Artículos

12 AM | 30 Jun

Walter Benjamin

Walter Benjamin: “A propósito del Ángelus Novus de Paul Klee”:

Ángelus Novus. Paul Klee (1897-1940).-

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“Hay un cuadro de Klee (1920) que se titula Ángelus Novus. Se ve en él a un Ángel al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava su mirada. Tiene los ojos desencajado, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la Historia debe tener ese aspecto. Su cara está vuelta hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que acumula sin cesar ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero una tormenta desciende del Paraíso y se arremolina en sus alas y es tan fuerte que el ángel no puede plegarlas… Esta tempestad lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas mientras el cúmulo de ruinas sube ante él hacia el cielo. Tal tempestad es lo que llamamos progreso”. (Walter Benajamin).-

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Walter Benjamin (1892/1940).-

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Con esta metáfora, Walter Benjamin intenta explicar el marco de la modernidad sobre la cual la sociedad ha construido una ilusión de progreso ascendente donde los viejos esquemas quedan atrás y la promesa de un futuro pleno se abre en el horizonte. Entre las ruinas queda la religión como algo superado y sobre el cual el ser mítico quisiera regresar, buscando quizá la vieja certidumbre de un orden que se imponga al caos que vive en la tempestad. El Ángelus Novus no es otra cosa que la imagen que la sociedad moderna se ha construido de sí misma. La metáfora es poderosamente sugestiva para abordar el tema de la secularización. Por un lado parece imponerse el esquema de la razón ascendente sobre cualquier otra mirada del mundo. Por otro, y de manera simultánea, es el ángel quien voltea sobre las ruinas, no para regresar, sino para tener un sentido del rumbo de su vuelo. Si no pudiera reconocer la distancia que le separa de las ruinas no podría establecer su ruta, no distinguiría entre el cielo y la tierra. Es en la metáfora de la tormenta que las ciencias sociales intentan explicar el despegue del vuelo y los asideros confiables para alcanzar la promesa de un supuesto Paraíso. La secularización es en este caso el interregno (por demás ambiguo) que separa lo religioso de la razón, lo tradicional de lo moderno, la decadencia de lo inédito. Sobre la categoría secularización se ha construido gran parte de la semántica de la modernidad, señalándola en diferentes direcciones: diferenciación de esferas sociales, privatización, individuación, transposición de creencias y modelos de comportamiento, desinterés de la sociedad por la religión y desacralización del mundo. Vista de esta manera, lo sagrado quedaba como una etapa superada por el desarrollo de la modernidad. Sin embargo, el incremento recurrente de acontecimientos donde la religión es central ha dado al traste con esta idealización de un progreso lineal y secular. Tenemos que dar cuenta del por qué lo religioso se nos presenta más vivo que nunca, cuando había sido fijado como ruina del pasado. El problema no es entonces de la religión, sino de los esquemas heurísticos sobre los que las ciencias sociales han hecho sus diagnósticos de la modernidad.

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Paul Klee´s Angelus Novus:

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Notas y Periplo del “Ángelus Novus”:

En 1921 Benjamin compró la acuarela de Paul Klee titulada: Angelus Novus. Por unos meses permanece en Münich en casa de G. Scholem y luego es llevada a Berlín. En 1932 Benjamin pensó en suicidarse y dejar de herencia la pintura a su amigo Scholem. En 1935 Benjamin emigra a París y lleva la pintura consigo. En 1940 antes de partir a los Pirineos para intentar escapar de los nazis deja la acuarela a resguardo de  Bataille en la Biblioteca Nacional de París. Al terminar la Segunda Guerra Mundial es llevada a Estados Unidos en donde queda en manos de Thedor Adorno que a su regreso a Frankfurt la lleva consigo. En la actualidad la acuarela está en el Museo de Israel en Jerusalen. Fue legada por la viuda de Scholem.
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11 AM | 23 May

MORAL DEL PEDO

La formulación de la moral del pedo la debemos a Rafael Sánchez Ferlosio, químico de la realidad doctorado por la Universidad de Coria. En su día Sánchez Ferlosio explicó que, en un espacio cerrado, el nacionalismo opera siguiendo una dialéctica similar a la de la socialización

 de los gases intestinales. Provoca un efecto inverso en función de si eres sujeto activo de la acción o si por el contrario eres receptor. Mientras que la fragancia que desprenden los evacuados por uno mismo más bien nos pasa desapercibida, en cambio las ventosidades que han sido expulsadas por los demás nos incomodan como una nube tóxica.

