Alyazouri, viceministro de agricultura de Gaza con calificaciones científicas que había trabajado anteriormente para el gobierno de los Emiratos Árabes Unidos y había estudiado para su licenciatura y posgrado en universidades británicas.
Collier calificó el documental como una pieza de ‘propaganda’ para Hamás. Esto a pesar del hecho de que la película incluye a palestinos criticando a Hamás en varias ocasiones.
Un grupo de 45 periodistas judíos destacados y miembros de los medios de comunicación, entre ellos la exgobernadora de la BBC, la baronesa Ruth Deech, la actriz Tracy Ann Oberman, el excontrolador de BBC One Danny Cohen y la excontroladora de entretenimiento de ITV Claudia Rosencrantz, escribieron a la BBC para preguntar cómo se hizo la película, si violó las normas del regulador Ofcom, si se pagó a algún miembro de Hamás o si la película requirió el permiso de Hamás para realizarse y, de ser así, por qué esto no se reveló a la audiencia. Su carta se refería al Dr. Alyazouri como un ‘líder terrorista’. Hamás está catalogado como organización terrorista en Gran Bretaña. Exigieron que la película se eliminara del iPlayer.
Tzipi Hotovely, embajadora ultraderechista de Israel en Londres, que se opone a cualquier estado palestino, siguió con una queja a la BBC. La secretaria de cultura del gobierno laborista británico, Lisa Nandy, dijo que discutiría con la BBC ‘la forma en que consiguieron a las personas que aparecieron en el programa’.
La BBC pidió disculpas “por la omisión de ese detalle en la película original” y editó el texto adjunto al programa para explicar: “El narrador de esta película es Abdullah, de 13 años. Su padre ha trabajado como viceministro de agricultura para el gobierno dirigido por Hamás en Gaza. El equipo de producción tuvo el control editorial total de la filmación con Abdullah”.
La BBC dijo que no había sido informada de esto por los productores independientes. Pero eso no fue suficiente para el lobby pro-israelí y después de más presión, la BBC eliminó la película de su lista de iPlayer.
Como explicó la BBC, “La película ofrece a los espectadores una visión poco común de Gaza durante la guerra, así como una visión de la vida de los niños, escucha las voces de otros civiles de Gaza, varios de los cuales expresan sentimientos anti-Hamás”. Los niños incluyen:
Abdullah, que habla inglés con fluidez y asistió a la escuela británica en Gaza antes de la guerra, habla a la cámara al principio de la película y pregunta: “¿Alguna vez te has preguntado qué harías si tu mundo fuera destruido? Y lo más importante, ¿podrías seguir con vida? Después de todo esto, se podría decir que somos expertos”.
Zakaria, de 11 años, que trabaja como voluntario en uno de los pocos hospitales en funcionamiento de Gaza, el Al-Aqsa, donde trabaja como portero, abriendo puertas de ambulancias, conduciendo camillas y abriéndose paso entre la multitud en medio de escenas de devastación y bombardeos. Varios de sus compañeros de escuela han muerto en la guerra. Tiene que encontrar un lugar para dormir todas las noches.
Renad, de 10 años, que hace un programa de cocina en TikTok con la ayuda de su hermana mayor que tiene más de 700.000 seguidores. Preparan muchos platos, aunque la guerra significa que no pueden conseguir los ingredientes adecuados.
En la película también aparece Rana, de 24 años, que ha dado a luz a una niña de forma prematura. Ha sido desplazada tres veces y vive cerca del hospital con sus dos hijos y sus padres.
Gaza: Cómo sobrevivir a una zona de guerra, aunque sólo ofrece una pálida indicación de los horrores que sufren los palestinos vistos a través de los ojos de los niños, es desgarradora. Es imposible no sentir una enorme rabia por el hecho de que los niños o cualquier persona tengan que presenciar tanto sufrimiento infligido a una población indefensa a manos de un ejército financiado y dirigido por la superpotencia mundial en Washington. Precisamente porque la película aumentará la enorme compasión mundial por las víctimas del genocidio y la limpieza étnica, el lobby proisraelí se ha mostrado en contra de ella.
El mes pasado, un análisis de BBC Verify reveló que la llamada zona segura donde se les dijo a los palestinos que se refugiaran fue atacada 97 veces en un período de ocho meses el año pasado porque las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) afirmaron que allí operaban combatientes de Hamás. Algunos de estos ataques fueron capturados en la película.
El momento en que Sha’ban al-Dalou, de 19 años, se quemó vivo en su cama de hospital, mientras las tiendas de campaña llenas de refugiados y pacientes en las afueras de Al-Aqsa eran bombardeadas, fue captado por un teléfono inteligente y visto en todo el mundo. Zakaria dijo: “Vi al chico ardiendo con mis propios ojos”, y agregó: “Debo haber visto al menos 5.000 cuerpos. Los vi con mis propios ojos”. Abdullah agrega en una voz en off: “El ejército israelí dijo más tarde que fue un ataque preciso contra terroristas que operaban dentro de un centro de comando y control”.
