09 PM | 23 Sep

L`ATALANTE (1934). El inicio del realismo poético. jueves día 7-18 horas

Esta obra de Jean Vigo puede ser considerada como el inicio del Realismo Poético francés, ya que su obra representa una nítida quiebra de estética en relación con el cine de vanguardia que imperaba en la Francia hasta entonces. El realismo poético fue el lazo que unió de 1930-1945 a René ClairJean VigoJean Renoir, Marcel Carné, Jacques Becker, Jean Grémillon, Jacques Feyder y Julien Duvivier. Los cineastas del realismo poético crearán historias urbanas, protagonizadas por personajes de clase obrera y artistas a través de una mirada realista que, sin embargo, busca el lirismo. Es una manera intimista de contemplar la realidad y reproducirla sin artificios. Se busca la belleza en los elementos más simples de una realidad, que siempre aparece con toda su crudeza. Cualquier objeto perteneciente a la realidad de esos personajes, como tal, posee una importancia más allá de su condición material y así es representado. El realismo poético enfrenta los sentimientos humanos y, a menudo, la buena voluntad de los hombres con las crueldades de su destino. Desde el punto de vista visual, el realismo poético se caracteriza por una fuerte iluminación con grandes contrastes lumínicos. Sin embargo, Jean Vigo logró diferenciarse de sus colegas realizando películas muy personales, dotadas de un sello propio que le permitió hacerse un hueco entre los mejores con muy pocas obras. Estaba dotado tanto de una gran sensibilidad artística como de una importante conciencia política, ya que era hijo del anarquista español Eugenio Bonaventura. En su corta vida elaboró dos documentales: “El nadador (1931)” y “A propósito de Niza (1930)“, extraordinario montaje de imágenes rodadas con una cámara de segunda mano no visible para los transeúntes donde nos muestra la gran diferencia entre ricos y pobres, entre burguesía y los suburbios de la ciudad.

Un mediometraje, “Cero en conducta (1933)” criticando las normas de un internado de niños, y un único largo L ´Atalante, filmada justo antes de morir por tuberculosis a la edad de 29 años. En la primera escena de L´Atalante observamos el cortejo nupcial de una boda rural. Jean, (Jean Dasté), el patrón de una modesta barca, y Juliette, (Dita Parlo) una bella joven que jamás ha salido de su pueblo, contraen matrimonio. Ya desde el comienzo se nos muestra esa mezcla de contrastes entre la belleza y la cotidianidad. La escena costumbrista y rural de una delicada novia paseando finaliza con su peculiar transporte, alzada con un remo, para acceder al interior de una humilde barcaza donde los novios iniciarán su Luna de Miel. No es de extrañar que la cara de la novia, más que felicidad, irradie miedo y que su comitiva de boda con ese aire tan formal represente las estrictas normas burguesas. Al otro lado, en el interior del barco, la espera el Tío Jules, (Michel Simon) un lobo de mar, marinero ya curtido en años de aspecto mugriento, cuya piel está cubierta por tatuajes. Jules, con sus escasas normas de decoro, su generosidad y su carácter jovial representa una visión opuesta a los convencionalismos sociales de la época. Además de Tío Jules, les acompaña un jovencísimo grumete, (Louis Lefebvre). Todos juntos, navegarán por los canales del Sena, sin abandonar ni por un momento las actividades habituales de un barco. Pronto la vida en común de la joven pareja tropezará con varias dificultades.

La cansada rutina de navegar continuamente, la falta de intimidad de la pareja y el choque real con la falta del ideal romántico que supone trabajar en un barco las 24 horas del día, terminarán desgastando la relación de los recién casados. Su única esperanza parece residir en pasar una velada a solas en París, la Ciudad de la Luz, que jamás ha sido visitada por nuestra protagonista. La visita a la gran Ciudad será el desencadenante de grandes emociones, desilusiones y desencuentros que harán reflexionar a cada miembro de la pareja por separado sobre cuál es su destino más deseado. Basada en el guión del propio Vigo, junto con Albert Riera y el argumento de Jean Guinèe, la historia va más allá del melodrama. Nos permite conocer la crudeza de vivir en el interior de una pequeña barca y en los barrios de los suburbios visitados durante la visita a París, donde la policía derriba a golpes a un carterista con aspecto famélico y las largas colas de parados constituyen el principal paisaje de la zona. Pero en ningún momento, pese a mostrar un barco viejo, lleno de gatos con camarotes diminutos donde la limpieza brilla por su ausencia, la excelente fotografía de Boris Kaufman y Louis Berger, no hacen otra cosa que deleitarnos con maravillosos encuadres, aún en los espacios minúsculos, la cámara busca angulaciones casi imposibles. Jean Vigo dota de una belleza peculiar a sus fotogramas. Utiliza magníficos movimientos de cámara y un montaje original donde introduce, a modo de efectos especiales ocasionales, las imágenes oníricas que cada miembro de la pareja mantiene estando separados. Estas bellas imágenes de los sueños representan el recuerdo sensual que cada uno mantiene del otro. Visualmente, con gran efectismo, se va mostrando la evolución hacia la madurez emocional como viaje personal e individual de dos recién casados en un contexto histórico y social marcado por los apuros económicos sufridos en los humildes barrios franceses de la época.

Bárbara Valera Bestard

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