09 AM | 31 May

GUINOVART

 

  Coincido con Diego y con Rosa, Lepage nos defraudó, aunque tiene cosas muy buenas en su nuevo espectáculo Picas. El Maestro y Margarita de Bulgakov fue de lo mejor que hemos visto éste año y estoy deseando ver la crónica de Marcos Ordoñez .He tenido suerte de ir a Cuenca éste fin de semana, pues el día 27 se terminaba la exposición de Guinovart en el Centro de arte Contemporáneo que tiene la fundación Antonio Pérez.
 Las obras  abarcaban  tres aspectos importantes de su trayectoria artística: la obra que hizo con referencia al campo de Agramunt, que tanto le influyó en toda su trayectoria, los campos de trigo, la semilla y el grano, las amapolas, la siega, la era, los rastrojos cuando la espiga ya estaba cortada, rastrojos quemados, etc., y por supuesto el Mediterráneo, enfocado desde una inmersión en el mar en sí.
 En esta misma ciudad no hay que perderse el Museo de Arte Abstracto que   alberga y exhibe de forma permanente pinturas y esculturas de artistas españoles de la generación abstracta de los años 50 y 60, que configuraron algunas de las tendencias  más significativas del arte en España a mediados del siglo XX. El museo abrió sus puertas por iniciativa de Fernando Zóbel, la disposición de las obras y la explicación que nos hicieron en la visita guiada me abrió el apetito a ese tipo de arte, algunas veces incomprendido.
 Y hablando de viajes, coincido con Alberto Manguel en que viajar es un acto narrativo. Pasar de un lugar a otro cruzando espacios que no conocemos es, en cierto modo, hacer literatura: al fin y al cabo, una de nuestras más antiguas metáforas declara que el mundo es un libro. Desde siempre, las mejores crónicas de viaje no han sido meramente descriptivas. Lo que me interesa cuando hago un viaje no es sólo visitar un cierto paisaje a través de los ojos, sino, sobre todo, compartir las pequeñas molestias y delicias de la aventura: el mal tiempo, la extraña comida, los encuentros, los accidentes, el sentimiento de lo ajeno, para viajar hay que dejarse el “tontón” en casa, hay que romper con lo cotidiano, arrastrarse por las emociones, ir por carreteras de segundo orden de noche y toparse con los animales de las montañas, parar y acariciarlos aunque se llegue tarde a la cita.

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