04 PM | 05 Jun

ROCIO

Fernando Ruiz Vergara falleció el 12 de octubre de 2011 en la aldea portuguesa de Escalos de Baixo, donde vivió sus últimos años, retirado, exiliado por voluntad propia tras el monumental escándalo provocado por la cinta Rocío, que todavía hoy sigue censurada por orden del Tribunal Supremo, con fecha de 3 de abril de 1984. Retenga, por favor, el año de los hechos: mil-novecientos-ochenta-y-cuatro, cuando la época dura de la Transición parecía haber quedado atrás y Felipe González gobernaba ya con mayoría absoluta.

“Todo lo que sufrió con Rocío lo tenía muy presente. No guardaba rencor, pero nunca dejó de dolerle”, explica el realizador José Luis Tirado, que ha analizado en el documental El caso Rocío la polémica que acompaña (aún hoy) la cinta de Ruiz Vergara. “La película acabó de golpe con su carrera profesional. Pero no sólo eso, también le destrozó la vida”, expone Tirado, que lo encontró ya débil de salud, ingresado en la Casa de Misericordia de Vila de Rei (Portugal).

El documental Rocío, dirigido por Ruiz Vergara con guión de Ana Vila e interpretado, como recogía el cartel, “por hombres, mujeres y niños del pueblo andaluz”, es un intento de explicar la romería desde un punto de vista social, histórico y antropológico, por lo que recurre a las opiniones de expertos, algún sacerdote, miembros relevantes de las hermandades rocieras y vecinos de Almonte, como una mujer que narra en primera persona un milagro de la Virgen: la curación de un sarcoma.

Fernando Ruiz Vergara.

Contiene, claro, imágenes de gran potencia visual, muchas tan osadas que hoy serían imposible grabar, como la cercanía de las camareras con la Virgen (“Eres guapísima, eres encantadora, eres la reina almonteña”, le susurra una de ellas) o la descripción que el catedrático José Hernández Díaz realiza sobre la mutilación de imágenes sagradas para adaptarlas al culto o al gusto de la feligresía. Fernando Ruiz Vergara ilustró este hecho con el desmontaje en un convento sevillano de una talla muy modificada de la Virgen de la Merced.

Sin embargo, ni una ni otra propuesta provocó el enorme revuelo que acabó con el secuestro de la cinta y su director condenado a dos meses y un día de prisión, 50.000 pesetas de multa y una indemnización de diez millones de pesetas. Lo que motivó el escándalo fue sacar a luz la represión en Almonte tras el golpe militar de 1936, desde sus instigadores al centenar de víctimas, recordadas algunas con nombres y apodos por el actor José Luis Gómez, que puso la voz en off a la película. “Un total de cien personas, noventa y nueve hombres y una mujer”, dice.

La trastienda de la matanza

En concreto, en un momento de la película, el realizador incluye las declaraciones de un vecino de Almonte, Pedro Gómez Clavijo, quien cuenta a cámara cómo se urdió la represión. Como sostiene el historiador Francisco Espinosa, “Ruiz Vergara vino a contar la trastienda de la matanza realizada por los fascistas, y puso nombre y rostro al que, según algunos testimonios, aparecía como máximo responsable: el terrateniente y ex alcalde José María Reales Carrasco”.

En opinión del realizador de El caso Rocío, José Luis Tirado, “Ruiz Vergara inicialmente no iba buscando nada sobre el tema, pero algunos ancianos se lo contaron y decidió, tras pensarlo mucho, incluirlo en el documental”. Finalmente, el documental Rocío es uno de los primeros intentos de arrojar luz a la represión llevada a cabo en el verano de 1936. “Hoy día, en España, con jurisprudencia sobrada sobre el asunto, no es posible silenciar la historia de la represión por la voluntad de los descendientes de quienes un modo u otro la protagonizaron”, dice Tirado.

Pero, en los primeros ochenta, el resultado fue otro. Los hijos de Reales Carrasco interpusieron el 23 de febrero de 1981 -horas antes del intentona de Tejero- la querella por los delitos de injurias graves, escarnio de la religión católica y ultraje público contra Ruiz Vergara, la guionista Ana Vila y Gómez Clavijo, el vecino que prestó su testimonio. “Las injurias se cometían -expone Francisco Espinosa- al imputar al fallecido Reales Carrasco el asesinato de vecinos de Almonte. Sin embargo, en el metraje, cuando iba a pronunciar su nombre, el sonido desaparecía y se reproducía una foto suya con los ojos tapados por un recuadro negro”.

El proceso judicial

El juez desestimó por completo la imputación de escarnio porque “los temas religiosos están tratados con respeto”, se afirma textualmente. Con todo, sí ordenó el secuestro de la cinta, primero en toda España y, luego, sólo en las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, las más vinculadas a la romería del Rocío. Era la primera vez que un juzgado secuestraba una película en España después de que se aprobara la Constitución y desaparecieran los mecanismos de censura previa en materia de cine.

Aunque Ruiz Vergara recurrió al Supremo, éste ratificó la sentencia. Según el juez Luis Vivas Marzal, era “indispensable inhumar y olvidar si se quiere que los sobrevivientes y las generaciones posteriores a la contienda, convivan pacífica, armónica y conciliadamente, no siendo atinado avivar los rescoldos de esa lucha para despertar rencores, odios y resentimientos adormecidos por el paso del tiempo”.

A mediados de mayo de 1985, la película volvió a los cines españoles. Se sustituyeron los fragmentos suprimidos por una pantalla en negro con la leyenda “Supresión por sentencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo del 3.4.1984”. Recuerde, por favor, la fecha: desde mil-novecientos-ochenta-y-cuatro hasta hoy.

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