Johann Sebastian Bach es sin lugar a dudas el máximo exponente de la música
universal. Su obra sobrepasa los límites más sublimes: la perfección estructural,
matemática, armónica y melódica, unida al arte de la retórica en un discurso puesto
al servicio de la belleza y la expresividad, elevan el espíritu y conmueven el alma de
quien se disponga a escuchar su mensaje.
Este programa incluye tres transcripciones de las Suites para violoncelo solo, a partir
del manuscrito más auténtico del que disponemos: el de Anna Magdalena. Segunda
esposa de Bach, desde 1721, fue madre de 13 hijos, soprano reconocida en su época,
compositora, clavecinista, transcribió muchísimas obras de su marido.
Estos manuscritos reflejan la pasión y la admiración mutua, cada página es una
obra de arte, plenas de poesía, nos invitan a contemplar estas Suites desde un lugar
único, los arcos y las ligaduras sugieren los contrastes característicos del claro-oscuro
Barroco, dotando de una libertad y flexibilidad expresiva al intérprete y sumergiendo
al oyente en un universo tan místico y tan espiritual, como mágico.
CARLOS H. WERNICKE (Buenos Aires, 1976) comenzó su vínculo con la música
desde niño. A los 10 años inició sus estudios de guitarra con Máximo Pujol y a los
24 se graduó como Profesor Superior de Guitarra en el Conservatorio Juan José
Castro de Buenos Aires. Ha participado en proyectos de tango, pop, música
antigua, clásica, lírica y contemporánea, como solista en agrupaciones de música
de cámara y con orquestas. Estudió violoncelo, piano, armonía, composición y
contrapunto. Entre sus actividades actuales se cuentan la transcripción de música
antigua, la composición y la realización de arreglos. Es concertista de guitarra,
guitarrista de tango, acompañante, pedagogo y educador musical con didácticas
propias. Ha sido galardonado con el Primer Premio en el Concurso Jorge Martínez
Zárate.
Como compositor ha publicado Partita Porteña y Tres piezas de Buenos Aires (para 2
guitarras), Cien noches cerradas, Dies illa e Invención y Milonga (para guitarra sola)
en la editorial Les productions d’Oz de Canadá.
Ha colaborado con Lotox Tango, Juan Pietranera, Marta Blanco, Irma Mejías,
Suso Mariategui, José Julián Frontal, Máximo Pujol, Fernando Fiszbein, David
Merlin, Juan Esteban Cuacci, Íñigo Aranzasti, Raúl Chiocchio, Gerónimo Rauch,
Merlin String Quartet. Y con los directores de Orquestas Antonio Russo (Orq.
Juventus Lyrica) , Leonardo San Juan (Orq. del Congreso de la Nación), Gustavo
Sánchez (Camerata Antonio Soler), Alfons Reverte (OJC), así como con diversas
agrupaciones de música de cámara. Ha realizado giras por Argentina, España,
Francia, Inglaterra y Alemania.
Ha realizado conciertos y recitales en escenarios de lo más variados, desde las
clásicas salas de barrio, en Asociaciones Culturales, o en prestigiosos teatros como
el Auditorio de Tenerife, Palau de la música de Valencia, L’Auditori de Barcelona,
Teatro Real de Madrid, Auditorio Nacional de Madrid, Teatro Carlos III,
Fundación Juan March…
Ha destacado por su “admirable sentido musical y virtuosismo técnico” (revista
Scherzo) y por su “delicadeza y creatividad” (diario El País).
