08 PM | 06 Mar

Dos días, una noche. Es lo que hay

Dos días, una noche. Es lo que hay

Alfonso Peláez

 

Hasta esta semana, en materia de cine, yo no conocía más hermanos que los Cohen, los Taviani y, por supuesto, los Hermanos Marx. Gracias a Félix, ahora también conozco a unos belgas, los Dardenne, de los que lamento no haber tenido noticia antes. Félix, no sé cómo te las arreglas pero siempre tengo algo que agradecerte.

El debate semanal del Colectivo puso sobre el tapete, a instancias de las siempre estimulantes palabras de Eugenio, la inquietante duda de si la película, tras de una fachada crítica, o conmiserativa, no escondería un verdadero mensaje conservador, amparado en la carencia de propuestas alternativas éticamente aceptables.

 

Mi opinión, (como diría Huete, no excluyente pero sí firme y querida), es que, del mismo modo que la puesta en escena renuncia a cualquier retórica o alharaca, también el mensaje, el contenido, el relato es simple y directo: esto es lo que hay. Una fabriquita (olvidémonos de los grandes complejos siderúrgicos del s XX con sus obreros sindicados) que produce placas fotovoltaicas (ecología, modernidad) muy rentable (de hecho se permite repartir una paga extra, extra; porque las extras convencionales no hay que negociarlas, van de suyo en la nómina) pone en un brete a su miniplantilla al trasladarles la decisión sobre un dilema funcional, con una carga de hijoputez tamaño XXXL. Y no hay más. Y no hay menos. Y quien quiera entender que entienda. Es lo que hay. Hoy. Nos dicen los hermanos Dardenne. Unos tipos que yo añadiré, con gusto, a mi exigua lista de hermanos que merecen mi interés cinéfilo.

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1 comentario

  • Colectivo Rousseau

    Justo ese “es lo que hay”, es lo que me inquieta. Si un arte, y el cine lo es, solo me puede decir ” es lo que hay”, no lo necesito. Si un arte me representa la realidad con esa aptitud, medio pasiva y medio cínica, solo para que capten la desnuda critica los intelectuales avezados, no hay nada que se pueda llamar arte. Es una forma de hacer arte, si, no lo niego, solo que no me representa la realidad con aptitud no cinica. En la peli no me creo que en los 18 trabajadores no haya, uno al menos, que no planteara en la primera votación, que se da por dada, que planteara la hipótesis de no votar esa trampa. Máxime cuando de esa posibilidad no se puede deducir una consecuencia peligrosa para la empresa, simplemente tendría que decidir el dueño, sin la coartada de los trabajadores, el despido o la no readmisión de Sandra. La dignidad colectiva de no aceptar la trampa malévola del dueño. Esa, la colectiva, es la que me interesa, porque la individual las comprendo a todas, en esa situación. Eugenio

    ↶Reply7 marzo, 202109:51