01 PM | 19 Jun

CLAUDIO RODRIGUEZ

    
  

      
 
    

BRUJAS A MEDIODÍA

                                                         (Hacia el conocimiento)

   No son cosas de viejas
ni de agujas sin ojo o alfileres
sin cabeza. No salta,
como sal en la lumbre, este sencillo
sortilegio, este viejo

maleficio. Ni hisopo
para rociar ni vela
de cera virgen necesita. Cada
forma de vida tiene
un punto de cocción, un meteoro
de burbujas. Allí, donde el sorteo
de los sentidos busca
propiedad, allí, donde
se cuaja el ser, en ese
vivo estambre, se aloja
la hechicería. No es tan sólo el cuerpo,
con su leyenda de torpeza, lo que
nos engaña: en la misma
constitución de la materia, en tanta
claridad que es estafa,
guiños, mejunjes, trémula
carmín, nos trastornan. Y huele
a toca negra y aceitosa, a pura
bruja este mediodía de septiembre
y en los pliegues del aire,
en los altares del espacio, hay vicios
enterrados, lugares
donde se compra juventud, siniestras
recetas para amores. Y en la tensa
maduración del día, no unos labios
sino secas encías,
nos chupan de la sangre
el rezo y la blasfemia,
el recuerdo, el olvido,
todo aquello que fue sosiego o fiebre.
Como quien lee en un renglón tachado
el arrepentimiento de una vida,
con tesón, con piedad, con fe, aún con odio,
ahora, a mediodía, cuando hace
calor y está apagado
el sabor, contemplamos
el hondo estrago y el tenaz progreso
de las cosas, su eterno
delirio, mientras chillan
las golondrinas de la huida.

   La flor del monte, la manteca añeja,

el ombligo de niño, la verbena

de la mañana de San Juan, el manco

muñeco, la resina,

buena para caderas de mujer,

el azafrán, el cardo bajo, la olla

de Talavera con pimienta y vino,

todo lo que es cosa de brujas, cosa

natural, hoy es nada

junto a este aquelarre

de imágenes que, ahora,

cuando los seres dejan poca sombra,

da un reflejo: la vida.

La vida no es reflejo

Pero, ¿cuál es su imagen?

Un cuerpo encima de otro

¿siente resurrección o muerte? ¿Cómo

envenenar, lavar

este aire que no es nuestro pulmón?

¿Por qué quine ama nunca

busca verdad, sino que buscan dicha?

¿Cómo sin la verdad

puede existir la dicha? He aquí todo.

Pero nosotros nunca

tocamos la sutura,

esa costura (a veces un remiendo,

a veces un bordado),

entre nuestros sentidos y las cosas,

esa arenilla

que ya no huele a dulce sino a sal,

donde el río y el mar se desembocan,

un eco en toro eco, los escombros

de un sueño en la cal viva

del sueño aquel por el que yo di un mundo

y lo seguiré dando. Entre las ruinas

del sol tiembla

un nido con calor nocturno. Entre

la ignominia de nuestras layes se alza

el retablo con viejo

oro y vieja doctrina

de la nueva justicia. ¿En qué mercados

de altas sisas el agua

es vino, el vino sangre, sed la sangre?

¿Por qué aduanas pasa

de contrabando la harina

como carne, la carne

como polvo y el polvo

como carne futura?

Esto es cosa de bobos. Un delito

común este de andar entre pellizcos

de brujas. Porque ellas

no estudian sino bailan

y mean, son amigas

de bodegas. Y ahora,

a mediodía,

si ellas nos besan desde tantas cosas,

¿dónde estará su noche,

dónde sus labios, dónde nuestra boca

para aceptar tanta mentira y tanto

amor

Compártelo:

Escribenos un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *