NOA VISITA EL PRÓXIMO MARTES DÍA 29 A LAS 18,30
JOSÉ LUIS VILLACAÑAS (Úbeda, 1955) es desde 2009 catedrático de Historia de la Filosofía de la UCM. Como investigador, tras coordinar diversos proyectos financiados por el Gobierno español desde 1986, ha dirigido de forma ininterrumpida la Biblioteca Digital Saavedra Fajardo de Pensamiento Político Hispano, que viene funcionando desde 2002, y que ha editado centenares de obras de pensamiento político hispánico en la red, siendo uno de los portales de internet más visitados en lengua española. El grupo que dirige, muy consolidado, integra a medio centenar de profesores e investigadores del mundo euroamericano.
Uno de los focos principales de su investigación lo constituye la historia de las ideas políticas hispánicas en su estrecha relación con la evolución de las ideas europeas. A esta línea de trabajo ha dedicado diversas monografías, que van desde las propuestas de Ramiro de Maeztu a la presencia de Kant en España, desde la formación de los reinos hispánicos a la construcción de la monarquía hispánica o la historia del poder en España. En esta línea se articula su más ambicioso proyecto, LA INTELIGENCIA HISPANA (IDEAS EN EL TIEMPO). Su aproximación a la cultura hispana no es autorreferencial, sino siempre iluminada a través de un diálogo con la cultura occidental, como lo muestra su último libro, titulado Freud lee el Quijote (La Huerta Grande, 2017), o la monografía en la que trabaja en la actualidad, capaz de exponer el despliegue de la filosofía de Ortega y Gasset en diálogo con la filosofía europea contemporánea.
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Ayer vimos la película más más prestigiosa del británico Michael Powell (1905-1990) y del húngaro Emeric Pressburger (1902-1988). De este último, menos conocido, le recordamos por “el fotógrafo del pánico”. Hay que destacar también, diálogos adicionales en el guion de Keith Winter, que se inspira libremente en un cuento de Hans Christian Andersen. El libro de Powwel, que ayer no recordaba, es “Juego de espera”, que esta prologado por Javier Marías, lo cual ya es una garantía.
Una de las cuestiones más importantes de la película es que se rodó en escenarios reales de Londres (Royal Opera House, The Mercury Theatre), Paris (Opera National de Paris, estación ferrocarril de Lyon), Gers (Villa Leopolda, Francia) y Mónaco (Hotel de Paris, estación ferroviaria de Montecarlo)
No se les puede negar es un dominio de la técnica e iluminación absolutamente magistral, que pudimos ver con el nuevo equipo de proyección.
El próximo martes día 29 nos acompañará a las 18,30 el profesor Villacañas con una conferencia que lleva por título “Max weber en contexto”. Estamos pensando en proyectar alguna película que trate el protestantismo, de Dreyer o Bergman. Atentos.
Vicky Page es una aspirante a bailarina dividida entre la danza y el amor. Mientras que su imperioso instructor le insta a olvidar todo excepto el ballet, Vicky comienza a enamorarse del encantador joven compositor. Entonces deberá elegir entre seguir su arte o su romance, una decisión que conlleva consecuencias graves.
Las zapatillas rojas está basada es un cuento de hadas del escritor y poeta danés Hans Christian Andersen. La obra original habla de una niña que usa estas zapatillas que no la dejan dejar de bailar. Y es este específicamente el tema de la película. Si bailar es más importante que vivir, una vez que Vicky Page (Moira Shearer) empieza a usar las zapatillas de ballet, ya no puede hacer otra cosa. Conflicto que se convierte en el principal una vez que se enamora del compositor de la obra y tiene que decidir entre uno u el otro. La decisión la lleva a un lugar mucho más triste.
La película de The Archers (Powell y Pressburger) es un drama expresionista en fotografía, maquillaje y arte. Recurre a lo onírico valiéndose de algunos efectos provocados por el montaje en el que la realidad se confunde con la obra representada. Esa confusión es propia de la desestabilidad mental y emocional de Vicky Page.
La señorita Page todo lo que quiere hacer es bailar. Borís Lérmontov lo sabe y la manipula en consecuencia.
Lérmontov es un obsesivo productor de ballet. Su nueva obra The red shoes está por estrenarse y para ello la incorpora como prima ballerina de su cuerpo de baile. También contrata a Julian Craster (Marius Goring), un estudiante de composición muy talentoso que se acerca a Lérmontov porque en una obra producida por él han tocado partituras creadas por él sin autorización. Ya desde ese momento conocemos al titiritero Lérmontov.
