03 PM | 23 May

ComENTARIOS A LA PELI CAFARNAÚM” DE EUGENIO “

COMENTARIO A LA PELI “CAFARNAÚM”, SOBRE LAS DESIGUALDADES Y LA POBREZA DE EUGENIO.

 

La peli que vimos responde bien a lo que dice su directora Nadine Labaki, en una entrevista sobre la gran misión que puede llegar a tener el cine: “Sientes que no estás viendo una película, sino que estás observando la realidad”. Y por su experiencia de vivir en el Libano dice que  “ La realidad es mucho más dura que Cafarnaúm”. Un niño demanda a sus padres por haberle traído al mundo es el espejo de una demanda de amparo a una sociedad, a través de esa familia impotente, que no puede cuidar a sus hijos y de una justicia que no tiene nada que ver con lo que es justo y las relaciones sociales que esto implica.

No se trata de si un niño inteligente madura rápido y nos da una lección de responsabilidad real o irreal, haciendo lo que hace a lo largo de la peli, en ese marco de denuncia a sus padres para que la justicia castigue a una sociedad a través de sus progenitores, justo por no protegerles siquiera, dejados al albur en la calle. No se trata, tampoco, de un niño especial que nos haga creer que hay algo en la naturaleza humana que tiende al bien y a la responsabilidad y que eso refleja ese niño en la película, cuidando a Jonan, abandonado por su madre retenida por las autoridades por no tener los papeles  de emigrante en regla, y similar a la suya por tener hijos que no pueden cuidar y cumplir los códigos sociales que obligan a su hermana a entregarse al marido de conveniencia a cambio de dinero (mano de obra barata si es hombre para explotar o niña-mujer para ser dependiente de un varón pudiente).  No se trata de que ese niño sea excepcional y solo sea un problema de educación en el ámbito familiar. No se trata, en suma, de una mirada cómplice con el stablisment y sus valores, en el mundo, que  mediante una educación en el mérito sean capaces los niños de salir airosos y tener éxito social, siguiendo la ruta del emprendedor neoliberal que nos propone la ideología dominante con un poco de esencia buena que haya en el ser humano, se supone que inducida por algún Dios creador de seres que tienen que hacerse merecedores de haber sido creados, y, consecuentemente, culpables de no conseguirlo.

Tampoco se trata de que haya naciones con Estados fallidos incapaces, por culpa de sus dirigentes ineficaces y corruptos de tener en la miseria a los niños como Zain y a padres como los suyos o la emigrante madre de Jonas, el niño al que protege en ausencia de su madre, que no son capaces de crear una estructura económica desarrollada al estilo occidental con un estado del bienestar mínimo que impida o limite esa miseria, y una democracia representativa que permita el juego liberal de alternancia política con libertades en la forma, pero que si se intenta cambiar realmente, para que no sean fallidos o menos fallidos ( el que el ingreso mínimo vital no llegue a quién lo necesita o llegue tarde, ¿se le llama fallido, semifallido…,como se le nombra?), aparecerían los problemas de violencia de la dominación, los golpes de estado a la democracia, que tantas experiencias hemos visto en nuestra historia del siglo XX, y seguimos viendo. Hemos mejorado dirán algunos, ya no es necesario que haya fusilamientos y sangre por las calles, quizás, depende…

Todo esto se habló y se justificó en el debate y puede ser válido para crearnos una falsa conciencia de mérito personal y societario, por estar entre los países privilegiados de la tierra y haber sido listos y preparados a nivel individual y colectivo e interpretar ilusoriamente que nos lo hemos merecido por ser mejores que otros, donde no hay miseria (no se ve o no se conoce, igual que los suicidios sin estadística y sin causa), y tenemos estados del bienestar que nos protegen de las contingencias azarosas y dolorosas en sí mismas de la vida. Eso es, solamente, pura buena conciencia, que de otra manera no nos permitiría vivir en paz con nosotros mismos, siendo cristianos o ateos, da igual. Esa buena conciencia se hace imprescindible, porque si no nos veríamos enredados en la culpa del colonialismo y el imperialismo que hemos desarrollado en la historia, al menos desde los siglos XVI, XVII  XVIII y XIX, que en el XX mostraron sus consecuencias trágicas a nivel mundial.

Pues no, nosotros hemos creado estructuras económicas, sociales y políticas e instituciones nacionales e internacionales que permiten esa desigualdad y esa miseria que hay en el mundo. Y no es cuestión de culpabilidad, pero sí de responsabilidad y de convicción, las 2 éticas weberianas, en conflicto casi siempre.

Propuse leer o releer el libro de Arghiri Emmanuel “ El intercambio desigual”, un ensayo sobre los antagonismos en las relaciones económicas internacionales, y su célebre debate o controversia teórica y política con Charles Bettelheim, por el que yo me inclinaba, en mi época joven con pasión teórica y política, en diálogo con Marx y los marxismos. O los tomos de Immanuel Wallerteins sobre el moderno sistema mundial.

Y es que repasando sus páginas, siguen vigentes los planteamientos de aquel debate, incluso me atrevería a decir que agravados porque la economía financiarizada en la que nos encontramos, donde la Deuda dirige y acompaña los ciclos y el dinero crea dinero, sin necesidad de pasar por el riesgo de producir valor empresarialmente, que ha acelerado la sujeción al fetichismo del mercado y del propio dinero y se ha hecho todo más automático y más inmanente, con peor salida, crisis tras crisis, porque ya no estamos preparados para el colapso definitivo, solo seguimos adheridos a la vía única de Benjamin de un solo carril sin vuelta, destinados al ocaso. El “último hombre” que quiere perecer de Nietzsche y no sé ya si nacerá su “superhombre” de las cenizas nihilistas de aquél. Pero quizás, no lo veamos. Otro consuelo de buena conciencia.

EUGENIO

 

 

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