04 PM | 23 Sep

No te mueras sin decirme adónde vas

No te mueras sin decirme adónde vas es una película para escuchar, reflexionar y dejarse llevar por el ritmo del amor, la metafísica y la poesía que desprende toda ella.

Leopoldo ha inventado una máquina grabadora de sueños. En ella sueña con una mujer, Raquel la cual se le aparece en forma de espíritu y le expresa que, llevan una eternidad amándose y que la ha llamado. Junto a su amigo Oscar, también inventor, que ha creado un robot, Carlitos, compartirán lo que van grabando con la máquina sueños. Estos les ayudarán a dejar morir lo que ya no sirve para que renazca una nueva forma de ellos mismos.

Toda la película nos pasea por una pregunta fundamental. ¿De que sirve vivir cuando un día lo vamos a perder todo?. La vida es un aprendizaje que sirve a la rueda eterna de la consciencia universal de la que formamos parte.

Leopoldo aprende con Raquel a amar la vida que tiene con su esposa y a valorar su estima como inventor, dejando atrás la herencia del cine de su padre y hacer de proyectista. Raquel, como alma todavía imperfecta según ella misma expresa, finalmente se atreve a encarnarse nuevamente para afrontar un nuevo destino y seguir amando a Leopoldo

La tesis de la película es que las personas nos reencarnamos a lo largo de la línea temporal y nuestras almas van viajando de cuerpo en cuerpo y algunas buscan reencontrarse en diferentes épocas para recrearse en sus experiencias carnales. En cada reencarnación se tiene la capacidad de mejorar las experiencias vitales.

La película es también un canto al amor, aquel que nos une más allá del ciclo vida-muerte. El amor que buscamos desesperadamente y que en realidad “la mente no hace más que poner abismos y que sólo el corazón puede cruzar“.

Muchas muertes, muchos renacimientos

Es una película con tintes de ciencia ficción que reflexiona sobre la muerte, pero también de lo que es asumir la vida humana y como esta se expresa: “Vivir bien significa que no te va a preocupar la muerte como te preocupa ahora“.

¿Tenemos muchas muertes y renacimientos a lo largo de la vida —de lo que nosotros creemos que es nuestra única vida?, porque si es así es posible que no haya una sola muerte sino muchas, de las que renacemos con cada cambio que la vida nos propone, con cada despertar: todos, cambios, muertes, que dan lugar a nuevas vidas, hasta el que creemos que es el último cambio y ahí está el error, es uno más“.

De ahí que el alma de la amada Raquel, situada en el más allá de la muerte, tenga miedo de volver a reencarnarse, de volver asumir la tormenta emocional que conlleva la vida humana.

Sin embargo, ella también añora el amor carnal, el gozo de los placeres que brindan los sentidos y de las experiencias que este planeta ofrece. “Vivir es aprender a amar, si vives bien no te va a preocupar la muerte como ahora, aunque luego te quede un sólo día de vida“.

Una película magistral

La película destaca además por una esmerada fotografía, una banda sonora que mece cada escena y una dirección llena de poesía.

Una singular obra maestra que aborda temas tan interesantes como el destino, los sueños y la reencarnación, todos ellos desarrollados con diálogos llenos de una exquisita sensibilidad.

Es una de estas películas que podemos ser impulsados a visionarla varias veces. Una película que permite hondas reflexiones sobre el sentido de la vida, sobre el hipotético descanso eterno que imaginamos tras la muerte, y sobre la complejidad de la vida en el cuerpo físico humano.

En definitiva: una joya de película filosóficamente hablando, y en la que toma como metáfora la muerte del cine en un mundo cada vez más cambiante

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