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07 PM | 29 Abr

EL REGRESO DE LA FILOSOFÍA-SONAJERO

Ignoro dónde encontró Félix Ovejero la fuente de inspiración para emparejar en uno solo los términos “concepto” y “sonajero” y hablar de “conceptos sonajero”, tal y como gusta de hacer. Por mi parte, el estímulo para asociar el segundo término al de filosofía, según aparece en el título del presente artículo, lo encontré en unas lejanas declaraciones de Juan Marsé en las que el emparejamiento lo llevaba él a cabo para calificar la prosa de Francisco Umbral.

Las razones de su rechazo a este tipo de prosa tienen que ver con los gustos literarios del autor catalán, ciertamente, pero la conclusión que acababa presentando resulta también de aplicación al pensamiento. Por lo que respecta a sus gustos, lo cierto es que nunca los ocultó: “Me gusta en las novelas que leo no darme cuenta de que estoy leyendo”. Su opción literaria estaba clara: “A mí me interesa la imaginación creadora al servicio de la ficción literaria, no los fuegos artificiales de la lengua”. Era pues una cuestión de gustos, aunque también de principios, porque su rechazo a que un lenguaje con pretensiones de brillantez se impusiera por encima de cualquier otra cosa se basaba en su convencimiento de que ello equivalía a hacer trampas con las palabras.

Como decíamos, sin esfuerzo se podrían aplicar tales consideraciones a algunas producciones filosóficas recientes, en las que volvemos a encontrar un gusto por el mero tintineo verbal y por los juegos de artificio (en forma de adjetivos inesperados, aliteración de palabras u otros efectismos parecidos), que ocultan la completa ausencia de ideas en sentido mínimamente propio y fuerte. De quienes presentan tales producciones se podría predicar la misma afirmación que aquel veterano dirigente conservador le dedicaba durante la Transición a un joven político entonces emergente: “X comunica bien: lo que pasa es que no comunica nada”.

La referencia al pasado no es casual, y enlaza con una palabra que también viene incluida en el título de la presente pieza: regreso. Porque no son pocas en materia de ideas las cosas que parecen estar regresando. Regresan las reflexiones sobre la sociedad del espectáculo, el debate sobre el humanismo, la polémica sobre si hacer política o no desde dentro de las instituciones… incluso regresa el mismísimo materialismo histórico. Aunque, eso sí, casi siempre lo que regresa lo hace con el leve añadido actualizador de algún prefijo (vgr., transhumanismo) o de algún oportuno adjetivo (por ejemplo, nueva institucionalidad) para señalar que no se trata exactamente de un revivalmimético de lo que ya hubo.

En realidad, no podría ser un mero revival porque, desde luego, las circunstancias son en muchos aspectos sensiblemente diferentes. En el caso de la filosofía, se diría que lo que regresa es el viejo debate entre filosofía académica y filosofía mundana, tan setentero él. Aunque asimismo es un hecho fácil de constar que ambas instancias parecen haberse visto últimamente muy fortalecidas. Hasta el punto de que podríamos sospechar que han sido las nuevas circunstancias las que más han contribuido a potenciar las viejas lógicas. Tal vez sea porque, en el fondo, si algo regresa es en parte porque nunca se fue del todo, pero también en buena medida porque es convocado desde el presente para que lo haga. Pero no nos perdamos en digresiones y vayamos a lo nuestro.

