10 AM | 10 Jun

Vive el espíritu del 45?

                                                                                        Ken Loach, que a menudo se muestra más radical, y casi siempre más emotivo, en El espíritu del 45 factura una pieza documentespíritu del 45al muy medida y, salvo testimonios puntuales de algunos ancianos, bastante aséptica y moderada, lo que afortunadamente la dota de mucho más poder demostrativo.

Me pareció especialmente agudo el razonamiento de partida: al parecer, en 1945, la mayoría de los británicos descubrieron que si el gobierno había sabido organizarlos para ganar la guerra, cualquier gobierno con voluntad para ello sabría organizarlos para sacarlos de la miseria generalizada que habían padecido en la década precedente. Un argumento impecable, que yo no puedo contradecir porque carezco de datos. Luego, puede que fuera así.

Pero claro, Loach siempre invita a sacar conclusiones y, en consecuencia, a toda la ola de nacionalizaciones de los servicios básicos (carbón, ferrocarriles, electricidad, agua, salud pública, vivienda, etc.) desarrollada en los diez años siguientes, opone el desmontaje acelerado que puso en marcha y casi llevó a término, ella solita, Mrs Thatcher. El tono expositivo del documental, que por un lado le otorga una enorme credibilidad, sin embargo le hurta el análisis y nos priva del factor, tal vez, más determinante a la hora de comprender las causas del resultado final del proceso. Para mi ese factor no es otro que la pérdida de conciencia de clase de una gran masa de gente que al terminar la guerra se sentían proletarios, asumían sus interesa sociales y políticos en tanto que tales y aspiraban a una cultura y a una forma de vivir solidaria y reivindicativa, mientras que al final de la década de los sesenta con la llegada de un cierto grado de riqueza familiar y de bienestar, quebrados en buena medida los fundamentos de aquella conciencia, mucha de esa gente deserta de su verdadera naturaleza social de desposeídos. Ahora, porque deben un coche a plazos y pueden emborracharse durante una semana en alguna playa española, ya solo quieren ser llamados clase media. Con esa mentalidad compran, encantados, el ataque furibundo a los sindicatos, y a los servicios públicos y se convencen a sí mismos de que todo fracaso es de índole estrictamente personal por no haber sabido hacer las cosas como es debido, o por no haberse esforzado lo suficiente. Y triunfan los manuales de autoayuda y el coaching… Y llegamos a donde estamos hoy. Cuando cabe preguntarse: ¿queda algo, en algún sitio, del espíritu del 45?

Un saludo.
Alfonso Peláez
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