04 PM | 03 Nov

GLUTEUM NUBIS

El grupo de amigos, que los viernes nos reunimos en torno al Colectivo Rousseau, para ver cine de autor, fue convocado el día de difuntos para visionar El espejo, por si teníamos la suerte de encontrarnos con el alma de Tarkovski por alguna esquina de la sala.El nivel cinéfilo se demostró ya en la presentación, en torno a si era o no mejor traducción la de Enrique Banús o la de Hunter-Blair, referido al título del libro de Tarkovski sobre el cine como arte.Esculpir el tiempo o esculpir en el tiempo, fue el debate al inicio de la proyección. Y es que estaba claro que en El espejo, película de recuerdos, el movimiento por el que discurre toda ella, está claramente al servicio de la imagen tiempo.El tiempo está subordinado al movimiento, y como decía Gilles Deluze, el cine debe ser sobre todo imagen-percepción-acción-expresión.Ganó “ESCULPIR EL TIEMPO”.
Con una gran maestría la vida real se transforma en mundo onírico, acompañado por las músicas de Bach,Pergolesi y Henry Purcell, sin olvidarnos de los sonidos que crea el compositor Artemiev. Los recuerdos son también imágenes de noticiario, con secuencias de dos acontecimientos aeronáuticos: el vuelo del globo tripulado por Fedosechenco, Vassenko y Ussyskin, en el 34 que terminó ene tragedia, y el retorno del aviador Chakalov después del viaje al Polo Norte.Niños de la guerra, tropas rusas cruzando el lago Sivash en 1.943, la revolución cultural de Mao, el conflicto ruso-chino de la isla de Zhenbao, son combinaciones visuales magistrales con los sueños y recuerdos de la infancia, acompañados en ocasiones con los versos de sus propio padre Arseni. La lectura de la carta de Pushkin a Chaadáyev sobre el destino de Rusia nos pone en bandeja lo que pensaba el autor de Nostalgia.
Campos de alfortón moviéndose por el viento, llamas en un granero, el regreso del padre que concluye con el cuadro Ginevra de Binci y que se funde con la imagen de Tereknova (guapísima en toda la película), el pequeño abriendo la puerta entre aires salvajes que producen efecto de nieve al caer hojas de los árboles, y un final prodigioso en el que la madre es vista por ella misma proyectándose su futuro, con un grito espectacular del niño, destilan poesía para disfrutar de la proyección una vez al año cuanto menos.
Comienza el film con Yuri Zhari delante de una logopeda y después de balbucear un rato dice YO PUEDO HABLAR. ¿Podemos hacer lo mismo nosotros?

FELAS

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