Por lo que respecta a la filosofía académica y a los requisitos que antaño ella parecía imponer sobre los discursos de sus miembros (sistematicidad, conocimiento riguroso de las fuentes, competencia historiográfica, etcétera), ya no se puede considerar que deriven de las exigencias, manías o costumbres de un sector de viejos catedráticos empeñados en la persistencia de los hábitos y modos de hacer más tradicionales, sino que se han materializado en el propio sistema universitario, dando lugar a procedimientos administrativamente reglados (vgr., controles para las evaluaciones periódicas del profesorado funcionario o para el acceso del interino a la función pública) y a instituciones dedicadas a su control (por ejemplo, agencias de evaluación como la ANECA).

En cuanto a la filosofía mundana, los nuevos escenarios de comunicación que han significado las redes sociales han reforzado notablemente su presencia en el espacio público. Ya no cabe hablar, como sí podían hacerlo antaño algunos filósofos atacados por frívolos, de que esta filosofía esté padeciendo forma alguna de marginación o de exclusión. Al contrario, las redes constituyen un enorme amplificador no solo de las tesis, por endebles que sean, de los profesionales del sonajero sino también de sus variadas andanzas de todo tipo, lo que sin duda les permite una proyección pública incomparable con la de los académicos.

Pero la rotundidad en las afirmaciones no debería impedirnos introducir algún matiz importante. Por lo que respecta a la filosofía mundana, objetivar los méritos de sus diferentes productos no es, desde luego, tarea fácil. En muchas ocasiones puede ocurrir que la búsqueda de criterios máximamente fiables y compartibles derive en una mecánica traslación de aquello que parece ofrecer la garantía de funcionar en otros ámbitos, como el científico, al de las humanidades, que sin duda poseen su propia especificidad. Pero la crítica a los errores en las maneras de objetivar la valoración no debería desembocar en la renuncia a llevarla a cabo, sino que, si acaso, debería empujarnos hacia una adecuada adaptación de los criterios a la concreta producción intelectual que en cada caso se trate de valorar.

De la misma forma, y para terminar con el capítulo de los matices, tampoco debería confundirse la resonancia pública, o la notoriedad mediática, que puedan alcanzar en un momento dado las filosofías más sonajeriles (si se me permite el neologismo) con la divulgación, que es algo rigurosamente necesario pero que muy pocos están en condiciones de realizar. Y es que por definición no puede divulgar bien quien no posee la imprescindible solvencia. Sin ella, lo que se pretenda presentar como una divulgativa “filosofía al alcance de todos” solo será mera pirotécnica y charlatanería insustancial revestida de ropajes filosóficos y de citas de tercera mano, una falsa divulgación que se limitará a hacerse eco, sin reconocerlo, de lo divulgado de forma adecuada previamente por otros.

Espero que se me entienda. No discuto que los haya que puedan quedar deslumbrados por una paradoja chocante, un rótulo llamativo o cualquier otro efectismo análogo. Pero deslumbrar no es iluminar. Y no deberíamos olvidar una de las enseñanzas más valiosas heredadas de nuestra propia tradición, la de que lo único que de verdad arroja luz sobre el mundo es una idea potente. A ser posible, dentro de una argumentación articulada. Así de simple.

Manuel Cruz es catedrático de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Barcelona y portavoz del PSOE en la Comisión de Educación del Congreso de los Diputados.

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06 PM | 29 Abr

SOBRE DERECHO PENAL

“Las salvaguardias de la libertad
se han forjado frecuentemente en
controversias que afectaban
a gente no muy agradable”
Juez Felix Frankfurter disintiendo
en el caso U. S. vs Rabinowitch ( 1950)

El valor Justicia, expresado en el artículo 1.1 de la Constitución, inspira los cimientos sobre los que se construye el Estado de Derecho. En esa arquitectura de normas que es el Estado de Derecho el Código Penal ocupa un lugar destacado. Se trata de un instrumento extraordinariamente poderoso para intervenir en las patologías más importantes y peligrosas que puedan suscitarse en el seno de la sociedad. Cómo se estructure la respuesta a esas, cómo se aquilate la proporcionalidad entre conductas punibles, naturaleza y lesión de bienes jurídicos y las sanciones anejas a todo ello, revelará si el legislador se inclina por una respuesta autoritaria o liberal a la hora de configurar el contenido del Código Penal.