Asimismo ha desarrollado una intensa actividad dentro de los campos de la
pedagogía y la enseñanza de la música a través de la guitarra desde 1995. Ha sido
ayudante en la cátedra del Profesor Jorge Labanca en el Conservatorio Juan José
Castro de Buenos Aires (1998-2000). Profesor de guitarra, iniciación musical,
lenguaje musical y música de cámara en el Instituto Arte Vivo de Buenos Aires
(2001-2004) y en la Escuela de Nuevas Músicas de Madrid (2004-2020)
Estamos realizando un ciclo dedicado a Rohmer, autor que junto a nombres como Jean-Luc Godard o François Truffaut perteneció a la Nouvelle Vague, centró el interés de su cine sobre conceptos como la juventud, el amor, la seducción o el erotismo, temas todos presentes en Cuento de verano. La película, que pondremos el martes día 15, bascula alrededor de un chico joven que pasa unos días de verano en la costa de Francia y entabla una serie de relaciones, unas de amistad, otras de seducción, siempre en la fina línea entre esos dos estados, con tres chicas a la vez. Al terminar Cuento de Otoño, surgieron comentarios sobre el estilo de Rohmer, sobrio y nada condescendiente con el espectador, que despliega en su cine las siguientes herramientas: unos profusos y ricos diálogos, la manera en la que los actores se posicionan en el plano y la creación de ambientes, sensaciones y espacios a la que acostumbra el cine del autor francés. La primera de todas es la que, probablemente, se convierte en el hecho más distintivo de la obra de Rohmer a simple vista, sus películas son obras de conversación, sus personajes hablan mucho y tienen largas conversaciones discursivas sobre temas diversos que siempre llevan a un mismo lugar: la nada, la inexpresividad y vacío de la burguesía francesa que tan ácidamente retrata Rohmer. Hay un experimento que propongo: quitemos los diálogos y veremos como el esqueleto de la película se mantiene. Los seres humanos somos máscaras que intentamos hacer creer lo que no es, Rohmer lo sabe y lo expresa, sobretodo, gracias a su uso sutil, pero constante, de los movimientos de los actores y a la creación de atmósferas complejas para cada lugar y momento de la película.
A lo largo de la película el protagonista de Cuento de verano tiene varios largos paseos con la primera chica que conoce en la película (y aquella que Rohmer se preocupa de dar a entender que es la que se lleva mejor con él) en los que habla con ella de sus relaciones con las otras dos mientras entre ellos dos florece un claro interés romántico. Toda esta tensión, sugerida a través del subtexto, la refleja Rohmer mediante el posicionamiento de los actores en el plano: la forma en la que se ven, se sienten o se desean se ve reflejada sutilmente en como los personajes se relacionan corporalmente entre sí, caminan, se acercan, se alejan, se sientan, se tocan, se levantan, corren… Cualquier movimiento en estas escenas apunta hacia donde evoluciona la relación y así lo siente el espectador: una simple mirada puede hacerlo estremecer, y eso se consigue gracias a la depuración formal que elabora Eric Rohmer.
Me encanta Rohmer, pero eso no quita, que al terminar de ver «Cuento de Otoño», me viera el corto de Radu Jude titulado «La tapa de la lámpara» ambientado en un pequeño pueblo rumano cercano a la frontera con Moldavia, Doroscani, en el que viven los protagonistas, una familia que tiene roto el televisor y su padre se lo quiere arreglar al niño para ver una película. En Doroscani apenas hay conexión por carretera, y tienen que hacer el viaje en autobús con la televisión a cuestas hasta llegar a un taller técnico, que hay que verlo para creerlo. Tenemos que ver buen cine venga de donde venga, si puede ser europeo mejor. No nos podemos cerrar en oír a Mozart despreciando a Wagner. Tenemos que ver «A complete Unknown» sin prejuicios. Me considero rohmeriano, mozartiano y proustiano, pero no desprecio a Ford. El próximo martes seguiremos hablando de Rhomer, se lo merece por su libertad creativa.
Puede que sea una de las mejores películas sobre el procedimiento de la creación artística y sobre su creador. Ninguno de los proyectos en los cuales Forman participó pretendía tanto ni consiguió tanto como Amadeus. No importa la cantidad de películas extraordinarias que haga después porque seguramente ninguna de ellas supere a ésta”.
Drama biográfico galardonado con ocho premios Óscar que trata de un genio indomable destruído por la mediocridad y la envidia humana. Milos Forman regresó más de diez años después de su exilio a la Checoslovaquia socialista para rodar una película sobre la vida de Wolfgang Amadeus Mozart desde el punto de vista de Antonio Salieri, su celoso rival. Creó una excepcional superproducción histórica que no es un homenaje a una leyenda, sino a un verdadero hombre con su talento y sus vicios.
Sobre la película
”Perdóname, Mozart, fui yo quien te destruyó” – susurra, en medio de la noche, un viejo gravemente enfermo. Es 1823 y un excompositor de la Corte austríaca, Antonio Salieri, recuerda a su más talentoso rival, cuya vida acortó él mismo mediante sus intrigas.
Cuando Wolfgang Amadeus Mozart aparece en Viena, en 1871, le precede ya la fama de niño prodigio. Forman le presenta como a un joven infantil y arrogante, de talento musical extraordinario que diez años después muere en la miseria y despreciado. Con la misma velocidad con la que va consiguiendo la gloria y compone su música, sin corregir ni una de sus notas, va provocando escándalos y despertando indignación. Se crea enemigos a cada paso y se burla de ello sin preocupaciones.
