10 PM | 11 Feb

DOCE AÑOS DE RENTA BASICA

 

El pasado 5 de febrero, se cumplían 12 años de la fundación de la RED RENTA BASICA Nacida como punto de encuentro de personas interesadas en el estudio de la propuesta y en la articulación de caminos compartidos para su avance social y político, en estos doce años la RRB ha celebrado doce simposios en distintas ciudades del Reino de España; ha sido reconocida como sección oficial de la Basic Income Earth Network (BIEN), cuyo décimo congreso, el de 2004, auspició en Barcelona; ha fomentado el intercambio científico y ha ayudado a dar inicio a proyectos vinculados a la investigación como la revista internacional Basic Income Studies; ha mantenido canales de comunicación abiertos con otras organizaciones y grupos interesados en el debate entorno a la renta básica –pensemos, por poner sólo un par de ejemplos, en el camino recorrido conjuntamente con ATTAC o con compañeros y compañeras de la Universidad Nómada–; y ha tratado de mostrarse activa y visible cada vez que partidos, sindicatos, movimientos sociales y plataformas de diversa índole han participado en el análisis de (y en la lucha por) la renta básica o alguna medida relacionada.

 

Sin ir más lejos, la RRB está dando apoyo explícito a la Iniciativa Legislativa Popular por una Renta Garantizada de Ciudadanía que actualmente se está lanzando en Cataluña. Cierto es que existen importantes diferencias entre la renta básica y dicha renta garantizada de ciudadanía. En efecto, la primera es plenamente universal e incondicional, y, por ende, de carácter preventivo: más que reparar situaciones de privación, aspira a otorgar “de entrada” herramientas importantes para una existencia efectivamente libre. La segunda, en cambio, adquiere un carácter abiertamente paliativo, pues es percibida sólo en caso de que la persona haya caído en situación de pobreza y pueda demostrarlo ante las autoridades competentes. Aun a sabiendas de los problemas técnicos y sociales que las condicionalidades propias de tal renta garantizada implican, la RRB se muestra favorable a dicha ILP: primero, porque sabe que se trata de una propuesta que supone una clara mejora con respecto a las míseras y excluyentes Rentas Mínimas de Inserción actualmente existentes en las Comunidades Autónomas del Reino de España –la cuantía percibida sería más alta y desaparecería la obligación de realizar actividades supuestamente de inserción sociolaboral–; y segundo, porque entiende que la lucha por la renta garantizada de ciudadanía, de evidente sentido en las actuales circunstancias, puede entenderse como un paso más hacia el logro de una renta básica plenamente universal e incondicional (1).

 

 

Pero volvamos a la historia de la presencia pública de la RRB a lo largo de sus doce años de existencia. Si algo puede sintetizar el camino recorrido hasta la fecha, es el viaje de ida y vuelta entre el ámbito de los movimientos sociales y el de las instituciones políticas que la renta básica ha vivido (2). En efecto, la RRB surge en un momento en el que, pese a que el debate social sobre la propuesta dista de ser masivo, ciertos partidos y sectores de partidos de izquierdas se interesan por ella, la estudian y, finalmente, la llevan a sede parlamentaria. En cambio, nos encontramos hoy en un momento en el que los ecos de la discusión institucional sobre la renta básica van languideciendo hasta prácticamente extinguirse, mientras que la reivindicación que de ella hacen movimientos sociales de nueva (y de no tan nueva) planta la están dotando de una vitalidad apenas imaginada hace pocos años. Cabe preguntarse si la adopción de la renta básica por parte de organizaciones como Bildu, Anova o Equo anuncia la reincorporación de la propuesta en las estrategias políticas y programáticas de la pluralidad de las izquierdas con representación institucional en el Reino de España, esta vez quizás con apoyos menos volátiles o marginales y socialmente mejor cimentados (3).

 

Diagnósticos compartidos, acciones comunes: renta básica y democratización de la vida social

 

Acaba de ser dicho y es bien sabido: vivimos tiempos de grandes movilizaciones (4). Tanto en el Reino de España como en el resto de la Unión Europea y, también, en muchas otras partes del planeta, se levantan voces y se articulan movimientos sociales y políticos en contra de la pérdida de libertad efectiva y de capacidad de autoorganización social –o, lo que es lo mismo, ante el deterioro de la democracia– que supone la extensión del neoliberalismo y de la cultura que le es anexa. Movimientos y organizaciones de muy diversa índole coinciden en señalar que es preciso construir mecanismos capaces de frenar la dinámica desposeedora, tan nueva y, sin embargo, tan vieja, del capitalismo contrarreformado en el que estamos viviendo.

 

En este contexto, la propuesta de la renta básica emerge con fuerza, no como panacea para la curación de todos los males sociales y civilizatorios –sólo una mente delirante podría presentarla de tal modo-, pero sí como política pública que, por su naturaleza universal e incondicional, se muestra capaz de contribuir a garantizar la existencia material de la gran mayoría actualmente desposeída, para que ésta pueda, del modo que sea –o de modos bien diversos–, cuestionar el status quo y construir un mundo verdaderamente propio. En efecto, dada su naturaleza universal e incondicional, la renta básica puede contribuir a articular esquemas de política pública que no se limiten a asistir ex-post a quienes salen perdiendo en nuestra interacción cotidiana con un status quo inevitable, sino que empoderen ex-ante otorgando incondicionalmente la garantía del derecho a la existencia y el poder de negociación que ésta lleva asociado, y que, haciéndolo, permitan disputar y transformar ese status quo, y dibujar así un mundo más libre de privilegios y de relaciones de dominación. Pues cuando tenemos garantizada una existencia en condiciones de dignidad, nos hallamos en condiciones de co-determinar con verdadero poder de negociación la naturaleza que queremos otorgar al mundo del trabajo y a la esfera de la (re)producción –definidos el uno y la otra en el sentido más amplio de ambos términos–; nos hallamos en condiciones, en suma, de democratizar el conjunto de nuestras relaciones económicas y sociales.