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11 PM | 14 Abr

David Harvey: La acumulación por desposesión

David Harvey: La acumulación por desposesión

Por Felipe Aguado Hernández*.- | Abril 2018

davidharvey2En el proceso de recuperación y actualización de Marx que vivimos en los últimos años, una de las aportaciones más importantes y lúcidas es la de David Harvey. Su planteamiento de la ‘acumulación por desposesión’ es una muy buena actualización precisamente de una de las teorías centrales del marxismo: la teoría de la explotación.

El núcleo del análisis marxista de la sociedad está en la teoría de la explotación. Marx entendió que la historia de la humanidad es la sucesión de modos de producción basados en la explotación de unos seres humanos sobre otros, cuyo culmen es el capitalismo. El trabajo produce los bienes que la sociedad necesita, pero en el proceso de producción capitalista, los trabajadores que generan esos bienes sólo reciben parte de su valor, en forma de salario, viendo cómo la mayor parte de él (la plusvalía) se le sustrae. Éste es el núcleo de la explotación. El capitalismo ha desarrollado diversas formas de explotación, unas en el propio proceso de producción en la fábrica o el campo y otras en procesos complementarios de distribución o administración de bienes económicos o sociales. D. Harvey nos explica cómo en las últimas décadas el capitalismo ha generado nuevas formas de explotación, fuera de los entornos estrictamente productivos, que constituyen una de las características centrales del capitalismo globalizado: la acumulación por desposesión.

Una de las cuestiones más importantes sobre la evolución del capitalismo es la de la generación de sus crisis cíclicas y cómo las supera. La teoría marxista de la acumulación de capital nos explica las dos vías fundamentales de acumulación de capital: la acumulación primitiva y la acumulación por reproducción ampliada. En el origen del capitalismo están presentes formas de apropiación de bienes comunes y personales, como la tierra, los bosques, el agua o la propia persona (esclavitud o servidumbre), en buena medida realizadas en formas precapitalistas, que se proyectan a través de la acumulación comercial o bancaria hacia formas propiamente capitalistas. En esto consiste la llamada ‘acumulación originaria’, que el capitalismo prolonga en las formas esenciales de explotación: la acumulación por reproducción ampliada. La explotación de la plusvalía en el proceso de trabajo provoca la acumulación de capital, que sus poseedores vuelven a invertir, con el mismo mecanismo de generación de productos y acumulación ampliada de plusvalía. Esto conduce al sistema a una fuerte contradicción. Los capitalistas deben vender los productos de sus empresas para realizar sus beneficios y recuperar la inversión inicial. Pero han de hacerlo, en buena media, y de forma general globalizada, a los propios trabajadores. Sin embargo, la capacidad de compra de éstos es menor que el precio de los productos, pues éste lleva incorporada la plusvalía expropiada. Así, con el tiempo, el sistema globalmente considerado produce más bienes de los que la sociedad puede adquirir, generando una crisis de superproducción o sobreacumulación. Ésta es una tendencia permanente en el capitalismo que lo conduce hacia la generación de excedentes de capital y de fuerza de trabajo.

harvey3El sistema capitalista más primitivo supera estas crisis mediante la destrucción de empresas y el consiguiente paro generalizado. La crisis de superproducción provoca el hundimiento de las empresas más débiles que arrastran a sus asalariados al paro y a condiciones terribles en lo económico y social. Cuando esta fase autodestructiva toca fondo, se provoca una nueva fase de concentración y expansión del capital, iniciando un nuevo ciclo que tendrá un final similar.

