¿Cómo se puede pasar de Jacques Tourneur al Arcipreste?
Pues muy fácil. Participando en las tertulias zoom del Colectivo. Habíamos propuesto: “Al caer la noche”, basada en la novela de David Goodis, de Jaques Tourneur, como divisa de su cine, un cine de sustracción, de crepúsculo hasta el límite. De la peli, es cierto, quizás no había mucho que hablar, algunas frases ingeniosas, una secuencia brillante en la huida desde el desfile de modas. Las peleas… James era un tipo huidizo, pero no un menesteroso, y cuando está en su casa con Marie (Anne Bancroft, la señora Robinson en el Graduado) dice una frase asomándose a la ventana que le define como persona: “no te puedes imaginar cuantas veces he estado aquí viendo como oscurece. Se donde aparece cada sombra”. Los flash- back. El viaje a las montañas nevadas en ese autobús maravilloso, pero, ¡de pronto! apareció el maletín con los 350.000 dólares, producto del atraco a un banco, con sus inevitables preguntas morales. Y aquí es donde aparece el Arcipreste, que dice lo que dice por ser un cristiano-árabe: ”mucho faz el dinero, mucho es de amar: al torpe face bueno e ome de prestar, face correr al coxo e al mudo fablar, el que no tiene manos dyneros quiere tomar… y sigue”.
El dinero del maletín ya no tenía dueño, y si lo tenía era de un Banco (vaya usted a saber, incluso podía ser de la mafia). Está muy bien eso de la moral y querer ir al cielo para ponernos del lado de los ángeles buenos, pero si me lo permitís, yo me daría un homenaje. Eso sí, no invertiría ni en eléctricas ni en gasolineras.
La reedición del libro de Antonio Drove, “Tiempo de vivir, tiempo de revivir” me ha hecho volver a Douglas Sirk. Ahora que tenemos seis pelis en la plataforma filmin, es un buen momento para recordar su cine. Propuse a un grupo de amigos visionar Shockproof, (a prueba de choques) y que aquí se la tituló: “Más fuerte que la Ley”. No encontramos una versión subtitulada en español y nos tuvimos que conformar con verla con las “letras” en portugués. Me ayudó mucho las lecturas de Miguel Torga y José Cardoso Pires. Sobre los subtítulos, Drove nos cuenta en su libro las dificultades que tuvo para que la entrevista con Douglas en la serie de TVE fuera vista en el idioma original, frente a los que preferían la voz de un locutor. La llegada de Clara Isabel Francia a la dirección de la 2 de TV en el año 82 facilitó las cosas. Por cierto, que bueno sería que nos repusieran la serie “Directed by Douglas Sirk”.
Cuando bajaba a comprar el periódico (sigo con el papel) y pasaba por delante de La Escuela de cine y teatro Medinaceli salía una voz profunda por la ventana en lufardo que decía: ¡PASA, PASA! Y allí, sentado en una silla de Ikea departía durante un buen rato con el amigo José Ramón. Hicimos varias sesiones sobre la importancia de ver las películas en versión original, él defendía el gremio de los dobladores -con la misma intensidad que ahora los jueces quieren ser elegidos al Consejo por ellos mismos- pero, sin embargo terminó reconociendo que las pelis había que verlas como dios manda.
Una de las primeras cosas que se hicieron en el Ministerio del Interior desde el primer Gobierno socialista, bajo la dirección del Subsecretario Carlos San Juan, fue editar dos libros para la distribución a todos los profesionales. El primero de ellos, del profesor Manuel Ballbé, de la Universidad de Barcelona, tenía por título: Orden público y militarismo, con un prólogo de Eduardo García de Enterría que sostenía que la investigación del profesor era la historia de una falacia, consistente en creer que sólo las armas y los modos de guerra pueden ser eficaces para mantener integrada a la sociedad. Se indagaba pues, en el funcionamiento real de los mecanismos de poder a lo largo de la historia y la decisiva y permanente presencia de las Fuerzas Armadas en el mantenimiento del orden público.
….criando lilas en la tierra muerta,/ mezclando memoria y deseo,/ avivando raíces sombrías con lluvias de primavera’.
Así comienza el poema de T.S. Eliot ‘La tierra baldía’, que encarna como nadie la imagen devastada por el tiempo, un responso por una civilización destruida durante la guerra, esa guerra de la que ya hablamos al reseñar el libro El cine de la Gran Guerra de Alfonso Peláez en esta misma revista.
Este poema lo leímos completo hace ya más de treinta años en unas sesiones que, con el provocativo nombre de ‘alcohol y poesía’, realizábamos en el garito Las piedras azules, una visión poética del color que se ponían en los cantos rodados de las calles de mi pueblo, antes que un alcalde de la modernidad las rellenara de alquitrán.