08 PM | 07 Feb

Marx contra Proudhon

Marx contra Proudhon

Alfonso Peláez

 

Félix, por alusiones. Y a colación del reciente visionado de la película “El joven Marx”.

Por supuesto no soy un especialista en Proudhon, a quien confieso que leí de joven con entusiasmo. En Marx, muchísimo menos. Y eso que cuando mis tiempos de facultad cualquier conocimiento pasaba por el colador (muy tupido) del materialismo dialéctico.

Pero a lo que vamos. Con la debida prudencia, claro. Para refrescarme la memoria he rescatado un ejemplar de “El Principio Federativo” muy bien prologado por Juan Gómez Casas, leído y subrayado por mí en 1977. Y de ahí extraigo que, a la salida de la obra de 1840, “¿Qué es la propiedad?” de Pierre-Joseph Proudhon, obra que le haría célebre y famoso, Marx se hizo eco laudatorio desde la “Gaceta Renana”, donde escribía a la sazón. De hecho, a partir de ahí, lo considerará un maestro, porque reconoce que el francés es el primero en abordar el concepto de propiedad privada desde un punto de vista científico. La opinión del alemán con respecto a Proudhon se refleja, una vez más, de modo positivo en todo un capítulo de “La Sagrada Familia” de 1845. En ese capítulo Marx analiza, comenta y comparte el abordaje riguroso de la propiedad privada realizado por Proudhon.

Sin embargo Marx entra a degüello contra aquel en su obra “Miseria de la Filosofía” de 1847. Hasta tal punto, que Proudhon escribe en los márgenes de un ejemplar llegado a sus manos: “El verdadero sentido de la obra de Marxes es que deplora que yo haya pensado como él, y que yo lo haya dicho antes que él.  …¡Qué hombre!”.

Tal vez en el constante ajuste personal de cuentas de Marx contra los gigantes que le inspiraron: Hegel, Feurbach… Proudhon tan solo haya sido uno más de la lista. Pero claro, hay quien como Gurvitch (Gurvitch, George. Proudhon. Presses Universitaires de France. París, 1965) opinan que ese resentimiento de Marx le condujo a errores de interpretación e incontables injusticias conceptuales hacia su apócrifo enemigo.

Sea como fuere, hay que reconocer que el mejor trato que la historia ha dispensado a Marx, condujo a Proudhon a sobrellevar para siempre la etiqueta que el otro le asignó: la de contradictorio filósofo pequeño burgués. ¡Vaya por Dios!

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