A mediados y finales del S. XIX el capitalismo pone en marcha nuevas estrategias para superar o paliar esas crisis cíclicas de excedentes. D. Harvey (2004: 100-101) las ha llamado ‘ajuste espacio-temporales’: ‘Estos excedentes pueden ser absorbidos por: a) el desplazamiento temporal a través de inversiones de capital en proyectos de largo plazo o gastos sociales (tales como educación o investigación), los cuales difieren hacia el futuro la entrada en circulación de los excedentes de capital actuales; b) desplazamientos espaciales a través de la apertura de nuevos mercados, nuevas capacidades productivas y nuevas posibilidades de recursos y de trabajo en otros lugares; o c) alguna combinación de a) y b)’. De una parte, pues, Harvey nos habla de la estrategia de ‘la expansión geográfica’: El capitalismo traslada parte de sus excedentes a nuevas áreas geográficas mediante la expansión colonial. Es la estrategia imperialista que analizaron fecundamente, entre otros, Lenin, Rosa Luxemburgo o Hilferding. De otra parte, los ‘ajustes temporales’: inversiones en infraestructuras que no suponen para el capital una realización inmediata, aunque sí a largo plazo.

En este proceso podemos distinguir varias fases: 1) Desde finales del S. XIX a la Guerra Mundial del 14-18, uno de cuyos componentes esenciales fue precisamente la lucha entre los capitalismos nacionales por generar un marco imperial- colonial propio lo más extenso posible, negando a otros esa misma posibilidad. 2) De la Primera a la Segunda guerra Mundial, que también tuvo un fuerte componente de lucha imperialista. 3) Desde el 45 hasta el 73, periodo en el que el capitalismo se hace consciente de cómo las guerras mundiales habían puesto de manifiesto la posibilidad de autodestrucción del propio sistema. Se genera entonces una nueva estrategia que minimizara los riesgos de nuevas guerras imperialistas: Se crea la ONU para resolver pacíficamente los contenciosos internacionales, la Unión Europea para integrar y hacer cooperativos los viejos capitalismos nacionales, se descoloniza el llamado Tercer Mundo para superar el control unilateral de las metrópolis sobre las colonias, abriendo éstas a nuevas formas de explotación universal, bajo lo que se llamó el neocolonialismo.

A partir del 73 se produce una reestructuración radical del capital internacional, lo que Harvey ha denominado ‘nuevo imperialismo’ y que es una tercera fase del dominio global burgués, tras la primera de dominio simple primitivo de mera reproducción ampliada y la segunda de dominio imperialista por ajustes espacio-temporales. Siguiendo a Harvey, en esta nueva época podemos distinguir dos elementos fundamentales: La creación de un nuevo régimen financiero (‘la nueva arquitectura financiera internacional’) y ‘la acumulación por desposesión’.

La crisis del petróleo de 1973 permite la creación de ‘la nueva arquitectura financiera internacional’. La crisis del petróleo permitió, por una parte, que el capital recuperara parte de las plusvalías perdidas con los movimientos mundiales en torno al Mayo del 68, que había supuesto unas grandes subidas salariales y mejoras en las condiciones de trabajo, amortizadas por la subida generalizada de los precios de los bienes de consumo y servicios, provocada a su vez por la subida artificial de los precios del petróleo. Pero, por otra parte, el capital financiero, fundamentalmente de EE.UU., se centra en el control del petróleo, acumulando con ello enormes plusvalías. Este inmenso engorde del capital financiero estadounidense va a permitir que, sobre la base de Wall Street, la Reserva Federal y el control de las instituciones mundiales a través del F.M.I. se construya la hegemonía económica de EE.UU. La manipulación del crédito, el control y administración de la deuda pública y privada, la ‘liberalización’ de mercados, la libertad de movimientos del capital financiero sin control público o los ‘futuros’ van a permitir hacer y deshacer economías locales. Los casos más flagrantes ha sido el expolio de América Latina mediante el control de la deuda o la destrucción y apropiación de la floreciente industria del Sureste Asiático mediante el control del crédito. Ahora ha tocado el turno al Sur de Europa.

harvey4El otro vector central del nuevo imperialismo es la ‘acumulación por desposesión’, término, preciso y clarificador, que debemos a Harvey, y que nos va permitir comprender en qué consisten realmente los fenómenos que estamos viviendo de ‘recortes’ o ‘privatizaciones’, entre otros muchos hechos de la actual economía depredadora del neoliberalismo.

