LA MORAL INDIVIDUAL Y LOS SERVICIOS SOCIALES, REPRODUCTORES DEL DESORDEN SOCIAL
No creo que el Director de la peli The Florida Project, Sean Parker, que vimos ayer del Colectivo Rousseau, como centro de su relato, pretenda comparar la vida y la moral individual de la madre soltera con la de otras madres o personas que la acompañan en los alrededores del Parque Disney World en Florida, para sacar la consecuencia que hay madres «buenas» y madres «malas» en la educación de sus hijos ante la adversidad y la situación social y personal en la que se encuentran los inquilinos pobres de ese Motel de negocio rentista. Y, sin embargo, creo que esta es la conclusión a la que una mirada reduccionista de la marginación y la pobreza invita a pensar a mucha gente. ¿Porqué esto es así, en muchos casos, porqué ante una situación social deplorable con causas sociales evitables políticamente, se comparan respuestas individuales y se juzga a la madre soltera, en este caso, que malvive de pequeñas trapicheos para pagar el lquiler y, eventualmente, de la prostitución, frente a otras que en la peli no recurren a estas «anomalías» de respuesta al desorden social existente en el sistema en general y en los alrededores del parque de Disney?. ¿Porqué se exige, que una madre soltera, como la protagonista, sin posibilidad de acceder a recursos de servicios sociales o de alguna renta mínima garantizada en un Estado ultraliberal, donde rigen las leyes del mercado mas drásticas, que generan injusticias y desigualdad, además de traumas e insalud individual, tiene que ser heroína y perfecta en la educación de su hija, en este caso, garantizando un orden disciplinadamente, que reproduzca el desorden existente en la zona y en otros muchos lugares de ese país, el más rico de la Tierra?. ¿Nos garantiza eso una buena conciencia de todo lo que no debiera ocurrir y ocurre, por nuestra negligencia o inhibición social y política?
En mi opinión, el autor de la peli, muestra esa realidad social que se esconde en las periferias o cercanías de las ciudades y zonas emblemáticas de la riqueza, y las trata desde un punto de vista humano, con consecuencias políticas no explícitas en la película, en la aptitud de otras convecinas e incluso la paciencia y comprensión con los niños del gerente del Motel de apartamentos que las cobija, mostrando el lado bueno de la gente, su solidaridad y empatía, en muchos casos.
También, nos muestra la felicidad y alegría recíproca de la madre y la hija y de los otros niños/as, que conviven en esos parajes deteriorados y marginales, donde podría crecer el odio, la violencia, la desesperación y, no es el caso. Cuando llegan los Servicios sociales a separar a la madre de su hija, se muestra la violencia implícita que las instituciones pueden generar para conservar el Caos que el propio sistema establece y que la ayuda estatal, cuando la hay, no sabe ni puede corregir. Al final, nada garantiza que esa niña y esa madre vivan una vida mejor separadas, más bien la peli nos indica lo contrario.
En todo caso, estos asuntos deben analizarse social y políticamente, no desde una perspectiva individual, ni de respuesta educativa exquisita de los que la sufren para educar a sus hijos en un contexto social hostil. La respuesta debe ser colectiva y de naturaleza vitalmente política. Y digo vitalmente, porque no hay respuesta que no sea colectiva para el «buen vivir» individual.
Habrá que ver Anora, la peli premiada más reciente de ese director para sacar valoraciones de su cine «indie».
EUGENIO
El final es una reacción a toda la película: Moonee termina su infancia con el primer llanto sincero que le hemos visto tener, y Jancey le evita la tristeza llevándola a Magic Kingdom, a ese reino de ratones antropomórficos y castillos de cartón donde dicen que puedes ser feliz para siempre.
La cámara en mano se ajusta a un recorrido lineal y concreto, guiando su camino hacia un lugar donde siempre podrán ser niñas, y se podrán refugiar de la maldad adulta que tanto les ha quitado.
Como si Sean Baker estuviera dándonos, con la misma mano, una caricia y un arañazo: serán felices para siempre, pero nunca más volverán a su reino encantado para serlo.
¿Fantasía?
También parece fantasía que en «el lugar más feliz del mundo» mucha gente así viva, y sin embargo, mira.
charles