 

En esta dirección, conviene destacar que, por mucho que desvincule “renta” de “empleo” –esto es, del tipo de trabajo actualmente remunerado por el mercado–, la renta básica en ningún caso se opone a la idea, bien propia de las tradiciones emancipatorias que hemos conocido, de que el trabajo puede constituir un elemento decisivo para el despliegue de nuestras identidades, para un proceso de socialización harmónico y libre. En efecto, deshaciendo vínculos de dependencia material, la renta básica puede actuar como palanca de activación de la actividad humana, remunerada o no, que quisiéramos llevar a cabo pero que en la actualidad queda obstaculizada –si no definitivamente sepultada– por el capitalismo, en el que, por hallarnos desposeídos, nos vemos obligados a aceptar sistemáticamente trabajo externamente dispuesto.

 

De ahí la necesidad de entender la renta básica como parte de paquetes de medidas que incluyan, siempre en clave universal e incondicional, prestaciones en especie como una sanidad y una educación públicas y de calidad, una vivienda en condiciones dignas, políticas de cuidados y atención a las personas y la garantía del acceso a (y del control colectivo de) los recursos básicos –el agua y la luz, sin ir más lejos– para el buen funcionamiento de personas y comunidades enteras. Dichos paquetes de medidas, centrales por ejemplo en las reivindicaciones del 15-M durante el periodo de movilizaciones de mayo de 2012, constituyen verdaderas “Cartas de bienes comunes” –o “Planes de Rescate Ciudadano”– que es preciso articular como forma de dotar de coherencia y continuidad a las propuestas y programas de lucha que tenemos abiertos, a menudo de un modo demasiado deslavazado, y de los que depende la posibilidad de que la gran mayoría logre reapropiarse de recursos y espacios que deberían ser de todos y todas. Huelga decir que es cuando se halla en consonancia con estos objetivos cuando la propuesta de la renta básica adquiere su mejor sentido y ofrece sus mayores potencialidades.

 

Así parece que lo han visto y lo están viendo muchos de los colectivos que se acercan a la propuesta de la renta básica como elemento fundamental para una lucha orientada a construir un nuevo consenso social en el que la garantía de la existencia sea vista como un derecho constitutivo de ciudadanía; un nuevo consenso social que persiga la garantía de la seguridad e independencia socioeconómicas –y del poder de negociación derivado de ellas– para el conjunto de la población trabajadora, sin exclusiones: población asalariada fija, población precaria e intermitentemente remunerada, población desempleada y en riesgo de exclusión, población que desempeña actividades no remuneradas por los mercados de trabajo actuales, etc.; un nuevo consenso social que vea en esa seguridad e independencia socioeconómicas –y en el poder de negociación derivado de ellas– no una vía libre hacia la atomización de las relaciones sociales, sino una condición de posibilidad para la emergencia de toda una interdependencia verdaderamente libre y autónoma, esto es, verdaderamente nuestra (5).

 

Notas:

 

(1) Para un análisis comparativo de ambas propuestas, véase D. Raventós y S. Raventós, “La Renta Garantizada de Ciudadanía y la Renta Básica”, Sin Permiso, 6-1-2013.

 

(2) Véase D. Raventós, J. Wark y D. Casassas (2012), “Kingdom of Spain: Basic Income from Social Movements to Parliament and Back Again”, en R.K. Caputo (ed.), Basic Income Guarantee and Politics: International Experiences and Perspectives on the Viability of Income Guarantee, Basingstoke: Palgrave Macmillan. Véase también D. Raventós “La Renta Básica se aleja de los parlamentos y se acerca a los movimientos sociales”, Sin Permiso, 3-7-2011.

 

(3) Para una reflexión acerca de coyunturas políticas favorecedoras del avance de la propuesta de la renta básica, véase D. Casassas y J. De Wispelaere (2011), “Renta básica y emancipación social: principios, diseños y coaliciones”, en D. Casassas y D. Raventós (eds.), La renta básica en la era de las grandes desigualdades, Barcelona: Montesinos.

 

(4) Partes del texto de este epígrafe han sido tomadas de la “Introducción” a D. Casassas y D. Raventós (eds.) (2011), La renta básica en la era de las grandes desigualdades, Barcelona: Montesinos.

 

(5) Sin Permiso editó a mediados de enero un libro electrónico en el que se recopilan algunos artículos sobre la renta básica que la revista ha publicado durante los últimos 6 años: una buena forma también de celebrar el decimosegundo aniversario de la fundación de la RRB. El libro puede descargarse gratuitamente en http://ppccs.org/RBUSP.pdf.

 

David Casassas es miembro del Comité de Redacción de SinPermiso.

 

 

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