En realidad la acumulación por desposesión es una fórmula moderna y actualizada de la llamada acumulación originaria, por la que se arrebataron las propiedades y bienes comunes de los campesinos y de las aldeas, permitiendo el desarrollo del primer capitalismo. Hoy se privatizan los nuevos bienes comunes generados por el estado del bienestar, por el desarrollo cultural o las nuevas oportunidades que ofrece la naturaleza. Es una característica cada vez más central en el capitalismo global. Su objetivo es compensar la incapacidad crónica del capitalismo para sostenerse a través de la mera reproducción ampliada, utilizando nuevos campos de ampliación del capital excedente.

¿Cómo opera?:

-Mediante el control de la propiedad intelectual (patentes y licencias), del material genético y de las semillas.

-Mediante el control de los bienes medioambientales globales: suelo agrícola, bosques, minas, agua,…, generando una gran degradación ambiental y la transformación de la naturaleza en mercancía.

-Provocando la mercantilización de formas culturales y creativas intelectuales y populares: música, folklore, arte, museos,…

-Privatizando los activos previamente públicos como las universidades, el agua, infraestructuras y otros bienes comunes.

-Privatizando los bienes obtenidos tras las luchas de clases del pasado (estado de bienestar), como las pensiones, la educación, la sanidad, el ocio, y la desposesión o minorización de elementos de bienestar como el descanso, o la seguridad en el empleo.

Estas nuevas formas de explotación han generado a su vez nuevas formas de resistencia, en buena parte al margen de las clásicas organizaciones reivindicativas obreras. Se canalizan a través de movimientos sociales como ‘la antiglobalización’, u otros del tipo ‘primavera árabe’, ’15M’ u ‘ocupación de Wall Street’, ‘los movimientos indígenas’ de defensa de sus tierras y culturas, los ‘movimientos feministas’ o de ‘pensionistas’….

Sus formas de organización y acción difieren bastante de las luchas de clases imbricadas en la acción en el marco de la pura reproducción ampliada. Se construyen en buena medida sobre formas de democracia directa participativa, asamblearia y no partidista.

davidharvey1La respuesta del sistema capitalista a estas nuevas formas de lucha no se ha hecho esperar, generando a su vez nuevos mecanismos de defensa y control: ampliación del poder y la intervención militar de EE.UU., estrategias de control de la población y de reducción de derechos políticos, como las leyes mordaza en España o el estrado de excepción cronificado en Francia. Todo ello en un contexto en el que se está fomentando el resurgir de la extrema derecha.

Todo esto nos abre muchos interrogantes sobre las opciones de futuro del capitalismo y de los movimientos sociales alternativos. ¿Ha llegado el capitalismo al límite de sus posibilidades de acumulación, tanto por la vía de reproducción ampliada, como de los ajustes espacio-temporales o de acumulación ‘por desposesión? ¿Caben todavía nuevas formas de apropiación y explotación?. Sin duda que el sistema tiene riesgos poderosos como nos señala Harvey: el déficit de EE.UU., su enormemente deficitaria balanza de pagos, el posible hundimiento de su economía por una depresión deflacionaria. ¿Ha querido el gran capital buscar una salida a todo ello con Trump? ¿Cuál será el papel de la que se está convirtiendo en la primera economía del mundo, China?. Estamos ante una gran crisis del capitalismo o, como figuraba en una pintada en la Argentina del ‘corralito’, ‘el capitalismo tiene los milenios contados’.

Es importante recordar cómo el marxismo permite una comprensión integrada de los fenómenos sociales que a primera vista nos aparecen dispersos. Las aportaciones de Harvey nos permiten comprender de forma integrada desde los ‘recortes’ a las ‘privatizaciones’, desde la globalización del capitalismo financiero a las nuevas formas de luchas sociales, desde la militarización del mundo a las resistencias de campesinos y pueblos indígenas. Todo ello está en el marco de una misma lógica, que el marxismo es capaz de descubrir y explicar en su integridad y su complejidad. Ésta es una de las grandes aportaciones del marxismo a la comprensión de nuestro mundo: el sentido de totalidad.

Felipe Aguado Hernández es Catedrático de Filosofía
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