11 AM | 27 Feb

EL FESTIN DE BABETT

Un pequeño prodigio presentado con una sencillez abrumadora y hermosa. Una lección de humildad bajo la batuta tierna y acogedora del danés Gabriel Axel, que ha sabido tocar el registro más suave y la campanada más gozosa para el corazón de una espectadora como yo.
Joyas como la presente, ofrecidas bajo un aspecto modesto, sin grandilocuencias, saben desgranar una filosofía de vida que es alimento para el espíritu y alas para el sentimiento.
Con su mirada amable, optimista y sorprendentemente sensible, Axel retrata el alma colectiva de una comunidad luterana y puritana asentada en una aldea costera de Dinamarca. Gentes dedicadas a su sincero culto a Dios y a promulgar la austeridad exterior para el enriquecimiento interior y la convivencia pacífica en la que las tentaciones terrenales son vencidas por medio de una intensa fe.
Axel podría haberse decantado por derroteros de insatisfacción personal de las tres protagonistas, basándose en la extrema austeridad de sus vidas, pero no lo hace. Las abnegadas y encantadoras hermanas Filippa y Martina derraman tanta bondad y encuentran tanto consuelo en su fe y en su afecto espontáneo hacia el prójimo, que es inconcebible que puedan sentir insatisfacciones profundas. Renunciaron al amor y cambiaron el curso del destino de dos hombres que hallaron en ellas una fuente de paz y armonía en un momento crucial de su pasado, para llevar en adelante existencias mucho más ricas y satisfactorias espiritualmente. Axel no intenta disimular el hecho de que ellas llegaron a plantearse en aquel momento de su juventud el concederse una oportunidad para el amor, y que tal vez sienten nostalgia por lo que dejaron marchar. Pero si hubo en ellas alguna añoranza de aquello a lo que renunciaron, sin duda la compensaron con su vida dedicada a la alabanza de Dios y al servicio a sus semejantes.
La llegada de Babette, una mujer francesa maltratada por los acontecimientos de su país, supone un soplo de aire renovado en la comunidad. Sola en el mundo, aferra con adoración la caritativa y desinteresada mano que las dos hermanas le tienden, y se integra con agradecimiento en la minúscula aldea. Y un día tendrá la oportunidad de devolverles a todos las atenciones recibidas… Y lo hará a su manera especial y única, enseñando a esas gentes sobrias a valorar un poco más los pequeños placeres.
Sobresaliente drama filosófico y espiritual que, equiparando las delicias gastronómicas a la satisfacción del alma, invita a disfrutar de lo que la vida nos regala. A aprender el don de saber dar y saber recibir. A sentirse en paz con uno mismo.
No es necesario ser especialmente creyente para que nos llegue el mensaje de esta bonita historia que trasciende más allá de lo religioso y alcanza la misma esencia de la búsqueda del equilibrio personal.

VIVOLEYENDO

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