08 PM | 07 Dic

TRAFICO DE INFLUENCIA

 La película de Elem Klimov, el autor de Masacre, sobrecogedor viaje al horror nazi, nos muestra en “Agonía” el personaje de Rasputín sobre el telón de fondo de los últimos años del zarismo, interpretado por Aleksei Petrenko, el general en “El Barbero de Siberia”. El monje loco, que creció de manera salvaje cerca del rio Tura en Siberia, pasó de ladrón de ganado a confidente de la zarina después de pasar por la secta de los Khlysty,a la fe por el dolor y si es a base de orgias mejor. Rasputín llega a la corte, por mediación de un Santón, para salvar la vida del heredero del Zar que es enfermo de hemofilia, si no es salvado el hijo, la especulación sobre el heredero se ponía en marcha, el éxito del “flagelante” por mediación de la hipnosis es palmario para todos y a partir de ese momento la corrupción se instala en la corte de los Romanov. Klimov nos muestra a un personaje tosco, grosero, con una mirada penetrante, en una clara desmitificación del personaje creado a partir de la biografía interesada de su hija María. El Zar es presentado por Klimov como una persona tímida y de carácter poco propicio que esta al albur de las manipulaciones de su mujer. La película que podemos definir de carácter histórico nos muestra a un Zar recuperado del pánico de 1.905 que pretendió perfilarse como autócrata de todas las Rusias. La destrucción de estereotipos es siempre un proceso dramático. Hubo gente que se opuso a la película y otra que la defendió. Inicialmente, vencieron los primeros. Luego la situación ha cambiado”, añadía Klimov en una reciente entrevista.

La historia de la caída de los Romanov está superpuesta con imágenes reales de la pobreza del campesinado, de la desigual distribución de la tierra, con escenas vibrantes de una marcha de campesinos, obreros y en general gentes del pueblo, descontentos por sus condiciones de vida. Exigiendo mejoras y el establecimiento de un programa de reformas políticas que al menos suavizara el régimen autocrático.se les ve llegar al Palacio, la familia imperial ausente, permaneciendo en el mando el príncipe Sviatpolsk Mirski, que recibe instrucciones por teléfono con un regimiento de infantería de la guardia y un escuadrón de cosacos de la guardia. Ordena abrir fuego y cargar contra la muchedumbre. Con el triste final de más de un centenar de muertos.
Sorprendentes escenas de los lesionados en la guerra que son repuestos como muñecos con nuevas piernas ortopédicas. Una buena lección de historia con elementos surrealistas, y un misticismo que hace estragos al lado del poder.
De todas formas, qué sería Gran Bretaña sin sus fantasmas, Italia sin sus adoradores del diablo, Alemania sin sus duendes, Estados Unidos sin sus conspiraciones OVNI sus predicadores, España sin sus apariciones marianas, sin sus masones…
félix alonso 
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