En la película, Mozart le dice al mismo Emperador: ”Soy solamente un hombre vulgar, pero os aseguro, Vuestra Majestad, que mi música no lo es”. ”¿Por qué Dios habla por medio de la música de Mozart, y no a través de la mía? ¿Dónde está la justicia en el mundo?”- pregunta Salieri, perseguido hasta el final de sus días por sus remordimientos. Él que lo sacrificó todo, tanto por la música como siendo director de la orquesta de la Corte.
Se siente una víctima de la conspiración divina. Aunque siempre ha servido fielmente a Dios, nunca deja de ser un músico mediocre, mientras que en la obra de su tan poco humilde rival se nota la inspiración divina. No obstante, es justamente él, el adversario lleno de una envidia asombrosa, quien es capaz de apreciar la música de Mozart que sobrevivirá durante siglos, mientras que la suya propia, en su mayor parte, se perdió en el olvido.
Curiosidades
El rodaje se realizó bajo la vigilancia de la Seguridad del Estado Checoslovaco y de los poderosos comunistas, que recibían dinero de parte de los estadounidenses. ‟Fue la única razón por la cual permitieron rodar la película en Praga”, aseguró más tarde Forman.
El presupuesto de la película era de 18 millones de dólares. Sin embargo, sólo el primer mes después del estreno la película ya había recaudado 55 millones de dólares, a pesar de que se proyectaba sólo en 100 cines.
El actor que hacía el papel de Mozart, Tom Hulce, tocaba el piano cuatro horas cada día para que su personaje en la película fuera verosímil.
Forman reconstruyó la representación de DonGiovanni en el Teatro Estatal de Praga, donde se estrenó la famosa ópera de Mozart con el nombre completo de Il dissoluto punito ossia il Don Giovanni (El libertino castigado o Don Juan) el 29 de octubre de 1787.
Peter Shaffer, autor de la obra teatral y guionista, se inspiró (mientras escribía la biografía dramatizada) en la leyenda que había estado difundiendo en su época, por ejemplo, Pushkin. Según ella, Salieri, el rival celoso, quería acabar con la vida de Mozart y le envenenó. No obstante, en la película, el ingenioso compositor muere de pulmonía, miseria y agotamiento.
El hombre misterioso que fue a ver al Mozart enfermo para pedirle un réquiem seguramente no fuese Salieri, como aparece en la película, sino que en realidad fue el conde Franz von Walsegg Stuppach.
Se dice que en un principio los autores pensaron en Mick Jagger para hacer el papel protagonista de Mozart.
La obra teatral de Peter Shaffer Amadeus fue estrenada por primera vez en el National Theater de Londres en 1979.
Milos Forman habla sobre la película
”Los comunistas permitían que se rodaran películas sobre los compositores de música porque ellos se expresaban mediante la música y así no sostenían discusiones subversivas”.
”Lo que funciona en el teatro, donde los personajes y la decoración forman parte de la función, podría resultar ridículo en la pantalla grande de una película, donde, en cambio, hay que intentar captar la realidad de una manera más precisa”.
En esta historia, no hay duda de quién empezó la guerra: fue Rusia, no Ucrania. Eso es un hecho. Pero lo que pase de aquí en adelante ya no depende únicamente de Putin o de Zelensky, sino de quienes han estado financiando la resistencia ucraniana. Es decir, de Europa, Estados Unidos y el resto de aliados.
Putin, por su parte, ya sacó algunas ganancias y, en este momento, está más que dispuesto a sentarse a negociar. Eso sí, con condiciones claras: Ucrania tiene que aceptar que hay territorios que no van a volver y, de paso, firmar un acuerdo que garantice que Rusia no se sentirá amenazada. No es justo, pero es lo que hay.
Trump, como siempre, entró a escena sin filtros ni diplomacia. En su estilo habitual, dejó claro que Estados Unidos no va a seguir pagando la fiesta indefinidamente, y que si Ucrania quiere seguir contando con el apoyo estadounidense, tiene que demostrar voluntad real de negociar. En privado, y en la última semana no tan privado, Trump prácticamente le dió una orden clara a Zelensky: o se sienta a negociar o Estados Unidos se retira.
Putin, viendo esto, se frota las manos. Desde Moscú insisten en que están listos para un acuerdo de paz, siempre y cuando Ucrania acepte las nuevas realidades territoriales. Putin no tiene prisa. Si Occidente se divide y el apoyo a Ucrania se desgasta, mejor para él. Su estrategia es clara: mostrar que la paz es posible, pero solo si Ucrania deja de resistir.
