11 PM | 19 Feb

Poesía de la sinceridad- Poema de Antonio Herranz

Poesía de la sinceridad

Felix Alonso

Articulo publicado en la revista Entreletras

Decía Carlos Bousoño que la poesía no comunica lo que siente, sino la contemplación de lo que se siente. No sé, quizás sea eso lo que me anima a llevar un libro de poemas en mis viajes, y tratar de encontrar así las emociones. La poesía como pretexto. Cuando estuve en Roma visitando a mi hijo, no fui directo al Coliseo, lo que le pedí es que me llevara a la tumba de Gramsci, para allí leer los versos que Pasolini le dedicó : nom é di maggioquesta impura aria… (no es de mayo este aire impuro…). Si me empeñé en ir a Duino fue para sentarme un par de horas en un banco, en la plaza del castillo, para leer a Rainer María Rilke. He sido tan pesado con estas manías que a un grupo de amigos les engañé para realizar un viaje a Trás- os- montes con el objetivo oculto de visitar la casa de Miguel Torga en Säo Martinho de Anta.

 

Hoy, que justamente ha muerto Joan Margarit, he tomado un café con el poeta Antonio Herranz y me ha dado a leer su último poema. Resulta que tanto ir en busca de emociones y Antonio ha traído a mi vida a través de su poema El lugar donde vivo (castaños de indias, piedras, sillares, aventuras…) la cercanía del pueblo donde nací, desapercibida, al verla todos los días. Esto me lleva a confirmar que el paisaje que nos rodea y lo que en él habita determina nuestra manera de estar y vivir en él. Antonio va por la poesía como por el mundo, sintiendo la importancia del tiempo: vuela y escucha.

Hay lugares comunes para todos los poetas, de los cuales también participan sus lectores, y volviendo a homenajear al desaparecido Joan Margarit, quiero traer aquí un verso que dice: recordar els vells cinemes mai no ès trist … Antonio, en un escrito de homenaje al Cine Variedades, La esquina de los sueños, escribe: emblemático edificio […] real, ahora para mí sumergido en la intemporalidad de un lugar donde había vida […] donde siempre encontrábamos recompensa. La poesía está llena de coincidencias. (https://www.colectivo-rousseau.org/articulos/opinion/cine-variedades-2/)

La realidad de un pueblo, lo que transciende es el agradecimiento, que debe ir siempre en ambas direcciones. Leamos con atención El lugar donde vivo, escrito desde la poesía de la sinceridad.

Foto: Pedro Rubio

El lugar donde vivo

Asocio el lugar donde vivo a los castaños de indias,
también a la imponente presencia de la piedra.
Mientras ella resiste, los castaños enferman.
Su exótico nombre contrasta con la roca
que busca impaciente un motivo para ser esculpida.
A veces observo los sillares, sus imperfecciones,
su consistencia en el acoplamiento,
su colocación para sujetar la pesantez
de una fortaleza que mira al cielo,
que protege, en su interior, una fe antigua.
Pero yo me vuelvo hacia la visión de esos viejos árboles
que me han acompañado siempre.
Bajo su sombra he soñado aventuras,
sofocado el calor y sentido su orgullo
en el rojo cobrizo de sus hojas en otoño.
Contraria a ellos, como un orden inmutable,
otra contundente realidad medida:
el cálculo perfecto de una proporción
que quiere conservar, por propio imperativo, lo sagrado.
Retenerlo, porque fuera el mundo se transforma.
¿Quién pudo imaginar tan dispar convivencia?
En el crecimiento de las ramas de estos árboles,
en busca de la luz, hay una continuidad de vida,
una transformación natural de lo inmediato,
una ofrenda que propone lo efímero y cambiante,
compitiendo con aquello concebido para perdurar:
una armonía que refleja la dramática fatiga de los hombres,
que, queriendo dejar constancia de su paso por el mundo,
no supieron ni quisieron ocultar su arrogancia.
Ambas imágenes conviven en mi mente,
porque en la piedra siempre late una idea
que es vida trágica y me seduce.
Y la flor blanca del castaño,
más expuesta y delicada, también lo es,
y ambas tienen la apariencia de un sueño.

(Enero, 2021)

Nota: Antonio Herranz ha publicado los poemarios: El botín de los años inútiles. Edt. Círculo Rojo (2014) y Hasta llegar aquí. Edt. Ondina (2019).

 

 

 

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