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La palabra, igual que la música, necesita del aire para llegar a todas partes, para hacerse oír. Me acuerdo de esa famosa canción «Blowin’ in the Wind»(Volando en el viento)
de Bob Dylan, cuyo estribillo decía «La respuesta, amigo mío, vuela en el viento. /La respuesta la trae el viento». Bien es verdad que hay una diferencia entre aire y viento, pero para el caso es lo mismo. Las respuestas están llenas de palabras, igual que las preguntas. Música y poesía están en el aire y las propaga el viento -sí, ya sé, pura nostalgia. La motivación de esta reflexión, sin embargo, viene provocada por la visualización de una película «Todas las mañanas del mundo» de Alan Corneau, donde se cuenta la coincidencia en la vida de dos músicos: El Señor de Saint-Colombe, hombre maduro, desolado por la temprana muerte de su esposa, y el joven Marin Marais. El primero, un virtuoso de la viola de gamba, también compositor, para su propio goze: el arte por el arte, como diría Nuccio Ordini : «La utilidad de lo inútil»; el segundo, un aprendiz que quiere ser iniciado en los secretos de ese instrumento para dominarlo y así alcanzar honor, gloria y riqueza. Dos caminos opuestos. A Saint-Colombe, el mundo junto con sus veleidades y sus afanes cada vez le importa menos. Se construye una cabaña (una caja de resonancia para su propio deleite) bajo una morera y allí se pasa el tiempo perfeccionando su destreza en el manejo del instrumento y buscando la inspiración para componer su música, lo que le acerca a un estado de mística y ensueño cercano a un delirio que le permite ver y hablar con su esposa, a la que no puede tocar porque se desvaneceria, igual que su música: es el paso del tiempo y la descomposición que provoca (puro barroco). Marin Marais,»desenmascarado» en sus intenciones por el austero y misógino músico, lo desprecia y lo expulsa de su lado. Pero Marais vuelve, no solo para ver y refocilarse con la hija mayor de Saint-Colombe, sino para escuchar al maestro, escondiéndose bajo la cabaña. Las notas se escapan entre las rendijas que dejan entre sí las maderas, el aire las propaga, llegan a sus oídos: es la única manera que tiene para aprender de él. Cada vez más alejados ambos músicos, hay, sin embargo, una poética que los reconcilia: ambos se han inspirado en el amor para hacer música. Desde la decepción y la vanalidad de los logros sociales y materiales, Marin Marais reconoce que se ha equivocado. Saint-Colombe, ya desde el otro
lado del espejo, le invita a tocar una obra que Marais había dedicado a Madeleine, la hija de Saint-Colombe: «La soñadora», mientras llora amargamente.
Antonio Herranz
Octubre 2024
Co
nsiderado por muchos como un padre fundador de la sociología moderna junto con Karl Marx y Emile Durkheim, el sociólogo e historiador alemán Max Weber, del que se cumplen 150 años de su nacimiento ha sido el objeto de críticas por parte de la historiografía post-modernista que surgió a raíz de la descolonización.
Su influencia académica sigue siendo tal que poco después de hacerse público que Joseph Pérez había ganado el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, el historiador francés de origen español sentenció en una entrevista en el suplemento Mas24: «Ningún científico digno de este nombre, ningún historiador, puede sostener hoy que la religión protestante es la religión del progreso» una afirmación en forma de amargo tributo al alemán que no es sino una prueba del potente legado que los trabajos de Max Weber siguen ejerciendo hoy día en un mundo y una historia en completa fluctuación.
El mundo de Weber
Nació el 21 de Abril de 1864 en Erfurt, la actual Turingia, en aquella época parte del Reino de Prusia. Hijo de un funcionario adinerado y liberal y de una madre calvinista y religiosa, fue un estudiante precoz. Su vida transcurrió entre el mundo académico y la política en una época en la que Alemania, Europa, y el mundo se encontraban en plena ebullición: fue testigo del nacimiento del Imperio Alemán en 1871 y su desaparición en 1918 tras la Primera Guerra Mundial, del mismo modo, presenció el cénit de la expansión territorial europea en África y Asia, y de la segunda revolución industrial.
Su prestigio le sirvió para ser consejero de la delegación alemana que negoció la rendición del país en Versalles en 1918
Trabajó como profesor universitario en la Universidad de Friburgo en 1894, y más tarde en la Universidad de Heidelberg. Intelectual y polemicista incansable, Weber entró en 1888 en la Unión por la Política Social alemana, y durante toda su vida mantuvo lazos con partidos liberales e izquierdistas. Su prestigio como sociólogo e historiador le brindó la oportunidad de trabajar como consejero para la delegación alemana que negoció la rendición del país en el Tratado de Versalles, y como uno de los redactores y supervisores de la Constitución de la República de Weimar.
Como gran observador de las innovaciones de su tiempo, centró su trabajo en dos cambios cruciales: el nacimiento de las modernas naciones-estado basadas en una burocracia profesional, y la expansión del capitalismo occidental por todo el globo terrestre.
Sociología y religión
David Hume (1711-1774) fue el primer intelectual en señalar la dualidad de la naturaleza humana. Por una parte, Hume descubrió una serie de características universales e inalterables que podían aplicarse a cualquier ser humano: la necesidad de alimentarse, reproducirse, e interactuar, y en un nivel más filosófico, los principios epistemológicos que gobiernan el comportamiento humano. Fue en estos principios universales e inalterables en los que Thomas Malthus se basó para crear el primer tratado de demografía moderno, Ensayo sobre el principio de la Población, publicado en 1798. La parte inalterable de la naturaleza humana se convertiría en las bases del pensamiento económico y Darwinista del siglo XIX.
No obstante, Hume también reconoció que el comportamiento humano está condicionado por la cultura, la historia, y el discurso ideológico de la sociedad en la que vino a nacer. Esta parte de la naturaleza humana es cambiante, y se encuentra en perpetua evolución. La interacción entre ambas partes de la naturaleza humana es el componente principal del comportamiento humano, y llevó a la creación de la sociología moderna.
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