Zelensky, por supuesto, está en una posición imposible. Es el líder de un país invadido, destruido en buena parte, con miles de muertos y millones de desplazados. Es el símbolo de la resistencia y ha ganado respeto y admiración en todo el mundo. Pero ahora, sus propios aliados le están sugiriendo , algunos de forma más sutil que otros, que quizá es momento de replantearse cómo y hasta dónde seguir luchando.
Europa no puede escapar de esta presión. Aunque públicamente sigue reafirmando su apoyo a Ucrania y su compromiso con la seguridad europea, la realidad es que la mayoría de los gobiernos europeos no quieren prolongar indefinidamente un conflicto que afecta directamente sus economías y su estabilidad política. No es sostenible seguir aumentando los presupuestos de defensa, comprando gas a precios exorbitantes y gestionando las tensiones internas derivadas de la inflación y la crisis energética. Tarde o temprano, Europa también quiere una salida negociada, aunque no lo diga tan abiertamente como Trump.
En este escenario, Zelensky es la víctima de una agresión brutal, pero también el líder de un país cuya supervivencia depende, en gran parte, de las decisiones de sus aliados. Puede tener toda la voluntad y el coraje del mundo para seguir resistiendo, pero si el apoyo externo comienza a flaquear, no hay heroísmo que pueda sostener una guerra de esta magnitud indefinidamente.
Aquí es donde la cruda realidad se impone: aunque Ucrania merece justicia, reconstrucción y seguridad, puede que el costo de seguir peleando sea mayor que el de aceptar un acuerdo imperfecto. No es una elección justa, ni honorable, ni satisfactoria. Pero es la que se está poniendo sobre la mesa, y es la que Zelensky tendrá que considerar muy seriamente.
Europa, Ucrania y Estados Unidos están llegando a un punto en el que deben decidir si siguen apostando por una victoria total, cada vez más improbable, o si buscan una paz negociada que, aunque dolorosa e injusta, permita al menos salvar vidas y preservar la existencia de Ucrania como Estado independiente.
En el fondo, todo esto se reduce a una dinámica incómoda pero inevitable: Ucrania y Europa tienen que adaptarse al rumbo que decida Estados Unidos, y hoy, ese rumbo lo marca Donald Trump. Si Trump dice que es momento de negociar, Europa y Ucrania pueden gritar, patalear o protestar, pero al final tendrán que ajustar el paso. Así funciona el equilibrio de poder, y así se define el destino de las naciones más pequeñas en conflictos donde los gigantes deciden cuándo empieza y cuándo termina la música.
Zelensky y Ucrania no merecen este final, pero puede que no tengan otra opción. Y la paz, por amarga que sea, puede terminar siendo el único camino viable, si los aliados deciden que ya han hecho suficiente.
Me alegro y os felicito por haber proyectado La doble vida de Veronica el pasado jueves, porque aunque no hubo debate, considero que merecía al menos una pequeña tertulia entre quienes estuvimos allí.
Este autor aborda tantos temas esta doble vida de Verónica y lo hace de forma tantos brillante y poética que te mantiene en constante asombro, y atención para no perder ni una sola imagen, como por ejemplo las que te invita a ver detrás de una vidriera, de unas gafas, de una ventana, de una canica de cristal.. Como si fuese un caleidoscopio de luces de colores. Absolutamente fascinante. Te interpela, te hace reflexionar sobre la posibilidad de estar en dos lugares a la vez, de forma mucho más eficaz que si estuvieses leyendo un ensayo sobre física cuántica o antimateria. Y qué decir sobre su sentido del humor, cuando Verónica responde a la pregunta del artista de marionetas “quiero saberlo todo de ti” vaciando sobre la cama el contenido de su bolso, diciendo sin palabras “esta soy yo, aquí está toda mi vida”. Tal vez si no eres una mujer no captas esa ironía, cuando ella confiesa que llevaba un año buscando unas gafas que aparecen entre los tesoros de su bolso…. Escenas inolvidables, colores intensos, puntos de vista desde la cámara que hacen que te introduzcas en el espíritu de la protagonista, como cuando la primera Verónica muere por una parada cardiaca, en un instante de sublime belleza…. En fin, me hubiera gustado compartir estas y otras reflexiones al final de la,proyección de La doble vida de Verónica. Otra vez será. Y gracias de nuevo por esta iniciativa cinéfila.