En el proceso de invención y escritura de una novela llega un punto de fiebre. La historia cobra direcciones y quiebros inesperados, y episodios o personajes que parecían ajenos entre sí se conectan de pronto y provocan como cadenas de reacciones químicas en las que no parece que intervenga la voluntad consciente del autor. El autor mira con asombro las bolas que chocan en sorprendentes carambolas en virtud de un primer impulso que él desató, pero del que ya no es responsable. Un verano de hace 30 años yo estaba encerrado o escondido escribiendo una novela e inventándola y viéndola desplegarse ante mí al mismo tiempo que la escribía. Era la novela más larga y más complicada que había intentado hasta entonces; era también la primera en la que usaba sobre todo materiales directamente extraídos de mi propia vida y de mi memoria personal, no amoldados a los códigos de lo literario.
Esta primavera celebramos los libros al estilo cervantino: encerrados en nuestros cuartos, engalanando las horas con imaginación y lecturas. En nuestros anaqueles, en nuestras fieles bibliotecas, cada volumen es un umbral que ningún confinamiento impide traspasar. Don Quijote y Sancho montaron en el inmóvil Clavileño, un mágico caballo de madera, y soñaron que galopaban por el firmamento entre rebaños de estrellas. A lomos de nuestros clavileños de papel, cabalgamos desde el sillón hacia desconocidas lejanías. En la literatura exploramos nuestros deseos y todas las vidas posibles, pero también las cicatrices que deja cada crisis, cada epidemia, cada desgracia que hiere la piel de los sueños humanos. En ella aprendemos que no hay nada nuevo bajo las sombras, tampoco hoy.
UN ARTÍCULO DEL AMIGO POETA «JUAN TORRES», QUE HA SUFRIDO LA ENFERMEDAD
El pasado 20 de marzo ingresé en el Hospital Clínico de Madrid con síntomas de coronavirus tras una semana de intentos inútiles por conseguir atención médica a través de los protocolos oficiales. Ingresé en estado grave, con un cuadro de neumonía muy desarrollado. De urgencias me subieron a la planta de neumología y en ella he permanecido casi tres semanas sometido a un tratamiento cuyos detalles no sería capaz de detallar con una mínima solvencia.
Confinado en su casa de Roma, el filósofo y jurista italiano Luigi Ferrajoli piensa en la forma que tendrá el mundo cuando pase la pandemia. El cambio climático, las armas nucleares, el hambre, la falta de medicamentos, el drama de los migrantes y, ahora, la crisis del coronavirus evidencian un desajuste entre la realidad del mundo y la forma jurídica y política con la que tratamos de gobernarnos. Los problemas globales no están en las agendas nacionales. Pero de su solución “depende la supervivencia de la humanidad”, afirma Ferrajoli, exmagistrado y uno de los referentes de la Filosofía del Derecho del último medio siglo europeo. El 21 de febrero, víspera del primer contagio local contabilizado en Italia, el autor de Constitucionalismo más allá del estado (Trotta, 2018) y Manifiesto por la igualdad (Trotta, 2019) defendió en la histórica biblioteca Vallicelliana de la capital una Constitución de la Tierra ante unas 200 personas. La pandemia –con su “terrible balance diario de muertos”— hace aún más visible y urgente la carencia de instituciones globales adecuadas, dice en esta entrevista por correo electrónico. Respecto a la Unión Europea, su optimismo estratégico no excluye la crítica frontal: “Si la UE se respetara a sí misma podría haber hecho mucho más”, dice. Sus respuestas las ha traducido, como casi toda su obra en español, el exmagistrado del Tribunal Supremo Perfecto Andrés Ibáñez.
Política anticapitalista en tiempos de COVID-19
David Harvey 22/03/2020
Cuando trato de interpretar, comprender y analizar el diario flujo de noticias, tiendo a ubicar lo que está pasando con el trasfondo de dos modelos de cómo funciona el capitalismo que son distintivos pero se entrecruzan. El primer plano estriba en la cartografía de las contradicciones internas de la circulación y acumulación del capital como flujos del valor del dinero en busca de beneficio a través de los diferentes “momentos” (como los denomina Marx) de la producción, realización (consumo), distribución y reinversion. Se trata de un modelo de la economía capitalista como una espiral de infinita expansión y crecimiento. Se vuelve bastante complicado a medida que se va elaborando a través, por ejemplo,de las lentes de rivalidades geopolíticas, desiguales desarrollos geográficos, instituciones financieras, políticas de Estado y reconfiguraciones tecnológicas, y de la madeja siempre cambiante de las divisiones del trabajo y de las relaciones sociales.