06 PM | 18 Ene

LOS REYES POETAS

La escritora francesa Catherine François, autora de “Los reyes poetas” reconstruye la vida de las cortes literarias de Almería y de Sevilla en el siglo XI con absoluta fidelidad a los hechos históricos. Su relato dramatizado consigue encarnar personajes hasta hoy difusos en escenas llenas de emoción y pone de manifiesto el papel de la poesía en la política de la época. Sorprende la precisión con que una autora extranjera se adentra en una parte compleja de la historia española, convirtiéndola en materia poética de primer orden.

En una entrevista  ha admitido que al-Andalus “acabó convirtiéndose en mito romántico”, ha asegurado que “se tardó mucho en recuperar el nivel de conocimientos y la prosperidad de las capitales de al-Andalus”, y que “para valorar estos hechos con rigor hay que atenerse a los estudios históricos, visitar los museos y los monumentos que quedan”.

Según la autora, desde el punto de vista cultural, lo más destacable de estas cortes islámicas era la actividad poética, algo que “se puede apreciar por la cantidad de poetas que prestaban su servicio a los reyes al-Mutasim y al-Mutamid, que eran ellos mismos poetas. La poesía era una muestra de la vida refinada de las cortes de al-Andalus”.

François, que presentó “Los reyes poetas” en la Fundación Tres Culturas de Sevilla , ha explicado que la poesía “estaba acompañada por músicos y a veces por bailarinas; en Sevilla, ar-Rashid, uno de los hijos de al-Mutamid, también poeta, tocaba el laúd con un grupo importante de músicos”.

El prestigio de la poesía estribaba en que “ya tenía un papel relevante durante la época preislámica. Las tribus de beduinos recorrían el desierto cantando versos monótonos como el paso de sus camellos. El poeta era un guerrero que prestaba su voz para ensalzar el valor de su clan en las batallas”.

“Con la expansión del islam, los poemas se abrieron hacia una lírica espiritual y amorosa -ha advertido-, se hicieron musicalmente más ricos, con aportaciones de Oriente y de Occidente. Al-Andalus heredó esa tradición a la vez profana y religiosa, la protegió con especial ahínco por ser el territorio más occidental y aislado del islam”.

Además, “los letrados andalusíes tenían que defender su poesía, inicialmente puesta en duda por los autores de Oriente, aunque fue reconocida ya por la mayoría de ellos en el siglo XI”, ha manifestado.

Sobre el peso de la poesía en la política de la época, François ha recordado que “toda la correspondencia oficial y diplomática se hacía en verso; por eso, los visires tenían un amplio conocimiento de los recursos poéticos”.

“Siguiendo la tradición oriental, los poetas de al-Andalus ensalzaban el honor de sus señores y celebraban sus victorias. Llegaron a ser un valor de prestigio que los reyes se disputaban. El poder de la palabra fue decisivo cuando empezaron a circular entre la población poemas que denunciaban la forma de vida licenciosa de sus gobernantes”, ha explicado.

De aquella poesía ha destacado “las imágenes y la variedad de los temas, la delicadeza de las metáforas labradas como objetos de filigrana, que supieron aprovechar los trovadores”, ya que “los poetas andalusíes heredaron una tradición literaria pulida durante siglos que llegó a formar un especie de clasicismo barroco”.

“La poesía andalusí era sensual y refinada; una parte sustancial de la lírica popular española viene de ahí”, ha valorado la autora.

Del estudio de estas obras ha señalado que “queda mucho por hacer en traducción. Fuera de España se han traducido poesías escritas y cantadas en al-Andalus a las que todavía no tenemos acceso. La Biblioteca de al-Andalus editada por Jorge Lirola suple en parte esa carencia, pero se echa de menos una labor de equipo internacional que permita editar un panorama completo de la poesía andalusí”.

François ha señalado que, a diferencia de al-Andalus, “en los reinos cristianos la cultura era privilegio exclusivo de los nobles y de los clérigos, y a los letrados no se les permitía tratar temas paganos o que fueran en contra de las teorías dictadas por Roma. En al-Andalus, en cambio, no era raro oír a un campesino improvisar versos sobre un tema cualquiera”.

“Los sabios árabes conservaron la filosofía griega, olvidada por los cristianos de la época, y los conocimientos técnicos y científicos, tanto en astronomía como en música, de los persas. La huella que dejaron en el paisaje, en la arquitectura y en la agricultura, se puede contemplar todavía”.

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