En otra escena, un cirujano realiza una cirugía exploratoria a un niño anónimo de 10 años para ver si se puede salvar su extremidad herida. Minutos después, el cirujano le entrega un antebrazo amputado a un colega para que lo deseche.
La retirada de Gaza: Cómo sobrevivir a una zona de guerra por parte de la BBC es parte integral de su sesgo proisraelí en sus informes. El pasado mes de noviembre, más de 100 empleados de la BBC escribieron una carta abierta al director general de la cadena, Tim Davie, acusando a la emisora estatal de no proporcionar una cobertura “justa y precisa” del conflicto y exigiéndole que “renovara su compromiso con la justicia, la precisión y la imparcialidad”.
La BBC, al igual que los medios corporativos, minimiza constantemente la perpetración de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad por parte de Israel. En la medida en que sus reporteros se refieren a la “crisis humanitaria” en Gaza, no atribuyen la responsabilidad a Israel.
Constantemente se refieren al ataque del 7 de octubre dirigido por Hamas que provocó la muerte de 1.100 israelíes, sin mencionar que las Fuerzas de Defensa de Israel, en virtud de la infame Directiva Aníbal, mataron a más de 300 de las víctimas en un intento de impedir la toma de rehenes. El ataque del 7 de octubre se utiliza luego para justificar la matanza de más de 60.000 palestinos, la mayoría de los cuales son mujeres y niños muertos en sus hogares y lugares de refugio, por las Fuerzas de Defensa de Israel.
Nunca se hace referencia a los 75 años de brutal represión de los palestinos por parte del Estado sionista como contexto del ataque. Cuando los grandes medios de comunicación y la BBC mencionan las palabras “genocidio”, “crímenes de guerra” o “crímenes contra la humanidad”, lo hacen en relación con Hamás, no con Israel. Nunca se menciona el hecho de que Netanyahu y su exministro de Defensa, Yoav Gallant, sean buscados por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad por la Corte Penal Internacional, a la que se adhirió el Reino Unido.
La BBC y los medios de comunicación en general han silenciado las protestas sin precedentes que se han producido en todo el mundo contra la guerra genocida de Israel contra los palestinos, así como han encubierto la matanza de periodistas protegidos por el derecho internacional.
Según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), al 20 de febrero de 2025, al menos 170 periodistas y trabajadores de los medios de comunicación se encuentran entre las decenas de miles de personas asesinadas en Gaza, Cisjordania, Israel y Líbano desde que comenzó la guerra, lo que lo convierte en el período más letal para los periodistas desde que el CPJ comenzó a recopilar datos en 1992. Se informó de que otros 59 periodistas resultaron heridos, 2 desaparecieron y 75 fueron arrestados. El CPJ dice que está investigando estos casos adicionales de posibles asesinatos, arrestos y lesiones, pero esto es difícil en medio de las duras condiciones de la guerra.
El apoyo de la BBC a la barbarie de Israel está ligado a su papel como brazo propagandístico del Estado británico. El gobierno británico, tanto bajo el gobierno de los conservadores como ahora bajo el de los laboristas, es cómplice de la guerra genocida de Israel contra los palestinos, suministrando al estado sionista las armas y la inteligencia para llevar a cabo sus ataques y llenando la junta directiva de la BBC con sus partidarios.
Según una investigación reciente del escritor del Guardian Owen Jones, publicada por el medio de noticias en línea Drop Site News, al menos 13 miembros del personal de la BBC se manifestaron en contra de Raffi Berg, el editor senior de la sección de Oriente Medio de la BBC, y su “sesgo hacia Israel”, afirmando que su “trabajo entero consiste en diluir todo lo que es demasiado crítico con Israel” y que tiene “enormes” cantidades de poder en la sala de redacción. Se dice que desempeña un papel clave en convertir su cobertura en “propaganda israelí sistemática”. MintPress reveló, citando su perfil de LinkedIn, que Berg es un ex empleado de una unidad de propaganda de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y colaborador de la agencia de inteligencia israelí Mossad.
Si bien el Sindicato Nacional de Periodistas de Gran Bretaña proclama su apoyo a los palestinos en Gaza, no ha dicho nada sobre el papel de la emisora al permitir una cultura de “miedo extremo” a la publicación de cualquier cosa crítica a Israel y su sesgo proisraelí, a pesar de que sus miembros pueden enfrentar victimización por su compromiso con la información honesta.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 23 de febrero de 2024)