03 PM | 24 Nov

CARAVANA DE MUJERES-PRESENTACIÓN

Caravana de mujeres. (Westward the women. William A. Wellman, 1951)
Western. Estados Unidos. 112 min. b/n. VOS.
Hoy nos toca una película casi olvidada; de un director al que apenas se recuerda. Sin
embargo, él fue el primero en ganar un óscar de la Academia a mejor película. En el año 1927.
Por lo demás, Caravana de mujeres es un título imprescindible al hablar de westerns.
Empezaremos por el director. William A. Wellman. El bueno de Wild Bill. Sí, Bill “el
Salvaje”. Así lo llamaban porque era todo un personaje en sí mismo. En realidad, no tan
diferente de un Howard Hawks, pongamos por caso. Linajudos; de una buena familia
tradicional; nacidos poco antes que el siglo del cine; con la vida económicamente resuelta
desde la cuna, y con una necesidad personal irrefrenable por canalizar el torrente de energía
y talento que les había regalado la naturaleza.


Unas cuantas pinceladas bastarán para evidenciar lo anterior.
Bostoniano de abolengo, mientras su querida madre batallaba en programas de
atención y recuperación de delincuentes juveniles en libertad condicional, él, aún adolescente,
iba de gamberrada en asunto turbio hasta que lo expulsaron de un colegio prestigioso. Por
línea paterna, era tataranieto de uno de los signatarios de la Declaración de Independencia,
por tanto, no podía quedarse en la categoría de un don nadie. Buscó una vía para brillar en los
deportes y se apasionó por la aviación. Lo que le llevó a combatir en la Primera Guerra
Mundial, encuadrado en la Escuadrilla Lafayette de pilotos voluntarios americanos al servicio
del ejército francés, antes de que Estados Unidos entrara oficialmente en la guerra.
Licenciado, con una pequeña cojera, ¡gajes del combate!, terminó aterrizando en Hollywood
para dedicarse al cine. Digo que aterrizó y no estoy utilizando una figura literaria. Llegó en su
avión y lo posó en el campo de polo propiedad de quien le había prometido apoyar su carrera
de actor. Así se las gastaba el joven e intempestivo Wellman.
Probó como actor y no le gustó. Jamás, en lo sucesivo, le gustarían los actores, a los
que solía tratar mal, para luego terminar siendo su amigo. Spencer Tracy fue uno de ellos.
Pronto consiguió el papel de joven oficial en Evangeline a las órdenes de Raoul Walsh. Se dio
prisa en abofetear a la actriz principal, Miriam Cooper… y lo echaron de inmediato. ¡Cómo no!
Miriam era la esposa de Raoul Walsh.
Paso a dirigir westerns rutinarios de serie B y progresó deprisa. Iba deprisa por la vida.
En todos los órdenes. A los 35 años ya era una vez viudo y tres, divorciado. Y antes de los
cuarenta, ya tenía un puñado de títulos memorables. Hoy, pese al olvido, y a las críticas
inmisericordes de Andew Sarris, es de justicia reconocer que, este hombre, es uno de los
buenos de la era dorada.
Para que no lo duden citaré unas cuantas muestras de su talento: Wings(1927); primer
óscar de la historia a mejor película, supuso, además, el lanzamiento de un joven actor llamado
Gary Cooper. El Enemigo Público (1931), un film fundamental del cine de gánsteres. Ha nacido
una estrella (1937), primera versión de la célebre y repetida historia del éxito desplazado.
Beau Geste (1939) inolvidable film de aventuras. O, Incidente en Ox-Bow, del año 1943. Y por
si no fuera suficiente todo lo anterior, la de hoy: Caravana de mujeres, del 51.

Cuenta el chascarrillo, es decir José Luis Garci, que no era William Wellman sino Frank
Capra quien debía haber realizado esta película. Suya es la historia original. La había escrito a
partir de una noticia con casi un siglo de antigüedad. Se refería al viaje de un grupo de mujeres
que se habían trasladado desde el Este hasta California, para casarse, atravesando el istmo de
Panamá.
Pero Capra, en ese momento, estaba en nómina de Columbia, que se interesaba más
por la comedia que por el western y, en consecuencia, no tenía mulas y caballos para afrontar
el rodaje. De modo que Capra cedió la realización a su amigo Wellman, de la MGM, donde sí
había cuadra y pertrechos, por lo que estaban en perfectas condiciones para producirla. Como
nobleza obliga, Capra figura destacado en los títulos de crédito. ¡Fíjense!
Con Caravana estamos ante un western canónico en muchos aspectos. Pero, al mismo
tiempo, único en otro fundamental que le otorga una nueva cara al género. Se trata de una
película femenina. Y, curiosamente, con un director que suele ser tachado frecuentemente de
machista. Es verdad que el liderazgo del convoy le corresponde a un hombre. Pero ahí acaba
la preponderancia. Porque la enorme presencia de Buck Wyatt (Robert Tylor) está
perfectamente replicada a cada trecho de la ruta por la acción de un grupo de mujeres
aguerridas, que, cada una por sus razones particulares, están dispuestas a afrontar los riesgos
y los esfuerzos con una voluntad de acero. La lógica o el interés personal han dejado de contar
cuando se pone en marcha el primer carro. Y con esa dinámica, el protagonismo en comandita
de las mujeres termina por resultar mucho más relevante.
La película, poco a poco, se convertirá en un relato coral, donde se entremezcla un
panel de otras pequeñas historias de convivencia, de desgracia o de enamoramiento, siempre
con el telón de fondo del peligro supremo.
En este universo de extrañezas pulula un japonés bienhumorado, lleno de sentido
común, que actuará de conciencia crítica para evitar los eventuales desvaríos de quien más
debe mantener la cabeza fría: el guía Buck Wyatt.
En todo el relato, no hay una sola concesión a la debilidad. Aunque algunas situaciones
inviten más al desistimiento que al arrojo. El entorno es tan hostil y los embates tan crueles
que solo la reciedumbre, el valor y la tenacidad van a permitir continuar el avance. Con todo,
el éxito nunca estará garantizado. Pero las señoras no se arredran. Digo señoras, no mujeres.
No se arredran porque todas se han aliado con Creonte, han quemado sus naves.
Esta película sería fácil despacharla con la etiqueta de un road trip. Eso es poco. A mí,
me recuerda más bien al pueblo elegido peregrinando hacia la tierra de promisión con la
esperanza de que allí van a terminar todas sus agonías.
Los indios, ejercerán de tropas del Faraón. Pero hay más plagas. Como en Egipto.
Disfruten.

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